‘Al Borde del Abismo’. Entrevista

Escrito Por: Hugo Neira 1.723 veces - Nov• 07•15

Hugo Neira divisa el brumoso horizonte político, social y educativo del 2016. «Hemos fabricado artificialmente una enorme masa urbana, despolitizada, deseducada, descivilizada», sentencia desde su balcón con vista hacia abajo.

Para Neira, iniciativas como «chapa tu chor» se deben a la degradación del Estado.

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  Por: Carlos Cabanillas

Hugo Neira tiene un nuevo libro cocinándose. Se llama Civilizaciones Comparadas y saldrá de la imprenta este mes. Mientras espera vallejianamente que no se queme en la puerta del horno, habla con Caretas sobre lo que se viene hacia el 2016.

Vamos a tener cuatro elecciones democráticas seguidas: todo un récord republicano. ¿Hay razones para el optimismo rumbo al Bicentenario?

—Yo discuto esta idea. Hicimos dos apuestas: por la democracia y por el mercado. Pero no nos hemos vuelto una sociedad más democrática. Según una encuesta del USAID (2014), solo un 12% cree en la democracia. Tampoco hay confianza en los poderes del Estado. En cuanto a la economía, si bien hemos crecido, estamos frente a una de las sociedades más desiguales que existen. Frente a la neblina mundial que se viene, ¿cuántos pagan impuestos? Lo que han hecho con la educación es diez veces peor que lo que hizo Abimael Guzmán. Así no entramos a la OCDE ni en dos mil años. Como dije en un artículo: 2+2 ya suman 5.

—Antes había el temor de que 2+2 sume 5 para un Estado totalitario. Ahora suma 5 en la mente ignorante de un mercado desregulado.

—Si la cultura no existe, no hay desarrollo. Aunque camine la economía y la democracia, esta sociedad no ha entrado ni entrará al siglo XXI. Fallamos en el siglo XX porque no hicimos la Revolución Industrial. El salto, que es cognitivo, es el conocimiento. Como dice Álvaro Vargas Llosa, estamos frente a «la contenta barbarie».

—Nunca fuimos modernos, parafraseando a Bruno Latour.

—No, la modernidad es «me voy de putas aunque no debería hacerlo» y lo asumo porque soy adulto, pues. ¿Tú crees que formamos adultos? No. Pregúntales a las mujeres qué opinión tienen de los maridos peruanos. Dicen que son niños grandes. La esposa reemplaza a la madre. ¿Te acuerdas de Humala en el 2006 cuando jugaba con las banderitas? Yo dije ‘este cojudo no está hecho para este cargo’.

Si el rol de la madre es muy fuerte en el Perú, ¿por qué aún no hemos tenido una presidenta?

—Porque los hombres se han opuesto. Hay un machismo muy fuerte todavía. Los comportamientos del ciudadano peruano promedio, al margen de por quién vote, no son muy democráticos. Ni en su casa, ni en su trabajo, ni en su vecindad. Lo democrático es respetar que el otro existe.

¿Somos una sociedad violenta?

—Nos estamos volviendo una sociedad violenta porque la economía misma nos lleva a la competencia y la desigualdad. Anda a quitarle un puesto a un informal. Te agarra a patadas. Estamos trasladando la jungla a la vida corriente. Como decía Hobbes, el otro es el enemigo. Nuestra sociedad, sin reglas del Estado, se volverá cada vez más violenta. Como sociólogo, esto es una delicia, pero como ciudadano es inquietante. No estamos construyendo Nación.

—¿Vivimos en una sociedad hobbesiana? ¿Nuestro estado natural es de terror y des confianza?

—Sí. Todavía necesitamos un poder semiautoritario para obedecer. No se han interiorizado las reglas de conducta, y entonces se necesita un gendarme. Si tú no tienes un cachaco dentro de tu alma, te pasas la luz roja, pues. Tú tienes que ser el cachaco de ti mismo. Eso es Kant: no necesitas el adulto afuera.

—¿Hay un imperativo categórico? ¿Hay ‘deber ser’ en el Perú?

—En el Perú, sí. Recuerdo el caso de un campesino cajamarquino que se había convertido al protestantismo luego de ser alcohólico. Necesitaba que otra persona le diga ‘no’. Te inventas el hermano mayor, el padre, el jefe, el guía. Eso desaparece con la modernidad, cuando los individuos deciden por sí mismos.

Volviendo a eso de que la esposa reemplaza a la madre, ¿se aplica también al actual gobierno?

— Claro, ahí pasas a temas enormes. Yo he vivido en otras ciudades de Latinoamérica y las madres brasileñas, argentinas o chilenas llevan a sus hijos con ellas. No hay empleadas, no hay cholita que atienda eso.

—¿La ausencia del padre impide interiorizar la autoridad?

—Cuando tú no tienes padre, te lo inventas. La invención es el maestro. Ahí está la escuela.

— Ningún candidato parece tener a la educación en su agenda, ¿no?

—Yo entiendo a los políticos. Tienen que mentir y encantar.

¿Qué piensa del modelo universitario de Acuña? Es más empresa que escuela.

—Acuña representa el máximo de la idea mercantilista. Y con ese criterio, ¿por qué no vender el Estado a un narco? Para mí todos esos son proyectos de Estado narco. Ha ganado el imperialismo y la derecho no cultural. Porque los cursos humanistas desaparecen y le han enseñado a los alumnos a no tocar libros. Enseñarle un libro a un peruano es como mostrarle un crucifijo a un vampiro. Entonces, ellos votan por gente que se les parece, así que puede que gane Acuña.

—¿Se idealizó al pueblo en los ochenta? Al ‘desborde’, a ‘los informales’, tanto desde la izquierda como desde la derecha.

—Nunca creí en eso. Crecieron por el billete pero les faltó la escuela. Lo grave es que no saben que no saben. Las pymes no vinculan a los individuos con el país, con la política. Son hegemónicos en lo económico pero no son clase dominante. Y la clase alta también se ha encerrado en su mentalidad corporativa. ¿Por qué no se siguieron fabricando personas cultas de origen popular ? No hay burguesía y el proletariado ha desaparecido. No hay partidos. No hay clase dirigente. Nadie guía al país. Es un problema terrible. Han quebrado al Perú, políticamente. Es un desarrollo descendente. Abajo es el taller del diablo. Cualquier cosa sale de ahí y no va a ser muy democrática que digamos.

—¿No importa quién gane el 2016?

—Gane quien gane, todos tendrán una ciudadanía que no los va a entender. Si nadie introduce reformas importantes, acá se arma cualquier cosa. Me temo lo peor. Hemos creado una enorme masa de gentes despolitizadas que le han hecho el lecho a un gobierno autoritario y de narcotráfico. Un narcoestado. Tenemos una paradoja: los pobres son de derecha y los pudientes son de izquierda. Es el mundo de cabeza. Los que quieren el cambio están en la clase media y arriba. Y los que no quieren cambios sino solo su billete están abajo. No es la primera vez que ocurre. Los proletariados también generan fascismos. Felicitaciones. Hemos creado las bases para un movimiento nacional étnico. Esperemos a ver qué pasa cuando saquen a Antauro. (CC)

 

Publicado en la revista Caretas n° 2410, 05 de noviembre de 2015, pp. 36 a 39.

 

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