Hay días en que doy clases desde la mañana a la noche. Y el sábado pasado, llegué a casa tras horas de dictar cursos, pero mi cabeza funciona de modo singular. En vez de estar fatigado, me era imposible descansar de inmediato. Me dije a mí mismo que un tanto de televisión no me vendría mal. Y el azar hace bien las cosas, puesto que caigo sobre «Enfoque de los sábados» en RPP, la repetición del programa sabatino de Raúl Vargas. Y ese día estaban Juan Sheput, Mauricio Mulder y Vitocho, es decir, Víctor Andrés García Belaunde. Y por cierto, el mismo Raúl, con preguntas adecuadas y reflexiones profundas sobre la situación tanto del gobierno como de la sociedad peruana.
La verdad, no seguí el programa desde su inicio, pero alcancé a escuchar a Juan Sheput cuando decía que no se alcanza a saber si los peruanos quieren «un sistema presidencialista, o parlamentario, acaso un híbrido». Sheput argumenta a través de nuestra historia, recordando que la modificación institucional de 1993, es decir, la constitución de Alberto Fujimori, acrecentó el poder presidencial hasta sus últimas consecuencias. O sea, ciertas reformas pueden ser la puerta a nuevos autócratas. Sheput analiza las reformas de la Comisión Tuesta pedidas por el presidente Vizcarra, si le entiendo bien, sobredimensionan al poder Ejecutivo, desequilibrando los otros poderes del Estado.
Me quedé pensando, unos minutos, en la ironía de la historia. Es decir, la facilidad con que Fujimori en tanto que presidente, disolvió un parlamento, sin imaginar que ese mismo recurso, en el futuro sería la espada de Damocles para quebrantar oposiciones consideradas facciosas e instaladas en un parlamentarismo de oposición, es decir, el fujimorismo de Keiko, su hija cuando PPK presidente. ¿Pero lo era? Lo que hemos visto, desde el 2018, es un Presidente sin partido ni mayoría parlamentaria, luciendo una magistratura legal pero débil. Y débil también el poder parlamentario. El resultado lo sabemos. Rivalidad interminable. Conflictos ya no de partido o tendencias. Un impasse. Políticas ineficaces o acaso al revés, ¿la falta de política?
Pero en el Perú, tan baja está nuestra cultura política que una gobernabilidad dividida es aplaudida. Lo que llamaba hace años Tulio Loza, el «populorum» se divierte y a la vez se enoja. «La tendencia natural en la América Latina —dice el politólogo Arturo Valenzuela— ha sido el multipartidismo o sistemas bipartidos». ¿Pero qué pasa en una sociedad en donde se hace lo imposible para que los partidos futuros, fragmenten y no unan?
Mulder nos hace entender que el estructurar nuevas alianzas no es, al parecer, la meta del Presidente. Para Mulder, «es la popularidad». La verdad es que se nota a un político preocupado por el alza o baja de las encuestas. El profesor Juan J. Linz, español y alemán, ante los problemas de las democracias señala que su funcionamiento es gobernar por intervalos regulares, pero no con «magistraturas vitalicias». Son gobiernos pro tempore. Pero por lo visto, no se oye, padre.
Mulder estuvo claro y sincero. Vivimos en una atmósfera enrarecida, solo se admite «el pensamiento único». El que no repite lo que un conocido grupo político decide que es lo correcto, está perdido. No se discute, se insulta al «otro». Sin embargo, el principio mismo de las democracias de la modernidad ha sido la competencia, no solo en las urnas sino en los estrados, el debate público. Eso no es hoy posible porque el «otro» es desacreditado, vilipendiado, la maquinaria diarios-televisión-radio, masacra la imagen del distinto, el ultraje es la regla.
Vitocho estuvo muy claro. Claro está, es necesario una reforma política. Pero no un maquillaje. Se nota que lee y estudia nuestros grandes problemas. En lo que responde a una pregunta de Raúl Vargas, le dice que en una revista extranjera, ha encontrado algo enorme. Un 10% de peruanos no tiene ningún tipo de trabajo, ni formal ni informal. Dice que lo tradicional era un 5%. Hoy ha doblado. En otras palabras, un millón 800 mil peruanos sin chamba alguna. Y no nos extrañemos, pues, del aumento de los asaltos y robos a mano armada. Y algo más, la imposibilidad de una gobernabilidad en un Perú, con el exceso de 2000 cargos de poder local en todo el territorio, ni Brasil que tiene más territorio y más población.
Fue muy tónico escuchar opiniones sensatas y realistas. Sheput hizo notar, con sinceridad, que un sistema de representación unicameral no se da abasto: «Es imposible participar en seis o siete comisiones a la vez». Recordó el gran error del referéndum, ausencia de bicameralidad, y el error de evitar la reelección de los que fueron diputados, o congresistas hoy. En el mundo popular se asombrarían de saber que los gobiernos europeos son más bien parlamentarios. Y que en los Estados Unidos, nunca se ha elegido directamente al presidente. Los constituyentes de Filadelfia temían la aparición de una asamblea que pudiera ceder poderes excesivos. Su presidencialismo, contrariamente a lo que se cree, es mitigado por la ley y el parlamento. Nuestro presidencialismo fabrica tiranos legales. ¿Se quiere repetir, acaso, un segundo Leguía? Ya no se dan golpes de Estado con militares. Las nuevas tiranías que se avecinan en América Latina vendrán de la plebe.
Lo que vivimos es atroz. Son tres crisis. La economía, no solo crece poco sino que no emplea. La segunda, una crisis de régimen y no de gobierno. Y por último, una crisis cultural, la no cultura política. Proviene de la no educación, al privar a los hijos de los más necesitados de cursos como Historia, Educación Cívica. Hay sociedades suicidas. La peruana niega la cultura a las clases populares y luego les pide el voto que legitime a los políticos que por lo general provienen de las clases dominantes. ¡Genial! Ya veremos las consecuencias en el 2021.
Publicado en El Montonero., 20 de mayo de 2019