¿Socialista o liberal? Todo a su hora

Escrito Por: Hugo Neira 3.724 veces - Dic• 27•12

 

Carta de un hombre de buena voluntad a otros que también (supongo) la tienen

Queridos amigos,

Noto que en Lima diversas voces importantes, y voces jóvenes, se han enredado en una polémica sobre el liberalismo. Los conozco, por circunstancias que no vienen al caso, son unos y otros amigos míos. Muy distintos entre sí, lo cual daría prueba de cómo en mi vida académica y privada, practico esos valores —la tolerancia, el respeto por el otro—, y acaso, cierta curiosidad de viejo profesor, que es lo que soy, y no deseo ser otra cosa, curiosidad un tanto como la que tenía Porras cuando quería saber —anciano de 60 años con menos edad de los que yo tengo—, qué leía y pensaba Pablo Macera, qué pensaba Mario Vargas Llosa que como nosotros le hacía las fichas (cosa que dijo en otra ocasión, que le había servido en su vida de novelista) y yo, en un cuarto pequeño, donde me había puesto, para que fichara la Emancipación. Esa curiosidad por el otro es el fundamento del liberalismo ético y filosófico. Porque no se puede tenerla si no se simpatiza con ese otro mismo, cosa que dudo que ahora predomine.

La polémica tiene un carácter político. Y por desgracia, muy ideológico. Quiero ser breve, diré, primero, lo que no quiero decir. No quiero decir que sea una polémica inútil, al contrario. Fui yo, si no mal recuerdo, el que dije en el curso de una invitación al programa de Jaime de Althaus, que el Perú necesitaba dos cosas. Un partido liberal, de verdad. Y un partido de izquierda democrática, pero seriamente demócrata, es decir, no esperar colgarse a la basta del pantalón de algún caudillo, o algo por el estilo.

En este segundo plano, o familia ideológica, tampoco pido lo imposible. Algo como lo del uruguayo Mújica, cogió los fierros, hizo cagada y media, fue preso, y meditó. Bueno, ahí lo tienen, es un auténtico. Hoy convencido que ese no era el camino sino el ensanchamiento de las libertades.

Bueno, lo dije, lo del ensanchamiento. Escribo a calamo currente.

He aquí mi punto de vista. En la historia contemporánea de las ideas, un principio ha quedado establecido, la existencia de dos grandes familias filosóficas y políticas, a saber, la liberal y la socialista (de la primera se excluye los que admiten economía de mercado pero con conducción autoritaria, estilo Franco, Pinochet o Fujimori ; y a los que llaman socialista a totalitarismos, Stalin, Mao, etc.). Ahora bien, ambas familias  tienen unos principios (déjenme llamarlos así, el de los valores, me parece escuchar a la señora Susana Villarán que  sonríe cuando habla aunque diga que alguien tiene cáncer, el concepto por desgracia, ha dejado hace tiempo la Sorbonne y en Lima tiene un olorcito a sacristía que me produce urticaria).

Lo enorme, lo sorprendente es que esos principios no son uno (el mundo occidental no es tan idiota de encerrarse en un solo concepto) sino dos. Y cuidado, esto no es lo que se le ocurre a Neira, es lo que es corriente en todas las escuelas de ciencias políticas del mundo, y de filosofía, historia social, derecho, de Cambridge a las seis universidades que califican en la América Latina entre las 500 mejores del mundo.

Los voy a poner a la par, porque mis jóvenes amigos o bien son “socialistas” o bien son “liberales”. Y son:

Libertad-justicia social       o  bien    Justicia social-libertad

¿Dónde se produce la diferencia? En que unos le dan importancia, un poco más, a uno de esos términos (con todo lo que significa esa preferencia, de lo privado a lo público, en políticas sociales, en policy como dicen los anglosajones), es decir planes concretos de aplicación.

Por ejemplo, un liberal en Estados Unidos, le da preferencia primero a uno que al otro:

1- Libertad

2- Justicia social o equidad

Y un socialdemócrata alemán, o francés, su ecuación es:

1- Equidad social o justicia social

2- Libertad

Lo que estoy diciendo es que ni el concepto (y la conducta) para luchar por la equidad es un monopolio de las izquierdas, ¡ni el de las libertades propiedad de los liberales! Esto es pan comido en Europa, creo que ahora en Brasil, México y Chile. Ya no es debate, sino qué hace cada quien según su lectura de la sociedad y sus problemas.

Alguien me dice que su primera preocupación es la pobreza, si bien se reconoce liberal. No, querido amigo. Por la pobreza también se han interesado los fascistas, los comunistas, las agencias internacionales, la China de Mao, y la de sus herederos. Las señoras de la alta sociedad cuando hacen caridad, la Iglesia católica que se ocupaba a la vez de bendecir a las dictaduras híper-conservadoras.

             La preocupación de un liberal es la libertad.

Y ya tiene bastante trabajo. Y puede que si entiende que la libertad es la primera de sus obligaciones, descubrirá que en política tiene que interesarse para comprender cómo «el mercado libre que se autorregula» (lo cual es un mito)  produce la bancarrota de los bancos «con altos costos para espectadores inocentes», como dice Joseph Stiglitz. Y si además se quiere ser partidario de la libertad en el mundo actual, «hay que preocuparse porque la infraestructura legal e institucional necesaria exista» (Polanyi), porque es eso lo que protege a los otros, a los asalariados que pueden perder su empleo, a los jóvenes que pueden nunca alcanzar un puesto estable de trabajo. Y ser liberal es preocuparse porque otros tengan las libertades de las cuales gozamos. Claro, ese liberalismo no le interesa a una cierta izquierda, «que espera salvar al pueblo», ellos, los señoritos de siempre. No se trata de proponerse en mesías de nadie, sino que las clases, «las diversas categorías sociales de nuestras sociedades complejas», llegan a sus espacios de poder o empoderamiento, a las libertades, y no solo los liberales que han estudiado, o los socialistas elitarios que esperan conducirlos a la gloriosa utopía, como masas. No como sociedad civil, de individuos libres y autónomos, ni soñar. Luego te olvidan, o en las siguientes elecciones —si las hay—, votan en contra, aunque te lo deban todo. Por eso es mejor —según ellos— perpetuarse en el poder.

Volviendo al tema: esa polémica es sobre conceptos que están ligados. Son pares contrarios. Y eso que estoy diciendo, se halla en cualquier modesto diccionario.

Liberté, un mot à multiple sens

Libertad, una palabra con múltiples sentidos

«Desde un punto de vista filosófico existen dos orientaciones principales en lo que concierne la libertad, aquella que admite la libertad como una facultad ligada a la inteligencia y a la razón (los Estoicos), y aquella que la considera como un poder permanente de decir sí o decir no (Sartre).»

Etimológicamente viene de libertas, esto es, independencia, libre poder, de liber, libre, de condición libre (no esclavo).  Con Kant se complica: «es la obediencia de la voluntad de cada quien a una ley moral que se prescribe a sí misma». Y todavía más en Rousseau: «el derecho de hacer lo que la ley permite». O sea, somos libres… para someternos.

Kant como Rousseau resultan incomprensibles para una suma de peruanos, que equivale al 99, 98% de la población.  Lo de los “múltiples sentidos”, como que se me hace que friega un poco en Lima. Igual, si consulto el Diccionario  (sí, pues, el maldito diccionario, para no ponerme a descubrir el Mediterráneo en la tres veces coronada villa). Sobre socialismo, dice esto:

«Socialisme. Terme qui désigne à la fois un ensemble de courants doctrinaux  et des mouvements politiques très divers …». Término que señala a la vez un conjunto de corrientes doctrinales y movimientos políticos muy diversos…

Ahí nomás, ya nos salimos del clima limeño. En La República, cuando escribía,  cuando eran liberales para admitir mis puntos de vista, los de los blogs, me insultaban, me decían como insulto, “ecléctico”. Para ellos, lo mero mero como dicen los cuates mexicanos, es ser bien macho, definido, y el que no es marxista-leninista chavista bien decidido no es sino un asqueroso socialdemócrata maricón. No, pues, hablemos claro. ¿Discutimos quién está más cerca de la razón o quién es más hombre? Para eso, hay otros terrenos. Y por lo demás, en ese campo, si soy liberal, he tenido amigos con ‘preferencias sexuales diferentes’, como se dice, y ni a Calvo, ni a mí, ni a Toño Cisneros, nos preocupaba el tema, barríamos con las flacas, hasta donde se podía. Pero los amigos con pareja hombres, se sentaban en la mesa y eran parte de nuestras amistades sin problema alguno. Estoy diciendo, unos decenios antes del mundo actual, que la aceptación de las formas de vivir distintas —que es tema de hoy, desde la familia a mil cosas—, estaba en nuestra conducta. Ser liberal, decía mi abuelita, era ser tolerante y ecuánime ante la variedad interminable de los individuos.

El rival de liberales y socialistas (no sé por qué a estos los llaman moderados, supongo que es por joder) es uno solo: el fascismo. ¿Y cuándo se es fascista? Cuando se considera que hay que sacrificar la libertad en nombre de la sociedad. Y la gran división, la frontera entre unos y otros socialistas, es si unos y otros aceptan o no los principios liberales, que vienen del siglo XVIII, a saber:

– el individuo

– las libertades formales

– la libre opinión

Cuando un socialista dice que ‘no’, ya no es, es fascista. Cuando un liberal dice ‘la economía primero, las libertades para después’, es fascista. No todo el que es fascista sabe que lo es.

Revisen a Karl Polanyi, La gran transformación, la ha reeditado el FCE. Un capítulo me parece decisivo y aterrador, el que le dedica Polanyi a cómo el fascismo se instala justamente «cuando el estado de cosas es perturbado» (pp. 304 -307). Y aparece bajo diversos lenguajes y motivos, en sociedades extremadamente distintas, «a veces fue pacifista, con los católicos austriacos, otras seúdoliberales con los húngaros e italianos,  otras tan bolchevique que los obreros alemanes votaron por Hitler, y por patriotismo en Grecia, Bulgaria». Cuando el capitalismo vacila —y es el caso ahora en estos días– no se abre el camino a las revoluciones, no. Lo “distinto” no es sino lo viejo que regresa. Cuidado. Y si me pongo a decirles que es fascismo larvado en Perú, ya no es carta, 100 páginas, de letra apretada, tipo 8 puntos cambria.

Discutan pero no se maltraten. No veo distancia excesiva entre socialistas-demócratas ni liberales-preocupados por lo social. No se confundan de enemigo. Lo liberal y lo marxista se separó un cierto momento. Ahora acaso es hora de, sino fusionar, respetar que el otro le dé prioridad a uno de sus valores o principios. Pero sin excluir el que le sigue, nada más ni nada menos.

Dos conceptos, por los santos clavos, no se quedan en uno solo, como decía César Hildebrandt por el colorado Belmont, «el animador de televisión con una sola neurona».  Dos conceptos que se combinan, infinitamente.

¿Qué es liberal? También una actitud, una manera civilizada de ver al adversario. Pero veo mucha pata en alto, mucho desprecio, no pues. No me gusta. ¿Y qué es ser socialista? Es la otra manera de hacer las cosas, con el mercado pero no solo con el mercado. Pobre mi definición, ¿no? Pero práctica. Porque del capitalismo nadie se sale, la cosa es cómo lidiamos en la mundialización. Que es enigmática.

¿Qué es lo que soy? Un estudioso de ambas doctrinas, la liberal y la marxista socialista, y escéptico de ambas. Soy un cristiano sin iglesia, un hombre de Estado sin Estado, un profesor sin cátedra, un periodista sin periódico, y saben una cosa, me siento muy bien. Soy libre. Pero no si eso conduce al liberalismo. Hay una cosita ahí que me lo impide. El “ismo”.

Un abrazo, no escribo para que me mencionen, no lo hagan, pero como estamos en clave liberal, hagan lo que les dé la gana ; una sola cosa, no se molesten conmigo, déjenme creer que el desinterés personal y la sinceridad, todavía pagan en Lima.

Bravo, sigan.

27 de diciembre de 2012

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