Una obra de José Miguel Oviedo. Inmensa, formidable (*)

Escrito Por: Hugo Neira 2.052 veces - Jul• 22•14

Había una vez un joven crítico literario y profesor universitario nacido en Lima. Muy amigo de Sebastián Salazar Bondy, de Luis Loaiza y Abelardo Oquendo, muy pronto destaca por su prosa límpida y sus juicios acertados. Luego, profesor en la PUCP, explica a Palma, a Martí, realiza diversas antologías, entre ellas de la poesía peruana de los años 70 (Esos 13) antes de establecerse definitivamente en los Estados Unidos. En 1988 es designado Trustee Profesor en la universidad de Pensilvania. Su interés se extiende al campo inmenso de la literatura hispanoamericana. Prologa a Ernesto Cardenal, al mexicano José Emilio Pacheco. En los últimos años, venía un poco menos al Perú, enfrascado en una obra decisiva. Se llama José Miguel Oviedo.

Una de estas tardes fui a dar una vuelta por librerías limeñas. Soy de los que no van a comprar un libro sino a ver qué hay, el placer de la sorpresa. Librerías que merezcan ese ejercicio no son muchas: Sur, Crisol y La Familia. En esta última me doy con uno de tapa azul, bien editado por Alianza Editorial que me llama la atención. Lo hojeo, sí pues, esa operación de escarceo, de casi distraída averiguación, antes de comprar. Es lo que hice y la verdad es que me quedé pasmado. A vuelo de pájaro había visto desfilar la integridad de una literatura. En un café, minutos después, mientras esperaba un taxi, proseguí una lectura con saltos de un autor a otro, de la poesía al teatro, el cuento y la novela. El IV° tomo,  “De Borges al presente” corona una obra inmensa. Luego, en mi casa, no paré de leer. En la madrugada, tenía que salir de viaje, y en un avión, borroneé las primeras líneas de esta nota. Estamos hablando de un tratado de literatura de José Miguel Oviedo. Por entero, nuestra literatura. La de la América Latina.

En la gran literatura universal es de general convencimiento que hace siglos ingresó la literatura de lengua inglesa y francesa. El castellano de españoles desde el siglo de oro. Y que la gran novedad del siglo XX ha sido la literatura de expresión norteamericana y la hispanoamericana. Oviedo es el autor de una “Historia de la literatura hispanoamericana”. Es decir, de un Everest de la literatura mundial. Trabajo panorámico, el tomo IV —el único que he conseguido— comienza con Borges, la literatura fantástica, y sigue con Rulfo y Arguedas. Luego “tres grandes”, Lezama, Cortázar y Paz. Obra gigantesca y sin embargo minuciosa, hay páginas para Cardenal y para marginales de Nicaragua, Martínez Rivas y Mejía Sánchez. ¿Los conoce el amable lector? Yo no, para eso también sirve este libro enciclopédico, para enterarse de desconocidas glorias. Más adelante, Oviedo reúne a Ribeyro y Monterroso.  Estudia el “boom”, y la posteridad del “boom”. Y el fin de siglo, incluso más allá del idioma, el bilingüismo. Y se despide, no sin celebrar a algunos nuevos poetas peruanos, Abelardo Sánchez León, a Verástegui. “Al cerrarse el presente capítulo, se cierra esta obra misma”. Otro siglo, otro tiempo, se dice melancólicamente el autor. Entre tanto, ¡qué obra tan extraordinaria!

Por mi parte, no he sido dado a ditirambos y elogios. Pero esta vez no hay que escatimar el elogio. Obra y autor lo merecen. Historias universitarias de la literatura hispanoamericana de hecho las hay, en castellano, inglés y francés. Las conozco, no viene al caso contarlo in extenso pero tuve que servirme de panoramas de historia literaria para dictar cursos que mi última Rectora francesa, Sylvie André, me impuso, a falta de especialista. Pero eso mismo me permite decir que el enciclopédico trabajo de Oviedo es acaso el mejor. Ocurre que Oviedo es crítico literario y el mismo, gran escritor. Las páginas que le dedica a Borges, a su “sistema y estrategia”, son sencillamente magistrales (pp. 15-37). Y las del “orbe barroco” a Lezama Lima (pp. 146-155) Y a García Márquez (pp. 289-302). Y lo mismo ocurre cuando aborda a Carlos Fuentes desde el tema “del tiempo”. Y tiene razón, obsesión permanente en este gran escritor mexicano que bien pudo también merecer el Nobel. Las páginas sobre Vargas Llosa las ve desde las “jerarquías de la realidad y el poder” (p. 316). Si se lee uno y otros textos, se descubre a Oviedo escritor de ensayos. Y de lo mejor.

José Miguel Oviedo y su trato cordial y crítico a la vez de una docena de grandes autores, aunque con el inmenso Paz —poeta, pensador—, un poco que tira la toalla. Paz se escapa a los campos del pensamiento, es algo más que literatura, pero eso es otro tema. Las ciencias históricas, las sociales, la filosofía, tareas pendientes para la inteligencia americana, otro asunto. Otro siglo. El presente.

En fin, esta obra de Oviedo, construida en universidades de lengua inglesa y a la vez dotada de sensibilidad latinoamericana es obra de dos orillas, en su caso, doblemente valiosas. Al análisis académico le acompaña siempre la voz personal del autor.  Prosa elegante, sencilla y cuidada a la vez, de frases precisas y ajustadas a cada autor, a cada corriente, a cada narrador. Finis coronat opus. ¿El fin corona la obra? Pero hasta las líneas finales se ocupa de la “onda” mexicana. Del “nadaísmo” colombiano. Del rock, la música tropical, del I Ching, de la influencia de Kerouac. Es un mundo tu libro José Miguel. Me lo llevaré a cada casa que habite. Libro de cabecera, indispensable.  Del fondo del alma, gracias. Me atreveré a decir, en nombre de muchos.

(*) Versión abreviada publicada en El Montonero., 21 de julio de 2014

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