El evento del CADE ha fijado los ojos en el sistema internacional. Nos sacaron, al menos por un rato, de esa pesadilla de mafias, Orellana, Belaunde, etc. Cercanos estamos a la hora del Bicentario (evito la palabra celebrar). De aquí al 2021, nos guste o no, seguiremos dentro de una gigantesca mutación planetaria. ¿Globalización? Nuestro tiempo está marcado «por una gigantesca transferencia de riqueza y potencia económica de Occidente a Oriente, y lo fuerte de nuestros días es el peso creciente de los nuevos actores, India y China». Esto lo dice Daniel Cohen (La prosperidad del vicio). Para entonces —dice— los Estados Unidos seguirán siendo un actor importante, pero «no tan importante como lo ha sido hasta ahora».
Es capital, pues, la definición del mundo moderno. La cita del CADE fue oportuna, pero con todo respeto, discrepo de la hipótesis que la convocaba. «Alcanzar al primer mundo». Nadie se propone eso en Pekín ni en Nueva Delhi. Tienen «otros» desarrollos, y explicarlo ahora resultaría largo. Incita al error que el Banco Mundial o el FMI alineen una nación tras otra, según su PIB, u otra medida común. Lo que conduce a la errónea idea que la economía mundial es como una cola frente a una ventanilla única. En los hechos, el árbol del crecimiento tiene similitud con el árbol de la aparición de los «homo», anteriores a los sapiens, o sea el australopiteco, el habilis, eructus. Su forma de aparición es la de un candelabro. Hubo muchos ensayos distintos antes del homo sapiens. Igual el desarrollo. Holanda arrancó en el siglo XVII vendiendo tulipanes a toda Europa. América con ferrocarriles y la frontera en el Oeste.
Por lo demás, no hay más primero, segundo ni tercer mundo. Esa es clasificación de la guerra fría. Anterior al Muro de Berlín. Hoy inactual. La Europa Occidental y los Estados Unidos son «países del capitalismo avanzado». En la lista cuentan también Australia y Canadá. La novedad son los del BRIC, Brasil, Rusia, India y China. No hay más segundo mundo, eso era la URSS y su versión del capitalismo de Estado que se hundió. ¿Y entonces, qué hay? El horror del retardo, África y varios países asiáticos y de este continente.
¿Queremos entrar en la OCDE? Tienen sus criterios, uno es la distribución de riqueza y pobreza, el coeficiente Gini. Nos van a jalar de las orejas. Y en cuanto a educación, una sugerencia. Para la próxima cita podrían invitar a alguien que explique el Japón. Nos dirá, como Cohen, «el éxito del Japón se debe a la capacidad de esa nación asiática para dotarse de bienes públicos fundamentales tales como escuela, salud pública, justicia y organización razonable de su territorio». Ha dicho «bienes públicos». ¡Qué horror!
En fin, he concluido por donde he comenzado, eso es un paper. ¿Dónde aprendí el arte de la disertación? ¿En la Sorbonne? No, en el Melitón Carvajal. Se enseñaba esas cosas inútiles, a redactar con las reglas del oficio. Hoy «somos los últimos de la clase» (Nicolás Lynch) pero los muchachos aprenden «valores». ¿Usted lector se cree eso?
Publicado en El Montonero., 24 de noviembre de 2014
http://elmontonero.pe/columnas/2014/11/los-desarrollos-son-varios-y-distintos/