¿Conocen ustedes otro gran pensador peruano que no pudo volver al Perú? Me quedan pocos minutos… Sí, lo conocen, César Vallejo. No es que no quiso, no podía. Vallejo, Santiago de Chuco, familia rural, a la cual no olvidó nunca; los poemas a la madre, al padre, la historia de Vallejo se divide en tres partes. En primer lugar, la llegada a Trujillo y la publicación de Los heraldos negros. En segundo lugar, la experiencia en Lima del año 1919 hasta 1923. Y, en tercer lugar, el viaje a Europa, a París, del año 1923 hasta la muerte. En ese tiempo cambió. Trilce. Se hizo primero aprista, después comunista, después republicano español. ¿Para qué les digo eso? Marchaba a lo universal. Ese aldeano es el más grande poeta que hemos tenido en toda la historia literaria, el que más toca no solamente asuntos pueblerinos, aldeanos de nuestras vidas, sino sensaciones y emociones universales. Yo he visto en Yugoslavia, un día, estando en un periódico (me habían invitado) cuando aún había tipografías, a un obrero que estaba trabajando — así se hacían los periódicos, con plomo— que estaba leyendo a ratos algo. ¿Saben lo que era eso? ¡Los poemas de Vallejo traducidos al croata! Eso es la universalidad. Y lo entendía y se emocionaba. Ese hombre no pudo volver por la sencilla razón que en el Perú había en los años 30 un gobierno fascista, del señor Benavides, que perseguía a los apristas, los metía en prisiones, los torturaba como a los comunistas. Y él hubiera venido para que, en un rincón de una celda, hubiese sido despedazado.
¿Cuántos son los otros? Me estoy acercando al límite de tiempo entonces, muy rápido. ¿Dónde se escribe la obra de Vargas Llosa? O, mejor dicho, ¿a qué edad se va Mario? Que quiere esta ciudad y con toda razón, que ha hecho una serie de obsequios pertinentes con sus libros y que es mi amigo, desde la época en que trabajábamos juntos con el maestro Porras. Maestro de Macera, de Vargas Llosa y de mí. ¿Qué nos enseñó el doctor Porras? A hacer fichas, a saber, leer un libro, a hacer una reducción, a pensar, a partir de los conocimientos. ¿A qué edad se fue, para siempre? Mario tenía 22 años. Pregúntense por qué. Porque por supuesto no iba a poder encontrar editores como en Barcelona, es verdad, y tampoco públicos. Las novelas de Mario son realmente un retrato terrible de la violencia social. Terminando, les propongo como reducción, varias síntesis. Puedo seguir con la obra por ejemplo de un cuentista, Julio Ramón Ribeyro. ¿Conocen a un gran cuentista en el Perú? Las novelas de Julio Ramón no eran tan buenas pero los cuentos, ¡Dios mío! Es un gran cuentista del Perú y entre los más grandes de la literatura latinoamericana, como Cortázar, y otros más. Cuentos que son la historia de Lima, de la clase media, de la quinta, lo mejor de la descripción de las emociones, las pasiones, la aldea social peruana, popular o media. ¿Qué hace escribiendo en París? O sea, el apego al Perú no se va nunca. El mecanismo de lo que llamamos la errancia tiene estos elementos contradictorios.
Rápidamente, daría tres hipótesis para poder explicar esto. En primer lugar, la más simple, la más sencilla. La errancia se trata de un exilio voluntario para iniciar y completar, en sociedades más avanzadas, su propia formación. Sí, pero tengo una duda sobre esta hipótesis. ¿Por qué diablos a los escritores en México no les pasó eso? ¿Ustedes creen que a unos grandes escritores y pensadores mexicanos no les pasó esto? Octavio Paz no se fue nunca. No necesitó irse. Ni Alfonso Reyes y otros más. Entonces hay que preguntarse por qué se tienen que ir los peruanos. Porque pareciera que los intelectuales molestan, incomodan, es una posibilidad.
La segunda hipótesis es que son outsiders. Eso es más delicado, más fino. Les voy a robar unos minutos, estoy ya en 44…. El término outsider lo usan para la política, es alguien que se presenta para la política, no tiene partido, ya nos ha pasado con varios presidentes que son outsiders, ¿no? Y qué bien estamos después del gobierno de Fujimori, de Toledo, qué bien… El outsider político. El outsider intelectual es una definición del pensador alemán Alfred Schütz, que dice lo siguiente, lo voy a leer: «esa persona que no comparte todos los supuestos básicos de la concepción relativamente natural del mundo». Es el forastero capaz de discernir entonces la crisis de algo fuera del etnogrupo. Una persona normal en el Perú te podría decir lo siguiente, ya sedentarios como somos: ¿hay corrupción? Sí, el Perú es así, siempre ha sido así… Un extranjero, un forastero, no lo ve así. Los rebeldes e inconformes que no lo aceptan y pasan a ser outsiders dicen no estoy de acuerdo. ¿Por qué es necesario? Es una anomalía, aunque sea abajo, al medio, al centro, no creemos que sea normal. Hay sociedades que no son así, o les ha pasado por periodos. Entonces el tema es cómo un novelista o un sociólogo llega a la lucidez. Cuando no comparte los sentidos comunes de sus ciudadanos y el conformismo que lo rodea. Para eso se necesita tomar distancia y tener el coraje de pensar distinto. El outsider es el que da el sentido de las cosas. Por supuesto que Mariátegui, como saben, ya se iba a Argentina cuando le sorprendió la muerte. Hay un precioso trabajo de Flores Galindo sobre el final de Mariátegui. Se iba porque molestaba. Entonces este país tiene una tradición: expulsar en silencio aquellos que son críticos de ellos mismos.
El tercer planteo es muy interesante, de pronto es que son cosmopolitas. Estas personas no aparecieron cuando se fueron. Yo hablaría de mí mismo, hay un momento determinado, después de Velasco, que me abrieron las puertas las universidades francesas y me fui a vivir a Francia. No me sentí mal. Porque nos adaptamos. ¿Qué nos pasa a los que nos fuimos? Les cuento amigablemente. Conversando con Julio Ramón Ribeyro o Mario Vargas Llosa en París, era acá nos descubrimos, entendimos lo que somos. ¿Qué descubrimos? Que somos latinoamericanos, en primer lugar. Incluso las identidades peruanas se vuelven fuertes. Claro está, hay algunos que no vuelven más. Hay casos. Y tienen todo el derecho. Julio Ortega, por una parte —para ustedes, gran especialista de la literatura—, y por otra parte, José Miguel Oviedo. ¡Qué formidables trabajos sobre la literatura latinoamericana! Algunos que no se van. Pero se pierde. A veces hay que irse. Les hago una pregunta… ¿Qué pasó con Arguedas? Se pegó un tiro. Entonces los cosmopolitas entienden el mundo de afuera y entienden mejor el mundo de adentro. Hoy día, y aquí acabo, están pasando cosas así por la mundialización. Hay gente que está acá y un poco afuera. Podría mencionar el caso de jóvenes brillantes, amigos míos, muy brillantes: Carlos Meléndez —trabajos en Chile y aquí—, Alberto Vergara, con un pie puesto en la Universidad del Pacífico y otro en el exterior, porque lo consideran así, y esto es bueno y saludable. Entonces esto era lo que quería decirles, cómo la historia literaria latinoamericana, la historia de la literatura peruana y de la política se pueden examinar desde la errancia.
He sido injusto tal vez con otros pensadores, conservadores, pero no de mala gana. Riva-Agüero, bueno, no hay modo de no señalarlo. Liberal en su juventud y completamente conservador. Luego Víctor Andrés Belaunde… Pero nadie ha sido un gran pensador por completo. Para la izquierda, el mejor de todos era Alberto Flores Galindo, una pena que se muriera. Él hubiera tenido una visión global de la situación peruana. Y ninguno de estos libros sobrepasa a Mariátegui, aunque alguien dirá de nuevo la realidad peruana. El libro los Siete ensayos… es un libro de los años 30. La Lima de Mariátegui era una Lima de 200 mil habitantes. No había allí barriadas, informalidad, las cosas que nos han pasado después. Por cierto, somos parte de la sociedad, pero como atrevimiento, capacidad de ver, intentar una visión global, es pues un reto asumirlo. Entonces espero que podamos pasar de la errancia al retorno, si es que no viene un gobierno de tipo dictatorial, que es tal vez lo que nos puede pasar. Muchas gracias.
* Ponencia en la ocasión del I° Congreso Internacional Antonio Cornejo Polar en Arequipa. 01-05 de octubre de 2018. Universidad Nacional San Agustín. «Procesos de migración, éxodo y exilio, desarraigo y arraigo»
Publicado en El Montonero., 4 de septiembre de 2023
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