Un indio inteligente, Huillca

Escrito Por: Hugo Neira 337 veces - Oct• 11•22

Cómo un indio inteligente en el Cusco salvo a los indios y cholos del Perú.

I. Con Wikipedia, que respeto y admiro a menudo, esta vez no tengo otro camino que discrepar del trato que le dan a las revueltas indígenas y de campesinos en el Perú a partir de los años sesenta del siglo XX (Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Perú). Es algo pues que he visto y vivido, escribí libros sobre el tema. Un diario de Lima, Expreso, me envió a la gran zona andina peruana donde ocurría una serie de fenómenos políticos nuevos. Fueron tan intensos que el ejército y los militares dieron un golpe de Estado contra la clase social más alta —los hacendados terratenientes—, para detener esa fuerza social en rebeldía. Estábamos en los años sesenta, y en 1963, subía al poder, sin duda legítimamente, tras elecciones, Fernando Belaunde, democrático, acaso con intentos de reforma. Pero lo que ocurría en los Andes cusqueños no solo era un tema político y económico sino de estructura social. No podrían darse las modificaciones del caso sin una reforma agraria, que es lo que ocurre en 1969. Es el año en que, por razones de Estado, desaparecen los gamonales o terratenientes. Y no era por una acción guerrillera que imitara a la revolución cubana. Entre 1963 y 1965, los Andes peruanos fueron sacudidos por una convulsión social y política de carácter masivo y de raigambre rural, que provocó la fuga de los hacendados mismos, acontecimiento que fue conocido en la capital porque estuvo en las noticias que yo enviaba desde un hotel en Cusco al diario Expreso.

Algo gigantesco estaba ocurriendo en el Sur. No era un pequeño grupo de guerrilleros. Y eso venía del pasado cercano. Cuando se habla del Perú y de las llamadas haciendas o latifundios, se habla de posesiones enormes de territorios agrarios en valles y cuencas. Era la estructura tradicional de la tenencia de la tierra de esos inmensos dominios, donde una sola familia, o un gran señor, era terrateniente, uno solo, como en los siglos de la colonia. Ese sistema no desapareció cuando el Perú dejó de ser un dominio hispano. Al contrario, después de la Independencia, en el Perú hubo un proceso que en sociología se llama el poscolonialismo (Nicolas Bancel). Podemos decir que en el centro del Perú andino sobrevivió un sistema de dominación y producción que descansaba en una clase de siervos. Un sistema de señoríos rurales, los gamonales, tenía a los indios encadenados, formaban una “clase ociosa” y rica, como diría el sociólogo Ferdinand Tönnies, al reunir la posesión y su usufructo, un modo de vida premoderno con producción y fiestas dispendiosas en los siglos XIX y XX a costa de los indios.

¿Cuándo perdieron sus territorios los indígenas peruanos? No fue durante la Conquista. Ni durante el virreinato, bajo el dominio de los virreyes españoles. La dominación de la clase social blanca fue una mutación del poder después de la Independencia. Esa etapa que hace perder toda esperanza a los herederos y descendientes de los incas, es un fenómeno gigante. Fue el descubrimiento de uno de nuestros historiadores, Jorge Basadre, sincero. Se ocupó del salto capitalista desde la costa peruana a los Andes con otros patrones. Todo está en su libro Sultanismo, corrupción y dependencia en el Perú republicano, editado por Carlos Milla Batres, en 1981. Lo de Basadre es un conjunto de ensayos. Describe a la aristocracia colonial peruana, luego a las clases sociales, una por una, ya en el tiempo republicano. Sigue con las etapas de la sociedad republicana, la tercera siendo la formación de un “sólido grupo plutocrático nacional” desde 1860. Y lo que ocurrió en la cuarta, la “apropiación de la región serrana del país por un pequeño número de antiguos y nuevos propietarios de tierras, que antes pertenecieran a las comunidades indígenas, al Estado, a la Iglesia, a las municipalidades y a las beneficencias.” Y prosigue: “Las masas rurales empobrecidas quedaron como mano de obra servil en los grandes dominios agrícolas u optaron por la emigración”. Y si faltaba mano de obra rural para el auge de la agricultura de exportación del algodón y el azúcar, estuvo la “mano de obra servil china”, chinos que llegaron antes de la guerra con Chile (1879-1883), añade Basadre.

Hay algo que no podemos callar. En las compras de tierras, la fingida actividad judicial nunca le dio la razón a los indios. Las comunidades indígenas, desde la costa, que existían desde el presidente Leguía, en los años veinte, llamaron a sus abogados. Los indígenas tenían los títulos para hacer valer sus derechos. Pero como me lo dijeron los abogados del Cusco, ¿cómo un indígena, ante los fiscales, le iba a ganar a un poderoso miembro de una familia blanca? De las plutocracias limeñas o costeñas, nunca a los indios la moneda de papel les llegó. No recibían dinero, trabajaban fuera de todo sistema de remuneración. Esta distancia y separación entre blancos e indios o cholos, ha quedado, y por lo que es del Perú, nación no es. Desde ahí, de esas antiguas raíces, sigue en pie la sociedad de brechas, no solo de dinero sino de cultura, educación, sentimientos políticos y mentalidades.

II. Pero encontré en el Cusco al indio inteligente que se llama Saturnino Huillca. Había organizado a los grupos de sindicatos que invadieron las tierras de las haciendas, evitando la violencia, solo ocupándolas sentando a la gente suya, sin armas ni guerrillas. Esa estrategia que Huillca llamaba “recuperación de tierras” abría la puerta a una discusión con los gamonales, los seudo dueños (más adelante, explicaré cómo perdieron sus tierras por los fiscales y jueces limeños, en el siglo XIX). Esa manera de recuperar sus tierras llamó la atención en Lima, y un director de periódico buscó a un periodista que conociera el mundo indígena. No es la primera vez que lo cuento. Yo nací en Apurímac. Por el lado de mi familia materna, los tíos Samanez me invitaban cuando no había clases en la capital, y yo pasaba más tiempo con los indígenas que con mis parientes. Además, fui alumno de Arguedas en San Marcos. Por eso no estoy de acuerdo que algunos vayan a creer que fueron los pocos grupos guerrilleros que obligaron al régimen de Velasco a tomar la decisión de la Reforma Agraria. Es infame y vanidoso que se suponga que los grupos de guerrilleros repetían el mecanismo revolucionario de Cuba y no se tome en cuenta otras causas profundas en el alma y la memoria indígena. Dicen, por ejemplo, que un grupo en Chiclayo llamado APRA Rebelde, con De la Puente Uceda y que pasará a llamarse MIR, fue la gran causa que lleva a 1969, o sea a la Reforma Agraria desde el propio Estado. Hay diversas causas y muy potentes.

III. En primer lugar, el CAEM, una universidad para hombres de guerra

En la historia contemporánea del Perú, hubo muchos golpes de Estado —Sánchez Cerro, Odría—, en general, fue desde los años 30 para la defensa del poder oligárquico. Y en efecto, lograron impedir que llegara Haya de la Torre a la presidencia. Pero pasando los decenios, los miembros de las fuerzas armadas fundaron su propio instituto universitario. El Centro de Altos Estudios Militares, CAEM, hoy CAEN. En su formación académica no solo estudiaron sus especialidades sino cursos de cariz civil, como Derecho, Economía, Ciencias Políticas, etc. Por lo general, en el siglo XIX no habían tenido esa vasta formación académica, y en consecuencia, en el siglo XX, sí podían las fuerzas armadas reemplazar a un gobierno civil. De modo que el fantasma del ignorante soldado ya no tenía cabida en la segunda mitad del siglo XX.

El CAEM fue fundado por el general José del Carmen Marín. Si el lector no me cree, que pregunte a un oficial. Lo que hizo fue formar un nuevo tipo de profesionales, el “militar intelectual”, lo dice la Historia del Perú editada por Lexus en su página 1070. Se llamó a esa institución Centro de Altos Estudios Militares. Estudiaron como yo lo he visto en Francia para mi persona una formación que no es una sola disciplina sino varias, que es lo que se necesita para comprender una sociedad y el Estado: Economía, Sociología, Derecho, Historia, etc. Entonces, esta formación pluridisciplinaria, que es racional, la tenía el general Velasco y no estaba solo. Decir “gobierno militar” es insuficiente para contar la historia del periodo 1968-1980: se puede decir “gobierno militar” y añadir la formación singular que tuvo dicho gobierno con el CAEM.

IV. En segundo lugar, los indios campesinos toman las tierras sin matar a nadie

No fueron guerrilleros. Estos eran otras gentes, muy jóvenes. Una de las características más interesantes eran las tomas de tierra entre el territorio de Cusco y Puno, pero con unas reglas asombrosas. Por lo general, las movilizaciones campesinas se daban por las mañanas. Las conformaban centenares de personas que, sin quemar ni matar, ocupaban las haciendas que iban a tomar, los hombres de pie y las mujeres sentadas. Invadir era entrar en la tierra prohibida de la hacienda. Los periodistas nos fijamos en esa regla. Se evitaba la violencia que hubo en el tiempo. No hubo sangre. Si eso hubiera ocurrido, los indígenas de esos días sabían que entonces caería sobre ellos, como en otras épocas, la policía y batallones militares. Los que vimos esa sublevación de los indios campesinos entendimos que habían acordado una estrategia a lo Gandhi. Y vimos a los indios revolucionarios poniendo una mesa y sillas para discutir, con una bandera peruana sobre la mesa. La rebeldía de los indios no estaba manchada de sangre. Así lo puse en mi artículo en el diario Expreso. Llegando al Cusco me recomendaron que buscara al presidente de la Federación de Campesinos del Cusco. Y en efecto, encontré al campesino presidente en su oficina, Saturnino Huillca (originario de la hacienda Chhuru de Paucartambo). Fue lo mejor que hice.

V. Los indios salvándose ellos mismos, sin partido

Puedo contar más cosas de Huillca, con él se disipa el prejuicio según el cual los indios no pueden vencer con sus propios medios, no tienen inteligencia. Lo entrevisté, y salió un libro sobre su vida e ideas que ganó el premio Testimonio de la Casa de las Américas, en Cuba:  Huillca: habla un campesino peruano. Él habla, yo pregunto. El libro fue traducido a siete lenguas. Huillca abrió el camino para liberar a los indios del latifundismo y de los gamonales. Entonces, el militar que era el general Juan Velasco Alvarado, vio tres cosas que no queremos entender. – Los movimientos de recuperación de las tierras arrebatadas se hacían sin violencia ni guerrilla. – El ejército dejaría de defender a la clase dominante para que el Perú entrara a la modernidad con la reforma agraria. – Se evitaría así una explosión de violencia, una guerra interna (lo que hizo después, a pesar de todo, el jefe de Sendero Luminoso). Los senderistas fracasaron, los mismos campesinos los dejaron.

El Perú cambió radicalmente después de la Reforma agraria. Según el Instituto Nacional de Estadísticas, desde Puno al norte, hay dos millones de campesinos propietarios de lotes venidos de la reforma de 1969. ¡Vayan a decirles que regresen los antiguos gamonales!  Unos cuatro millones de lotes, me han dicho, retornaron a los andinos.

Cierto es que hubo varios líderes de movimientos guerrilleros. Héctor Béjar, las guerrillas primeras. Inclusive sacrificios, como el caso de Javier Heraud, poeta. La gente del MIR. Cómo se muere Guillermo Lobatón, tras los pasos del Che Guevara. Edith Lagos. Y desde entonces, después del ocaso del poder oligárquico y de la muerte de Velasco, enfermo, con el general Morales Bermúdez, se volvió a las etapas anteriores. No regresaron los hacendados medievales, pero se volvió a la disgregación del mundo andino, librado a su suerte. Los indios quedaron fuera del mundo moderno. A la reforma agraria le faltaba una educación técnica. Eso necesitaba más tiempo. Pero el Perú es así. Muerto Velasco, el país no pudo ser un lugar de gran producción de alimentos de varios tipos para el mundo entero. Nadie sabe adónde vamos.

Publicado en El Montonero., 10 de octubre de 2022

https://www.elmontonero.pe/columnas/un-indio-inteligente-huillca

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