Ni zar ni Gobierno provisional: Lenin

Escrito Por: Hugo Neira 1.130 veces - Nov• 12•17

En la noche del 7 de noviembre, según el calendario gregoriano, y no el 25 de octubre —calendario juliano que los rusos dejan de usar—, el Palacio de Invierno cae.

Por: Hugh Samanoff *

¡Desde este 7 de noviembre de 1917 y en adelante, los bolcheviques mandan en Rusia! ¡Y van a cambiar la capital, Petrogrado, por Moscú! ¡Y es Lenin, heredero de las ideas de Marx, quien gobierna ahora uno de los países más grandes de la tierra! Sin duda, los efectos terribles de la guerra, en la que los rusos llevan la peor parte, condujeron al desplome de la secular confianza en el zar. No sé cómo la historia va a llamar estos hechos, pero han ocurrido entre febrero y noviembre de 1917. La toma del Palacio de Invierno no es sino un episodio. Si se habla de una revolución, ha sido por fases.

La gran meta de bolcheviques y otras izquierdas, hasta 1914, era liberarse del oprobio zarista. Pero el vacío de poder creado por la guerra abre un agujero en el principio mismo de la autoridad. Y las metas de los bolcheviques se vuelven otras. Otra Rusia.

Cuando dejé Londres para llegar a Rusia, era porque había estallado una insurrección en Petrogrado (febrero). En una crónica anterior, en el caso de que el lector no la haya leído a causa de un censo, explico que el gobierno de Aleksandr Kérenski —el héroe de la caída del zar— enfrentaba dos máquinas de guerra. En el frente externo, los alemanes que en cada batalla destrozan los ejércitos rusos. Un nuevo tipo de guerra en la que no cuenta ni el número ni el coraje sino la metralla, las armas. Por otro lado, en el frente interno, dos cosas novedosas. La prensa de los bolcheviques y los comités de soldados- revolucionarios que se cuentan por millares. Los sóviets. Agrupaciones de soldados que no obedecen más a sus oficiales.

Este reportaje lo provoca la abdicación de Nicolás II, en marzo. No siempre se es testigo del hundimiento de un imperio. En los últimos momentos, Nicolás II intenta una monarquía constitucional, pero es tarde. Insisto, todo comienza en febrero. La guerra se hizo impopular. Privaciones en la vida cotidiana, bajas de familiares en la contienda, la multitud reclama «Pan y Paz». En Petrogrado, unos 80 mil, entre trabajadores de textiles y metalurgia y mujeres. Las autoridades dudan en lanzar la tropa, pero la sorpresa es que regimientos enteros se pasan al campo de los insurrectos. El movimiento fue seguido en todo el país. El 27 de febrero el poder desaparece.

SACRIFICIO INÚTIL

El sacrificio de los Romanov ha sido inútil. La musa de la historia ha decidido que se aceleren los acontecimientos. He visto cómo se forma el gobierno provisional de Kérenski. Por su lado, bolcheviques que se hallaban en el exilio se apresuran a retornar. Entre ellos Lenin, desde Zurich (en marzo). Y mientras se desploma el antiguo régimen zarista se hacen visibles diversas tendencias, liberales, constitucionalistas, demócratas, mencheviques, bolcheviques y social-revolucionarios. Son estos últimos por los que los rusos votan, unos 17 millones. Por los bolcheviques, unos 10 millones. Vladimir Ulianov, Lenin, ya está de vuelta. Ese poder parlamentario no es su meta. Los bolcheviques crecen en la medida que se reproducen comités de soldados insumisos. Crecen en las calles y en las fábricas. Lenin intenta convencer a sus camaradas. Ve la ocasión de una toma violenta del poder. Pero se oponen. Gran parte de los sindicatos están todavía en manos de mencheviques.

Pese a ello, en julio, hay una segunda insurrección que dura tres días. Un putsch fallado. Y lo que es peor, el gobierno de Kérenski decide poner punto final a la actividad de Lenin, y se le persigue por «traición a la patria». Se hace público que entra a Rusia gracias a las facilidades prestadas por los alemanes. Sabían que si llegase al poder —lo cual era quimérico— lo primero que haría es buscar la paz. Lenin, entonces, desaparece. Fuga a Finlandia.

Pues bien, en la noche del 7 de noviembre, según el calendario gregoriano, y no el 25 de octubre —calendario juliano que los rusos dejan de usar— el Palacio de Invierno cae. Pero la toma no tiene nada de heróica. Invaden un gran hospital. Tiempos de guerra. La familia imperial se había trasladado a Tsarskoïe, un distrito de Petrogrado. Tampoco lo ocupaba Kérenski, sino el Palacio Gatchina. La batalla entre «guardias rojos» y junkers y tropas de asalto que Kérenski esperaba llegaran a tiempo, no tuvo lugar. Un puñado de partidarios lo toma por la noche, y si hubo muertos, provienen de los marinos del Crucero Aurora, que se amotinaron. Unos cuantos cadetes y un batallón de mujeres guardaban ese lugar. Y Kérenski, como en otros lugares, esa noche descubre que no solo los bolcheviques sino la mayoría de guarniciones eran parte del levantamiento.

EL PODER DE LOS SÓVIETS

¿Dónde estaba el verdadero poder? En la asamblea de los sóviets. Trotski, Presidente del II Congreso panruso de los sóviets, recientemente aliado de los bolcheviques. La insurrección entonces, se legitima. Se dictan las primeras leyes en el Palacio de Tauride. Ahí Lenin lee un documento bastante extenso que resumiremos en tres decisiones, el decreto de paz, el decreto que anula los latifundios y el decreto formando un nuevo tipo de gobierno. Estas leyes reciben el voto unánime. Y se canta la Internacional.

Las otras izquierdas, en minoría, han dejado el congreso. Grave error. Kámenev anuncia «la liberación de todos los presos políticos». Se refiere a las víctimas del zarismo. Pero los dirigentes mencheviques y social-revolucionarios son puestos inmediatamente en prisiones.

MINISTROS

¿Cómo será este nuevo gobierno? En la Asamblea, Sujánov se ha atrevido a preguntar si tendrán, o no, ministros. Hasta hace poco, eso parecería algo burgués. Al fin de cuentas, terminan por entregar las carteras de agricultura a Miliutin, que tiene el mérito de ser un especialista de la agricultura, y sobre todo, de tener el récord de arrestos y tiempo en las prisiones zaristas. Educación se le da a Lounatcharski, brillante intelectual. Y para manejar el Ejército y la Marina, a Antónov-Ovséyenko, el genial estratega de estas jornadas. Trotski recibe el más difícil. El de las relaciones internacionales. Tendrá que negociar con los alemanes. 1 Y resolver el problema de la familia Romanov.2 ¿Qué hará Kérenski, que ha desaparecido?3 ¿Cómo pondrá orden policial un gobierno de «revolucionarios profesionales» como los llama el propio Lenin? 4

Notas del editor:

1 Armisticio germano-ruso de Brest-Litovsk

2 La familia real es asesinada el 17 de julio de 1918

3 Kérenski fallece en Nueva York a los 89 años

4 En 1917, se crea la policía política, la Tcheka, para proteger el gobierno bolchevique

————————————-

* El periodista llamado Hugh Samanoff no existió nunca. Es una ficción periodística de Hugo Neira, para enviar un corresponsal al pasado, en la máquina del tiempo, a Rusia antes de la toma del poder por los bolcheviques.

 

Publicado en diario Expreso, 12 de noviembre de 2017, p. 21

http://www.expreso.com.pe/mundo/lenin-zar-gobierno-provisional/

 

You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. Both comments and pings are currently closed.