Hugo Neira anuncia nuevo libro, explica su voto y aborda la encrucijada presidencial de la segunda vuelta.
Por : Carlos Cabanillas
«Yo asumo el papel del aguafiestas», dice Hugo Neira, sabiendo que es uno de los últimos intelectuales en pie. “El Perú de hoy no es el país racional de los años 20, donde estaban Basadre, Haya, Sánchez y Riva Agüero”, explica. De ahí que haya titulado su nuevo libro Realidad e Irrealidad Peruana. Diez ensayos, un sutil homenaje a José Carlos Mariátegui y una crítica al pensamiento mágico, la anomia política y la sumisión voluntaria que verá las librerías en un mes. “Cuando haya pasado la segunda vuelta”, precisa desde su balcón.
–¿Qué representa el fujimorismo?
–Es como indagar sobre los lepenistas. El fujimorismo parte de una idea de De Soto: el cholo capitalista.
–¿El fujimorismo ha llenado el espacio del aprismo en el norte?
–Es un partido de nuevas clases sociales: clases comerciales, clases emergentes. Se parece mucho al APRA de los 30. Es una nueva clase media.
–Pero sin intelectuales…
–Mira, en los años 30 había un partido extraño y multiclasista, con cañeros trujillanos, obreros de Lima y miembros de la élite. En el vientre de ese partido estaba la nación peruana. ¿Y qué hicieron? Lo resistieron por décadas y lo retardaron. Le cerraron el club democrático. También es cierto que ese partido cometió crímenes atroces. Ya en los sesenta mi generación encontró a un APRA dura, vertical y con rasgos fascistas. El partido mismo sufrió la amargura de la exclusión y se emponzoñó. Se volvieron –y los volvieron– un partido sectario. Fue un veto de decenios. Y así perdimos el siglo XX.
–Los fujimoristas aurorales hablan de “los años de persecución”. Claro, no dicen que iban a la cárcel por delitos, no por ideas. Es Marx: la historia se repite, primero como tragedia y después como farsa.
–Entonces estamos al inicio del siglo XXI y ha surgido un nuevo partido multiclasista. ¿Y qué hacen? Les vuelven a cerrar las puertas del club democrático. ¿En qué se va a convertir el fujimorismo? Pueden ‘cancerizar’ al fujimorismo, volviéndolo un partido monstruo como el APRA de los 30 y 40. ¿Quién garantiza que el fujimorismo no se torne hacia posturas realmente autoritarias? ¿Qué pasará cuando esas masas se pongan detrás de un Antauro libre o un Santos?
–¿Está diciendo que el fujimorismo es el mal menor de este nuevo siglo?
-Sobre todo frente a la impaciencia popular. Ya van varios años que envían un outsider.
–¿El fujimorismo bloquea la llegada de outsiders? Pero el fujimorismo también tiene un componente antisistema.
–El fujimorismo no va a desaparecer y es mejor que se integre a la sociedad. Les pido un poco de criterio político. Mira, si mañana un grupo político de Sendero Luminoso dice respetar la democracia y decide formar un partido político, debería entrar.
–De acuerdo. Pero para que dejen las armas y las cárceles y pasen a la legalidad, como el APRA, debería haber un mea culpa y una reparación civil.
–Sí pues. Los “compañeros equivocados” no han hecho un mea culpa, como Mujica o los montoneros.
–¿No se aplica lo mismo para el fujimorismo? En su columna a Mario Vargas Llosa usted menciona los ejemplos de España y Chile. ¿Realmente cree que Keiko es un Adolfo Suárez?
–Ese papel pudo haberlo jugado Mario Vargas Llosa. Cuando el comité central del Partido Comunista Alemán se reunió para discutir el triunfo de Hitler, los camaradas discutían qué política debían cambiar. Bertolt Brecht dijo: no hay que cambiar de nada, hay que cambiar de pueblo. Lo que nos falta es un pueblo peruano que, como el español y el chileno, decida superar los errores de la izquierda y la derecha. No olvidarlos, pero elegir la democracia. En el Perú el que comete una falta está condenado para siempre.
–¿No es al revés? Somos muy permisivos. Los delincuentes candidatean.
–Cuando murió Franco, todas las instituciones seguían siendo franquistas. A Pinochet lo dejaron diez años tranquilo como jefe del Estado Mayor. Una vez Patricio Aylwin nos contó que fue donde Pinochet a saludarlo y ofrecerle su ayuda. Pinochet le respondió: muchas gracias, pero usted no tiene nada que ayudarme. Yo soy quien lo está ayudando a usted. Porque si yo no estuviera sentado aquí estaría uno de mis camaradas y tal vez a él no le guste esto de la democracia. Así que mientras yo esté sentado aquí usted está sentado allá. Así que soy yo el que lo está ayudando. Chile es una democracia vigilada. Solo cuando murió Pinochet se atrevieron a lanzar a un socialista.
–¿PPK no es más concertador?
–El problema es que nunca ha sido político. ¿Qué catástrofe nos espera con el gobierno de ese segundo Belaunde que es PPK? Recordemos el caso de Belaunde: honesto, respetable y demócrata. Pero cada vez que gobernó vino luego un tsunami. Belaunde era un buen Presidente para un país normal. Pero este no es un país normal.
–¿Votar por Fujimori no es, como dice, “la servidumbre voluntaria”?
-No, porque el fujimorismo está en el juego democrático. Yo estuve en el Foro Democrático contra Fujimori. Ahora, me preocupa lo de Rafo León. Es un paso al paleolítico. Necesitamos medios libres para lo que se viene.
–¿Usted, que es tan crítico de Acuña, no ve en él un fujimorismo sin Fujimori?
–Acuña representa lo peor de este país. Nadie se parece a Acuña. Si Acuña fuese Presidente, yo vendo esta casa y me voy para siempre.
–¿Qué le pasó a García? Siempre ganó desde la centro izquierda.
–Pregúntaselo. Yo no lo entiendo. Alan debió ocupar la centro izquierda que ocupó Barnechea. Churchill ganó la guerra y luego perdió la reelección. Los grandes pueblos son ingratos, dijo. ¿Para qué quería un tercer gobierno?
–¿Cuál es el futuro del APRA?
–Mira, nadie ha estudiado tanto el APRA como yo. No soy aprista: soy apristólogo. Javier Valle Riestra me dijo hace un mes en El Virrey: Oye Hugo, a ti y a mí no nos pueden botar del APRA. ¿Por qué?, le pregunté. Porque no estamos dentro, me dijo. Ese “estar afuera” me da libertad para opinar. Yo les propondría un aggiornamiento. No es una época de cambio: es un cambio de época. Mira al Führer que candidatea a la presidencia de los Estados Unidos. El APRA ya no tiene cholos, no tiene gente de abajo. Arguedas decía: hay un abajo más abajo. Y ese abajo ahora tiene dinero.
–¿Cuál es el futuro del fujimorismo?
–Yo tengo una certeza: el fujimorismo no se va a ir. Aunque pierda Keiko. Por lo pronto, ya metieron un gol en el primer tiempo. Alberto Fujimori tuvo la suerte de recibir un país harto de la política. La hija va a recibir uno muy politizado y no la van a dejar implantar una dictadura.
–¿Por quién va a votar?
–No soy militante de ningún partido. Mi juicio político es un acto de razón. Hay dos cosas que tomo en cuenta. Los intereses del pueblo y la gobernabilidad. Y pregunto, ¿acaso no es cierto que el voto popular lo tiene Keiko? Y en cuanto a la gobernabilidad, tiene una bancada mayoritaria. Y repregunto entonces, tiene ¿PPK detrás suyo el voto de la gente de abajo? Lo mejor es tener instituciones que nos den paz y estabilidad. El analista que soy le dice al ciudadano que soy, lo siguiente: votar por Keiko es lo más razonable.∞
__________________
10 Ensayos de Irrealidad
Breve adelanto del nuevo libro de Hugo Neira.
Habré escrito estos ensayos ante la potencia de lo contingente. No son siete, por respeto a José Carlos Mariátegui, ni tampoco ocho —son diez—, y son la continuidad de mí mismo. Varios de sus temas los he tratado varias veces, y otros no. La modernidad la traté en Hacia la tercera mitad, hace veinte años. Pero no el enigma de la sumisión que es un comentario peruano y sudamericano a Etienne de la Boétie que es un pensador que me obsesiona tanto como Rousseau o Hannah Arendt. Lo contingente son los problemas del Perú y las elecciones del 2016.
Como habrá notado el amable lector, voy de la realidad peruana a los grandes pensadores de la filosofía política y de ella a la realidad peruana, a veces desde Raymond Aron (a cuyas clases asistí en la Fondation Nationale des Sciences Politiques) y con las reflexiones de Leo Strauss y Castoriadis. Este último me parece que es el más grande pensador en filosofía y ciencias sociales que hemos tenido. Original y potente aquel griego contemporáneo que se permitió discrepar de la izquierda europea que no osaba criticar el seudosocialismo de la URSS, antes del colapso. Tan excepcional que, naturalmente, no lo conocemos. Como muy poco a José Aricó, argentino exiliado en México, gran amigo de Carlos Franco, que nos explicó que como Marx no entendió la América Latina, desde esa ausencia de este continente en su cabeza, podemos hacer otra lectura del marxismo que habrá que llamar de otra manera.
No he querido por mi parte perder el tiempo ni hacérselo perder al lector. He reunido varios hechos decisivos. Que van desde la regularidad con la que aparecen outsiders en nuestra vida pública, al desfase entre el progreso económico y la percepción desencantada de muchos, o la aborrecible tendencia a exaltar lo que tenemos de bueno para olvidar la alucinante lista de retrasos y de agravios, lo que llaman el Perú mágico, un vasto embuste, que ocupa el primer capítulo. La singularidad de cada mal es importante. El primer ensayo trata de la fabricada mitología de la autosuficiencia.
Este libro es algo mío y no lo es. Recorte de diarios, estadísticas, lectura de textos ajenos, observaciones, trabajo de campo y trabajo de laboratorio, confrontación de hechos con teorías. La cultura no es lo innato. En estas páginas están varias culturas vivas, desde los achorados a las herencias autoritarias, lo que es complejo y lo que quiere regenerarse. Igual los recojo. Los ensayos de este libro se inscriben en una ciencia de lo impreciso, propios a cuando se reflexiona sobre el presente. Intento la salvación desde lo simbólico. (Escribe: Hugo Neira)
Publicado en Caretas n° 2436, 12 de mayo de 2016, pp. 52-55
http://caretas.pe/Main.asp?T=3082&S=&id=12&idE=1259&idSTo=0&idA=75482#.VzaNFiPhBsQ