Hace más de un año, explicaba al amable lector lo que es el «bachaqueo» de los venezolanos en Venezuela. Consiste en comprar productos regulados —o sea, subsidiados por el Estado— para venderlos a mayor precio o para exportarlos principalmente a Colombia. Dada la diferencia entre el bolívar venezolano y el peso colombiano. «Lo que hace que esa actividad resulta altamente lucrativa», dice el periodista de la BBC mundo en Caracas. En mi crónica, en este mismo portal, explico cómo «la preocupación mayor de los venezolanos es la escasez y van al mercado cuatro o cinco veces. Además del acaparamiento de las mafias, cada familia para no volver a hacer cola o porque no son abastecidos los mercados, ¡almacenan en casa!» Maduro, por evitar el capitalismo ha creado uno, particularmente caótico, «bachaquear», o las delicias de la compra y venta. Otro periodista: «hay lugares de Caracas, como la caótica y colorida Redoma de Petare, donde se puede encontrar con facilidad todos los productos regulados, por varias veces su precio». O sea, el enrevesamiento mercantil de la era Maduro. Esto ya no es un tema de Adam Smith ni de Marx, sino de Freud.
Venezuela no es fácil ni de vivir, ni de entenderla. No es la India de los años veinte con cadáveres en las calles muertos por la hambruna. También es cierto que en la Venezuela de Maduro la gente se muere en los hospitales por falta de medicamentos. Lo del caos interno atrae el interés de más de un economista extranjero, porque además de la caída de la renta petrolera, se suman las devaluaciones del bolívar, lo que lleva a la gente a comprar y de ninguna manera a ahorrar. En fin, dentro de un par de años, habrá en todo el planeta centenares de tesis universitarias explicando el fenómeno venezolano. Los astrónomos de nuestros días ven miles de exoplanetas, o sea fuera de todo sistema planetario. Venezuela también se ha salido de los sistemas. El resultado del ego vanidoso de Chávez y la renta petrolera. Su socialismo, 2 millones 463 mil 759 de empleados públicos. Unos 310 empleados cada día. Así cualquiera es amado por el pueblo.
El desorden interno un tanto que se transmite a lo externo. Tengo algunas dudas sobre el final de Maduro. Por cierto, no tengo simpatía alguna por su régimen, y menos por sus consecuencias. Pero no creo que las cosas sean tan sencillas, como algunos lo pretenden.
Reflexiones. Tres o cuatro o hipótesis sobre Venezuela y su porvenir.
La primera, la más feliz. Lo que ha logrado Guaidó, presidente interino, en el exterior, los necesarios apoyos. España, Reino Unido, Francia y otros países europeos, han reconocido al opositor que era Juan Guaidó como «presidente encargado». Alemania, Holanda, Portugal, Luxemburgo, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Polonia, República Checa, Estonia, Lituania y Letonia. Cómo olvidar que el Grupo de Lima, once de 14 miembros, formaron un bloque de naciones críticas a Maduro. En la lista se incluyen también Australia, Israel y Ecuador. Y los Estados Unidos fue el primero en reconocer a Guaidó cuando este se autoproclama presidente interino. Y luego, el 31 de enero, el Parlamento Europeo lo reconoce, puesto que era presidente de la Asamblea de Venezuela. Pero internamente, el chavismo no ha desaparecido. ¡Pierden la chamba!
Segunda hipótesis. ¿Qué hacer cuando Maduro no se va? La posibilidad de una abdicación inmediata no ha ocurrido. Y eso lo ve también la oposición misma. Si bien aparecen señales de uno que otro militar disidente, también se notan las fragmentaciones de la oposición venezolana. Profesora de Ciencias Políticas, Julia Buxton identifica tres grandes tendencias. La primera, la que gravita en torno a Guaidó, llamada «Voluntad Popular». Pero con solo 14 bancas en la Asamblea Nacional. «Es el ala más radical», dice. La de mayor contacto con Washington. La idea inicial era que dimitía. Parece que tampoco puede haber una intervención militar estadounidense. Rusia y China han gruñido.
Tercera hipótesis. Los partidos tradicionales —esos que llevaron al desastre de Hugo Chávez— se preparan para el retorno. Parece normal, pero puede ser fatal. Julia Buxton señala que son mayoritarios en la Asamblea. El partido Justicia (así se llama), con 28 bancas sobre 109 y AD, Acción Democrática, con 25. Y aunque usted no lo crea, AD sigue siendo el mayor partido del país. Un tanto, el aprismo venezolano. Normal, volverán (o volverían, en condicional) tanto como el Copei, la democracia cristiana. «Pero no responden a esta pregunta: ¿qué país pretenden construir?» (Buxton). Y qué se le puede proponer a los chavistas con empleo en 39 ministerios (¿?) Sí, pues, las cosas son complejas.
Cuarta hipótesis. La peor, Maduro, o uno de los chavistas, gana las elecciones.
En resumida cuenta, Guaidó es un líder admirable, valiente, sin pasado, pero es frágil, no todo el antichavismo es suyo. ¿Qué es lo que pasa, pues, en Venezuela? Mi interpretación es la siguiente. Cuando una nación es manejada por un tirano por un largo tiempo —y si se apoya en un sector importante del pueblo—, ocurre que el poder se hace personal. O dicho de otra manera, desaparece la clase política. Incluyendo la que gobierna. Por eso, no tuvo sucesor Fidel sino su hermano. Ni Franco. Ni Perón. En otras palabras, en Venezuela hay solo dos políticos importantes, el tirano Maduro y ese angel caído del cielo que se llama Guaidó. Y nada más. El bloque chavista de poder no se fragmenta porque tienen intereses que guardar. En particular, los militares. Parte de la oposición está hecha de gente que no pudo preparar algo coherente antes que llegara Chávez. Acaso solo Guaidó puede darle una salida nueva, a una sociedad venezolana que, para bien o mal, ha cambiado. Crucemos los dedos. No vaya a ser que Maduro permanezca y venda Venezuela a algún Emirato.
Publicado en El Montonero., 11 de marzo de 2019
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