Venezuela, y todo el mundo en la guerra global

Escrito Por: Hugo Neira 1.202 veces - Ene• 28•19

De Venezuela, sabemos lo que sabemos. Tres países europeos, España, Alemania y Francia —o si se quiere, tres políticos, el español Pedro Sánchez, Angela Merkel y Emmanuel Macron—, han dado un ultimátum, 8 días para llamar a comicios generales. En los diversos acontecimientos, debe sorprendernos la rapidez con la que Rusia y China han apoyado a Maduro. Y además, Irán y la Turquía de Erdogan. Putin ha enviado un equipo de militares para proteger a Maduro. Luego se ha sabido que lo ha hecho a través de una empresa rusa, es decir privada. Igual, el gesto lo dice todo. Estamos en un tipo de conflicto que no es guerra fría sino global.

Cuál guerra, dirá el amable lector. Como sudamericanos, nos hemos habituado a que las guerras mundiales sean cortitas, la primera y la segunda. Pero hubo contiendas de treinta años en Europa. Y la guerra de cien años. Estamos volviendo a un ciclo que Eduardo Subirats llama «guerras indefinidas». No se declaran. Invasión de Irak por los Estados Unidos de Bush, la Siria y el ejército del Estado Islámico, los rusos mostrando su poder militar, la China posmaoísta, potencia científica, en el otro lado de la Luna.

La Associated Press dice «Venezuela es el referente de la geopolítica mundial». ¿Solo un referente? A Venezuela hay que situarla en el contexto mundial. No es un asunto local. Va más lejos. Hay un conjunto de naciones y gobiernos que no son del todo dictaduras pero tampoco democracias. En ellas está la Rusia de Putin, la Turquía de Erdogan, y la Venezuela de Chávez y Maduro. La lista era larga, el Brasil de Lula. No son comunistas, son otra cosa.

Cuando las inmensas torres del World Trade Center se derrumban y llueve hierro y vidrios rotos sobre Nueva York, obra terrorista de Al Qaeda, lo ve alguien a quien siempre tuve una gran admiración, Néstor García Canclini, el autor de Culturas híbridas, estrategias para entrar y salir de la modernidad, y en esa ocasión dijo lo siguiente: «nuestras ideas han envejecido». Ese no era el sereno mundo que se esperaba cuando desaparece el Estado soviético en 1991-1992. Cierto, recuperan su independencia una serie de repúblicas, países bálticos, Bielorrusia, Ucrania, Moldavia, naciones del Cáucaso y el Asia central (con estas últimas, compartimos los últimos puestos del planeta en comprensión lectora). Países desarrollados y subdesarrollados, de economía abierta o cerrada. Todos esos conceptos, ya no tienen vigencia. China, ¿qué es? ¿Capitalismo de Estado o el retorno a la potencia que siempre fue?

Tras el colapso de la Unión Soviética, se esperaba una transición rusa a la democracia y la economía de mercado, sin Partido Comunista como único y una administración honesta. «Esa predicción nunca se realizó», dice Igor Kliamkine, un analista de los regímenes actuales rusos. Nada mejor que la gente de un país para saber dónde le aprieta el zapato. La manera como se ha reconstruido la Rusia de Putin, resulta una combinación de capitalismo con exfuncionarios llamados «la oligarquía» —así los llama el propio Putin— y un sistema a la vez eficaz y corrupto. Los que manejaron la Krycha (la economía subterránea) en tiempos de la URSS, son los mismos que se han reciclado en los negocios y empresas privadas. «Los principios democráticos en la vida financiera y judicial, no han transformado el comportamiento del ruso que sigue siendo un espectador de la vida pública» (Louise I. Shelley, Policing Soviet Society. The evolution of state control).

En nuestro tiempo —desde la caída del Muro de Berlín— hay un nuevo mundo acelerado por las innovaciones tecnológicas, la mundialización, pero en gobernabilidad y política, la aparición de «sistemas» inclasificables. No han hecho ninguna revolución, son parte de una descomposición. Es inútil llamar comunista esos regímenes. Por lo demás, es hora de decirlo, nunca hubo comunismo en Rusia. Acaso en los días de Lenin, que muere en 1924. Es hora de dejar otro mito. La URSS que se desploma, no es el triunfo del modelo liberal que provoca grietas y abismos que pueden ser insalvables.

Los «sistemas», del tipo Estado soviético, ajustan sus gastos a su propio interés, y no a las necesidades del pueblo. Preguntéselo a un ruso. Tampoco es cierto que se hunde por exceso de funcionarios. En 1990, era un 1,8% de la población activa. En Francia 4,9% y en los Estados Unidos, entre un 4,4% y 7,8%. Lo que sí cuenta en cada caso de «sistema» es una nomenklatura. No es una burguesía ni una élite, sino la combinación de grupos de poder. Es el caso de Hugo Chávez, Kirchner y Lula da Silva. Y eso, se repite con Maduro. Un gobierno de un soviético venezolano con petróleo. Ha inventado lo que podemos llamar el Estado-cuartel. Se vive del rancho.

Si hay elecciones, tendrá votos a favor. No sé cuántos, pero hay estratos sociales que viven del Estado. El maestro de ese tipo de “modo de producción” es la Cuba de Fidel Castro, casa gratis, servicios, ganaban poco, pero no trabajaban mucho. Cuba es pequeña y contaban con el apoyo soviético. El tío Iván ponía la plata. Venezuela es federal, en los 24 estados, clientelas. Como otros “sistemas”, hay una nomenklatura. Salir del chavismo no va a ser fácil. En el momento que escribo estas líneas, los Estados Unidos exhortan a los miembros de la ONU a tomar el bando de Guaidó. Esperemos que el Secretario de Estado, Mike Pompeo, haya hecho sus cuentas. Esta es también una prueba de si USA tiene o no, influencia en otras naciones. Rusia sigue diciendo que «Maduro no es un peligro para la paz, y en consecuencia, no hay que intervenir». Eso será en el Kremlin. Pero si esa Venezuela perdura, en la América del sur, vamos a tener un problemita. Una suerte de stalinismo a nuestro costado¡! Y esto ya no es política sino geopolítica.

Publicado en El Montonero., 28 de enero de 2019

Venezuela, y todo el mundo en la guerra global

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