Por: Carlos Espinoza
A sus 84 años, Hugo Neira dice estar acostumbrado al confinamiento, ya que para producir sus obras e investigaciones se aísla al menos unos cuatro meses. Se considera alguien muy disciplinado, se levanta a las seis de la mañana, escribe hasta el mediodía y prepara sus clases para la universidad de lunes a domingo. «Al momento de trabajar hay que concentrarse muy profundamente, no hay otra forma. Los libros son mis amigos», dice.
– ¿Cuál sería la principal causa de que seamos uno de los países más afectados en cuanto a casos de contagios y muertes por la pandemia de la Covid-19? ¿El Gobierno o la población?
Yo no pertenezco a ningún partido. No acepto consultorías. No me da la gana de tener un compromiso político. Yo estudié para ser comunista, no de izquierda, cualquiera es de izquierda. Por eso, yo no quiero decir nada malo del presidente Vizcarra, quien es legalmente presidente, porque todo el mundo se ha puesto a atacarlo ahora y yo no quisiera, ni por un millón de dólares, estar en su papel, francamente. Porque son dos problemas tremendos: si haces la cuarentena, salvas a la gente, pero se viene abajo la economía. Si sueltas la economía, la gente sale a la calle y va a haber más muertos. Es bien difícil.
El coronavirus nos ha quitado algo de los ojos. No nos habíamos dado cuenta de lo precaria que era la sociedad peruana. Casi tres cuartas partes del mundo del trabajo no tenían una refrigeradora en su casa para comprar alimentos una vez a la semana. Han dicho que hay que lavarse las manos todo el tiempo, pero si muchos no tienen agua! Entonces, ¿qué ha pasado? ¡Todos nos hemos equivocado! Pensábamos con la vanidad peruana del facilismo (…). Hemos ido por el camino suave (y decían): «Ah, los informales llegaron, se construyeron sus casas, no fastidian, tienen su trabajo, se inventan su propio empleo, ¡qué bien!». ¿Qué bien? Mira lo frágil que somos.
Hemos descubierto que no estábamos tan modernizados, que no íbamos a la OECD, que somos muy frágiles y que la población no puede soportar porque no tiene ahorros. Lo que tienen en el colchoncito se les acaba rápido. ¡Francamente tenemos todos, todos la culpa! Yo no me di cuenta, de verdad, lo grave que era todo esto. Han pasado veinte años de crecimiento económico, pudimos hacer esfuerzos para que el Estado pudiera invertir en salud y educación, que es lo más fundamental que hay. Si tú tienes un pueblo bien alimentado y bien educado, entonces puedes hacer cualquier cosa. ¿Cómo se desarrolló Suecia que en 1900 era un país de campesinos pobres? Para modificar eso, un partido socialdemócrata decidió no gastar en armas, con un riesgo grande con Europa en frente, e invertir en el sueco.
En el Perú no se ha invertido en el peruano. Se tiene que invertir fuertemente en salud y, entonces, tendremos una sociedad más homogénea y si nos pasa otra pandemia o epidemia de este tipo ya estaremos más preparados. Es la lección que nos da el cielo o el infierno. El coronavirus nos ha dicho ‘que no somos tan modernos como nos creemos’. Chile está en la OECD, no tiene informales. Uruguay es un país moderno y no hay informales. Ahí está el tema y eso no se resuelve de la noche a la mañana. Para que los informales dejen de serlo, tienes que tener empleos formales. Es el momento de dar el salto, y ahí soy optimista, a la revolución industrial.
No nos vamos a poner a construir aparatos electrónicos que los hacen en Asia, o automóviles, pero sí podemos competir en las (tecnologías) biotécnicas en un Perú con diversos niveles, en las químicas, en las ciencias de la naturaleza. Entraríamos a la quinta vuelta de la revolución industrial. La gente tendría servicios, contratos, estarían mejor consolidados y vivirían en casa mejores y no hacinados en casas pobres como ahora. Me da mucha pena lo que está pasando, a veces me saltan las lágrimas cuando veo cosas en la televisión. Esa señora que corrió detrás (del presidente) en Arequipa, ¡me eché a llorar, carajo, me eché a llorar! Era el pueblo del Perú que estaba corriendo ahí.
Durante los meses de junio y julio el Perú figuró entre los 10 países más golpeados por la Covid-19 en cuanto a casos de contagios.
– De cara al Bicentenario, ¿cuál es la lección que deberíamos tener en cuenta sobre el periodo de la Reforma Agraria que usted tanto conoce?
Sin quitarle mérito al presidente (Juan) Velasco, eso ocurrió cuando hubo movimientos campesinos, no guerrillas, que invadieron tierras de hacendados en el Cusco. A mí me enviaron al Cusco, como periodista. Fui directamente con las personas del Partido Comunista y me dijeron que no tenían nada que ver (con el movimiento). Había una federación campesina que tenía cerca de 1800 sindicatos por todas partes. Viajé con los campesinos cada vez que iban a ‘recuperar sus tierras’ (en Lima le decían ‘invasión’, pero era porque les habían robado sus tierras en el siglo XIX, y no en la Colonia, cuando los criollos pudieron hacer lo que les dio la gana).
Encontré una élite de campesinos que había hecho servicio militar, que hablaba bien castellano y quechua y que eran ellos mismos los que estaban haciendo su propia revolución. Nació una élite de campesinos que tomaron las tierras. Metieron preso a 500 dirigentes campesinos. Los militares pensaron, en el año 62, que eso iba a seguir y como no iba haber reforma agraria tomaron el poder para hacerla. (Los campesinos) se liberaron. No se habla bien de la reforma agraria, porque (no es el triunfo de) ningún partido político de criollos, de comunistas ni apristas.
En cambio, Hugo Blanco, Saturnino Huillca y Velasco le dieron ley a ese tema de los campesinos. Eso terminó la Colonia. Lo que quiero decir es que el hacendado era la continuación de la encomienda colonial. Ahí se murió la Colonia, ahí los campesinos son nuestros iguales. Esa fue la libertad de los campesinos, porque la otra libertad de San Martín y Bolívar fue para los criollos y no para los campesinos. Pero el Perú es ingrato. Yo les digo a los cusqueños cómo no tienen una calle que se llame Saturnino Huillca, un monumento a Hugo Blanco o a Velasco que los salvaron de la servidumbre (¿?).
– ¿A qué intereses obedece que un sector critique documentales como el de Hugo Blanco, Río Profundo?
Lo que quieren con Hugo Blanco es marcarlo como terrorista. Terrorismo es lo que ocurrió con los edificios de las Torres Gemelas. (Hugo Blanco) no fue un guerrillero. Alguna vez le pegó un tiro a un policía que estaba buscándolo para matarlo. Blanco fue uno de los que se indigenó, se volvió indígena, trabajó con ellos y aprendió de ellos. Blanco no les puso en la cabeza esas cosas. Ellos ya estaban organizados. Tratan de deformar (a Hugo Blanco). (La reforma agraria) ha sido lo mejor que le ha pasado al Perú después de la Guerra con Chile.
De lo que se trata ahora es que recuperemos al pueblo que está sin recursos, que no tiene acuerdos jurídicos y que no está asimilado a la sociedad peruana. Ese es el paso que hay que dar porque la tierra ya está en manos de campesinos y agricultores. Hoy algunos hablan con una tranquilidad sobre ‘el fracaso de Velasco’. Y la papa y el maíz que usted come, ¿de dónde cree que viene? De esos que trabajan mucho mejor que las haciendas. Las haciendas eran precapitalistas, los hacendados no eran muy ricos. Hoy hay dos millones de agricultores desde Puno hasta Cajamarca. Los campesinos ya no tienen patrón, patrones son ellos mismos. ¿Eso no es bueno para el Perú?
– ¿Hoy existen luchas equivalentes a la de los campesinos de la época?
Lo que hay es una gran preocupación por la minería. Hay la duda que la minería vaya a malograr lo agro. Ese es un tema técnico. Hay terrenos que deben ser agrícolas y otros terrenos que deben ser mineros y las minerías pueden hacer muchas cosas científicas. Estas cosas se pudieran resolver pero no se les ocurre (cómo). El presidente (Rafael) Correa, en el Ecuador, tenía un problema con una entidad petrolera. Las comunidades del entorno no la querían. Entonces decidieron llevarlos en aviones a Chile, donde estaba la misma empresa, para que vieran que sí era posible, con tecnología, salvar el agua. No lo han hecho en el Perú, la gente tiene que tocar y ver las cosas porque ya perdieron confianza.
– ¿Cómo ve las próximas elecciones? ¿Los peruanos siguen prefiriendo a una figura autoritaria?
No sé qué va a pasar. Antes de la pandemia un partido me llamó y me pidieron que forme parte de un comité para un proyecto político. Yo dije que lo hacía si me daban dinero para tener un equipo y viajar con todos ellos por todo el Perú para saber qué diablos quiere la gente. No quiero nada de grupitos que se sienten a escribir sin saber qué quiere el pueblo, qué le interesa: ¿carreteras, puentes, subsidios? No me volvieron a llamar. Hay que ir a las provincias y ver qué quiere la gente porque sino después viene el voto de sanción, por haberlos abandonado. Al crecimiento económico ya no lo debemos mirar solo como el producto interno bruto, sino cómo se está distribuyendo eso, qué seguridad tiene una persona viviendo en los barrios populares, la necesidad de seguridad, de salud y no solo para los ricos y clases medias. Eso quiere el pueblo.
– ¿Cómo llega el Perú? ¿Cómo ‘nación’, al Bicentenario?
Yo me he puesto a estudiar la existencia de las naciones que se formaron. Tengo un libro ¿Qué es nación? Estudié el caso de Inglaterra, Francia y Alemania. Las tres formaciones nacionales fueron a partir de estamentos y estructuras internas bien diferentes. En Francia la formación de la nación durante la Edad Media, y luego la edad moderna, duró nueve siglos. Lo digo para que los peruanos entiendan que estas cosas no ocurren de la noche a la mañana. Inglaterra también se organizó y le fue muy valioso ser una isla, tomar distancia de Europa y hacer su revolución liberal en 1600 con Cromwell, un protestante. Se tumbaron un rey absolutista como Carlos I. Cuando murió Cromwell, un dictador democrático, Inglaterra tomó el modelo de tener un Parlamento y una Corona. Alemania llegó a la unidad por la lengua, en un momento determinado había una serie de alemanias muy dispersas. En el siglo XIX, un personaje extraordinario como (Otto von) Bismarck reúne cerca de 65 entidades políticas, que eran una nación, un reino, un condado, un marquesado. Los reunió y fundó la Alemania moderna. Se volvió una nación muy poderosa porque su población era mayor que Francia y entraron a la Revolución Industrial.
Por eso les digo a los peruanos: calma y tranquilidad. Las naciones se hacen a partir de elementos muy difíciles en los cuales entra mucho la subjetividad. En este momento la gente ama al Perú, pero a veces es un amor del labio para afuera. Nos emocionamos mucho en un partido de fútbol con «la rojiblanca», sentimos que somos parte de algo, pero en realidad, en la vida cotidiana, los ciudadanos que pagan impuestos son muy pocos. A la patria y al Estado les damos muy poco, ¿cómo puede hacer cosas el Estado si no tiene recursos? Hay informales que ya son millonarios y no dan un centavo. No puede ser que las tres cuartas partes de la sociedad peruana estén fuera de la parte jurídica y moderna. Eso es un crimen. Esos son los informales, pero no es culpa de ellos, es culpa de todos nosotros. (En el Perú) no veo a ‘la nación’, porque todavía no hemos salido del pasado. Aquí hay poderosas culturas. Un peruano ama primero ciertas culturas suyas. Los criollos del Callao, los arequipeños y su arequipeñismo, los cusqueños, los charapas. Entonces todavía es un país de culturas.
– En todo caso, ¿se puede pensar en un Estado plurinacional?
Eso no funciona, Yugoslavia ya no existe. Eso se rompe porque es una emoción. El día que yo crea que ya hay nación será el día que un arequipeño me diga ‘primero soy peruano y después soy arequipeño’. Todavía eso no ocurre. Primero somos regionales, eso no es bueno. Eso no forma nación. Estados Unidos no es una nación es una confederación y nosotros no tenemos la materia humana para vivir dentro de una confederación. ¿Y cómo se consigue que la gente se parezca? En la educación.
Un ejemplo es la identidad de Argentina, que en el siglo XIX se convirtió en la proveedora de alimentos de la potencia más grande que existía, que era Inglaterra. Cuando comenzó la Revolución Industrial en Inglaterra, las personas salieron del campo y quedaba poca gente en el cultivo. Los ingleses tenían dos posibilidades: traer suecos más pobres para hacer trabajo de campesinos o comprar alimentos fuera y descubrieron que Argentina tenía la pampa y una extraordinaria producción agrícola. Crearon los refrigeradores y podían comprar llevando los alimentos por barcos ya que eran dueños del mar. La producción de alimentos de Inglaterra estaba en Argentina. En ese momento, Argentina aceptó la migración, llegaron tal cantidad de migraciones que en los mapas se ve que son las más grandes a América después de Estados Unidos. Si había un millón de argentinos, por entonces, llegaron seis millones de extranjeros. Se imagina esta multitud de extranjeros. ¿Y qué los convierte a ser argentinos? La escuela, que era obligatoria. Ellos tenían al frente la bandera azul y blanca y a San Martín. No se nacía argentino, aprendían a ser argentinos. Luego permitieron que los inmigrantes que ya tenían legalidad voten. Más adelante ese pueblo dio como solución el peronismo. La escuela es fundamental.
Yo estudié en el Melitón Carvajal, un colegio nacional. Ahí aprendí a ser peruano y no estar pensando dónde había nacido. Esa es la escuela importante que hace pensar en el Perú y tratar a los compañeros de igual a igual. Los colegios privados no hacen eso. Hay que tener más colegios nacionales que colegios privados. También se tendría que hacer —por qué no— un servicio militar. A mí me tocó hacer servicio militar todos los domingos, durante dos años, en un cuartel de Magdalena. Me iba los domingos en la mañana y por la tarde salía al cine o con la enamorada, etc.
Lo tercero que une a la gente son los partidos políticos. Esos son los momentos en los que se encuentra pluralidad peruana. También se requieren carreteras y ferrocarriles para que la gente conozca las regiones peruanas. ¿Cuántos peruanos han conocido Machu Picchu? Es muy caro, es para turistas. Hay manera de hacer nación con la educación que nos pone a todos iguales, el partido y el ejército. El servicio militar podría ser un servicio público de tres o cuatro meses o alfabetizar gente. No se pierde nada. Ahí se encontraría gente distinta.
– ¿Cuáles son los defectos del Perú como República?
Las dos culturas dominantes en el Perú son la cultura mestiza ‘chola’ y la cultura criolla. A ninguna de las dos les gustan las leyes. En la Colonia los criollos recibían las órdenes y decretos de Carlos V, del Imperio, y se los ponían en la cabeza (y pensaban) «acato pero no cumplo». No se cumplían las leyes que se pedían. Una de esas leyes era no maltratar a la población indígena. Pero no les importaba nada, y España no podía hacer nada porque estaba muy lejos. Además, el criollo era el que tenía que hacer pendejadas. Hay una cosa criolla que consiste en sacarle la vuelta a la ley. Los indígenas peruanos no estuvieron en el momento de la República. Los indígenas nunca votaron durante el primer siglo de la República porque la mayoría eran analfabetos, esa fue una República criolla.
¿En qué momentos comienza a integrarse la población campesina e indígena? A partir del 30. Tenemos una clase social que no está en el sistema jurídico: los informales que no están en el acuerdo económico, no tienen un seguro social. Están, pero no están. Se tendría que incorporar a esas tres cuartas partes de la población al derecho y a la juridicidad. Y que se acabe la manía de querer ser rico de la noche a la mañana, que por la presión del consumismo y del sistema liberal que estamos viviendo hace que la gente se vuelva loca y todos quieran morder o hacer otra cosa. No somos un país bien organizado porque nosotros no hemos salido de la Colonia. Son herencias malas que nos han quedado.
Publicada en el portal digital El Foco, 5 de agosto de 2020