Chile: la sorpresa. ¿Otro Chile? ¿Otra política? ¿Los constituyentes?

Escrito Por: Hugo Neira 493 veces - May• 20•21

Estoy en Santiago, por razones personales. No es la primera vez, desde que renuncié a la BNP y me dedico a mis investigaciones —además de mis clases—, me he instalado para escribir mis libros (Civilizaciones comparadas, ¿Qué es Política en el siglo XXI?, etc). No soy, pues, un politólogo que conoce a fondo los partidos y tendencias de nuestro país vecino. No he venido a Chile para estudiar su historia y su sociedad. Podría ser posible, algo comparativo como lo hecho entre México y Perú. Pero también es cierto que tengo otros vicios además de la lectura y el pensar. ¿Cómo dejar de salir a la calle para ver qué estaba pasando? Ver la historia no solo en los libros sino en las plazas públicas. Y hablar con la gente. Amo las ciencias humanas, desde la antropología a la filosofía, pero a la vez soy un incurable corresponsal. No puedo dejar de observar el contorno, la ciudad y el país, y sin desearlo, vimos lo que se ha llamado el «estallido social» en Chile. Todo lo que hoy ocurre proviene de ese volcán.

Era el 18 de octubre del 2019. Nos costó trabajo llegar a nuestra casa, no había taxis por el toque de queda, y el metro de Santiago estaba cerrado porque los escolares —no los universitarios— protestaron, evadiendo, por la súbida del precio del pasaje. La avalancha de los jóvenes tuvo como respuesta los carabineros. Piedras por aquí, gases por allá, otras protestas con cacerolas, y en la noche el presidente Piñera declaró la emergencia. Por lo general esas protestas masivas se apagaban, así fue en el 2011, en el 2006, lo que llamaron la «revolución pingüina». Pero esa vez no fue así. Jaime Bordel Gil lo describe: «La gente inundó las calles como respuesta al estado de emergencia y a las imágenes de militares descendiendo de los tanques en pleno centro de Santiago».  

Le explico, amable lector,  para no ir de inmediato al presente. Viene de inmediato pero con un pedido metodológico. No razone para el caso chileno con los conceptos que nos son familiares a los peruanos. Las sociedades tienen puertas y muros, pero las llaves son diferentes. No digo mejores, diferentes. Por muy andina que sea Bolivia, no es Ecuador. Somos en América Latina países específicos. Tanto como son distintos el Portugal y España, o Italia con Francia.  ¿O cree usted que Canadá y los Estados Unidos son lo mismo cuando están en el norte? Entonces, paciencia. ¿Qué siguió después del estallido?

Preámbulo a lo que está pasando. Se acuerda un proceso constituyente. Es decir, un plebiscito nacional es acordado el 25 de octubre del 2020, y chilenos y chilenas «decidieron que se redacte una nueva Constitución». Ahora  bien, ¿cómo se forma el cuerpo político para discutir y producir la nueva Constitución? En el Perú, estamos acostumbrados a que algo así lo hagan representantes en el Congreso. En el caso chileno es un cuerpo político específico que se llama la Convención Constitucional, y debe estar compuesto por 155 representantes y mediante elección directa. ¿Ok? ¿Lo ha entendido el lector?

Pues bien, las elecciones de Chile en este 2021 y en estos 15 y 16 de mayo, se han organizado a partir de tres elecciones a la vez. Las municipales, los gobernadores (por primera vez) y los miembros de la Convención Constitucional. Estas elecciones en paralelo fueron postergadas dos veces, se había previsto el domingo 25 de octubre del  2020 pero, visto la pandemia, las dejaron para el 4 de abril del 2021. Otra suspensión, por la pandemia. Por una serie de aspectos jurídicos en los que no entraremos, los nuevos alcaldes y concejales asumirán sus funciones el 28 de junio. También hubo un tiempo para que los partidos, los tradicionales o los nuevos, tuvieran sus primarias. Y elegir sus representantes para los tres rangos, obviamente, el más importante, ¿quién dominará la asamblea que redactará la Nueva Constitución?

Sí, claro, Chile tiene una administración local dividida en 346 comunas que son 345 municipalidades, si es que no me equivoco. El número de concejales depende de la demografía de la comuna,  y alcaldes o concejales tienen el cargo hasta el cuarto año,  y pueden ser reelegidos. Pero supone usted, el lector, en este instante, que la cosa del poder no está en las comunas sino en quienes han sido elegidos para la Convención Constitucional. ¿Qué son, de derechas o de izquierdas? Se sabía antes de los resultados —que han dejado con la boca abierta a todo el mndo— que era para dejar la de Pinochet y los Chicago boys que impusieron la muy conocida economía neoliberal. Cierto, en Chile ha habido crecimiento económico, pero a la vez, brechas gigantescas en la sociedad chilena. (Los mismos problemas que sacuden a las sociedades avanzadas de Europa, acosadas por los populismos tanto de izquierda como de derecha). ¿Quién ganaría, pues, en el caso chileno?

En fin, se sabe que desde el 2000 al 2019, el poder legal ha estado en manos de izquierdas y derechas, a saber, Ricardo Lagos, socialista, del 2000 al 2006. Luego, Michelle Bachelet, del 2006 a 2010. Y luego, Sebastián Piñera del 2010 al 2014. Vuelve la señora Bachelet del 2014 al 2018, y luego, por segunda vez, Piñera. Hasta este día. Parece un sistema bipartidista. Para algunos les debe parecer un modelo de reconocimiento del «otro». Pero esta vez, algo ha pasado. Como diría ese gran filósofo que era Cantinflas, «ahí está el detalle». Ocurre que ha aparecido un nuevo actor en Chile, se llaman los «independientes».

Una nueva fuerza, que nadie esperaba. Con sus 48 escaños, por encima de los 37 escaños de Vamos por Chile (muy pocos, el voto por el oficialismo). Con 28 escaños, un conjunto de fuerzas de izquierda y en donde está el Partido Comunista. Con 25 escaños, liberales y demócratas cristianos. Hubo 17 escaños para pueblos originarios. Y el presidente Piñera dijo que la «ciudadanía le envió un mensaje claro al gobierno». Y acierta en pensar qué es lo que emerge en Chile: «Estamos siendo interpelados por nuevas expresiones y nuevos liderazgos». Exactamente, no lo vence la izquierda sino un nuevo anhelo del pueblo, tener pueblo en el poder. Un cambio cultural, más que político, de orden social.

¿Qué significa este resultado? En primer lugar, la derecha pierde su derecho a vetar, lo que quiere decir que la constitución liberal no tendrá defensa alguna. Eso es una victoria, ¿pero para quién? La izquierda no ha perdido pero tampoco ha ganado. Se esperaba, visto las protestas permanentes en la calle, un triunfo masivo. Pero no es mayoría. ¿Entonces quién va a mandar?  Es claro, los de «independientes».

Pero no es toda la sorpresa. El triunfo de independientes, se dice en Chile, es un castigo del ciudadano a la política y a los partidos¡! En efecto, a los que han perdido se les está llamando «los tradicionales». Y eso es feroz crítica tanto a la derecha como a la izquierda. Los llamados «independientes» no forman parte de un partido. Un observador dice lo siguiente: «se acabaron los días en que los partidos políticos dominaban la política»  (Kenneth Bunker, en Las últimas Noticias).

Ahora bien, preguntando qué son, los dibujan como figuras variopintas, donde se mezclan movimientos, dirigentes sociales, y también críticos de partidos. Sobre todo, eso, los partidos. Un conocedor del mundo político chileno dice que «los independientes son figuras que en su mayoría no esgrimen ideas, sino la voluntad de promover este o aquel interés». Otro dice que «ya no es problema de representación». Se da cuenta,  amable lector, si eso se piensa en Chile. Entonces, los «independientes» resultan ser el ciudadano corriente, que no tiene líder, que en cambio se prepara para el diálogo. O sea, lo que está pasando en Chile es un giro en la historia de la política. Quien no se sorprendería es un tal Rousseau, «la soberanía está en el pueblo». O sea, en nuestra época en donde todo gira en torno a enriquecerse o comandar, viene la idea del «estado llano». Los constituyentes pueden gobernar, no es necesario ni un Rey ni un Mandatario. Y que es el pacto social. Y Rousseau: «Encontrar una forma de asociación  que defienda y proteja con toda la fuerza común a una persona y los bienes de cada asociado, y por la cual, uniéndose cada uno a todos, no obedezca, sin embargo, más que a sí mismo y permanezca tan libre como antes». 

En Chile ¿retorna la «voluntad general»? Y para aterrizar y ver qué cambios o temas ocupan los independientes constituyentes, lo que está en un diario de Santiago. Los 48 electos de los 155 de la futura Convención, traen los temas de «pensiones, impuestos, agua y Banco Central, esto en lo económico». En cuanto a qué posición los de izquierda o la derecha, nada que ver. Titular de El Mercurio del martes 18.05.2021: «Lista del Pueblo se define contraria al sistema neoliberal y es crítica de partidos de izquierda». ¿Qué les parece? Ni esto ni ajeno. Se supone que para no necesitar de partidos y de líderes excepcionales, «el pueblo» —o sea, todo ciudadano— precisaría de un nivel alto en la sociedad civil compuesta de gente bien formada, no solo en una profesión sino en conocimiento de la cultura democrática. Puede que así sea en este momento en la sociedad chilena. ¿Será el país vecino una suerte de Suiza latinoamericana? Ya lo veremos. Lo de la nueva Constitución tendrá un plebiscito que la ratifique o no, en el 2022. Y solo entonces, su promulgación.

Y el Perú, ¿como estará? Cuando gente de Perú Libre dice, muy frescos, que si ganan se quedan para siempre. Es una barbaridad, pero al menos no esconden sus propósitos.

Publicado en El Montonero., 19 de mayo de 2021

https://elmontonero.pe/columnas/chile-la-sorpresa

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