Buscando un presidente para el Perú

Escrito Por: Hugo Neira 590 veces - Ago• 29•22

En los años setenta, Alberto Flores Galindo, buscaba un Inca. No era el único. Manuel Burga era partidario del nacimiento de una utopía de muerte y resurrección de los incas. Por mi parte, estuve en contra de la utopía andina (una utopía es una ilusión), y escribí las“doce razones para dudar y olvidar la utopía andina”(Dos siglos de pensamiento de peruanos, Editorial URP, 2021, página 606). Un proyecto que comenzaba por la utopía andina, luego la revolución y el cambio total. Visión del futuro que nunca ocurrió. En cambio, lo que sucedió fue la violencia política con Sendero Luminoso. Y hemos entrado al siglo XX entre dos posibilidades: Entre Escila y Caribdis, como lo escribió Augusto Salazar Bondy (1969).

Dejemos las ilusiones. El sociólogo que soy solo se ocupa de los fenómenos reales. Es probable que tengamos muy pronto unas elecciones presidenciales. ¿Pero para un Perú de varias culturas locales, con un país que no ha logrado ser una nación? No sé si el lector lee a algunos filósofos españoles. Hay uno que dice “yo soy yo y mi circunstancia”. Pues bien, tenemos un Perú con una geopolítica en plena crisis.

Países peruanos dentro de un solo Estado

Al final del siglo XX y durante los primeros decenios del presente siglo, en tanto que ciudadanos de un país con Estado y democracia, diversos escritores peruanos nos describen el caos de lo peruano. Nada mejor que los títulos de sus libros, de 1990 hasta la fecha. El nacimiento de los otorongos: el Congreso de la República durante el gobierno de Alberto Fujimori 1990-2000, de Carlos Iván Degregori y Carlos Meléndez (2007). Luego, El estado mafioso, de Manuel Dammert Ego Aguirre (2001). Democracia sin partidos. Perú 2000-2005, de Martín Tanaka (2005). Y de Francisco Guerra García, Reforma del Estado y crisis de los partidos (1996). Y Perú hoy. La divina tragedia (Desco, 2015), la pareja que gobernaba, Humala y su esposa.

Los graves problemas son también examinados. Pese a todo, los peruanos reciben los estudios de su sociedad en las librerías, y con la aparición de la violencia, Maruja Martínez y Federico Tong publicaron en 1998 ¿Nacidos para ser salvajes? Identidad y violencia juvenil en los 90. No se puede dejar de lado El laberinto de la choledad,de Guillermo Nugent, es libro de 1992 que trae “páginas para entender la desigualdad”. Hay también libros menos densos que señalan el poder de Montesinos, Vladimiro Montesinos y el poder político en el mandato de Alberto Fujimori, 2007, de Iván Rodríguez Alegre. Como se nota, no se salvan ni los líderes políticos como es el caso de Juan Luis Cipriani, discutido en tanto que actor político, por Luis Pásara, Augusto Álvarez Rodrich y otros (Cipriani como actor político, 2006).

Está claro que hay libertad de expresión y que se puede ostentar sus frutos. Pero qué extraña sociedad civil que va conociendo sus vicios sin indignarse. Quizá porque sabemos que ciertas maneras de vivir vienen del pasado. En realidad, desde el siglo XIX, se admite que somos un país muy heterogéneo, eso lo sabemos. Y uno de nuestros antropólogos, Carlos Iván Degregori, nos lo dijo muy claramente en su libro No hay país más diverso, un compendio de antropología peruana, en el 2000. No se debe a que nuestro territorio sea de costa y alturas andinas, y parte de la selva amazónica. Cuando se habla de culturas después de Lévi-Strauss, se habla de lenguas, creencias, mentalidades, todo aquello que se llamaba etnología, lo cual abarca tanto a sociedades primitivas como a las que han logrado mantener sus tradiciones. En otros continentes, como en el África, la ecología no ha olvidado el modo de vida y la psicología local. Pero Perú tiene un pasado milenario propio, su historia no arranca con la conquista y la ocupación del territorio por el Imperio de los Reyes Católicos. Como lo revela la arqueología, Perú ha pasado por diversas evoluciones. Antes de los Incas había diversas poblaciones con una disciplina preincaica propia, y fueron largos periodos antes de la unión imperial del Tahuantinsuyo. Y después vendría otra economía y manera de vivir con el Virreinato. Cada etapa ha dejado una macro huella que no logró desaparecer en dos siglos de república. A Degregori le hubiera dicho que somos los más heterogéneos puesto que la India, por ejemplo, puede ser inmensa, pero la une el hinduismo, los brahmanes, su cosmogonía, el tantrismo. Tantas culturas con historia propia no hacen un país sino una civilización.

En ciertos casos, nuestra variedad nos favorece. Los Andes, el mar y la costa han hecho del Perú un país de geografía y climas variados, por eso que los peruanos suelen decir que en el Perú no hay hambre. Si esto ocurre es más bien por incapacidad política. Pues bien, también hay distancias entre las clases sociales y las regiones naturales tan distintas. Los problemas no son lo mismo en el Norte que en el Sur. La economía de los Andes y otras alturas de escasa conectividad descansa en unas infraestructuras que el Estado atiende pero no logra satisfacer.

Lo que quiero decir es que si hay un cargo difícil es el de presidente de la república del Perú. No es que deba entender el Perú actual sino también lo que pasa en otras repúblicas latinoamericanas, y las modificaciones de los espacios económicos en todo el planeta. No necesita una cabeza sino dos.

Por eso, acudo a una metáfora, el águila bicéfala. Fue un símbolo repetido varias veces en la historia como veremos adelante. El águila bicéfala, Carlos V lo tomó como algo digno de un imperio, cuando los Habsburgo dejando de ser condes llegaron al trono del Imperio de la corona de España. La historia durante mucho tiempo fue la de los imperios, no solo de los reinos. Pues bien, vivimos en Estados-nación, pero los imperios regresan. ¿Qué es sino la guerra en Ucrania, nación independiente a punto de regresar al poder de una Rusia que quiere recuperar los pequeños espacios de dominio que ha perdido?   

Ahora, bajo tensiones nacionales e internacionales, se necesita una doble habilidad y doble experiencia. Es cierto que en todo país hay gente que disfruta la vida en su territorio, diríamos los sedentarios. Y también hay los cosmopolitas que, por lo general, dejan su patria de nacimiento. Pues bien, dos cabezas y varias experiencias, en otros países, además de entender a sus pueblos. Entender a sus paisanos y su pueblo, que es una capacidad subjetiva, hace de un político un estadista. Eso es lo más natural. Pero es aún mejor si entiende lo de fuera, por haber estado algún tiempo en otros países que se asemejan a su país de nacimiento.

Pues bien, conozco a un peruano que está ahora en el Perú y conoce el Estado. Se ha educado en Perú y en México y tiene larga experiencia laboral en ese país inmenso que se nos parece mucho. He aquí el país más cercano al Perú por su historia. Cuando los españoles descubren civilizaciones imperiales solo las hallaron en el mundo azteca y el mundo andino. Luego, el formarán parte del imperio español.

Estadista de doble cabeza es Jorge Nieto: ex ministro de Cultura y de Defensa en 2016 y 2018 y formado en la sabiduría política de los mexicanos

Después de 20 años con presidentes casi sin partido político, parece que no entienden qué es un estadista, lo que sí es Jorge Nieto. Político con militancia activa desde su juventud y con una experiencia mexicana, el Perú tiene en él un estadista probado, que encontró respuestas adecuadas durante el desastre del Niño costero en la cartera de Defensa. Pero como a mis paisanos peruanos les han quitado el curso de Historia en la secundaria, les diré de inmediato qué hizo México para tener un itinerario que se parece al del Perú. Y en qué se diferencian.

1-La independencia de México fue compleja. No necesitaron a un San Martín o un Bolívar para emanciparse. Su libertador fue Iturbide, monarca. Ni español ni mexicano: un novohispano. Un César mexicano. México tuvo un primero y segundo imperio. Luego tuvieron sus guerras con los franceses que invadieron México, y con ingleses y norteamericanos que les quitaron una gran porción de su territorio. Luego México se separa de la Iglesia Católica en 1824. (Todo está en mi libro de comparatismo El águila y el cóndor. México/Perú, publicado en Lima en el 2019 y desde hace poco disponible en Ebook).

2-Después de Santa Anna y Porfirio Díaz, algo muy importante, la Revolución Mexicana, de 1910 a 1920, una revolución que vino desde abajo, se vuelve “el llano en llamas”, título de un libro de Juan Rulfo. Nada que ver con nuestras guerras entre pocos caudillos (Gamarra, Castilla), después de la Independencia. En cambio, la revolución mexicana hace desaparecer una clase social, tanto que solo se le puede comparar con la toma del poder de Lenin, en 1917.

3-De esa revolución claramente popular surge un Leviatán, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). En Perú, lo he dicho en mi cuita, ni Piérola ni Ramón Castilla consiguieron derrotar a las clases dominantes. Ya en el siglo XX, el civilismo lo agota Leguía, y luego, desde los años treinta, el aprismo de Víctor Raúl Haya de la Torre, que nunca llegó a gobernar. Luego ha habido presidentes improvisados y una capa social dedicada a la cleptocracia. El PRI ha hecho de México una nación moderna.

Encuentros casuales

Antes de continuar, debo decir que Nieto no me ha pedido esta columna a su favor. No. Sobre lo que puede decirse sobre su experiencia ya lo he hecho en este portal el primero de agosto de 2016. http://elmontonero.pe/columnas/jorge-nieto-algo-mas-que-un-ministro

Cuando supe que Nieto volvía a la política en el Perú, yo estaba en Europa camino a un Congreso Internacional de Ciencia Política que debía realizarse en Turquía y terminó en Polonia, al restringirse la libertad de expresión en Turquía con la presidencia de Tayyip Erdogan.

Como decía en aquella columna, Nieto y yo nos conocimos, aunque pasajeramente. Sin embargo, hay algo que yo no puedo olvidar. Eran los años del velasquismo y Nieto militaba en uno de los tantos partidos de izquierda, para los cuales la “aplanadora” del SINAMOS era un dolor de cabeza. Nos dijeron de todo, de fascistas para abajo. Pero Nieto, a Carlos Franco, a Francisco Guerra García, a Carlos Delgado y a Béjar, nos trató de ser parte de un “reformismo militar”. No estaba del todo mal para el clima de ese momento. Otro que nos trató de reformistas fue Ricardo Letts. Los más feroces opositores eran unos ultras, con el tiempo formarían Sendero Luminoso. Años después, en una de mis tantas visitas a México, lo volví a encontrar. Y de ahí hacia delante, amigos.

En cuanto a su perfil, es sociólogo, y ha estudiado Ciencia Política. Solo quiero añadir qué significa en la vida de un peruano la experiencia mexicana. Y eso, me parece, un tema central. Nieto no ha sido el único peruano en vivir en México. Tomo en cuenta a Rafael Roncagliolo, a Osmar Gonzáles y su doctorado en el Colegio de México. Y a Hugo Garavito. Nieto como Garavito puede que sean los peruanos que más tiempo recibieron las lecciones prácticas de la vida política mexicana. En ambos me ha asombrado siempre su tino y la finura del análisis de situación. Y disposiciones para lo que Pareto llamaba “el arte de las combinaciones”.

Hay que saber que, por sus formas de hacer política, México es el “Vaticano de la cultura política latinoamericana”. Cuando se entiende qué pasa en Los Pinos, el nombre corriente que dan los mexicanos a la residencia presidencial, se entiende todo el resto.

En México, hay un culto a la cultura y no es algo como la rueda de un coche descuidado en Lima. En Lima solo se tiene un culto al dinero, “plata como cancha”, dijo ese candidato y rector que fundó un partido.Para eso sirven las universidades actuales. Ya se sabe que los alumnos de secundaria están entre los últimos del mundo en las pruebas PISA. Gran riesgo, una ignorancia que explica lo poco de cívico que tenemos…

Alguna vez, propuse a un presidente eso que los mexicanos llaman el Colegio de México. Está por encima de las universidades y educa al pueblo. En México, tienen investigadores nacionales para que investiguen y escriban de por vida. En México, es imposible alguien inculto en el Estado. Los mexicanos aman y protegen a sus intelectuales. Conocí a Octavio Paz, era un crítico muy serio. Pero Paz vivió en México mientras Vargas Llosa tuvo que irse a sus veintitantos años, como Julio Ortega, y Oviedo que hecho el mejor trabajo sobre la literatura latinoamericana. Lo menos que se podía hacer era incluirlos en los cursos de secundaria, e invitarlos para que al menos un joven peruano supiera cómo se escribe un texto personal, eso que se llama un paper. Un breve ensayo. No para que se convierta en un literato o novelista o poeta. Solo para que pueda ser un ciudadano capaz de redactar y organizar un texto, claro, útil y defender sus ideas.   

La doble cabeza es porque el presidente no solo debe ocuparse de la administración del Estado sino anticipar las necesidades del mismo en tanto que jefe de Estado, o sea cuidar de la adecuada formación de los funcionarios estatales como de la oferta de salud, educación y seguridad para los ciudadanos. Bien, es cierto que no es sencillo conocerlo todo y mostrarse cauteloso. Pero gobernar es prever, reza el dicho. En otras palabras, se necesita que el jefe de Estado sea una persona con cabeza política para guardarse de la gente que lo rodea. Por algo ha ganado las elecciones presidenciales. Pero no puede tener una sola cabeza. Miremos lo que le pasa al brasileño Bolsonaro. No es precisamente un intelectual, es hombre de temperamento fuerte. Eso no es suficiente.  Y esos caciques no hacen salir masivamente a la gente de la pobreza.

Sí pues, la política es un juego muy complicado. Ganar por las urnas, saber llegar, es una cosa, pero otra es gobernar. Hay que tener el poder del conocimiento, que es lo que hace falta a muchos para el ejercicio del poder político. Si no sabe nada de ciencias duras y sociales, el presidente está perdido. No se puede gobernar con ministros y asesores sin preparación para trabajar con los necesarios equipos técnicos o científicos.

El símbolo del águila bicéfala existe desde hace mucho

Por eso, acudo a una metáfora, el águila bicéfala. En la antigua ciudad de Persépolis, cerca hoy de la ciudad de Shiraz, en Irán, proviene la escultura que ilustra este artículo. Una cabeza de un animal imaginario mirando hacia lo infinito de lo pasado y la otra, lo infinito del futuro. Luego el símbolo se repitió con una doble cabeza de águila y representaba la unión con la sabiduría completa. Cierto, no estamos en la época del Imperio Hitita (1200 a.C.) de la que proviene, pero fue emblema de personajes históricos, como Napoleón Bonaparte, las legiones romanas, los cruzados, el águila bicéfala como signo de poder y fortaleza.

O sea, un presidente puede haber ganado en las urnas, pero debe también saber qué hacer con su Estado, conocer la historia de su país, su situación económica, sus regiones tan distintas unas y otras por la geología, con pueblos también distintos y con demandas específicas. Un presidente que tenga conciencia de su país, de los marginados y capas sociales que esperan un tipo de Estado distinto. Pero no al punto de ser un sedentario político que no ha pisado el resto de su tierra peruana. De ser sedentario, el político alcanza para ser alcalde, encabezar una municipalidad. O, por un tiempo, presidir una región, pues, al contrario, no hay necesidad de que sea un cosmopolita.

Volviendo a Jorge Nieto, insisto en dos hechos decisivos. No conozco muchos dirigentes de partidos con su experiencia y formación, es raro en Europa como en los Estados Unidos. Repito, la vida mexicana, más moderna y muy compleja, evita dirigentes ignorantes. En México también hay indígenas como los hay en Bolivia, Chile y Ecuador. Pero pegados por la geografía a EEUU, los mexicanos saben cómo dar pasos hacia la modernidad sin perder la identidad. Preparado y político, Nieto es el político con dos cabezas que piensa el Estado peruano y que el Estado necesita. Y es alguien que puede llamar a los mejores, en las ciencias de la sociedad o para asuntos de la naturaleza. Lo hemos conocido como ministro. Espero ver a Nieto, pues veo pocos que reúnan esas virtudes. Su partido, el Partido del Buen Gobierno, alude al cronista Huamán Poma y su obra Primer nueva corónica y buen gobierno. Son difíciles los cargos presidenciales dado que pasamos por una época extremadamente inestable, y es sensato elegir a quienes conocen los problemas de nuestras democracias.

Publicado en El Montonero., 29 de agosto de 2021

https://elmontonero.pe/columnas/buscando-un-presidente-para-el-peru

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