La lectura. Qué dicen los de las ciencias cognitivas

Escrito Por: Hugo Neira 1.606 veces - Jun• 26•17

En julio del 2016, hicimos nuestro peregrinaje ritual, pasar por Europa (sus corrientes científicas, sus librerías), antes de aterrizar en mi modesto estudio, en Chile, y encerrarme en cuatro paredes para redactar mis libros, antes de volver a Lima por mis clases. Pero quiero hablarles de una sorpresa. El libro electrónico, difundido gracias a la computadora y la atracción de sus pantallas, parecía imbatible. Pero hoy la gente compra de nuevo libros de papel y el eBook se ha estancado.

Por lo pronto, salgamos de la idiotez del dualismo. Cuando aparece el cinematógrafo, allá por los años veinte del siglo pasado, más de uno sostuvo que ese nuevo arte era la muerte del teatro. Pero hoy, en Nueva York, Broadway tiene salas de cine, que compiten con unas cuarenta salas de teatro y de musicales, como si tal cosa. En Madrid la hinchada que va al Santiago Bernabéu, templo del fútbol español, se llena con sus 85 mil asientos, lo cual no impide que la plaza de toros de Las Ventas se llene con sus 21 mil posibles aficionados a la tauromaquia. En las grandes metrópolis, hay públicos para todos los gustos. Y me libraré aquí de intentar un estudio sociológico sobre el tipo de aficionado a uno u otro espectáculo. Ese tema da para mucho, y tengo prisa por llegar a otras cosas.

Amable lector, ¿ha escuchado hablar de las ciencias cognitivas? Tengo que explicar qué es, porque es el axioma dominante en este artículo. Se trata de una convergencia de disciplinas, psicólogos, lingüistas, filósofos, antropólogos e informáticos, y de médicos especialistas en el funcionamiento de un órgano que conocemos como el cerebro. No existía esta ciencia de ciencias hasta 1975. Arrancó desde el Massachusetts Institute y una fundación americana que inyectó 20 millones de dólares para los primeros laboratorios. El trabajo se volvió, entonces, pluridisciplinario. Abreviemos, las llaman hoy neurociencias. Los 90 han sido el decenio del estudio de la mente. Desde entonces, se ha acumulado un nuevo saber sobre la forma cómo sabemos.

¿A qué viene esto? La educación –en general– en la era de las nuevas tecnologías (smartphone, iPod, tablet) ha descendido a menos. En Francia, en dos puntos. Lo mismo pasa en los muy avanzados países del norte de Europea. Así, desde 2014, dentro de un programa llamado Unión Europea Horizonte 2020, se constituye un grupo de trabajo compuesto de 150 científicos de treinta países, y cuyo director es la noruega Anne Margen. El campo de estudio es la lectura. De pedagogos a neurólogos, se han hecho la siguiente pregunta: cuál es el futuro de la lectura en la era de la digitalización. Ha sido explorado y medido todo lo que concierne el uso de las pantallas, desde los aspectos emocionales a intelectuales. No olvidemos que hoy, la informática permite escanear el cerebro de una persona, sin hacerle daño alguno.

Tengo muy malas noticias para los que creen que la formación del cerebro humano sale mejorada con el uso de las pantallas. No nos equivoquemos. Nadie niega que lo digital permite almacenamientos increíbles de datos. Yo mismo, escribiendo estas líneas, lo hago desde mi estudio con tres pantallas abiertas, y tengo unos 20 back-ups repletos de CD de libros y revistas, y que transporto en mis viajes. Pero, lo que la comisión a la que acudo tiene, es un balance negativo ante el uso de las pantallas. A saber:

En primer lugar, «la pantalla entorpece la comprensión intelectual de lo leído». Se pierde la necesaria concentración. Es frecuente que el lector se ponga a viajar en Facebook o YouTube, seamos sinceros, dejando el aburrido texto por una buena película porno. Por lo demás, la lectura en pantalla de textos largos fatiga los ojos.

En segundo lugar, se ha redescubierto la relación entre la mano humana y los circuitos neurológicos. Dicho de otra manera, si no se toma notas, no se recuerda nada. Los experimentos son concluyentes. Se ha hecho la prueba de un grupo de personas que escuchan una conferencia y miran el PowerPoint. Y en el mismo grupo, se les pide que tomen notas. Lo que recuerdan unos y otros, va de 15% en el primero y más del 85% en el segundo. El lapicero nos impone un trabajo manual y a la vez del intelecto, una frase, algún nombre, y mucho más tarde, el solo reparar uno de esos datos, el conjunto de información viene a la memoria. El cerebro y la mano están ligados. No es un capricho de educadores. Es la natura del homo sapiens.

Lo tercero, Theresa Schilhab —una de las investigadoras del E-Read— interrogando a niños daneses, se sorprendió cuando esos niños de una escuela repleta de instrumentos del mundo digital, le dicen que les encantaba ir a las librerías y tocar libros de papel. «Es más fácil, dijo uno de ellos, la lectura se hace simplemente abriendo un ejemplar, sin encender aparatos y pulsar botones». Alejandro Navas, profesor de la Universidad de Navarra, de cuyo artículo he obtenido varios de estos datos, concluye su comentario con esta frase: «Una vez más, la sabiduría habla por la boca de los niños».

Y en cuanto al PowerPoint, vasto desastre su uso en nuestro país. Las ideas no se miran. Se explican. Seguiré la próxima semana.

Publicado en El Montonero., 26 de junio de 2017

http://elmontonero.pe/columnas/la-lectura

 

 

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