Recordando a Raúl Porras           

Escrito Por: Hugo Neira 142 veces - Sep• 25•23

El 27 de setiembre es la fecha aniversario del fallecimiento de Raúl Porras Barrenechea (27/09/1960), gran historiador y ex Canciller de la República del Perú en el gobierno de Manuel Prado. El maestro, la pluma de lo más alto de nuestra escritura, muere de un infarto, el segundo, poco después de dejar su cargo de ministro y luego del memorable Discurso de San José en la VII reunión de Cancilleres de la Organización de los Estados Americanos, el 23 de agosto de 1960, donde representaba al Perú. Era el discurso de un auténtico liberal que defendía la elección de Cuba. Se oponía a su expulsión de la OEA por defender el principio de la libre autodeterminación de los pueblos. Pues intuía que esto iba a precipitarla en los brazos de la Unión Soviética, lo que en efecto ocurrió. Prado, que no le perdonó ir en contra de la posición de los Estados Unidos, lo retiró de la delegación. Dicho discurso de Porras, que solo defendía la praxis del interamericanismo vigente, le trajo una sanción social implacable en su propio país. El exilio interior, el peor de los destierros. Se murió de pena. En ese tiempo, yo era alumno de la Academia Diplomática donde había ingresado con el primer puesto. Decidí romper con Torre Tagle poco después, cuando el Perú cesó sus relaciones con Cuba. Descubrí entonces que jamás podría defender, por la conveniencia política que la carrera diplomática implicaba, unas ideas contrarias a las mías. Expliqué las razones de mi renuncia en una carta que hice pública pues la familia Miró Quesada aceptó publicarla en su diario El Comercio pese a no comulgar con mis ideas.

Porras ha escrito mucho y se le conoce tan poco. En esta columna y conmemoración, quisiera recordar su minuciosa investigación sobre los orígenes del nombre del Perú. Dio lugar a un libro que se titula El nombre del Perú y se publicó por vez primera en 1951. Fue reeditado hace unos años, en el 2016, por Lápix Editores. ¿Qué nos demostró? Que el nombre del Perú «fue desconocido de los Incas» e «impuesto por los conquistadores». Que no proviene del quechua ni de las lenguas caribeñas, sino de la deformación «del nombre del cacique de una tribu panameña llamado ‘Birú’, al que los soldados y aventureros de Panamá dieron en llamar ‘Perú'». Que el nombre del Perú no aparece en ningún documento escrito hasta 1527.

«Aplicado al imperio de los Incas, se difunde en el mundo a partir de 1534, después de la llegada de Hernando Pizarro a Sevilla y del desfile, ante la vista azorada de los habitantes y de los mercaderes genoveses y venecianos, del fabuloso tesoro de tinajas y de barras de oro, a que se habían reducido los esplendorosos adornos del templo de Coricancha que sirvieron de irrisorio rescate al Inca Atahualpa. La noticia de la sorprendente riqueza del César español, corrió por toda Europa y se tradujo a todos los idiomas, para que lo entendiesen y apreciasen todos los rivales y enemigos de España, en cifras de envidia. El nombre del Perú corrió desde entonces con una vibración de leyenda. (…) «Desde entonces el nombre del Perú fascina la imaginación de todos los aventureros del mundo con un espejismo áureo de riqueza y de maravilla».

Porras hace la siguiente síntesis de su descubrimiento:

«El nombre del Perú no significa, pues, ni río, ni valle, ni orón o troje y mucho menos es derivación de Ophir. No es palabra quechua ni caribe, sino indohispana o mestiza. No tiene explicación en lengua castellana, ni tampoco en la antillana, ni en la lengua general de los Incas, como lo atestiguan Garcilaso y su propia fonética enfática, que lleva una entraña india invadida por la sonoridad castellana. Y, aunque no tenga traducción en los vocabularios de las lenguas indígenas ni en los léxicos españoles, tiene el más rico contenido histórico y espiritual. Es anuncio de leyenda y de riqueza, es fruto mestizo brotado de la tierra y de la aventura, y, geográficamente, significa tierras que demoran al sur. Es la síntesis de todas las leyendas de la riqueza austral. Por ello cantaría el poeta limeño de las Armas Antárticas, en su verso de clásica prestancia:  ‘Este Perú antártico, famoso’…». La elegancia del estilo que nos enseñó a todos sus discípulos.

Raúl Porras, espíritu joven, liberal rebelde y generoso maestro de muchos, pluma excepcional, amó el Perú de todos los tiempos y la libertad. Se fue demasiado temprano a los Campos Elíseos, tenía 63 años. Se rodeó de jóvenes a quienes nos enseñó el valor de la libertad, la libertad de pensar. Nos salvó de lo que Octavio Paz llamaba la «celda de conceptos». Porras no podía callar en momentos de ceguera colectiva, tomaba riesgos, los riesgos de un hombre radicalmente libre.

Publicado en El Montonero., 25 de setiembre de 2023

https://www.elmontonero.pe/columnas/recordando-a-raul-porras

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