Anticipaciones

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Jueves, 01 de julio de 2010 – Diario La República

Por: Hugo Neira


Encuestas: El espejo imperfecto

La lectura cuidadosa de los comentarios en diarios limeños sobre la disposición de los ciudadanos a votar por una u otra opción en el 2011 me asombra. Se suele afirmar algo que mis zapatos, que me llevan a lugares alejados de la capital, no confirman ni por asomo, y menos, mis libretas de trabajo de campo. Viajo a provincias, no tanto como quisiera. Alterno cursos y recorridos, y a partir de una gran ciudad, visito pequeños poblados, y escucho a variada gente. Lima, entretanto, solo ve su imagen en el espejo imperfecto de las encuestas. Ellas adormecen opinión y clase política.

En primer lugar, por donde he ido, he encontrado grupos políticos de esos que todavía guardan fervor, tres grupos bien diferenciados. Encontré fujimoristas, encontré nacionalistas, encontré apristas, e incluso uno que otro de izquierda, pero nadie que se declarara toledista. Digo esto, al margen del hecho de que con Alejandro Toledo tuve la mejor de las relaciones, y hoy no tengo nada en contra ni de su candidatura, ni de su postura liberal, ni nada que lo incumba. Pero como decía el filósofo, soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad. ¿De dónde sale ese porcentaje que se le asigna? ¿Del vasto partido de los indecisos? Puede ser. Tampoco entiendo la tranquilidad del “think tank” de Luis Castañeda, a quien dicho sea de paso aprendí a apreciar cuando estuve a cargo de la Biblioteca Nacional. ¿Saben lo que me dijeron en una capital del sur, cuando les pregunté si votarían por Castañeda? ¿Quién lo representa aquí?, me contestaron. ¿Qué gente? Así es el Perú, hablas de política y te hablan de quiénes, y no de qué.

En segundo lugar, la dinámica económica del país productivo tiene el efecto paradójico de revolver a la sociedad y a sus sentidos. El desencanto económico es mayúsculo, la desconfianza en los políticos al tope. Las encuestas recogen mal esas emociones que no se confiesan. Los peruanos son los primeros en el barómetro latinoamericano en desalentarse de la democracia. El discurso oficial habla de éxitos, en los que no creen. Gobierno es que el da, así, directamente. Lula por eso distribuyó su famosa Bolsa familiar, que ha beneficiado a 11 millones. Mientras otros 20 millones entraban a la clase media. Pero entre los peruanos, nada crea lazos con gobierno alguno, y a Toledo le pasaba lo mismo. Salvo Fujimori, que descendía de los cielos en el generoso helicóptero. Razonemos, hay un millón de analfabetos menos. ¿Es que por eso votarán por opciones del sistema? Hay dos millones de nuevos empleos, pero no conozco un solo peruano que no le atribuya ese milagro a sus propios esfuerzos y no a condiciones macroeconómicas ajenas, o a la prudencia fiscal del segundo gobierno de Alan García. A la clase política le deberemos sus propios funerales. Hay que felicitar a Lourdes Flores por la muy feliz idea de esa línea de demarcación entre “decentes” y “corruptos”. Excelente idea, estaba pensando en su rival por la Alcaldía. Pero mirado en el ancho Perú, ¿saben cómo se lee tal estigma? Pues simplemente, “todos son corruptos”, todos los que en algo tuvieron poder, todos menos Ollanta Humala. Eso, en otro país, sería un handicap, aquí es ventaja. Gracias a Lourdes, Humala ha dado otro paso hacia el sillón presidencial. Por lo demás, no vale la pena preguntarse si puede aparecer algún outsider. No hay que buscar muy lejos. Humala es, a la vez, el outsider y alguien ya de la clase política. Ambas cosas. Ese doble estatus lo beneficia. Lo que el país del hartazgo de los escándalos y el descontento ve en él, es un vengador. Las del año próximo, puede que sean las últimas elecciones.

Los autoritarismos suben con urnas, luego las suprimen. En fin, felices fiestas. Celébrenlas, puede que el próximo julio del 2011, el Perú tenga otro nombre, otra bandera. Y pase a ser una provincia caraqueña. Y no sé qué brazo levantaremos, si el izquierdo, el derecho, o acaso los dos. Como cuando te dan el alto.

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Jueves, 21 de octubre de 2010 – Diario La República

Por: Hugo Neira


El guardagujas cambió la ruta

Cuando volví a reestudiar historia en Europa reinaba la escuela de Annales, que daba cuenta de los cambios lentos, seculares, desde la demografía a las clases y mentalidades. Entonces el que perdía interés era el “l’événement”, es decir, lo inmediato, la política por ejemplo. Hoy, ante el presente, la lectura crítica de historiadores vincula actualidad y “cuenta larga de los años” (Braudel). Pero la historia sigue siendo la antigua Esfinge que devora a quienes no aciertan sus oráculos.

Lo que ha ocurrido el 3 de octubre no se agota en una Alcaldía. Suelo leer a mis colegas, y por eso recojo sin sonrojo lo escrito en estas mismas páginas por Juan de la Puente. Ni Lima era tan conservadora, ni “el norte especialmente aprista ni el centro y el sur andinos esencialmente de izquierda”. Pero pregunto, en esa votación ¿hubo una sensación de fin de tiempo? Como que estamos ya en el desarrollo y de pronto lo de “hacer obras ¿sale sobrando?”. Para nuestra situación histórica tan singular –progreso material y máxima incredulidad– permítanme que acuda al uso deliberado del “trend”, es decir, de un concepto que en economistas e historiadores, expresa la persistencia de un fenómeno económico. Estamos, como nunca, en un “trend” de crecimiento. En otras sociedades eso fue largo, los mexicanos de 1930 a 1980, con el PRI. Españoles y chilenos lo tuvieron con dictaduras. Unos, 40 años. Los otros, 17. En Chile han hecho su Transición en cuatro gobiernos. ¿Y nosotros apenas Toledo-García, y se acabó? ¿Allá, 20 años; aquí, 10 y con las justas? Nos falta un par de gobiernos democráticos más. Pero algo ha movido la aguja y el empalme del tren de la política con el “trend” de la economía puede que cese. Por eso el 2011 es preocupante. No sabemos a qué tren político van a subirse unos 28 millones de peruanos. ¿Cambio de conductor o retorno a la combi? ¿A la ingenuidad de las ilusiones? Ahora bien, tener temor no es miedo. Se teme una gran desgracia. Por ejemplo, ante la presión popular inmediatista, podría algún futuro mandatario anular la masiva inversión en infraestructura, y del 2011 para adelante, repartir (aumento brutal de salarios, etc). La tentación es grande, hay unos 45 mil millones de dólares en reserva. Adiós, entonces, trends y trenes.

Comicios de Lima y voto regional expresan un estado de ánimo. Aquí se dan la mano dos suertes de discursos públicos, ambos convincentes y rivales. Por una parte, el discurso exitista. Lo luce el gobierno. Pero sus beneficios psicológicos se han ido a la oposición. Esas cosas suelen ocurrir, y los mexicanos le llaman “los infortunios de la dicha”. El segundo discurso es el optimista. Es el peor, dada la costumbre de la prisa. La paradoja del exitismo es que ya van dos presidentes democráticos cuyos ostensibles logros no generan herederos directos. Así, puede que en el 2011 el candidato que más provecho le saque al desarrollo de este decenio sea Humala, precisamente el que más lo ha combatido. ¿Cómo puede Toledo abrirle los brazos? Como táctica, no le sacará a los votantes de Humala, que son numerosos en el sur, ni un solo voto. Lo contrario sí es posible.

¿Qué quieren los peruanos? Cuestión oceánica. Cabe sumariamente decir que de las urnas salen mensajes entrelazados. La demanda social resulta compleja. Lo sabemos los pocos que vamos hasta las perdidas localidades y sus silenciosas mitologías civiles. Quieren inversión pública y a la vez subsidio personal, ahora. La mítica calamina que repartiera Fujimori. Las presidenciales serán difíciles, muy difíciles. Muchas cosas están por verse. Las resistencias culturales. La gestión de los diversos resentimientos. Y ver si las figuras presidenciables van a actuar con realismo o sobre las expectativas y sus emociones. La rigidez doctrinaria de unos y el cortoplacismo de los otros me llevan a una actitud ni escéptica ni entusiasta. Sobre el destino de extremismos y centrismos, ya lo diré, según vengan, por mi parte, sin un gramo de codicia política.

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Jueves, 24 de marzo de 2011 – Diario La República

Por Hugo Neira
 

A falta de política, dos outsiders

Esta es la peor campaña electoral de la historia del Perú que por mi parte haya presenciado, y he visto muchas, en mis ya luengos años. Golpes bajos nunca faltan, una justa electoral no se hace con ángeles, y desde los griegos, política es “agon”, es lucha. Y pedir “llevarse bien” a los contrincantes como si fuesen párvulos, es “una brincadeira” como dicen los brasileños. Un “fun”, una broma. Ha faltado algo. Las exposiciones de candidatos parecían para gerentes de obras. Ha faltado la política misma. Por eso no hay un outsider sino dos, que progresan. Los demócratas que iban de punteros, Toledo, Castañeda, si se contraen, es porque el país está politizado hasta el tuétano. La gente quiere justicia y no solo paneles. Una democracia se asocia a un “principio de esperanza” o desaparece.

¿Qué es política? “La gestión no guerrera de los conflictos” (Comte-Sponville). “El espíritu crítico”. “Una comunidad que no reconociese sus defectos sería una colonia de hormigas” (Karl Popper). Política no es decirle al pueblo solamente lo que quiere escuchar. Las elecciones fueron en el Perú pretexto para educar. Pedagogía de masas, eso hacían Haya, Belaunde, Cornejo Chávez, Barrantes. Pero hoy no. Y he aquí el feed-back, el efecto inesperado. Los outsiders. Ya lo dije: «En política, un outsider es el que está fuera del juego –que vendría a ser el sistema de partidos– o el que entra proponiendo reglas distintas (18/03/06).» En el primer caso se halla PPK, en el segundo, aunque diga que no, Ollanta Humala: en cada entrevista habla de modificar la Constitución. Los examinaré por separado.

Con PPK, nada es más revelador que los insultos que recibe. El peor, el de extranjero. Se necesita mucha flema para tratar como extranjero a PPK, mucha supina ignorancia sobre lo que aportaron al Perú del siglo XIX los inmigrantes europeos cuando llegaron ingenieros, médicos y sabios. El padre del actual candidato fue don Maxime, con apellido ligeramente distinto, Kuezynski, médico de enfermedades tropicales, y la madre de Pedro Pablo, francesa. Pero nada de eso hizo de los Kuczynski “rara avis” en la Lima de otrora. Como saben los que saben, hubo en nuestro XIX sabios inmigrantes, Ernesto Malinowski, Wertheman, Jorge von Hassel, polacos, alemanes, atraídos por la costa desértica y la Amazonía. Se hicieron peruanos. Esa gente está en el origen de la Escuela de Ingeniería, fundada en 1876. ¿No fue su primer director un polaco, Eduardo J. De Habich? De eso ha escrito López Soria, inútilmente; en el Perú de hoy no se leen libros y cualquier majadero se permite maltratar a PPK tratándolo de “astronauta norteamericano”. En el Perú hay racismo hasta para regalar. Lo hay para los Quispe y para los Kuczynski. Aquí todo el mundo tiene un escupitajo racista a flor de labios, no se hagan.

Pedro Pablo es un hombre de Estado, sano, honesto, encima culto, ¿en segunda vuelta? Ahora bien, si el electorado comete el despropósito de elegir presidente a un peruano que ha hecho estudios de filosofía, economía y política en Oxford, y que no es un improvisado, entonces, el Perú habría cambiado medularmente. PPK estudió composición musical, piano y flauta, fue varias veces ministro, ¿un peruano así, en el tan deseado sillón presidencial? ¿Qué les ocurre? ¿Quieren volverse sensatos, modernos, normales? ¿Y la tradición caudillesca de llego y me quedo?

En la insistencia del comandante Humala de “modificar la Constitución”, no está solo el tema de las mineras, sino el de la reelección a perpetuidad. Hay que entender que ya no se dan “cuartelazos” en América Latina, después de la lección magistral de Hugo Chávez, sino “anforazos”. ¿Qué impedirá que un Humala victorioso eche mano de los miles de millones de dólares de la reserva, aumente demagógicamente los salarios y luego vaya a un referéndum? Si PPK gobernara, bien o mal, se iría a sus 5 años. Keiko, no sabemos. Humala, en el 2021. Esa es la cuestión. Las democracias se mueren cuando sus ciudadanos no creen que los puedan engañar. No aprendemos.

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Jueves, 05 de mayo de 2011 – Diario La República

Por Hugo Neira


Decir las cosas como son

“A la clase política le deberemos sus propios funerales”. Eso he escrito meses antes del desastre electoral del 10 de abril. Dejémonos de cuentos y hablemos claro. El país democrático colapsó. Ese día algo acabó. Todavía no sé si un sistema o una era (de prosperidad). Ya lo sabremos, con espanto, en meses y años venideros. Digo las cosas como son y no como algunos, para quedar regio. La segunda vuelta está cantada. El Perú democrático está dejando de serlo. El 5 de junio no es sino el comienzo de algo peor, mucho peor que Chávez. Cuando el mundo camina hacia libertades, de Libia a Cuba, aquí las perdemos. Eso sí, los funerales de la República serán festivos. Cuando llegue el Juicio Final, el otro, el celestial, los peruanos irán con música de fondo.

No me sorprendió ni el voto por Ollanta ni por Keiko. ¡Pero si en estas páginas hospitalarias y plurales, hacía rato que lo decía! ¿Qué ciencia infusa poseo? Pues ninguna, hago trabajo de campo y mis pronósticos no tienen legañas ideológicas en los ojos. Vienen de lo que soy, un sociólogo escéptico de las mañosas encuestadoras, y me impuse el deber de comprender lo que no me gustaría. Y eso pasó: “en mis muchos viajes solo encuentro fujimoristas y nacionalistas”. “Y Ollanta está fuerte”, (y antes que subiera, ahí está la gracia). Se llama franqueza, rara en este país. Por lo demás, no soy de los que calientan asiento en la cómoda Lima, ni asisto a los cócteles de esta Mónaco cercana al Perú, pero que lo ignora. Viajo, me saco la mugre subiendo cerros, entrevistando diversa gente, mes tras mes. (Para esa indagación dejé la cómoda BNP). Y en estas mismas páginas anuncié cómo estaba el país del interior, “furioso y descontento”. De lo que dije, pruebas al canto.

Julio 2010. (Encuestas. El Espejo Imperfecto). «El desencanto económico es mayúsculo, la desconfianza en los políticos al tope. Las encuestas recogen mal esas emociones que no se confiesan.» El discurso oficial habla de éxitos, en los que no creen. «Razonemos, hay un millón de analfabetos menos. ¿Es por eso que votarán por opciones del sistema? Hay dos millones de nuevos empleos, pero no conozco un solo peruano que no le atribuya ese milagro a sus propios esfuerzos y no a la prudencia fiscal del segundo gobierno de Alan García. » Y ese estado de ánimo no lo vieron ni en Palacio, ni en la clase política que se desbarrancó en estas elecciones, ni las encuestadoras. ¿No daban por ganador a Toledo? Por el amor de Dios.

Marzo 2010. Entrevistado en Brecha de Montevideo, anticipé: «La desilusión de los peruanos con la democracia es un malestar muy generalizado. Esa decepción en Perú llega a más del 60%. Una de sus causas son los escándalos, los “petroaudios”, el “petrogate” en Lima (lo de Fortunato Canaan). Alguien los escuchó, los grabó y llevó los audios a la TV. Ya sabemos: en ciencias políticas, los sentimientos colectivos se vuelven conductas. En el presente caso, pueden provocar una regresión autoritaria en las urnas. Nos daría como resultado la victoria de Ollanta Humala. En forma parecida llega Hugo Chávez al poder. Por desprestigio de las opciones demócratas. Cuando los pueblos se ponen ellos mismos cadenas, no basta una condena moral, hay que explicar. Porque lo que se viene es medio nazi, por su confusión entre protesta, enojo de masas, nacionalismo, lenguaje de izquierda y comportamientos autoritarios.»

Octubre 2009. Esta capital estuvo siempre en mis cavilaciones. «Lima es la gran madre de la batalla entre culturas adversas y colindantes, enfrentadas y combinadas. Y lo que ocurra en el enorme país no se decidirá en los Andes sino en sus barrios. La política dependerá de la metapolítica. Del imaginario social a veces rencoroso que no se deja ver en las encuestas, pero que puede ser voto, vendaval sin aviso, arreglo de cuentas multitudinario de reales o supuestos agravios colectivos. El que vive, verá.» Dije lo que está pasando. Pero ya sabemos, en el Perú ni se lee ni se escucha. Y Jehová ciega a los que quiere perder.

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Jueves, 02 de junio de 2011 – Diario La República

Por Hugo Neira
 

Ni con una pistola en la sien

De política escribo y sobre políticos, pero “sine ira et studio” (sin resentimiento ni concesiones). Y en los dominios de lo real, lo que diga el Nobel no me impide pensar por mi cuenta. A mi generación la signa la obra de Solzhenitsyn, el Archipiélago Gulag, revelación de los campos de concentración en la URSS, a los que fueron a dar millones. Pero tras hundirse el comunismo, Solzhenitsyn, ya Nobel, como intelectual fue lamentable. Propuso a los rusos el retorno a los zares, y claro, lo mandaron de paseo. La tontería es la cosa mejor repartida del mundo, no escapan ni los genios. El inmenso Céline fue un asco de fascista. Al gran García Márquez mejor es no preguntarle nada sobre Cuba, balbucea “Fidel es mi amigo”. En cuanto a MVLl, recibió a Humala en su casa de Madrid y eso lo hizo subir varios puntos en Lima y entonces no le parecía ni el sida ni el cáncer. ¿Qué le ha visto el escritor al comandante golpista? Es un misterio. Le cree todo, yo no.

Hace un buen rato que observo a Humala, y el sur, el humor de sus bases, a los nacionalistas, que me resisto a llamar así. Son humalistas, como los que seguían a Odría, odriístas. Son huestes tras un caudillo. Pero observar no es aprobar. El verstehen de Max Weber, “intentar comprender”. Mis viajes, dos años de peregrinaje por aldeas, me llevaron hace un buen rato a decir: se viene un outsider. Desde el 2003. Se lo dije a Alan García, cuando candidato: “tu rival no será Lourdes sino Ollanta”. Y luego, en este mismo diario, “en mis viajes solo veo dos grupos fervorosos, nacionalistas y fujimoristas”. Así, los resultados de abril no me sorprendieron. Ni lo que se nos viene encima. Quienes quieren elegir a Humala se convencen tras el beneficio de la duda. “No ha gobernado”. El argumento es falaz. La modalidad de su probable gobierno existe. Son los Correa, Evos, Chávez y ahora, en Nicaragua, el tramposo de Daniel Ortega, el hombre más rico de su país. ¿Y qué tipo de gobierno imponen? En Lima se hacen los que no saben. En Europa los llaman régimes hybrides (Fournier, 2010). En los EEUU les dan nombres patológicos, partial democracy (Epstein, 2006), electoral authoritarianism (Schendler, 2006). Un régimen híbrido es aquel cuyo presidente se prolonga mediante plebiscitos. Si Usted quiere que el Perú forme parte de ese club de perdedores, vote por el comandante.

Él es, ahora, el riesgo autoritario. Como el tango, el pasado que vuelve. Lo dije en Chile, en un debate organizado por La Tercera. “Vargas Llosa se opone al fujimorismo, de acuerdo, fue un horror de los años 90, pero, ¿leyó el Nobel a Tanaka y a Degregori? Ellos describen una configuración del fujimorismo, a saber: líder autócrata, cúpula militar (que manoseaba Montesinos), empresarios y clientelas, esas que el chinito se buscó”. Pues bien, dije, “algo por el estilo se va a repetir, pero con otro rostro y apellido. Humala es el nuevo fujimorismo. Nuevo autócrata, esta vez con su propia cúpula, militares de su promoción, empresarios naïfs, y neoclientelas tras su Plan de Gobierno”. ¿Y Keiko entonces?, me preguntó uno del público. Keiko es derecha popular, dije a los chilenos, ¿conocen eso, no? Se rieron. Tienen una por casa. Es manejable, aquí otro es el riesgo. Keiko es avenida de evitamiento. Podremos limitarla, pero no al comandante.

Si gana Humala la inestabilidad institucional no acabará el 6 de junio. Por el desencuentro entre Congreso y Palacio. Por lo que Ollanta pueda intentar, si gana, hasta un programa de derecha con cuadros que se le ha arrimado. ¡A ver qué dicen en el Sur! Su política es juguete chino, cada cajita tapa a otra, el nacionalismo a la vieja izquierda y esta al toledismo. ¿A quién va a servir? A todos y a ninguno. Es un voluntarista, hará lo que le da la gana. Hará trizas economía y nación. Para llegar, simula ser demócrata. A otro perro con ese hueso. A Ollanta lo educaron para encarnar a uno de los hermanos Ayar que revolucionará los Andes. No votaré por Ollanta Humala ni con una pistola etnocacerista en la sien.

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Jueves, 03 de noviembre de 2011 – Diario La República

Por Hugo Neira
 

Papandreu. Golpe de póker y destino

En Atenas, en este mismo instante, preparan la consulta a los griegos mismos sobre su destino. La reunión de los G20, los países más ricos de la tierra, por estos días, no girará sobre la economía en receso de los EEUU, la crisis de la zona del euro o los problemas que puede afrontar la China (sí, ya comienzan sus burbujas hipotecarias, ¿les suena a algo conocido?) sino sobre Papandreu y Atenas. En este mismo momento, el presidente Obama organiza una cumbre en la Casa Blanca. Hay una enorme inquietud en el mundo. Sin embargo, hace solo unos días, los 17 países de la zona del euro, tras maratónicos esfuerzos, llegaban a un acuerdo. El pacto le daba un perdón del 50% a la deuda griega y un billón para rescates. Fue un alivio, las bolsas, todas, fueron al alza. Pero seguía Grecia paralizada por las huelgas. Y de pronto, Papandreu opta por el referéndum. Un pistoletazo en medio de un concierto.

A Papandreu, ¿le quedaba otra? ¿tendría que haber ido por tercera vez a su Parlamento para defender las medidas adicionales de austeridad que sus socios europeos le imponen? ¿En un Parlamento donde tiene una mayoría de apenas 152 diputados sobre 300? Hecha pública su decisión, acaso un magistral golpe de póker, la prensa europea lo ha tratado de irresponsable. Es cierto que la crisis griega es tan grave que no puede dejar de contar con los fondos europeos de estabilidad, que precisamente ahora se los iban a dar. Las finanzas griegas no aguantan dos meses. Papandreu mismo habla de anticipar el referéndum a diciembre. Pero el fondo de la cuestión acaso sea otro. Hay que preguntarse por qué Papandreu no ha seguido el camino que tomó, en España, Zapatero. Es decir, el del sacrificio. El español llamó a elecciones anticipadas, que perderán los socialistas españoles. Del euro tendremos tiempo de hablar. El tema hoy son las razones de Papandreu.

No es cualquier tipo de persona este primer ministro. No es el primero de ese apellido en la política griega. Con estudios en Harvard en economía, venía de la sociología, está en la arena política desde hace años, diputado, ministro varias veces, animador del Pasok, una suerte de socialismo parecido al Labour Party inglés, presidente de la Internacional Socialista en el 2006. A ese hombre, la calle le grita hoy, fascista, enarbolando banderas nazis para recordar la ocupación alemana (clara referencia a la señora Merkel, encarnación de una Grecia puesta prácticamente en tutela por los europeos del norte). Ahora bien, en política, entran en juego lo que diría Maquiavelo, el cálculo; y Hobbes y Rousseau, pasiones y sentimientos. Entonces, ¿ese hombre se ha hartado de recibir los insultos que recibe? Llaman nazi en las calles a quien se enfrentó al régimen de los “coroneles”.

Pero si vamos al cálculo, ¿a qué apunta Papandreu? Si no acude al referéndum, entonces, su partido y figura, quedaba ligada a los años lúgubres. Si entiendo bien, de los 5 millones de trabajadores activos en Grecia, más de 2 millones son funcionarios. Estos tienen que decidir si pierden sus 14 meses de salario, o todo. Al llamar a votar, ha puesto a todos ante sus responsabilidades. Incluso a la probable mayoría silenciosa. Es el double bind. El doble lazo de Bateson, trampa lógica, hagas lo que hagas, no escapas. Si Grecia se queda en el euro, es bajo condiciones draconianas. Si se sale, es desastre ilimitado. El presidente Sarkozy no lo ha visto así, “no cambiaremos lo acordado”. Papandreu, en definitiva, le ha soplado la pluma a esos mismos que lo vociferan, a esos griegos poco dados a vivir austeramente. Pienso en Max Weber “el capitalismo fue invento de pueblos calvinistas”. Ese pueblo griego que “sufre” en la calle, tiene un per cápita de 38 mil dólares. Más alto que en cualquier país de América Latina. El tema es quién ahorra en este mundo de facilidades crediticias. Ahorran los chinos. Y no porque lo hayan aprendido de Marx sino de Confucio. Extraños caminos tiene la historia.

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