Alan: más allá de la política, la escritura

Escrito Por: Hugo Neira 801 veces - Dic• 15•19

Nada es más difícil que una Memoria. Este es el criterio que se tiene para los textos en inglés, francés, italiano y castellano. Es un género, tanto como una novela, la poesía o los libros de filosofía o ciencias sociales. No hay premio Nobel, como tampoco lo hay para otras disciplinas. Y los que la practicaron, son los mejores. Así, cuando comencé a leer las Metamemorias de Alan García, me preguntaba si se inspiraba en autores célebres, en particular en autores franceses —durante el exilio—, y en efecto, cita a Chateaubriand, sus Memorias de ultratumba. Alan fue leal a Haya de la Torre, como a sus amigos a los que menciona, y a gente que le ayudó a ser lo que llegó a ser, tal como su maestro Bourricaud, modesto presidente de la Sociedad Mundial de Sociología, del que fue aprovechado alumno. Lo que quiero decir es que Alan escribe algo que es obra canónica, algo más que una autobiografía.

Dice Alan: «para mí, los temas originales fueron la emoción social de Celia, Carlos (el padre ausente) y la historia trascendental de Víctor Raúl». Celia, la abuela, que nace en el Cusco, o Manuel Seoane, y Carlos, «el deber». Y Chile de los exilios, y entonces, sus amigos fantasmales y a la vez conocidos, los personajes que conoce porque los había leído: Polibio, 200 a.C. O Confucio. Y lo que había vivido, el Frente Democrático. François Mitterrand, Perón, «mi Barranco», y entonces, incluye paisajes peruanos. Es curioso, como Riva-Agüero en la Pampa de la Quinua o Arguedas y Porras en su visitas al Cusco, lo que llama Alan el «comarquismo», lo toma del vocablo del cronista Sarmiento de Gamboa. O sea, ¡también leyó a los cronistas! Y además Alan, «la dialéctica espacial del Perú», o sea Chavín, Moche, el país «arrugado» de John Murra.

En el libro que comento de Alan, hay emocionalidad y hay orden. Desde el capítulo IV, «Víctor Raúl: la Historia», el Perú de 1977, el «ego colosal» refiriéndose a los profesores como Althusser en París. Sí pues, era un pedante, y quiso reducir a Marx a un nuevo positivismo. Estaba muy mal de la cabeza, terminó estrangulando a su esposa que era comunista. (No sé si eso fue un acto fallido, lo preguntaré a Max Hernández.) Luego viene «El primer gobierno aprista», obviamente, es un capítulo largo, de la página 199 a 273. Luego, el «Después de 1990», «La Vuelta», cap. VIII. Y «El segundo gobierno aprista». El X° capítulo, «2011. Los Humala en el poder». Y luego el «Gran error. 2016».

Las Memorias tienen sus reglas. Me preocupa que los que lo han comentado no siempre dan una definición de ese género. En el mundo universitario, hay un «pacto autobiográfico» sobre lo que es Memorias. Lejeune: «un relato retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia». Hay, pues, personaje y narrador. Me parece que Alan al género, lo había estudiado. ¿Cómo comienza Stendhal su libro? «Me encuentro esta mañana, 16 de octubre de 1832, en Roma, bajo un sol resplandeciente». Nabokov: «Estoy al borde de abismo». Chateaubriand: «Hace cuatro años que vivo en medio de árboles». ¿Y qué dice Alan García, desde la primera línea? «2018. Con el sol invernal en la cara, camino por la calle Princesa de Madrid…» Literatura, situaciones, ideas y emociones. ¿Y le siguen negando que era un escritor y no solo un político? Agotados los primeros 10 mil ejemplares, que contesten sus lectores.

El autor es Director del Instituto de Gobierno y Gestión Pública de la USMP

Publicado en Caretas n° 2620 del 12 de diciembre de 2019, pp. 62-63.

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