¿Qué es ser de izquierda? Conversatorio en el San Antonio

Escrito Por: Hugo Neira 7.265 veces - Ago• 21•13

Personajes:                                   Un periodista que entrevistaY el que escribe.

 

Mira, podemos ir conversando mientras espero a Jorge Nieto que como siempre va a llegar tarde. ¿Qué si Nieto es de izquierda? Sin duda, comenzó en Desco, y eso es ya un punto a favor. Pero se empecina en vivir en México DF. Y no puedes ser alérgico a Lima y ser de izquierda. Mejor te voy diciendo cosas para tu entrevista mientras Nieto llega, se maneja con un calendario que parece azteca. No cuenta las horas sino las eras. Así que mejor arrancamos ¿no?

Ser de izquierda comenzó por los setenta. Estábamos de acuerdo con que Velasco les removía el piso a los partidos tradicionales pero ni locos de confesar eso en público. Más tarde, por los noventa, era cuando te pintabas las manos de blanco para protestar contra Fujimori. ¿Qué me dices? ¿No eres tú el que le ha puesto un ojo morado a Aldo Mariátegui? Bueno, ya ves, es un buen paso, la praxis, pero ni te creas que eso solo califica. ¿Que no aguantas a Jaime Bayly pero igual lo lees? (*) Caliente, caliente, te acercas pero todavía ni entiendes ni estás adentro. Nunca te olvides de eso. Somos nosotros los que decidimos quién es o no es de izquierda. A quién le damos cátedra o se la quitamos, o se queda de eterno contratado. Pero has comenzado mal, me haces una pregunta, medio metafísica, en qué consiste la izquierda. No preguntes, compórtate como debes.

¿Cómo eran esos años? Mira, uno se levantaba temprano, ya sabes, el tráfico de Lima, y desde la Molina es un problema, todo para ir al mitin de Alfonso Barrantes para el vaso de leche, tomabas tu café, bien negro, con tus tostadas con mantequilla, bien servido por tu empleada, te limpiabas la boca con la servilleta bien blanca, y luego de enjaguarte llamabas a Quebracho, el mayordomo, para que te acompañara a lo del mitin, no vaya a ser que llegaran para darnos una paliza los apristas con sus búfalos o los oficialistas con sus zambos de los corralones del Callao. El mayordomo, sí iba conmigo, también era de izquierda, un socio, un allegado, algo. Solo, no puedes ser de izquierda. No tienes red, no cuentas. Es una cuestión de con quién andas, dónde, y qué haces. Y sobre todo, lo que no haces.

¿Cómo te lo pongo? Mira, hubo una época que se formó nuestro sentido común —que no es el sentido común de los demás— y se decidió que no era conveniente por ejemplo ir a la Tiendecita Blanca o al café Haití, bueno, no lo era en ese momento. ¿Por qué razón? Estás mal si me haces ese tipo de preguntas. Podías encontrarte cerca de un tipo de gente que lo frecuenta y entablar sin desearlo una conversación con gente que no es de izquierda. Luego, esa interdicción —se dice así, no prohibición que es dictatorial— desapareció. Pero otras no han desaparecido, ni deben.  Por ejemplo, ni se te ocurra darle la razón en ningún punto ni tema a Alan García. Ese es nuestro primer mandamiento, para decirlo suavemente, el Apra no tiene jamás la razón. Es más, el aprismo no existe ni existió nunca. La buena línea, la correcta, es la del libro de Nelson Manrique sobre Haya de la Torre. “Usted también ha sido aprista”. Se refiere a una frase sardónica del poeta Gonzalo Rose cuando de casualidad se encontró con Haya y cuando el poeta andaba exiliado en México. Ahora bien, Neira dice que Haya no se retiró cabizbajo como dice Nelson sino que echó una carcajada, como era frecuente en sus maneras, y se pusieron luego a conversar. Eso dice, y que lo ha escuchado de boca del mismo Gonzalo, que era su amigo como lo era de César Calvo. Pero ya sabemos, Neira no es de izquierda, incluso si Nelson ha deformado la anécdota, la historia misma, no importa. La causa debe pasar por encima de los vulgares detalles.

¿Que dónde está la verdad? ¿Tú te preocupas por la verdad? Mira el daño que te hacen los cursos sobre Kant con Giusti. Eso le pasa por ser muy Hundskopf, a Miguel, y hacer una tesis alemana sobre Hegel, claro que nos conocemos ¿no sabes que uno de los secretos de ser de izquierda en el Perú es que todos nos conocemos? Y dime tú, ¿y qué es la verdad? Claro qué es difícil conocerla. ¿No decía Leibniz que hay dos suertes de verdad? ¿Y que Nietzsche dice que son una suerte de ilusión? No ves, ¿y tú quieres que en Lima limón, en el Perú iletrado, a Nelson le importe mucho qué dijo exactamente Haya de la Torre ante el sarcasmo genial de Gonzalo Rose? no pues. Así no es la cosa. Cuenta el imaginario social. El prolífico cuerpo de las falacias. La izquierda es un combate, no un academicismo. ¿La verdad, dices? La puta verdad compadre es que el aprismo después que se muere Mariátegui combate las dictaduras pero también tranza con ellas. Tú eres muy joven, no sabes cómo negoció Haya con Odría, y si no dan el golpe, teníamos al dictador elegido por las Cámaras. Y otra vez el ciclo dictadura y democracia. Si tenemos que entrar en el campo de distinguir qué hizo de bueno y de malo ese partido, no acabamos nunca. El aprismo no cuenta para nada. Y saber por lo menos eso, es como haber pasado las asignaturas de estudios generales —para decirlo así— y solo entonces comenzar a aprender qué cosa es ser de izquierda en el Perú. De entrada nada con el aprismo, y punto.

Tienes que aprender el estilo de la izquierda. Hay maestrías, como la de Desco. Conoces la revista ¿no es cierto? Termina su gobierno Alan García y sacan su número anual. ¿Y qué título le ponen? Perú, desarrollo, democracia y otras fantasías. Desco, 2010. Genial. Que si García sacó a 3 millones de peruanos de la pobreza, es un argumento pero se volatiliza, no queda nada, “fantasías”. Magistral. ¿Conoces lo que en retórica se llama un entimema? Es utilizar en tu enunciado lo que la gente ya tiene en la cabeza, en este caso, un vasto sector de la población no le reconoce nada a ese gobierno y entonces, la magia de la argumentación funciona, haces el entimema, y el texto supuestamente analítico no viene sino a confirmar el prejuicio. Eso es política, y de lo más fina, me parece.

Pero me parece que no te convence, por la cara que pones. Y te gusta hacer objeciones ¿no? Bien, me dices que los socialistas chilenos se llevan bien con los comunistas chilenos. Bueno, pero eso son ellos ¿no? No tienen aprismo, bueno, tuvieron uno, Aguirre Cerda, por los años cuarenta, “gobernar es educar”, en la misma línea que las universidades populares del primer hayismo, candideces. Gobernar es gobernar, ya verán cuando lleguemos, si llegamos. Para ser de izquierda en el Perú te recomiendo que no andes mirando a los países vecinos, “nosotros somos quien somos, basta de historia y de cuentos, que los muertos entierren a sus muertos”. Bonito, ¿no? Es un poema de un español republicano. ¡Pero perdieron la guerra! La práctica, los comportamientos. Mira, los socialistas chilenos son socialistas chilenos, como los socialistas españoles, socialistas franceses, suecos, búlgaros, y lo que tú quieras.  Ese es su problema. ¿Cómo es que se llevan con los comunistas en cada país de los que menciono? Esas alianzas son asuntos de ellos, cosa de europeos. Aquí no. ¿Que no somos socialistas? Bueno, sí, en cierto modo lo somos, pero finalmente no lo somos. ¿Entonces comunistas? De repente, pero de otra manera. ¿Que por qué no lo decimos? Vamos a ver muchacho, has hecho ciencias sociales, ¿no?  Entonces, me dices por favor, ¿qué es el comunismo? Bien, “la propiedad colectiva de los bienes de producción”. Dices eso y es correcto. Pero te falta algo más, lo decía el propio Marx pegado a lo anterior, “la abolición de la propiedad privada”. ¿Que en dónde lo dice?

En los Manuscritos de 1844. Anda tú explicar a los medios y a las masas que Marx pensaba en la propiedad privada como una forma de alienación. Lo de la alienación lo obsesionaba, como la religión, el Estado. Sí, pues, Marx era un gran pensador pero me temo que no lo puedan entender. ¡Cómo lo van a entender! Si desde los años ochenta  el 70% de la población de Lima vive en asentamientos humanos, o sea, que se construyen ellos mismos sus propias casas. ¿Y vas a ir a decirles en los Conos que el comunismo es la abolición de la propiedad privada? Estás loco ¿o qué? Te explicas porque votaron por García en los ochenta, por el Chino en los noventa, por Toledo en el dos mil, y por Humala que les ha dicho agua sí, Conga no, pero que no se mete con sus títulos de propiedad. Este crecimiento urbano ha sido ilegal pero ha levantado barrios enteros de pequeños y medianos propietarios. La reforma agraria destrozó las haciendas y ahora hay unos cuantos millones de propietarios minifundistas. Este es un país, querido amigo, de 648 mil micro y pequeñas empresas ya formalizadas. O sea, en nuestros clásicos términos, un país pequeñoburgués, con propietarios rurales y urbanos salidos del pueblo. No se puede ir a decirles, oiga usted, yo soy comunista y la propiedad privada es un robo, te linchan. ¿Y qué haces entonces, en un país donde no se puede ser comunista?  Eres de izquierda.  Jode menos. Y quedas regio.

Me preguntas por Héctor Béjar. Es obvio, no es de izquierda. Tomó las armas, se fue al monte, lo cogieron, se bancó años en prisión, pero eso no lo hace de izquierda, se queda en ser Héctor Béjar. Nos puso en un apuro: si lo aplaudíamos nos iban a decir que teníamos que dejar nuestra vida de izquierda e ir a pegar tiros. ¿Y si acabábamos como él o peor, como Javier Heraud? Ser de izquierda no es meterse a mártir o a tonto útil. Si los censurábamos, entonces nos hubiéramos parecido a las derechas. Nos callamos. Menos mal que Béjar solito se descarriló. Sale de prisión porque lo  libera Velasco y entra al Sinamos. Entonces, para siempre, no es de izquierda. Porque se pasa de un riesgo a otro riesgo. (Se escucha mal al otro que pregunta algo). Mira lo que me estás diciendo. ¿Tú eres de los que creen que coger los fierros es ser de izquierda y si no te matan, andar luego exiliado por el mundo? O sea, ¿pasar dificultades? Entonces los compañeros de Sendero serían de izquierda, y como está claro, los senderistas son senderistas. La izquierda es otra cosa. Béjar anda por ahí, se graduó en San Marcos después del velasquismo, tiene ONG, viaja por el mundo en esos foros de altermundistas, sus libros se venden bien, y en el Perú cuatro ediciones son un best seller, da clases, tiene propuestas interesantes pero no es de izquierda. Es velasquista. El derecho a admisión lo tenemos nosotros.

Nuestros enemigos, probables agentes de la CIA, dicen que funcionamos como un Cónclave, ya sabes, cuando se reúnen los cardenales. Y ellos son los que deciden quiénes son los nuevos cardenales.  Bueno, algo hay de parecido, nosotros somos quiénes sabemos quién es de izquierda. A veces, como profesores, nos ocurre que graduamos a gente con trabajos flojos y que no merece su cartón, pero lo de ser de izquierda no lo repartimos así nomás. Tenemos muchos amigos economistas, de los mejores, del Pacífico, la Católica, la de Lima. Y entendemos. Cuando un bien abunda, pierde su valor ¿no? Entonces, la izquierda peruana es importante porque somos pocos. No, no tiene nada que ver conque algunos de nuestros parientes, a veces los bisabuelos, fueron parte del Club Nacional, pero en efecto, no puede entrar cualquiera, mejor es que llegue con corbata y señora, la legítima. No nos metemos con la vida privada, pero hasta cierto punto. ¿Hasta dónde llega ese cierto punto? Ni preguntes, se nota que no eres de izquierda. A propósito ¿a qué colegio fuiste en la secundaria? A un colegio nacional, se nota, me temo que va a ser difícil que entres a la izquierda. Por mí, ya estás adentro, pero no conoces a mis amigos. Mira, es simple, nos conocemos desde que éramos chiquitos.

La izquierda es una selección. Captas ¿no? Si es por el anhelo de cambiar el país, ya sabes, 17 partidos en las elecciones generales del 2006, y nuestra gente sacó 0,06%. Si es por cambiar guste o no el país, de grado o fuerza, entonces, los de la Nueva Izquierda, Patria Roja. ¿También de izquierda? No pues. Son el partido de Moreno y de Breña, son lo que son. No son de izquierda. Son izquierdistas, que es otra cosa. Si es por eso, también el MRTA. ¿Por qué no libertad para Víctor Polay? No pues. Ser revolucionario es tomar las armas. Ser de izquierda es ser revolucionario pero no tomar las armas. ¿Cómo se hace entonces? Ah, bueno, me recuerdas lo que le pasó al periodista que entrevistaba a Keynes. Al final de la entrevista —y sabiendo que el célebre economista se había hecho rico jugando en la Bolsa— le preguntó, ya con la grabadora apagada,  cómo se hacia para ganar en la Bolsa. Keynes le dijo entonces que era muy sencillo. Se vendían las acciones que iban a bajar y se compraba las acciones que iban a subir. El periodista reflexionó unos instantes y de inmediato le preguntó a Keynes de cómo se podía saber qué acciones subirían o bajarían. Y Keynes le dijo entonces: “Mi querido amigo, si usted hace ese tipo de preguntas, no juegue a la  bolsa”.

Me preguntas si la señora Villarán es de izquierda, vaya pregunta. ¿No te parece claro que lo es? Buenos apellidos, Sagrado Corazón, se va a vivir a Chile por los años de Allende, y parece que milita en los grupos que pensaban que “Chicho Allende” no era lo suficientemente radical. En fin, es parte de ese lado medio mandón que tenemos en la izquierda pero claro, algo de populismo hay que hacer para que no la revoquen, comer por ejemplo con los de abajo, bailar con ellos, para ya sabes, son unos ingratos, bailan y comen y luego se van y votan por otros como ellos, o que ellos creen que son como ellos. No sigas preguntándome quién es o no es izquierda. ¿Una reflexión genérica? A ver, toma nota.

Ser de izquierda en el Perú es un saber que no se puede ni transmitir ni explicar. Se es y punto. Los sabihondos dirán que es una fenomenología, una serie de hábitos sociales que vienen de la herencia, de los buenos colegios, de las astucias aprendidas en las grandes familias después de siglos para no solo sobrevivir sino para prevalecer, un arte de tener una presencia pública que parezca disconforme, iconoclasta, pero no tanto, la regla es “no te pases”. No vaya a ser que un día los del sistema te pongan preso o tengas que emigrar.  En el exilio se vive mal muy mal, aunque sea Cambridge: no hay chofer, ni amigos, no hay chola. Lima es un paraíso, puedes estar siempre regio, siempre en la oposición al oficialismo, pero apoyando al gobierno si tiene algo de “progresista”. Y no preguntes, zonzo, qué es progresista; si no lo sabes, no sabes quienes son tus aliados y quienes tus enemigos. Pero si los tienes, y te das cuenta, lo jalas, lo integras, pero a medias. Profesorcito en alguna de las universidades nuestras,  nunca del todo en planilla, no vaya a ser que se la crea. Nosotros sí hemos leído a Pareto, no nuestros alumnos. “La historia es un cementerio de elites”. Nosotros somos algo por el estilo. Pero ni tampoco.

¿Qué somos? Una práctica, una manera. La globalización nos necesita. Por eso nos dan ingresos las ONGs, porque no se fían de los gobiernos.  Nosotros tampoco. Por eso podemos sobrevivir, porque no hay ni partidos ni universidades serias. Nadie nos pide que dejemos de mezclar universidad con política, solo el velasquista Neira ha venido con lo de Max Weber que separa ambas actividades. Dice que ciencia es una cosa y prédica ideológica otra cosa. Eso sería en Prusia pero no en el Perú barroco. Nosotros tenemos que mezclarlo todo, pero sin correr riesgos. El de izquierda que acepta cargo oficial, se jodió. Y ya es clase política. Deja de ser de izquierda. Ahora bien, le deseamos el mejor de los desempeños, y mientras está arriba, nos callamos. O le echamos una mano, discreta, para eso tenemos columnistas. Así funciona el Club. Mejor que el de mis abuelos, fundadores del Club Nacional. A más problemas, a más indecisiones, más crecemos. Somos el Perú. Vargas Llosa después del Nobel dijo que él era el Perú. Eso será cuando está en Madrid o en Londres. Aquí no. Y la cocina que servimos, es mejor que la de Acurio. Todos se la comen. Los unos, la Confiep, nos creen académicos. Los alumnos, y otros académicos, nos creen políticos. Somos lo uno y lo otro, pero nada a fondo, porque sino te friegas. Acabas preso, con comisión parlamentaria, te caes. Somos en cambio la izquierda peruana, culta, bien situada, nunca se moja, a lo más, se sombrea, a ratos. Y nadie entra si es que no lo llamamos.

Ahí viene Coco Nieto, ¡como ha engordado! Sí, es mejor que nos dejes solos, te presento y te despides, ¿ya? Nos vemos en el coloquio sobre “Violencia, nuevos movimientos y género”. Y ya sabes, no te mandes, ni en la ponencia ni en nada. Suave camay, sino terminas como Pásara, bien, sin duda, es valioso pero en Salamanca. O sea, bien pero igual jodido. A todos nos gusta vivir en Lima. Y solo se puede ser de izquierda y no fregarse ¿dónde si no es aquí? Afuera es bien fregado. Todos vuelven, al embrujo incomparable de su sol. ¿Qué pendejo el autor, no? Cuando justamente lo que no tiene Lima es sol.

Marzo 2013, antes de la Revocatoria. Y lógicamente, pensando en el país, desde fuera.

(*) Tomados del Cavierómetro en Internet

 

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