Estuve en Arequipa, en una gran Feria Internacional del Libro. Con el apoyo de dos universidades —UNSA y UCSM—, la Alianza Francesa, el ICPA, el CCPNA, el Gobierno Regional, el Instituto de Ingenieros de Minas, invitaron a unos 125 autores entre nacionales y extranjeros. Por mi parte tuve tres actividades. Una, comenté el libro de Juan Carlos Valdivia Cano, profesor en sendas universidades arequipeñas y estupendo ensayista. Su “Voluntad de crear” dedicada a Mariátegui merece crónica aparte (no se dice amerita). Dos, un libro mío, ¿Qué es Nación?. La tercera fue en un homenaje que me hicieron (*). Me pidieron “la vida y la escritura”.
Eso hice. Y hablando de mis libros y vida, les dije algo que no sabían: de muy niño viví en Arequipa en casa de mis abuelas paternas, las Damiani, y luego ellas me llevaron a Trujillo y a Lima, mis padres se habían divorciado, y con ellas viví mi infancia y mi adolescencia. Las abuelas arequipeñas marcaron mi manera de ser y mi destino, desde la severidad afectuosa con la que se ocuparon de ese niño y el cotidiano yantar de pastas como descendientes de italianos y el chupe de camarones cada domingo de la vida, de los 8 a los 18 años. Y el respeto a los principios cristianos pero no a los “curas”. El abuelo italiano era garibaldino. Eso, y una atención sin mimos, y la estupenda escuela fiscal y el Melitón Carbajal de esa época de oro de la educación pública, y el barrio moreno y bronco de Lince donde se aprendía a ser iguales, hicieron el resto. Por eso no puedo ser hasta ahora dogmático de nada.
Perdón por estas confidencias. Voy a mi crónica, sobre temas públicos. Medios y prensa me hicieron diversas preguntas. A ellas acudo.
– Usted ha dicho que volvió a estudiarlo todo en 1989, cuando se desplomó la URSS. Ha dicho que vino también una renovación de las ciencias políticas. ¿Podría explicar un poco más eso?
Mire, vuelto a Europa, Antes de la Perestroika, visité la Polonia de Solidaridad. Y escribí un artículo que publicó Carlos Franco en Socialismo y Participación. Anuncié el fin de la URSS siete años antes. La hipótesis era sencilla: Moscú tenía que elegir entre su imperio del Este y las demandas internas. Lo que no pensé fue en el desplome total. Entonces, decidí revisarlo todo. Fueron años de relectura, en Tahití, ya profesor.
-Y con eso escribe Hacia la tercera mitad. ¿Pero puede darnos más precisión?
Tiene razón. Por un lado, la renovación de las ciencias humanas vino del lado liberal, desde Raymond Aron y Hannah Arendt, ante el tema del totalitarismo. Pero a ambos se les ignoró en América Latina. ¡No eran marxistas! Por otro lado, se descubre a un par de enormes pensadores, los criticos de izquierda de la izquierda. Rogelio Castoriadis y Edgar Morin. En ambos hay otro paradigma para pensar la sociedad y al hombre. La idea de la autoorganización.
– ¿Puede darnos un ejemplo de esa autoorganización?
En el Perú, las invasiones (o recuperaciones de tierras) de los campesinos cusqueños. Comenzó con Hugo Blanco, pero fue un movimiento espontáneo. De inteligencia colectiva. El otro movimiento que se genera sin partidos ni líderes es Mayo del 68 en París. También estuve de cuerpo presente. Fui un testigo. La conceptualización me vino después. Es así siempre.
-Doctor Neira, de todo eso, díganos un concepto, uno solo.
El concepto de la libertad. Desde la libertad hay entonces política. Fíjese bien, no digo política de izquierda o de derecha. Solamente que exista. La libertad no es un regalo.
-¿Le preocupa el 2016?
Me preocupa el 2017. Vamos a pagar el monstruoso error de aulas sin humanidades ni libros. Ciudadano es quien sabe leer y comentar un texto. Pero nunca han aprendido a redactar ni una página personal. ¿Somos una democracia con millones de ágrafos?
Publicado en El Montonero., 12 de octubre de 2015
http://elmontonero.pe/columnas/arequipa-y-la-cultura
(*) Homenaje / Artequipa:
corto: https://www.youtube.com/watch?v=APmKff9ppoQ
largo: https://www.youtube.com/watch?v=0-r-Wl4Rlt4