Educación peruana en la encrucijada. Entrevista a Hugo Neira

Escrito Por: Hugo Neira 991 veces - Oct• 12•20

Por: Juan Carlos Tafur

¿En qué momento se jodió la educación en el Perú?

En dos momentos. El primero fue cuando, después de Odría, dejaron de construirse Grandes Unidades Escolares mientras la población iba en aumento. El segundo momento es lo que en tauromaquia se llama la puntilla, el último golpe, el que provoca la muerte del toro. Ocurrió  a inicios de los años 90. Después del primer gobierno de Alan García, las cajas fiscales estaban vacías. Su primer gobierno fue el de una inflación inmensa, como todos recordamos. Entonces, sin grandes recursos, un grupo especial de pedagogos llamados «constructivistas», propusieron al entonces presidente Alberto Fujimori, un sistema ahorrativo que consistió en dos medidas básicas: eliminar el turno tarde para pasar de de 1600 a 500 horas de clase por año escolar. Y lo más grave, eliminar asignaturas enteras para no tener que pagar a más maestros.

¿Cuáles fueron las consecuencias de esas dos modificaciones tan drásticas?

El problema fue que, al hacer eso, se estableció un aprendizaje que suponía la construcción del mismo a través de un proceso mental que no necesitaba profesores y, por ende, se oponía al modelo educativo vigente en el resto del planeta. Es decir, se eliminó la transferencia de conocimientos a los alumnos para promover el desarrollo de «habilidades». ¿Sin estudiar las ciencias ni los conocimientos que se deben trasladar a las nuevas generaciones? Esta tendencia educativa está inspirada en las ideas del francés Jean Piaget (1896-1980) y el ruso Lev Vigotsky (1896-1934). En algunos países han tomado en cuenta sus teorías, de manera parcial, pues han servido para dar espacios de trabajo personal a los escolares, pero nunca les han dado por completo la educación, como en el Perú, y menos aún, la oportunidad de hacer desaparecer la enseñanza. En nuestro ingenuo país, dueños del Ministerio de Educación lograron hacer  desaparecer las asignaturas: nada de clases de física y química, lógica, gramática, álgebra, historia del Perú, historia universal, nada de literatura ni de filosofía (como introducción, se enseña en otros países). Según los constructivistas los jóvenes peruanos deben descubrir por su cuenta la clasificación de los elementos químicos de la famosa tabla de Dimitri Mendeleiev (1834-1907). ¿Descubrir lo que ya está descubierto? Ellos trabajaron a partir de una vanidad muy peruana, querer ser creativo y dejar de lado la maldita cultura occidental. Como sabemos, el éxito de esa nueva escuela es visible. Para muestra, los resultados de las pruebas de PISA que dejan al Perú, siempre, entre los peores del planeta. Y pensar que la cultura peruana no era lo peor que teníamos. Al contrario.

¿Cómo afectó todo esto, de manera concreta, a nuestro sistema educativo?

He insistido muchas veces en que las razones por las cuales llamamos «media» al nivel de Educación Secundaria. En efecto, es el momento en que, en plena adolescencia, los seres humanos reciben los elementos básicos del saber, tanto humanistas como de ciencias naturales. Y el mínimo de matemáticas. Para profundizar existen los estudios superiores. La «media» debe transferir, a las generaciones, la acumulación del saber humano. Pero es precisamente eso lo que no se ha hecho en el Perú, desde hace 40 años. Y aunque ya me cansé de decirlo, lo repito una vez más. Es un crimen contra la cultura, el sentido común y la nación. Si yo fuera político, les abriría un juicio de traición a la patria a todos los responsables.

Además, ellos han probado lo fácil que es convencer y estafar a muchos peruanos. Por ejemplo, hablaron de formación moral para darles el gusto a quienes consideraron que era necesario incluirla en el modelo educativo constructivista. Pues bien, ¿dónde quedaron las clases sobre los valores? Nunca ha habido más delincuentes juveniles que en estos años. Lógicamente, salen de la Secundaria sin saber gran cosa de nada. Y lo ilícito les genera ingresos que jamás conseguirían si buscaran un empleo formal. Por lo demás, antes del desastre del constructivismo, eso de los valores se abordaba dentro de una asignatura llamada educación cívica. Pero lo que se llama behaviorismo, del vocablo inglés ‘behaviour’ que significa conducta, — es decir, lecciones para tener buenas conductas— ocupa ahora el lugar de las discíplinas científicas o humanistas. Nadie en el mundo ha hecho algo parecido. Lo que tenemos en el Perú no puede ser llamado educación. Apenas un Ersatz, término alemán aplicado en economía para referirse a un «bien que sustituye a otro». Algo sí como los edulcorantes que usan los diabéticos para no consumir azúcar. El resultado es una vergüenza. Salen de la Secundaria sin tener un oficio ni tampoco posibilidades de enfrentar la vida universitaria. Por eso estamos siempre en los últimos puestos de las pruebas PISA. Los últimos de la clase: aliados, adversarios y enemigos de la reforma educativa en el Perú (UNMSM, 2006) es un texto de Nicolás Lynch cuando era ministro de Educación, en el que aborda ese tema.

¿Por qué hemos llegado a este punto, según su óptica?

Porque nadie hace algo para regresar a la normalidad. Hay cosas que, por sentido común, son evidentes y no deberían dar lugar a confusiones. En la producción de autos pueden competir diversas naciones y marcas, pero todos los autos tienen 4 ruedas y no 3 o 5. Del mismo modo, las clases se hacen con maestros y asignaturas, no hay otra forma. Los lectores  pueden ir a Google y preguntar cómo es el sistema educativo en Ecuador y Bolivia. No es que en el Perú la Educación Secundaria sea mala. Simplemente no existe. Si les parece excesivo lo que digo, les sugiero que busquen, en Internet, un texto de abril 2004, escrito por Ramiro Patiño, de la PUCP, sobre «el peso excesivo asignado a los alumnos». Por mi parte, creo que es lo peor que le ha ocurrido al Perú, tan grave como la Guerra del Pacífico, Odebrecht, o Sendero Luminoso.  Millones de jóvenes, egresados de esa Secundaria, nunca abrirán un libro por curiosidad, porque les enseñaron la no educación. Están convencidos de que los libros «ya fueron». Dios santo, si supieran cómo es la enseñanza en otros países, ¡se caerían de espaldas!

He enseñado 30 años en Europa. Todos mis alumnos tenían computadoras, pero pasaban horas en las salas de lectura. El error de los peruanos es creer que la tecnología virtual elimina a la escritura. Algo por el estilo pasó cuando aparece el cinematógrafo, se pensaba que había llegado la muerte del teatro. Actualmente hay cine y hay teatro. Una nueva actividad no elimina a las otras. Y el volumen de la producción de libros, en los Estados Unidos y en Europa, es cada vez mayor. Además se compran también por internet.

¿En qué gobierno considera que se dio un mejor tratamiento a la educación?

Durante el gobierno del general Odría, entre 1948 y 1956. Lo siento mucho, pero así fue. Yo estuve en el colegio en esos años, en la Gran Unidad Escolar Melitón Carvajal de Lince. Estupenda formación.

¿Es posible una sana convivencia entre la educación pública y la privada?

En los países civilizados, todos van a la escuela pública. Durante la Secundaria yo tuve una experiencia comparable a la que el historiados francés Alexis de Tocqueville (1805-1859) tuvo en su viaje a la democracia de Norteamérica en 1835. Encontró que los estadounidenses, venidos de diversos países, se trataban de igual a igual. Pues bien, en mi colegio de Primaria, el 419, ubicado en la avenida Militar de Lince, había negros, cholos, nipones, de todo. Y no tuve nunca prejuicios raciales. Es más, tuve una estupenda formación debido a que las maestras salían de una escuela pedagógica que les había enseñado a producir en sus alumnos, cada clase, oleadas de curiosidad. Y crecí entre ellos, aprendiendo una lección permanente y existencial de que todos éramos iguales. Menos mal que fui un niño pobre. Si hubiese ido a un colegio privado, de niñitos blancos, mi mentalidad hubiese sido otra, completamente diferente. Yo no fui hacia el pueblo, yo vengo del pueblo. Y así salí a la carrera de la vida misma porque, al ingresar a San Marcos, preferí estar con aquellos jóvenes que eran comunistas. Y más tarde, dejé la carrera universitaria que estaba haciendo en Francia, para venir al Perú, en tiempos de Velasco y la reforma agraria. Luego de ese paréntesis de 7 años, tuve que volver a Francia —mi madre adoptiva—, y continuar mi vida de hombre libre. Gané el concurso público para ser profesor titular. Lo conseguí. Y tengo doble nacionalidad. Me dieron la ciudadanía francesa, naturalmente, después de haber estudiado en París, obtenido un doctorado y ganado un puesto público por concurso. Me convertí en ciudadano francés sin perder mi identidad original. Eso soy. Un peruano europeo. No hay muchos.

Es un problema de presupuesto de currícula, de infraestructura. ¿Por dónde empezar?

Acabo de decirlo, por las asignaturas. A veces debemos aceptar y decir que nos equivocamos. Pero claro, ¿quién en el Perú dice eso? Yo lo digo. Con Velasco se acierta con la reforma agraria en los Andes. Pero fue un error tener centenas de empresas en manos del Estado. No teníamos el recurso humano adecuado.

La carrera pública magisterial fue el inicio de la reforma educativa de estos lustros ¿Está bien encaminada?

Estaba, amigo.

Se dice que una ciudad es moderna cuando sus sectores pudientes viajan en transporte público. ¿Podemos decir lo mismo de la educación?

En estos meses de confinamiento he visto en la televisión varios documentales. Uno de ellos se llama Cómo los ferrocarriles cambiaron el mundo. En efecto, Inglaterra, Estados Unidos, toda Europa, Rusia con el Transiberiano, México, China, pero no los peruanos. Los peruanos queremos el automóvil. Es privado. Puedes lucirte. Y no viajas con la «chusma». Yo vivía lejos de París, donde estaba l’École des Hautes Études en Sciences Sociales – EHESS (la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales), y a donde iba a escuchar a mis profesores, mientras era profesor contratado en Saint-Étienne. En Francia, las universidades están para recibir a los alumnos. Pero las altas escuelas están por encima de las universidades donde se forman los futuros profesionales. Solo ingresan los mejores. Yo me formé en dos de ellas, Sciences Politiques de París y, después de Velasco, de retorno a Europa, en la EHESS de París. Pude ir y volver en un solo día, usando el tren.

¿Cómo sería el Perú si hubiera un ferrocarril costeño y otro que recorriera los Andes, a lo largo y ancho?

Sería un país en que la gente se podría conocer. La nación que todavía no somos. En cuanto a la educación, es curioso que la Secundaria estatal bajara de calidad justo en los decenios justo en que llegaron los migrantes andinos con sus hijos.  

¿Seremos un país mejor cuando las elites lleven a sus hijos a la educación pública?

No creo que eso ocurra. Si eso se les impone, se van a ir a vivir a Miami.

Lenguaje, matemáticas y educación cívica, muchos dicen que con ello es suficiente.

¿En serio? Dejen de mirarse el ombligo. Vayan a Google y vean cómo son las asignaturas en otros países. Y me parece enorme la diferencia, usted mismo verá. ¿Por qué se olvidan de la Historia del Perú? ¿Y por qué de la gramática?

Primera misión de un sistema educativo es «civilizar» a los millones de «bárbaros» que cada generación aporta. ¿Al menos esa labor está cumpliendo la educación peruana?

Los millones de jóvenes que salen de la Secundaria actual sin poder escribir una carta ni poder leer, no están listos para la vida ni para el trabajo ni para los estudios superiores. Son las víctimas de esta terrible situación. Los «bárbaros» son los maestros de Secundaria que entraron sin vocación a la carrera magisterial. Díganme una cosa, ¿en alguna de las innumerables escuelas que actualmente existe, hay libros de Jorge Basadre? Obviamente no. Detestan a los que saben. Tienen metido en la cabeza un criterio etnocacerista, las ideas son un producto occidental y por lo tanto, no las aceptan. ¡Y se creen marxistas! Pobre Mariátegui, pensar que dice esto en la entrada de sus Siete ensayos: «He hecho en Europa mi mejor aprendizaje. Y creo que no hay salvación para Indo-América sin la ciencia y el pensamiento europeos u occidentales».

¿Es posible una buena educación universitaria sin una buena educación Primaria y Secundaria?

Claro que no. ¿Puede un tren caminar sin locomotora? A ver, en los Estados Unidos hay un intermedio entre la Secundaria y el ingreso a las universidades, se llaman los colleges. Los alumnos no van a ellos para adquirir conocimientos sino para el aprendizaje de las herramientas del saber intelectual, saber tomar notas, comprender un texto, escribir una monografía, lo que llaman un paper. Y eso teníamos hace años en las universidades, se llamaba Estudios Generales. Era una preparación técnica, para seguir a los profesores. Pero también eso ha desaparecido. Entonces, los aprendizajes básicos, en Perú, no tienen lugar ni en la Secundaria ni en las universidades. O sea, mandamos soldados a una guerra con fusiles vacíos, sin balas. Un auto se maneja cuando se tiene una capacitación específica. La Secundaria puede servir para practicar cómo se piensa, se escribe y se habla con un orden lógico, siempre y cuando se tenga las asignaturas de historia, literatura, o lo que fuese, para que el alumno intente comentar un texto ajeno, o escribir un texto propio. Eso no se ha enseñado nunca en el Perú, por eso los estudiantes pegan textos que no son suyos, robados de internet. Salen de la Secundaria como si hubieran querido aprender a nadar mirando una piscina que no tiene agua. Como vemos, las metáforas son convincentes. Y eso no lo aprendí ni en San Marcos ni en La Sorbona. Me lo enseñaron en el 5°A de la G.U.E. Melitón Carvajal, en 1957, ¿me hago entender?

Publicada en la revista AD Maestro de la Derrama Magisterial, Año 3, n°16, agosto 2020, pp. 6-11.

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