La temática de estas líneas: ciencias y tecnologías en el mundo contemporáneo y sus efectos sobre las sociedades. Ahora bien, el espacio de esta crónica invita a la brevedad. Para ello, un problema, un examen severo y una conclusión.
¿Qué nos espera en el futuro inmediato? No solo como peruanos sino como especie humana.
Trabajan sobre esa materia diversos profesionales, y van desde instituciones gubernamentales a una densa y extensa producción intelectual y universitaria, imposible de resumir. Citaré, pues, algunos enfoques sintéticos. El primero, del 2009, americano. El segundo, un par de libros pensados en Europa. Ninguno de ellos es pesimista pero no son partidarios del optimismo bobo que se practica a ratos, en nuestro contexto. Y nadie se toma por Nostradamus.
Cómo será el mundo del 2005 al 2030, es un producto del NIC (Consejo Nacional de Información de los Estados Unidos). Lo he leído años atrás, y pensé que sus escenarios eran posibles pero no los tomé muy en serio. Hoy, hay que aceptar que no se equivocaron en varios puntos. La economía se ha mundializado. Las clases medias han emergido en India, China, y el África. Son centenas de millones de seres humanos. En el 2030, lo que se llama pobreza, será minoritaria en el planeta. Se habrán corregido los desequilibrios mundiales de un Occidente rico y un tercer mundo marginado, por un mundo caótico. El nuestro. Nudos de finanzas, migraciones o mejor dicho, desplazamientos étnicos, y contrariamente a lo que piensan nuestros economistas liberales, «desarrollos divergentes». En efecto, Rusia, China, India e Irán, son más bien, «capitalismo de Estado». Venezuela estaba en la lista. Gracias a Maduro, ya no.
Tras esos pronósticos, hay otros actuales y en nada optimistas. Circula un libro con el título de «El retorno a la barbarie en el siglo XXI». No solo terrorismo, «la aceleración de la historia, la desaparición de la estabilidad, el desorden del mundo». La historia ya no progresa de manera continua, dice su autora. «Lo imprevisto ya no es un concepto exótico». Las sorpresas, pues, son devastadoras. La autora no es una improvisada, Thérèse Delpech, catedrática en París y en Londres. Se especializa «en estudios estratégicos». Y lo que llama «barbarie», lo tenemos delante de nuestras narices. En la abundante bibliografía, Federico Campbell, La era de la criminalidad. De Natacha Polony, «Bienvenidos al peor de los mundos». De Patrick Pharo, «El capitalismo como adicción». De Stéphane Foucart, «El Mercado como Dios». Pero el lector ni se preocupe. Esos libros no llegarán jamás a nuestras librerías. Sus autores no son ni marxistas ni liberales. Solamente gente que piensa y ha dejado los -ismos tras sus espaldas. ¡Pídanlos a Amazon!
El tema sobrepasa a nuestro país y al mundo latinoamericano. Pero hay que enterarse. Las revoluciones técnicas y las políticas de las potencias actuales, pueden variar y lo imprevisto forma parte de ese futuro inmediato. Es obvio que formamos parte de la transformación planetaria, queramos o no queramos. Llegará a los Andes.
Publicado en el portal de noticias Café Viena, 5 de marzo de 2019