¿Necesitamos el error como algo necesario a nuestros intereses particulares y al ego? Había una vez una encantadora joven limeña que se casó con un profesor de Oxford que era médico y además príncipe hindú. Conociendo a su propia familia y sus prejuicios, tomó la decisión de casarse sin más aviso. Pero la madre toma el avión, llega a Londres aunque tarde, la muchacha ya estaba casada. Resignada la madre decide quedarse un ratito. Así, todos contentos pero la señora, bien limeña, tenía sus bemoles. Conversando con la hija le decía:
-¿A qué hora llega tu marido? Y luego:
-Dile al negro de tu marido que me preste el carro o mande al chofer que me lleve.
La hija se ponía verde cuando trataba al distinguidísimo esposo de «negro».
-Mamá, por el amor de dios, no es negro. Es hindú.
-Sí, hija, entiendo, pero igual es negro.
-Mamá, mi marido no es negro, y además ¡es Príncipe!
Aquí la mamá perdía los estribos.
-Ay hijita, ya sé que estás enamorada, tu marido es bien educado pero no te pases. ¡Cómo va a ser Príncipe si es negro!
Algo parecido está pasando con Keiko. ¡Cómo va a ser demócrata si es hija de Fujimori!
Por la revista Caretas, en la última edición, nos enteramos que varias personalidades suscriben un pronunciamiento del Foro Democrático en contra de «un triunfo electoral de la candidatura que encarna el retorno de la ignominia fujimorista y de aquello que le es inherente: el abuso discriminado, la destrucción de las instituciones, la corrupción generalizada y la mentira como instrumento del poder político». Con el Foro, en los noventa —lo sabe Alberto Borea, yo y otros, que me acuerde, Cucho Haya de la Torre, Lourdes Flores— viajamos al norte para pedir firmas para una iniciativa ciudadana contra el tercer gobierno de Alberto Fujimori. Conseguimos planillones pero igual fue candidato. Vino luego el video y el resto que el lector conoce mejor que yo. Entonces estaba terminando mi servicio cultural obligatorio en Tahití. ¿Pero hoy? ¿La dictadura de quién, ah?
Y esos firmantes, ¿cómo pueden estar tan seguros? ¿Son adivinos? En realidad, estamos ante una falacia de lo más ordinaria, la de ad hominem. Es decir, personal, subjetiva, improbable. Ese uso me da vergüenza ajena. No son los únicos, otros proponen una dicotomía falsa, o democracia o autoritarismo. Y contra eso editorializa El Comercio este sábado pasado. Por mi parte veo un razonamiento tautológico. O sea, usted Keiko, no puede demostrarme que es demócrata porque todavía no ha gobernado. Un círculo vicioso. Lanzan una conjetura con la apariencia de un razonamiento correcto. No lo es. Hay muchas maneras de equivocarse con falacias lógicas. Por ejemplo: mi auto funciona con gasolina. Mi auto no enciende, entonces, le falta gasolina. Falsa inferencia, puede estar fallando la batería.
Pero hay algo peor. Raymond Boudon dedicó un libro a El arte de persuadirse de las ideas frágiles, dudosas o falsas. Boudon demuestra que preferimos autoconvencernos con falacias cuando conviene a nuestros intereses. Es el caso de los antikeikistas. Dictadura en los noventa hubo, sin duda alguna, pero ¿la proyectan al futuro? Para no ver el presente. Lo cierto es que hay una dinámica de clases emergentes. No quieren ni verla, algo que no es de izquierda pero es popular. Hace cien años, sus abuelos tampoco entendieron al aprismo. Hoy les sale al paso un pueblo desde abajo que no vota por una dictadura sino por alguien que los ha escuchado. ¿Y cómo admitir ese hecho real y novedoso? ¡Otro partido del pueblo! Y se engañan a sí mismos antes de intentar engañar a los demás. Y se dicen, ¿y si sale elegida y hace un buen gobierno? ¿Y si encima toma medidas de tipo izquierda? ¡La canción! Le roba banderas a Verónika para el 2021. Necesitamos creer que la China es el mal. De lo contrario, tendríamos que revisar nuestra postura e ideas. ¡Qué horror! Y sobre todo, ¡qué flojera!
Cuando le pregunto a un chofer de taxi qué piensan sus clientes con eso que por tener mayoría en el Congreso ya se prepara una dictadura, me cuenta que la gente se echa a reír. Los heraldos negros del temor en nombre del club de la decencia que ellos solitos administran, están subestimando a la gente peruana. Hay otra sociedad. Los peruanos de esta hora ni se tragan las falacias del antikeikismo ni van a aguantar ninguna dictadura, ni de izquierdas ni de derechas.
Adenda, lamentablemente necesaria
Hernando, escucha. Somos amigos, y siempre he mencionado en mis libros y clases tus enormes aportes. Tus propuestas las creo espléndidas pero… Hay un pero. Tu idea de hablar con los senderistas verdes (y espero, arrepentidos) es buena. Pero son complejas políticas de gobierno. Espera un poco. Hernando de Soto tú eres un sabio. No eres un político. Como tampoco lo es PPK. Si lo fueras, ya habrías sido tres o más veces presidente. Quién entiende de política es Keiko. Entonces, ¿te puedo pedir algo? Evita los periodistas. Un poco de timing. Te lo pido públicamente porque públicas son tus intervenciones. Cuidado con el cuento de la lechera y la leche derramada. Un par de intervenciones más, otro exabrupto del hermano… Tú pesas mucho, Hernando. Por eso mismo, cállate un rato.
Cordialmente,
Hugo Neira
Publicado en El Montonero., 16 de mayo de 2016