«El mejor de los últimos ministros en educación». Lo dijo un miembro del Ejecutivo. Por lo visto no cuenta Nicolás Lynch, pese a que se enfrentó a un poderoso Sutep en el 2001. Ni menos, por aprista, José Antonio Chang, pese a los concursos para la carrera magisterial o los colegios emblemáticos. Insistieron tanto políticos y periodistas en la evidente superioridad de Jaime Saavedra que terminaron por convencerme.
Educadores hemos tenido en la historia de la educación peruana pero ¿qué cuenta don Julio C. Tello, apenas arqueólogo, que escribiera sobre la reforma de la educación en 1928? ¿Y el puneño José Antonio Encinas, que con un máster en Padua, se hizo defensor de indígenas? Nada que ver con Saavedra, amauta insuperable. Cierto es que Felipe Mac Gregor, sacerdote jesuita y profesor de filosofía, nacido en el Callao, rector de la Católica de 1963 a 1977, impulsa la investigación, pero Saavedra es «el hombre de la revolución educativa»¡! (Diana Seminario, El Comercio, 12.12.16) Ni Jorge Dintilhac, profesor de francés y de griego, que inventa la Católica, ni los fundadores de la Cayetano Heredia. Todos chancay de a medio al lado de Jaime Saavedra. Los mencionados, por lo visto, unos ilusos. Creían en la cultura, las profesiones, la ciencia, el conocimiento.
Me pregunto si no habrá pecado de modesto el exministro ¿? Hubiera sido oportuno mencionar su obra magna —Motivation to Learn (2003)— que trata de la revolución de las ciencias cognitivas, traducida a todos los idiomas, refuta a las grandes corrientes pedagógicas, de Pestalozzi a John Dewey y a la escuela de Decroly, en páginas admirables. Y no les digo la discusión con Célestine Freinet sobre los métodos activos. Saavedra no es solo un téorico sino un ministro pragmático. A él le debemos la desaparición de esa lacra de la enseñanza peruana que han sido los 12 mil polidocentes multigrado en particular en la serranía. Saavedra acabó con eso. Además ¿no ha sido quien reintegró los cursos de lógica y gramática que tanto hacen falta a los educandos?
Ahora bien, los dos párrafos anteriores no son sino un canular o hoax, es decir, una broma.
Cable a tierra, ¡cómo lo han exaltado! Saavedra —un sabio, el hombre del destino— no merecía la censura «por su contribución al sector» (Ana Jara). Y los «resultados importantes en una reforma de nuestra injusta educación pública» (El Comercio, 14.12.16). «Respaldo el trabajo de Saavedra porque es el camino correcto para las reformas en educación» (Premier Zavala). En fin, lo que resulta divertido y a la vez patético, es que nadie ha dicho en qué consistía esa gran reforma. Los romanos decían flatus vocis, palabras sin contenido. Sin duda el efecto de una hipnosis colectiva, según Luis García Miró Elguera, debida a «la concentración mediática y la progresía que quieren gobernar» (Expreso, 15.12.16).
Saavedra, el verdadero, la educación como un negocio más. Ni se ha ocupado de los maestros. «El sueldo promedio en julio del 2015, en su abrumadora mayoría, estaba debajo de la canasta básica» (Lynch, 13.07.15). Y en cuanto a las pruebas de PISA, ya no somos sino penúltimos. Debajo Túnez, Macedonia y el Líbano. Y por encima a 12 rangos Costa Rica; a 20 Chile. A este paso, multiplicando por tres (el lapso de PISA) alcanzamos a Chile en 60 años. O sea, nunca.
En esta columna he aplaudido lo poco que hizo, extender las horas de clases y un par de cursos. Ahora bien, acaba de llegarme un paquete gentilmente enviado por el MINEDU. Se agradece. Justamente, compruebo que en tres años de Jaime Saavedra —dos con Humala— el plan vigente de educación básica sigue siendo el de siempre. Y siguen aplastantes las áreas de «tutoría y orientación educativa». En suma, clases de comportamientos. ¿Pero sin la transmisión de conocimientos fundamentales? Saavedra no se ha apartado ni un ápice del currículo que nos lleva a la ruina.
Cierto, lo han sancionado, entre otras cosas, por los 850 millones de gastos en consultorías. El país entero teme la aparición de «cajas chicas», y ya no por el Sistema de Inteligencia Nacional sino por cualquier rendija del Estado. El montesinismo es una praxis sin nombre propio.
Dicho esto, el problema educativo sigue entero. La etapa llamada media en el Perú es una extravagancia. A mí lo que me preocupa es la masa de escolares que van cada mañana a colegios de media que se han salido de la ruta del homo sapiens.
Las clases subalternas venidas de la inmigración se establecieron en una frontera, el arenal. Luego en las pymes. Creen que han llegado. Siguen fuera. Empantanados en la trampa de carreras cortas y empleos precarios. A los nietos de «pobladores» les pasa algo como a las primeras mujeres escritoras que entraron, a fines del XIX, al mundo intelectual. El orden patriarcal las condenaba a la vida doméstica, a cuidar al marido e hijos. Hoy, a los que vienen del pueblo les enseñan a desdeñar la cultura. En Perú hay una inadmisible educación a tres niveles. Universidades para ricos, para pobres (que son forzosamente selectivas) y nada para los de la pésima media sin maestros ni libros. Un país con un triple apartheid, no es una nación moderna.
PD: Parece que hay nueva ministra. Marilú Martens. Muy buen perfil. Buena suerte.
Publicado en El Montonero., 19 de diciembre de 2016
http://elmontonero.pe/columnas/jaime-saavedra-hemos-perdido-un-amauta