El proceso electoral ha puesto en escena varios rostros y nombres cargados de sentidos y de votos. A saber, Verónika Mendoza, Alfredo Barnechea, Julio Guzmán. Son outsiders y agrego César Acuña, tirando a “chicha”. Son cuatro, y no es poco. Me preguntan ¿a quién van a respaldar? Dudo que tengan capacidad de endose. Creo en cambio que cuentan mucho. Van a seguir en la escena política, es su derecho. Pero ¿qué pasa de aquí al 2021?
2016-2021, quien gobierne, las tiene difíciles. Los años dorados de fuerte demanda externa han acabado. El ritmo de crecimiento de la economía mundial, según el FMI, el Banco Mundial, y otras fuentes, va a ser bajo. Y eso golpea al mundo y en particular a la América Latina. Llamaré a esto el factor A.
Hay un factor B, la situación interna. La conflictividad va a continuar, protesta social y los denominados socioambientales, más la persistencia de la pobreza. El retorno a la democracia, ya van 23 años, se ha hecho en un clima de crecimiento económico, por lo menos hasta que asume Humala. Pero sin merma del descontento. En cifras, subió el PBI y el per cápita, pero la mayoría de peruanos no lo percibe así. Las urnas han sancionado a dos expresidentes. Lo dice Carlos Parodi, Universidad del Pacífico, al no alcanzarse el bienestar, “los resultados en el campo económico son insuficientes” (Perú 1995-2012). Y encima se nos vienen años de vacas flacas¡!
Outsider, gobernabilidad y democracia, desde mi punto de vista, son una sola ecuación. Para los excandidatos presidenciales, desde la lógica, solo hay cuatro escenarios. O bien PPK gobierna, bien o mal. O bien Keiko, bien o mal. Conozco personalmente a Pedro Pablo Kuczynski, le tengo aprecio personal, no es solo un ‘manager’ sino un hombre de doble cultura, americana y europea, pero me temo lo peor. Es un hombre de Estado que encaja en un país normal, pongamos Uruguay. Pero el Perú no está normalizado. Si solo hace crecimiento, aplaudirá la Confiep y las clases medias y Lima. Y el 2021 un outsider en Palacio. Estaré atento a ver quién luce más imaginación para la circunstancia peruana. ¿Quién recogerá el clamor del pueblo a cambiar el sagrado modelito, al menos en algo?
Mi pregunta es ¿quién puede hacer una política más popular? Miren el mapa. La provincia ha votado. Y no llamen a todo lo popular, populista.
Vamos a los hechos. Keiko tiene bancada, pueblo y partido. Y precisamente por todo eso, puede perder. Así somos. ¿Su postura pragmática la puede llevar a algunas decisiones, digamos, de izquierda? Pero ¡qué bien! Es asombroso, en cualquier otra democracia es una buena noticia una bancada sólida. Pero se está diciendo que tener mayoría es ser autoritario. Eso no es solo una falacia sino una barbaridad. ¡Ya la quisiera Rajoy en España! Y cualquier gobernante. Aquí hace temblar. Todo eso es frivolidad. Olvidan el factor A y B. Crisis afuera, crisis adentro.
Hay una tercera posibilidad. Acuerdos puntuales entre Keiko y PPK, gane quien gane. Pero “en el Perú, palabras como negociación, acuerdo, consenso, se han convertido en palabras obscenas” (Degregori, IEP, 2000). En suma, la antipolítica hoy no es Alberto Fujimori sino un rol que vienen asumiendo algunos excandidatos. Siempre hay sitio para la anticlase política.
Me pregunto si el vacío de poder que ha sido Humala se va a continuar hasta el 2021. Entonces, amable lector, reflexione y lance su voto no por un partido ni una persona. Vote por lo que resulte eficaz para el país y no por lo que le dice el hígado.
Publicado en El Comercio, 01 de mayo de 2016
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