Enciclopedia Galáctica. ¿Existió el Perú?

Escrito Por: Hugo Neira 1.167 veces - Sep• 17•18

Enciclopedia Galáctica

La Enciclopedia Galáctica es un texto ficticio, inventado por Isaac Asimov. Se supone que una humanidad mejorada por la intervención de bondadosos extraterrestres, se ocupa de la historia de Estados y naciones, vistos en el año 3000. Asimov era un optimista. Sus predicciones futuristas desconocían los cambios climáticos y la tendencia del hombre a autodestruirse.

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Bienvenido lector a nuestra modesta Galáctica. Como debe saber, nos es muy difícil, y por momentos imposible, conocer el pasado. El cambio climático del siglo XXI y XXII produjo enormes estragos, entre ellos, el deshielo de ambos polos, y en consecuencia, la subida del nivel del mar hasta 60 metros. De modo que lo que era la costa peruana —si es que realmente existió el Pirú— quedó bajo el océano. Sin embargo, nuestros buzos han logrado rescatar algunos restos, lo que permite el presente trabajo. Este se realiza debido al ruego y pedido de muchos de peruvianos, dispersos en otros lugares del planeta, en particular, en la ex estepa siberiana y canadiense, vueltas hoy paraísos tropicales.

Hemos rescatado documentos del oscuro siglo, el XXI. Al parecer, llegaban libros del exterior, un tal Fukuyama, que pronosticaba “el fin del hombre” como consecuencia de la revolución biotécnica. Se entiende que fue a partir de la genética. Otros, una tal Angelina Muñiz, que resulta que era francesa, había escrito El siglo del desencanto. Pero parece que cierto tipo de peruvianos, los limenses, no tomaban en serio esos siniestros augurios. Al parecer se comía y se bebía mucho. Además, no había reglas, cada uno hacía lo que le daba la gana. Detestaban las normas. Por eso a nuestros psicohistoriadores (concepto del gran Asimov) les cuesta entender mentalidad y costumbres de ese país, si realmente existió o es un mito, al cual no renuncian los peruvianos esparcidos en el planeta.

Pongamos que existiera. Nuestros psicohistoriadores dicen que fueron poblados por indígenas, luego españoles y negros, asiáticos, italianos y judíos, de todo. Pero nunca pudieron soportarse los unos a los otros. No podemos entender el porqué. Hubo mezclas parecidas en México, pero con ello emerge un Estado y una nación moderna en el siglo XX. Pero no en el Pirú. Uno de los antropólogos limenses, Iván Degregori, escribe No hay país más diverso. No es cierto, la India de esa época era de lejos más diversa, y sin embargo, era una nación. La verdad no lo entendemos. Nuestros científicos examinan lo que llamaban jerga, y está llena de insultos, por lo general racistas: negro de mierda, cholo huevón, blanco conchatumadre. Estos términos nos son ininteligibles. Pero nos parece que no se refieren a defectos morales sino a términos raciales. Y suponemos, entonces, que lo que se llamaba ‘ciudadanos’, nunca lo fueron. Y todo eso ocurre antes de la primera gran catástrofe climática.

Nuestros psicohistoriadores dicen que hubo república pero solo a partir de 1931. Aquí se presenta otro enigma. Un intelectual, de la Torre, desembarcó de Europa con ideas socialdemócratas y un puñado de gentes que pensaban, y como simpatizantes, obreros, cañeros, clase media pobre. Pero la política peruviana se caracterizaba por excluir. Por esos años, ocurre que había un señor Víctor Raúl Haya, muy cercano a ese partido, un gran pensador, con libros admirables. Algunos de nuestros psicohistoriadores dicen que eran una sola persona. ¡Político y filósofo! Pero si fue así, no entendemos cómo perdieron la ocasión de que el Pirú tuviese un sabio que a la vez amaba a los peruvianos. Con cerrarle las puertas de Palacio, perdieron todo progreso en el siglo XX.

Pero lo del siglo XXI fue peor. Les tocó vivir la era de la desinformación mundial. Tras Internet, vino una época de manipulación masiva con trampas que se hacían adictivas, los smartphones, las redes, y que dado el anonimato, se prestaban a las mayores groserías, a la confusión y al olvido de lo real. El truco consistía en dar las falsas noticias que la gente esperaba para apuntalar sus prejuicios. Los deep fakes son la apoteosis de la calculada mentira. Los Estados Unidos de entonces y Europa sufrieron de ese ataque, tomaron medidas, legales y técnicas. En el Pirú fue fatal. Llegaron cuando el país había quedado desarmado por su pésima educación popular.

Según nuestros psicohistoriadores, un complot internacional, a cuya cabeza el Banco Mundial, toma al Pirú como un conejillo de Indias, e impone un sistema de educación. Su meta, alejar a los jóvenes de todo aprendizaje que fuera humanista. Así se evitaba la aparición de líderes revolucionarios. En los primeros decenios del siglo XXI, los peruanos perdieron el hábito de leer. Todos alfabetos, pero en realidad, iletrados. Y aparece una juventud satisfecha. Consumismo, sexo, individualismo al máximo. Los peruvianos se olvidaron que el conocimiento es un capital, tanto o más que el dinero. Ignoraron a sus pensadores (Basadre, el poeta Vallejo). El nivel bajó. Cualquiera era ministro. Cualquiera parlamentario. Cualquiera embajador. La esposa de un militar en el poder nombró a su médica partera como embajadora en París. No hubo cultura sino mercado. Además, usaban un lenguaje lamido. Un diario decía, “crisis hídrica”, por no decir, “no hay agua”.

Con las repeticiones de El Niño, comenzaron a darse cuenta de que necesitaban de científicos, pero ya era tarde. Una tierra tan llena de potencialidades tenía los peores ciudadanos. Cuando los informales llegaron a ser ricos, se olvidaron de los pobres. No pagaban impuestos. Mientras se inventaron una bruja, la señora K, y carboneaban al presidente Vizcarra, se secaron los glaciales y en la costa desaparecieron los ríos. Cuando los dos billones de toneladas de óxido de carbono emitidas por el uso de los hidrocarburos en el planeta, huaicos, inundaciones, heladas, ya no podían sembrar maíz ni papas. Por el 2040 solo tenían el 60% del agua disponible en el 2020. Cuando la Amazonía comenzó a perderse, las grandes potencias mundiales impusieron a varios países la pérdida de su soberanía. El Pirú, si existió, pasó a ser un protectorado.

Fue una época muy caótica. Delincuencia, producciones ilícitas de imitación de marcas internacionales, en vez de trabajos formales se multiplicaron lo que llamaban chambas. La educación que habían establecido formaba solo técnicos de nivel muy bajo, a sabiendas que en el curso del siglo XXI, esos oficios manuales serían reemplazados por robots, pero los agentes del Banco Mundial habían logrado su misión, el embrutecimiento de las capas populares. Había buenos empleos, pero eso era el coto cerrado de la clase dominante, un espacio limitado a los que formaban parte del sistema de vínculos familiares. Para el pueblo, hubo una economía peruviana para trabajos precarios, cualquiera se inventaba una chamba, pero era de pocas ganancias y de poca productividad. El yo te vendo y tú me compras. Había dos Pirús, uno casi normal, occidental, con contrato, y otro, a la diabla, el país de los emprendedores pero con bajos ingresos. La situación peruviana, estudiada por nuestros psicohistoriadores, se reduce a lo siguiente: altas expectativas (debido al gusto por el consumo y los efectos de la publicidad) pero muy bajos ingresos. Entonces, no les quedaba otro remedio que algún trabajo ilícito, el que fuese, o de lo contrario, el endeudamiento. En el 2018 los diarios dijeron —por una vez, algo cierto y no inventado— que cada peruana debía a algún banco algo como 90 mil soles por cabeza. En otras palabras, los más pobres, que creían tener casa propia, esa que levantaron como mejor pudieron, podía ser confiscada.

Fue un tiempo muy extraño, un viento de manías y locuras sopló en los primeros decenios del siglo XXI. Siendo un país sin paz social, al no ser una nación —que generalmente se formaba en las escuelas que eran iguales para todos—, se tenía la pretensión de que estaban a dos dedos de alcanzar a la OCDE. Lo dijo un presidente y nadie se echó a reír. Era un político, y los halagaba aunque la realidad, la triste realidad, era otra. Hemos logrado saber, mil años más tarde, cómo eran las naciones que habían entrado a ese club de países sensatos, y nos asombramos. El Perú estaba muy lejos en cultura y en organización de esas naciones, pero el optimismo de los peruvianos, fundado en que tenían una buena gastronomía y eran un país muy rico (no tanto, unas cuantas minas, que como todas las industrias extractivas, duraban un cierto tiempo), no tomaba en cuenta que no habían terminado de domar los Andes, ni sus ríos. Era un país montañoso, de grandes cuencas, cierto, y de ríos costeños, y nada más. Lima era la única gran ciudad de la región que dependía del agua del deshielo glaciar. También las ciudades de Ecuador y Bolivia tenían agua potable porque tenían glaciares. Los habitantes de esos países andinos veían y sabían que dependían de unos glaciares que cada año retrocedían. Eran países secos, y el suministro eléctrico dependía del deshielo. La emigración de la capital a las ciudades del interior se inició a la mitad del siglo XXI. El precio del agua solo pudo ser pagado por las pocas familias ricas que se habían quedado en Lima. La falta de agua inicia una migración al revés, de ciudades costeras a ciudades andinas. Y la guerra por el agua no tardó en estallar. Y las grandes migraciones, hacia las zonas extremas del planeta. Que por cierto, comenzó a perder poblaciones, ora porque se controlaba los nacimientos, ora por razones de ciclones, desaparición de lluvias, aumento de los desiertos, dificultades diversas para la agricultura, el retorno del hambre y la necesidad. Vivimos casi en otro planeta. Uno donde el frío es un lujo. Pero volvamos a lo que quieren nuestros lectores. Qué pasó en el Pirú mítico y desaparecido.

Mientras esas desgracias se precipitaban, corrían ideas absolutamente delirantes. En ese Pirú no había ciencia sino magia. En el Cusco se esperaba que la cabeza del inca Atahualpa, que según el mito crecía bajo tierra, terminara por juntarse al cuerpo, es decir una ciudad del interior. Cuando por broma alguien les dijo que en efecto, el mito se iba a cumplir, pero que la ciudad elegida no era el Cusco sino Arequipa, se pusieron furiosos. Por esa época, un señor llamado Isaac, al parecer marxista aymara, educa a sus hijos para que fuesen la repetición de los legendarios hermanos Ayar, que se disputaron entre ellos y el mejor fue el primer Inca. Uno de ellos, en efecto, llegó a presidente, para demostrar que no sabía hacer nada. La mayoría de problemas de ese tiempo no era el cambio climático, ni mucho menos, sino líos de comadres. Los peruvianos habían sido un pueblo de donde había emergido creadores, pintores, ingenieros, arquitectos, novelistas, poetas y pensadores. Antes que lo cubriera la desinformación, el razonamiento mágico al que eran muy dados, y las aguas del océano.

Una versión corta de esta ucronía ha sido publicada en El Montonero., 17 de setiembre de 2018

http://www.elmontonero.pe/columnas/enciclopedia-galactica-existio-el-peru

 

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