Magia negra y política criolla

Escrito Por: Hugo Neira 1.262 veces - Oct• 15•18

Qué placer, y a la vez dificultad para decir lo que nos está pasando. Así, comienzo con una descripción de la Lima actual, su vida política. Embrollo, enredo, lío, intriga. “La política criolla” que detestaba José Carlos Mariátegui. Hoy, el juego entre dos poderes, el presidencial y el parlamento. Obviamente, quisiera argumentar, defender ideas y contrarrestar otras ajenas. Pero cabe decir cómo es el paisaje. Lima ya no es la horrible de los días de Sebastián Salazar Bondy —uno de nuestros clásicos— sino una extraña capital que tiene un viejo caserón llamado Palacio de Gobierno que se parece mucho a la escuela de Harry Potter, conocida por innumerables niños, una escuela de magia y de hechicería, cuya saga fue escrita por J. K. Rowling. Muchos creen que esa escuela inglesa se encuentra en montañas escocesas. Puede ser, pero si uno va un rato a la plaza de armas de Lima, puede que vea a diversos consejeros, montados en sus escobas voladoras, y entrando a Palacio no por la puerta sino por las ventanas. Hay varios que conozco, y les deseo, la mejor de las suertes y buen apetito.

¿Exagero? No lo creo. A César Luna Victoria, en Perú.21, le publican el 12.10.18 un artículo notable y que tiene el aire de un exorcismo. “Las cosas están mal porque los malos actuaron mal”. Su nota periodística es de una admirable imprecisión. Revela este momento peruano, entre drama y sainete. “La desgracia será mayor si los malos que aparentan ser buenos logran que algunos buenos pasen por malos”. Y “Hugo Santa María comentó que el presidente está alentando un precedente funesto: que la Constitución se pueda variar según la popularidad del promotor”. El resto lo conocemos. “Violadores libres”, dice Luna Victoria, chupatésa Urresti. “Detenciones arbitrarias”. “Ollanta y Nadine primero y ahora de Keiko. Unos sufren, otros celebran. Eso nos degrada como sociedad”. ¿Qué decir? Brillante, y lamentablemente real.

Todavía queda alguna sensatez. Jaime de Althaus, que había considerado que la detención preventiva de Nadine Heredia y Ollanta Humala era un exceso, acaba también de opinar que la “detención preliminar de Keiko Fujimori y otras personas es un abuso” (El Comercio, 12.10.18). Pero apreciaciones de ese nivel son escasas. Los que van por la libre en los medios somos raros. Así, es un honor estar en este diario digital. El director, Víctor Andrés Ponce, apuesta a que existe una corriente de opinión, “la mayoría silenciosa”. ¡Ojalá!

Pero la expedición periodística se complica día a día. Empeora la contienda entre Poder presidencial y Poder parlamentario. Cada cual mete un gol. Keiko presa, gol de Vizcarra. Chávarry permanece, gol de la bancada fujimorista. Y pensar lo que dije en una entrevista. Recuerdo haber dicho, “Vizcarra tiene varias virtudes que no tiene PPK. Es provinciano y no tiene empresas”. Pensé que pensaría como un estadista, y que se ocuparía de lo que se ocupan los estadistas, del famoso “bien común”. ¡Qué ilusión!

Hay un sector de la clase política que quiere librarse del incómodo fiscal Chávarry. Si eso ocurre, se salvan los implicados por Lava Jato, es decir, Toledo, los Humala, la señora Villarán (de la Puente y Lavalle). E incluso PPK. Se salvan los consignatarios que derrumbó Piérola¡! Y entonces, aquí paz y en el cielo, gloria. ¿La lucha contra la corrupción se hace salvando a los corruptos asociados a Odebrecht? Y si eso ocurre —que es lo más probable que ocurra— ¿qué va a sentir el populorum? Un desaliento, que acaso en el 2021, se vuelva sanción electoral. Eso está pasando en Brasil, el voto-castigo a Lula. Gran presidente y gran corrupto.

Sin embargo, hay otra opción. No menos fatídica. Me trota en la cabeza no un vaticinio o brujería, sino un concepto. No es mío, idea de un amigo, un gran politólogo francés, Alan Rouquié. Hace unos años, dijo de América Latina, “a la sombra de las dictaduras”. Hoy, dice “el siglo de Perón”. Lo que viene son “democracias hegemónicas”. Una suerte de nacionalismo con apoyo popular. Por ahí andamos. He estado dos meses hace poco, en Europa. Tienen sus “autocracias electivas”. Eso es Putin, y en Turquía, el poderoso Erdogan. Y aquí quieren encontrar su autócrata. ¿Los antifujimoristas buscan su Alberto II? Un amigo me decía, el presidente Vizcarra, un “solitario”, no tiene partido, puede formarlo como lo hizo Leguía, desde un inteligente despotismo. La libido dominandi, o en criollo, el caudillismo del siglo XXI, está tocando la puerta.

Alfredo Torres razona desde el viejo enfrentamiento entre golpe de Estado y democracia. No está al día. En Brasil, Jair Balsonero promete cerrar el parlamento. En México, ya legitimado, López Obrador “seguirá las tendencias globales que están rompiendo con la política y los políticos tradicionales en todas partes” (Moisés Naím) En Lima, “popularidad del mandatario crece 16 puntos en un mes” (El Comercio, 14.10.18). Una desconocida señora me envía un tuit, sobre el presidente. “Se parece a Leguía. Gana las elecciones de 1919 pero por si acaso, da un golpe de Estado”. Cierto, Leguía necesitaba deshacerse del Partido Civil que había tenido el monopolio del poder durante dos décadas. Algo parecido al Perú de hoy. Pero no veo al presidente Vizcarra deshaciéndose de sus “civilistas”, de aquellos que han monopolizado el poder en los últimos dieciocho años, al contrario. La politiquería criolla es experta en mezclar intereses diversos.

Pero siento decir que nadie que quiera gobernar, dadas las circunstancias, puede ser por completo democrático ni por completo dictador. Se vienen combinaciones increíbles. Hace siete años, en uno de mis libros, me ocupé de los “regímenes híbridos” (La democracia. Entre el logos y el fuego, FE USMP). Uno se cansa de decir lo que se viene, que es muy interesante. Un filósofo chino (antes de Mao) cuando quería maldecir, decía: “en tu próxima encarnación, vas a nacer en una época interesante”.

 

Publicado en El Montonero., 15 de octubre de 2018

http://www.elmontonero.pe/columnas/magia-negra-y-politica-criolla

 

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