China, de ayer a hoy. Entre capitalismo y Estado-Partido

Escrito Por: Hugo Neira 519 veces - Abr• 30•21

El compromiso con quienes me leen es explicar las metamorfosis del gigante. Comprender a China es fácil y a la vez difícil. Fácil porque nada de lo que ocurre en la vida china se ha dejado de estudiar en el mundo occidental. Desde la dinastía Shang, la más alejada de nuestro tiempo, 1500 a 1100 a.C., hasta las modificaciones establecidas después de la muerte de Mao Zedon en 1976, se inicia una nueva China desde el presidente Deng Xiaoping y continúa con Jiang Zemin, Hu Jintao hasta el actual, Xi Jinping. Cada uno de ellos actuó como lo hizo Mao, es decir, un poder sin límites, al lado del Comité Central. En ese periodo —unos treinta años—, China comunista ingresa a la OMC, la Organización Mundial de Comercio. Sobre esa reforma no hubo oposición en el partido. Dejaban el modelo soviético y entraron a una economía de mercado. El dragón chino entra a la modernidad. Un país de campesinos pobres se transforma en un coloso económico. Pero he dicho también que es difícil entender esas reformas que establecen un capitalismo evidente.

Para entender China hay que tomarla como algo más amplio que una nación o un sistema político, y para ello dejar de lado expresiones como «el milagro chino». Más cerca a la realidad la «fábrica del mundo». En efecto, en China, sus empresas y las de los inversionistas de diversos países echaron a andar la producción, de textiles, juguetes, muebles, mercancía ligera al inicio, y luego, «China se vuelve el primer productor mundial de carbón, unos 3 mil millones de toneladas. Y en el mismo sistema de producción, aluminio, cemento». Estos datos provienen de Marie-Claire Bergère. ¿Quién es? China siempre ha atraído a occidentales que la estudian. Bergère es francesa, vive en China desde 1957 —o sea, cuando Mao ponía de pie a China—, y ha visto las metamorfosis del gigante asiático, largamente. En su libro, Chine: le nouveau capitalisme d’état. Bergère no es ni comunista ni maoísta. Es ese tipo de docentes universitarios que es común en Europa, no les habita ninguna ideología. ¿De dónde proviene esa actitud? Del padre fundador de la sociología, Emile Durkheim, a fines del siglo XIX, quien propone para estudiar cualquier sociedad una «ciencia objetiva». La sociología ha tenido diversos padres fundadores. Comte, el inglés Spencer, el italiano Pareto, el alemán Max Weber. Pero estudiando en París, nunca escuché a un profesor decirnos por quién votaba. 

Volviendo a la manera como podemos racionalmente entender a China, es necesario tomarla como una civilización. El concepto que también se usa para el mundo occidental. Son distintas, y acaso los chinos han guardado más su tradición, que es un factor más para sumarlo a la economía y el régimen político. Seamos claros, lo que llamamos civilización, en el caso occidental, significa que hoy un griego contemporáneo no puede leer a Tucídides, ni directamente a Platón. Tampoco un italiano, por serlo, entiende el latín. En el Asia, la cultura tiene una longevidad que no existe en Europa o en los Estados Unidos, salvo en los especialistas. En la India los Upanishads y los libros Vedas, y los versos del Rg-Veda se cantan en las escuelas. Budismo, hinduismo, son parte del «alma» hindu. Cierto es que a Hegel le interesó la popularidad de los rituales y esa fe. A Nietzsche, estudiando el pensamiento hindu, le encontró un «parecido al alemán». Todos sabemos que existe esa casta rarísima, losbrahmanes, que le dio un dolor de cabeza a Max Weber: ¿una casta a la vez de intelectuales y sacerdotes? Sería el caso de algunos sacerdotes cristianos. Pero hay algo particular con los brahmanes, la tolerancia. No hay concilios, no tienen Papa. Cuando un brahman no es ortodoxo, sencillamente, sigue en el hinduismo con su propios seguidores. Si el Vaticano hubiese funcionado de otra manera, hubiese tenido otra actitud ante un monje alemán llamado Martin Luther (luego Lutero) que se había escandalizado del negocio de perdonar los pecados llamado las «indulgencias». Pero no le hicieron caso y entonces, cuelga las 95 tesis en la puerta de una iglesia, en Roma, y da paso a lo que se llama la Reforma. Lutero negó la autoridad del Papa. Y se apoya en la nobleza alemana. ¿Un cristianismo menos costoso y sin tener que mantener al clero? Y así empezaron lo que se conoce como Guerras de Religión en toda Europa. ¿A qué viene todo esto con la India y la China? A mi parecer, hay algo más que no se toma en cuenta. La cohesión, tanto en China como en India. Y en esa cohesión, la herencia de tres mil años de experiencias tanto de economía como de la construcción  de una sociedad.

Veamos, pues, las modificaciones que se hacen cuando ya no está Mao. El Gran Timonel de los chinos —alguien tan importante como Moisés para los judíos— había quedado asombrado del aumento demográfico de China. Había que buscar una respuesta. (Yo estuve en China cuando ese problema era el mayor para la sociedad china y me dijeron: «mire estas curvas, una es la población y otra la producción de alimento. Si esta curva no estuviera por encima del consumo, estaríamos en un grave problema». No me quedé el tiempo suficiente para ver los resultados, regresé al Perú, dirigía un diario. Pues bien, entonces Mao, confiando en la industria, desplaza a miles de campesinos a las fábricas, y crea una suerte de trabajo comunitario y colectivo. Se le llamó el famoso Gran Salto. Pues bien, fue el más grande fracaso. Y fue entonces cuando Deng Xiaoping propone mantener a Mao con un rol de gran personaje pero no en la presidencia. Y en efecto, lo aislan, y él hace lo suyo hasta que se muere, la «revolución cultural». Los jóvenes enfrentando a los mayores, etc. Pero a su muerte, Deng hace algo asombrosamente sencillo. Se establece el trabajo rural como lo que se llama el «trabajo familiar». Bajo la presión demográfica, los chinos volvieron a cultivar su lote o terreno, y lo que ocurrió fue un desarrollo rural rápido. «Los 25 años de represión maoísta no pudieron exterminar la solidaridad de los lazos familiares, y el recuerdo del pasado» (Bergère, p. 88). Cabe una pregunta. ¿Por qué dejaron al instante la producción colectiva? La respuesta es escandalosamente sencilla. Porque China fue durante siglos, y bajo distintas dinastías, un país acostumbrado a la economía de mercado. Eso era China.

Victoria no de una ideología sino del sentido común. Para entender a la China actual hay que saber, aun a grandes saltos, que siempre hubo quien mandaba y organizaba y, permítame amable lector, China tuvo su primera dinastía, los Qin, en 221-206 a.C. Y después, los Han (220-589), los Tang (618-907). Más cercanos, los Ming (1368-1644). Y por último los Qing (1644-1911). Desde entonces República, la gran figura de Sun Yat-sen, político en contra de toda forma de monarquía. Muere en 1925 a los 58 años, de un cáncer. Hay que decirlo, China era entonces un laberinto, la rivalidad de Chiang Kay-shek y el Partido Comunista Chino, en donde comenzaba el joven Mao.

Entre los mejores libros sobre esa modernidad económica en el Asia y en China, hay un trabajo excepcional, obra de Giovanni Arrighi, que fue economista, profesor en la Johns Hopkins University, y su intitulado, Adam Smith en Pekín. Lo cito para introducir dos ideas en este artículo. La primera, Adam Smith —el mismo que conocemos como el fundador de la idea liberal de la economía y cuya obra Karl Marx, entonces filósofo, devora para intentar comprender eso que lo lleva a estudiar la producción y el capital, ese mismo en La riqueza de las naciones, se da cuenta que China, considerada como una gran potencia  (los descubridores de la pólvora, el papel, etc.) entraba en declive. Y en efecto, durante dos siglos dejó de ser una potencia como las europeas. Pero lo que conviene, no es dejar de lado que China no fue nunca eso que se llamaba, en el siglo XX, el «Tercer Mundo». China no fue nunca incorporada a algún imperio extranjero. No hubo en China ni un Pizarro ni un Cortés. Y tampoco la conquista espiritual, pese a los esfuerzos de misiones de jesuitas. La mentalidad y las religiones asiáticas, están hasta hoy en la conciencia de los chinos. Por razones que prefiero guardar para el próximo artículo, se les ve más bien confucianos que marxistas. Y para entonces, qué rol jugaron y juegan sus escuelas de moral y política, que tanto necesita no solo el Perú sino gran parte de la América Latina. Tanto que mejor sería llamarla América Ladina. Lo ladino en el castellano viejo es ladrón o mentiroso.

Ahora, ¿por qué siendo China suntuosa y opulenta, pasó lo que pasó? Según Arrighi tomaron otra vía. Tenían acumulación sin fin pero que no se volvía «capital». Le llamaron los chinos la vía natural. Ciertamente, el capitalismo del siglo XIX en Occidente, había crisis debido a que  el capitalismo innova e inventa. Y como lo ha dicho Schumpeter, la dinámica del capitalismo crea y destruye. ¿Se necesita carrozas con caballos cuando aparecen los autos? No han desaparecido las máquinas de escribir ante las computadores?  

La segunda, es que entre los países comunistas solo producen y progresan aquellos que tienen la economía de mercado, el soft power, las empresas privadas, aquellos en que el Partido-Estado están dejando funcionar una economía de mercado. ¿Cómo llamar a esa combinación que solo ocurre en Pekín? Veamos por el momento los efectos de la emergencia de clases medias. Cuando bajo el paraguas del partido, se ensancha: «Partido fuerte de 11 millones de cuadros, 80 millones de miembros repartidos en 3,9 millones de organizaciones de base, mediante el uso de pequeños grupos dirigentes, en comités, células, etc» (Bergère, p. 138). Eso que describimos no es pues un Partido Comunista que lo controla todo. ¡Pero tampoco es una democracia! Sin embargo, si nuestros datos son ciertos, el necesario debate —ese que no se usó en Rusia y por eso se desplomaron— ocurre al interior del partido. ¡Se diría el Vaticano! Porque ahí están todas las tendencias políticas y económicas. ¿Y qué es ese híbrido? ¿Capitalismo con empresas chinas en cientos de países extranjeros?  Y China «como el taller de la producción» debido a las inversiones externas. Creo que el modelo de la China, capitalismo de Estado, y Adam Smith —o sea el liberalismo­— no es algo que el mundo actual deje de pensar.  En una revista francesa, Xavier de la Vega, con interrogación, titula así: La Chine, est-elle l’avenir de l’homme?  (La China, ¿es el porvenir?) Lo dice como hipótesis. Y no es de ahora. Febrero de 2010. Cómo es la vida de los capitalistas en Pekín. Y qué lazos tienen la élite política y la élite financiera y empresarial, resulta tema excesivo y merece tratarlo en este mes, más adelante.

Posdata. Buena parte de este resumen sobre China se encuentra en mi libro, Civilizaciones  Comparadas, Lima, 2015, Cauces Editores/ Fundación BBVA Banco Continental. Incas, Aztecas, India y China.

https://www.bloghugoneira.com/que-soy/editor/libros-personales/civilizaciones-comparadas

Publicado en El Montonero., viernes 30 de abril

https://elmontonero.pe/columnas/china-de-ayer-a-hoy-entre-capitalismo-y-estado-partido

You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. Both comments and pings are currently closed.