I. La semana anterior pusimos como tema fundamental cuando Marx, el filósofo alemán nacido en una familia judía, que se vuelve protestante para eludir las persecuciones, repudiaba a la persona que era Simón Bolívar. Que se sepa, no se trata de una discusión ideológica sino la toma en cuenta del carácter de cada quien, sus costumbres, sus maneras y “modo de ser”. Eso es algo que hoy forma parte de las Ciencias Sociales que no es una sola disciplina como es el caso de la Antropología, la Psicología, las Ciencias del Lenguaje, la Historia, la Economía, las Ciencias Políticas, la Filosofía y la Sociología, sino varias. En mi formación en Europa en Ciencias Sociales, no solo se estudia las sociedades y su economía sino los comportamientos, las pasiones ordinarias, de la misma manera que la etnología ya no se interesa tanto por las mentalidades primitivas como fue el caso de Claude Lévi-Strauss y su Tristes trópicos sino que antropólogos y etnólogos estudian con preocupación La contagion des idées, de Dan Sperber (literalmente el contagio de las ideas) o Comment pensent les institutions (cómo se piensa en las instituciones), de Mary Douglas. Hay un formidable diccionario francés de Etnología y Antropología traducido al castellano por Ediciones Akal.
II. En cuanto a mi persona, el sociólogo que soy sigue la línea de Max Weber. Weber estudió los seres humanos, su “comportamiento”, lo que los franceses llaman les mœurs. No hay organización humana, partiendo de las tribus hasta las grandes sociedades como la India, China, Japón u Estados Unidos, que no tenga algo muy específico. Mœurs son las costumbres naturales, para bien o para mal. No usamos un concepto moral, todo lo contrario. En castellano, en España, se le puede traducir por el modo de ser. Incluso en la España de nuestros tiempos, al ser distintas las costumbres entre vascos, catalanes y castellanos. Y eso es lo que nos lleva a esta nueva Ciencia del Hombre, la que en lengua anglosajona se llama Behaviorism (behaviorismo) y les comentaba en artículo anterior, o sea el comportamiento de una persona o una familia, un grupo local o regional. Y acaso un país en tanto que sociedad y Estado. Por ejemplo, chinos y japoneses: asiáticos, pero a la vez, diferentes.
III. Ahora bien, en el presente artículo quisiera contar, para ilustrar el tema, una postura muy extraña en la que me ha tocado hallarme. Algo que no entiendo. Esta semana, un ciudadano me busca desde el Perú estando yo en Chile. Mi mujer lo atiende por teléfono, quería hacerme una “entrevista” y nos pusimos de acuerdo que sería este viernes. Pues bien, no voy a decir quien es ni el diario en el que dice que trabaja. El acuerdo era una entrevista por teléfono dada la distancia. Pero la cosa se puso difícil, me envió una larga serie de preguntas para que pudiera revisar los temas de su interés. Sin embargo, llegado el día y la hora, no hubo llamada ni entrevista y menos señales sino más de una hora después.
IV. Como decía mi abuelita, “no hay mal que por bien no venga”.Este caso me permite ver claramente el maltrato que el peruano le inflige a otro peruano.Sí pues, me atrevo a pensar que muchos peruanos no tienen una identidad firme y eso los lleva a actitudes indeterminadas, ambiguas, indecisas, informales, una actitud dubitativa e improductiva. Pero eso nos lleva a la vida vista como un pasatiempo, una diversión, un juego de palabras. De ahí lo informal de muchos peruanos, el incumplimiento, la costumbre de lo inseguro, y el hábito de no hacer nada con pasión.
V. Les contaré una experiencia de años atrás en París. Una entidad había logrado becas para unos 19 o 20 peruanos cerca de los 30 años, todos ellos profesionales, muchos eran ingenieros, algunos químicos y arquitectos. Como no conocían a los franceses decidimos explicarles sus costumbres los ya instalados en la capital, para que no perdieran sus becas. Eramos tres, Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro y yo. Cada semana (porque teníamos mucho que hacer), nos reuníamos en una cafetería cercana a La Sorbona. Ahí les hicimos saber que si los profesores franceses los citaban en su casa para orientarles en sus trabajos, tenían que acudir a la hora y lugar indicados sin falta ni cambio alguno. Uno de los becados dijo: – Parecen alemanes. Nuestra respuesta fue insistir en la seriedad y la puntualidad, eso era la tradición y las buenas costumbres tanto en Francia como en Europa. Con estas buenas costumbres Europa se hizo. Eso no lo conocían en Lima.
VI. Desarrollaré ahora un par de temas que el periodista había sugerido: primero, “por qué las figuras de Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui son tan fuertes en nuestro proceso democrático”. Mi respuesta hubiera sido la siguiente: ambos políticos y pensadores no se ocupaban del proceso democrático sino de una revolución y la modificación del Estado. Pero usted usa impropiamente el adjetivo, no eran fuertes. Su fuerza era sus ideas, ambos muy cultos. Y le hubiera preguntado qué libros había leído de Haya de la Torre y si había leído los Siete ensayos de Mariátegui. Me parece que no.
Otro tema, y peor que el anterior, sobre “si el Perú es un país de izquierda”. Mi respuesta hubiera sido que todo país tiene tradiciones y reformadores. O sea, diversas tendencias, o mejor dicho, izquierda, centro y derecha. Por lo visto, el periodista que pregunta no sabe que la política es una variedad de tendencias, y eso son los países democráticos y plurales. Dicho caballero no entiende que la política es una serie de ideas y proyectos, y para eso está el debate en las Cámaras y la consulta al pueblo para determinar cuál de ellos le parece el mejor, eso es la democracia. Desde 1789, la Revolución Francesa exportó sus ideas a otros países que vieron nacer las Repúblicas, pero con la separación de poderes.
VII. Hay un libro mío publicado en el 2001 que se titula El mal peruano. El mal peruano, lo he definido como el abuso del poder, la plata fácil, la falta de escrúpulos y la espera de la impunidad. Entender nuestra larga crisis de 30 años es difícil, más aún ahora que el conocimiento desaparece por la pésima secundaria, no en las universidades que hacen lo que pueden. Tantos jóvenes peruanos no han tenido una secundaria de calidad ni se han preparado bien para la formación superior, y de ahí vienen millones de peruanos que no pueden leer un libro científico ni redactar personalmente un par de páginas con ideas, un imprescindible paper personal como ocurre en todas las universidades del mundo. Millones de jóvenes han sufrido esa temible privación, esa ausencia de una buena educación. No se les ha dado las herramientras para leer y escribir. Es lo peor del Perú además de la corrupción que analicé en El mal peruano.
Publicado en El Montonero., 4 de julio de 2022
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