Tesis de jóvenes. Y el silencio de los mayores

Escrito Por: Hugo Neira 1.654 veces - Jul• 25•16

Uno de los conceptos mágicos de la vida peruana y latinoamericana es la palabra juventud. Desde el poema de Ruben Darío, «divino tesoro» al muy meditativo Benedetti:  «¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de paciencia y asco? ¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo? también les queda no decir amen». Tengo una amiga que le encanta Benedetti, a mí me deprime. Pero más allá de la poesía, a nosotros nos queda algo por hacer. El tomarlos en cuenta. Y no porque pueblen las redes sociales sino cuando escriben. Hace rato que recojo tesis de graduados de diversas universidades y encuentro diversas perlas. Las que siguen.

Una tesis sobre «La cultura política desde las emociones juveniles». Tesis de grado de Manuel Jerjes Loayza Javier, dirigida por Tirso Aníbal Molinari. En San Marcos. Luego de un pasaje por la noción del mundo de la vida, el descentramiento, la ambigüedad, y la definición de la problemática y la inevitable cita a Maffesoli, Latour, Castoriadis y Derrida, su tesis aterriza en la discoteca Los Botes, «en la meca del perreo y sus inicios». Para ilustración del lector: «Dale, Dale Dale un Nalgazo, ay bien duro». Los himnos de la sexualidad juvenil —dice el autor— señalan «un cisma generacional cada vez menos metafórico y más crudo». Esta etnología limeña del mundo adolescente arranca en la cuadra 15 de la Av. Arequipa, Niza. De las 5:30 pm, y culmina cerca de las 8:30 pm. Eso ocurría en el 2009. Y el autor de la tesis le da importancia «al animador». Su rol bien llevado, antes del perreo, el uso de las frases en off de Chapulín Colorado, la invención lingüística, «calma, calma, que no panda el cúnico». Ni Julio Cortázar, con su invento del glíglico, lo haría mejor.

Cuidado con las categorizaciones globales. No hay una juventud, o un solo gusto por un tipo de música. El reggaetón, conocido como «perreo», tuvo sus rivales. «Agg, ¡solo la gente ignorante escucha esa basura, esa música es para los del cono! ¡Y ahora ya salió el perreo chacalonero! Por Dios ¡qué mierda es eso! (p. 283)» Pero he mostrado apenas un pasaje. La tesis se ocupa de las relaciones cara a cara y de las virtuales (p. 132). De la violencia, la delicuencia juvenil, las drogas, el alcohol, del dolor y el sufrimiento, «de las fronteras juveniles virtuales», de «las sensibilidades intolerantes y etnocéntricas», y sin duda, de la política. La tesis va desde el significado de los tatuajes, al muralismo cholo y a las pandillas. ¿Sabía el amable lector que solo en Lima, y en el año 2009, los grupos juveniles de las pandillas reclutaban a 12’128 menores de edad? ¿Y que las más bravas son las pandillas femeninas? (p. 164)

Revisando varias de estas tesis, he hallado una que sobresale por su rigor. Es la dedicada al tema del «abandono patern », de Ana Ponce Alegre, de la PUCP. No dude de mí, amable lector, no la conozco personalmente. Ella ha partido desde una serie de postulados e ideas —como ella misma dice— «muy interconectadas en la literatura acerca de efectos perversos en niños y adolescentes debido al abandono paterno». Pero se hace una pregunta previa: «¿Qué hay de verdad en la gravedad del abandono paterno?» Y manos a la obra, se acerca a un centro juvenil, en San Miguel, y pregunta si los ingresados pertenecen a esas familias llamadas «inestructuradas» o «disfuncionales». Y la respuesta que recibe es la siguiente: «de 426 internos, solo el 20% provenía de hogares unipersonales. El otro 80% provenía de hogares donde estaban presentes ambos padres». No resumo su tesis sino su gesto. Ana Ponce reformula el proyecto original y vira hacia colegios del distrito de San Juan de Lurigancho. Pero se entiende, con otras hipótesis. Un trabajo ejemplar, y además, el fin de un mito. El problema de la delicuencia no es solo el abandono del hogar por el padre.

Y está la tesis de Georgina Estela Gogin Sias sobre «las nuevas religiosidades urbanas». Y las representaciones de los jóvenes de Comas, «sobre sí mismos» de Luis Román García Venegas. Que sus autores me perdonen la brevedad y la cita apresurada. Es bueno que se sepa que esas investigaciones existen. Van desde las nuevas religiones, las modas y los gustos, al sexo, la mentalidad y la política. Ya no son los siete ensayos, sino los 700 de la nueva realidad peruana.

Publicado en El Montonero., 25 de julio de 2016

http://elmontonero.pe/columnas/tesis-de-jovenes-y-el-silencio-de-los-mayores

 

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