Incas y falsedades

Escrito Por: Hugo Neira 700 veces - Jun• 05•23

El Imperio Socialista de los Incas (o L’empire socialiste des Inkas, su título original de 1928, traducido al castellano en 1940 por la editora Ziz-Zag de Chile y Rodas de Madrid en 1972) es un ensayo del economista francés Louis Baudin. El título ha sido un gran error, una confusión, que hizo el libro más conocido. Tuvo muchas ediciones posteriores a estas en castellano.

Si acudimos al libro El desarrollo del Estado inca, publicado en el Perú en 1996 por el Centro Bartolomé de Las Casas del Cusco, el investigador Brian S. Bauer resalta el “caso particular” que fue el mundo inca. No fue socialista. En 1531, los españoles descubren el Estado más grande de América, que se extendía desde el Ecuador de hoy hasta Chile, Santiago, y se vuelve imperio gracias al sistema de los ayllus, las comunidades rurales andinas, que contaban con su propia jerarquía interna. Gracias a esta investigación, sabemos que su desarrollo fue obra de los propios indios gracias al modelo de organización social andina, el ayllu. “Ayllus económicamente independientes ordenados según su tamaño y su posición social inherente. Estaban organizados en parcialidades por aldeas. Las relaciones simétricas entre las parcialidades eran esenciales para la reproducción de la comunidad como un todo, pero ellas también expresaban un ordenamiento jerárquico en términos de su relación relativa con el exterior”. (Bauer, p. 169). Sin embargo, Baudin llamó a esta organización “socialista”. Conviene decir que las organizaciones socialistas fueron muy posteriores a los Incas, es un concepto que viene de la civilización que había entrado a la industrialización. Por lo tanto, lo de “socialista” es solo una metáfora. (Los incas ignoraban la escritura y los “trabajadores” de la sociedad industrial.) No cualquier grupo social organizado es un socialismo. Lo que sostiene Bauer es que se desarrollaron según su propia conceptualización (la dualidad andina, las parcialidades) que remonta al periodo llamado Killke (1000-1476 d.C.), anterior a los incas. Un concepto marxista no puede aplicar a una época premarxista. El libro de Bauer es serio, ha sido revisado ante su publicación por una docena de lectores universitarios críticos (Tom Zuidema, Terence Turner, Jeffrey Parsons, Jane Buikstra).

Lo que sucede es que Baudin era un europeo que nunca había visitado el mundo andino. No entendía que la organización inca era sui géneris. Otras civilizaciones han tenido una organización propia, es el caso de los egipcios de los cuales le hablé al lector en este mismo portal hace un tiempo (https://elmontonero.pe/columnas/para-la-presidencia-y-el-estado-se-necesita-una-batuta). Hay un libro formidable sobre el tema, Instituciones de Egipto, publicado por Cátedra, en Madrid, en 1998. Organización social y jerarquía ha habido en el Asia, el África sin que se supiera de su existencia. Los incas tenían en su jerarquía social una manera de “unir a los distintos grupos étnicos de la zona del Cuzco como ‘incas’ que los separaba de la elite reinante” (Bauer, p. 41). En fin, es muy probable que el francés Baudin calificó de “socialista” al imperio inca con la mejor voluntad de hacerse entender (ausencia de propiedad privada de la tierra), pero deja la impresión de que no podía existir otra organización colectiva que la socialista, y eso antes de Karl Marx y su visión del mundo. No todo lo que está fuera del mundo europeo carece de racionalidad ni está perdido, eso es el pecado del eurocentrismo. Sistemas muy distintos a los que conocían los europeos, pero bien organizados.

Lo que los europeos trajeron a los indoamericanos que practicaban los sacrificios humanos, es la filosofía, el pensamiento estrictamente racional. “Antes de la Conquista, el pensamiento precolombino se vinculaba a la etnología, la mitología, el folclor o la historia de las religiones”, recuerda Alain Guy, filósofo e hispanista, en la Encyclopédie Philosophique Universelle (PUF, París, volumen IV. “Le Discours Philosophique” de 1998). Y John Arthur Passmore, filósofo australiano, recuerda, en el mismo libro, que “los aborígenes de Australia supieron desarrollar mitologías complejas en el arte y los rituales, pero nunca fueron filósofos. La filosofía australiana es un fenómeno del siglo XX”. 

El ser humano ha dejado de ser un animal en el momento que dejó de ser caníbal. Largo tiempo nos hemos preguntado qué es lo que nos hace humanos. Y los hombres hemos desarrollado muchas teorías. Para Aristóteles, era la razón. Para Descartes, la conciencia. Para Cassirer, el lenguaje. Para Heidegger, la imaginación. Para los culturalistas, era la cultura y la sociedad para Durkheim. O también la ausencia de natura (A. Gehlen, K. Lorenz) o la herramienta (K. P. Oakley). Y para Marx, era el trabajo…, como lo recuerda el gran sociólogo francés y editor, Jean-François Dortier, en una síntesis del 2004, señalando de paso que ninguna de estas respuestas por sí sola nos satisface. Las fronteras que nos esforzamos en establecer con el animal se han derrumbado los últimos años con los estudios de los filósofos, biólogos y etólogos. Las termitas, las hormigas o las abejas, trabajan todo el día, transforman la naturaleza para sus necesidades y viven en un mundo artificial creado por ellas mismas. Así no basta la técnica y el trabajo para definir nuestra condición humana. Sigue siendo un problema y una tarea de actualidad. Pero si se quiere estudiar las etapas de la formación del hombre, las religiones han sido decisivas. La llegada a América del cristianismo, un monoteísmo, acaba con los cultos paganos y cambia la sociedad sudamericana.

Publicado en El Montonero., 5 de junio de 2023

https://www.elmontonero.pe/columnas/incas-y-falsedades

You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. Both comments and pings are currently closed.