Gobernabilidad. ¿Lo inmediato o el mediano plazo?

Written By: Hugo Neira - Abr• 15•19

Al final del sábado pasado 13 de abril, después de haber dado clases todo el santo día, de regreso a mi hogar, se me ocurre ver qué se dice de lo actual en la televisión limeña. Y me detengo en RPP. El «Enfoque de los sábados». Vi entonces a Raúl Vargas y un panel. Con Raúl tengo algunos de mis largos lazos de amistad. Siendo muy jóvenes, fuimos parte de unos cuantos que nacimos al periodismo en el Expreso de Manongo Mujica. El director del diario era José Antonio Encinas, un diplomático con dos doctorados en Harvard, Economía y Filosofía (¡!) Y habiendo vivido en los Estados Unidos de los Kennedy, decide rodearse de lo que él llamaba ‘jóvenes con talento’ y de preferencia, «progresistas». Años 60, pasamos por un concurso público. Así fue como llegamos al periodismo, Raúl Vargas, Abelardo Oquendo, Luis Loayza y el que firma. Y el periodismo de calle lo gobernaba el gordo Villarán. Un genio. Fue el inventor del diario plebeyo Última Hora. En Expreso teníamos columnistas con cultura (los que he mencionado) y un diario osado, lisuriento. Alguien dijo que Expreso se vendía porque era el matrimonio de un Lord inglés con una puta del Callao. Algo de eso es cierto.

Todo esto para decir que el sábado pasado, de casualidad di con su programa en RPP y él como sus invitados, me parecieron extremadamente interesantes. Ese día, comenzando mi programa del pensamiento político y arrancando, como es natural, desde la Grecia Antigua, venía de explicar la Atenas del siglo IV a.C. y sus instituciones. Y acababa  de decir —pese a que han transcurrido la friolera de 2440 años— lo esencial de una democracia, es el ágora. Es decir, la plaza pública, la gente corriente, discutiendo, opinando. El debate, sino no hay política.  

Ocurre que Vargas y RPP habían invitado a varias personas. Aníbal Quiroga, Raúl Ferrero, Alonso Nuñez y una señora, Milagros Campos, que defendía la versión oficialista. Raúl Vargas, por su lado, hizo algo racional, una premisa decisiva. «Los  12 proyectos de reforma política», el resultado de la «Comisión de Alto nivel». Dirigida por Tuesta Soldevilla. Al final del debate, intervino por vía telefónica.

El primero fue Aníbal Quiroga. Reconoce la importancia de esa finalidad, la de un sistema político distinto, y a continuación, señala dos cosas, que por obvias, había que decirlo. En efecto, no se trata de una modificación constitucional. Pero ello no ha esquivado ese enorme problema que desde el 2016, es lo peor para el Perú, o sea la rivalidad Ejecutivo-Legislativo. Según Quiroga, «el presidente Vizcarra  ha vuelto a pechar al Congreso». No está mal como metáfora, digo yo. Y la segunda idea de Quiroga es que esas reformas no dejan de ser «un debate alejado de la ciudadanía».

Ciertamente, la reforma interesa a la gente que se interesa por el destino del país. Pero, contrariamente, a la mayoría de peruanos les preocupa la seguridad pública, lo que ocurra con la economía, el aumento de la pobreza, los problemas de salud y también la educación. Por mi parte, considero que esas reformas serían decisivas, pero mis paisanos no tuvieron cursos de Educacion Cívica, ni en colegios del Estado o privados. No la ven urgente. Me recuerdan lo que escuché a uno de mis profesores en la Sorbona. «Los límites de la conciencia posible». No creen en el parlamentarismo ni en decretos.  Lo cual no quiere decir que no sean hábiles ni inteligentes. La prueba, la emergencia de nuevas clases medias que vienen de la informalidad. Pero la paradoja peruana: cuánto más mejoren económicamente, más aumentará la confianza en sí mismos, y no en los políticos.

Raúl Ferrero, en su turno, parte de lo real, a saber que el «Presidente Vizcarra baja en las encuestas», y en consecuencia, «intenta mantener un grado de popularidad, con el fin de reforzar las leyes y las instituciones». El tema y que no es solo peruano, es corriente en las sociedades de nuestros días, como «tomar el control». Ferrero, acaso por ser hombre de experiencia, apunta a lo que el llama «las convergencias». A la necesidad de reunir  «un conjunto de voluntades». Porque de lo contrario, el pueblo hará «oídos sordos». Y esta reflexión, «el gobierno puede hacer algunas reformas, pero no todas». En cuanto a  Alonso Nuñez, habló algo que a mí también me parece que falta, «planes de gobierno». De ahí, el intitulado. Está bien gobernar lo inmediato, pero el país quiere algo más, que le digamos adónde vamos. La estación final.

En cuanto a Milagros Campos —a quien no tengo el gusto de conocerla—, la encontré clara y  brillante. Explicó que el proyecto Tuesta trata de la democracia interna en los partidos. En listas de militantes que pueden ser de unos 12 mil. Y confieso que aprecio su razonamiento porque para el tema de «las legitimidades», recordó a Max Weber. Resulta que esa es mi línea de escuela como sociólogo. En fin, Tuesta intervino y no fue ni pedante ni sectario. Sabe lo difícil que es una reforma de ese rango. Retoma en su intervención el tema de las convergencias.

Muy cuerdo e interesante. Pero creo que se olvidan de algo. El Estado actual no tiene partidos, militantes. La organización partidaria, que hoy casi nadie tiene, es el cable a tierra que puede ayudar a un Jefe de Estado en las dos direcciones. Por una parte, distribuyendo los proyectos presidenciales, y por la otra, saber cómo está el humor del pueblo, en el día a día. La ausencia de ese sistema de comunicaciones de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, explica en gran parte el declive de Toledo y de Ollanta. Y el de PPK. Un gobierno de primer mandatario sin red partidaria no es sino una ballena sin océano, un águila sin alas, un cirujano que ha perdido la vista.

Publicado en El Montonero., 15 de abril de 2019

https://elmontonero.pe/columnas/gobernabilidad-lo-inmediato-o-el-mediano-plazo

Fernando Fuenzalida. Mundialista y localista

Written By: Hugo Neira - Abr• 15•19

Etnólogo, arqueólogo, con estudios en Filosofía, no siguió lo que es corriente en nuestro medio, la especialización a la manera americana. Lo suyo se semeja a la escuela europea en Ciencias Sociales. No es suficiente decir que es una corriente humanista. Específicamente, es multidisciplinaria. Eso fue Fernando. (Y eso también soy yo, Ciencias Políticas y Sociología en París. Por eso lo entiendo). Sus primeros trabajos fueron de terreno en comunidades indígenas. Uno de ellos es célebre, en Huayopampa, en 1982, descubre que los comuneros podían ser también empresarios (IEP). Luego, estudia apasionadamente la «mitología andina y sus simbolismos». No fue un indigenista, al contrario. Llamó «utopía e infamia» esa corriente porque se sirvió ideológicamente del tema campesino. Muchos de sus trabajos giraron sobre el «mestizaje cultural y la educación en el Perú». Trabajó también sobre Lima como «ciudad abierta». Con el tiempo sus temas fueron cada vez más amplios. Del colonialismo interno pasa a la modernidad. Renovaba a la misma antropología. Se ocupó de la migración andina, de los problemas de violencia y terrorismo. Estudió tanto los cultos paganos del Wamani como la crisis de la civilización cristiana en Tierra baldía. Estuvo en Varsovia y en Lodz. Su libro mayor, a mi criterio, es La Agonía del Estado-Nación. Escrito al final del siglo XX, anticipa lo que ocurre en este siglo XXI. Entiende muy claramente que la geopolítica posterior al hundimiento de la Unión Soviética —la llamada mundialización— se convierte en una nueva forma de soberanía económica, política y militar, mediante empresas multinacionales que subordinan a Estados y naciones. Y anuncia la paradoja de la globalización. Es decir, se implanta un mundialismo que homogeneiza mercados, y a la vez, culturas y naciones se rebelan y rechazan la posmodernidad. Multitudes reinventan religiones, sectas, nacionalismos, y todo esto, en un mundo de intercambios. En pocas palabras, el incoherente mundo actual. A la vez mundialista y localista. Este sería el libro que todo peruano debe leer, por lo menos hasta el año 2050, para entender la doble hélice de nuestro tiempo.

Publicado en El Comercio, suplemento «El Dominical», 14 de abril de 2019

Perú: estamentos y clases sociales

Written By: Hugo Neira - Abr• 10•19

En estos días vi una obra de Avant Garde, un elenco inglés, el más alto nivel en la danza contemporánea en el Gran Teatro Nacional. Fagin’s Twist. Y en la Escuela Superior de Guerra, en Chorrillos, el Art Lima, una feria internacional apabullante de belleza y de calidad. Está claro que Lima es una megaciudad. Pero dudo  de que sea la capital de este enorme y fragmentado país. Las Bambas son el epicentro de una crisis que resulta ininteligible para una buena parte de la clase política.   

¿Qué es un estamento? Un grupo social que tiene una situación privilegiada. Una clase se determina por el lugar que uno ocupa en el sistema de producción. «El estamento es una forma de vivir». La clase es ser empleado, obrero, empresario, etc. Nosotros los peruanos, tenemos clases sociales y a la vez estamentos que nacen coloniales y no desaparecen con la independencia. Se reconstruyen en la República tras los negocios del guano y el salitre. Max Weber, que no puso jamás los pies en este continente, nos definió claramente. «En esas Indias aisladas, los reyes de  Austria [no los llama españoles] organizaron burocráticamente los privilegios dentro de un sistema de estamentos. De ahí salió la esfera de los favores». No dice que solo hubo clanes dinásticos en criollos y peninsulares, sino «que acogieron a los indios de nobleza o de rango de curacas». La esfera de los favores se prolonga hasta nuestros días. No me digan que a un ministerio se entra por concurso público. Es a dedo. Algo nada moderno.

El problema minero-agro, es choque de titanes. La metáfora de los griegos es pertinente para nuestro caso. ¿Por qué Zeus y los dioses Olímpicos se les enfrentaron? Porque los titanes eran tan poderosos que podían deshacer el universo. Los vencieron al encarnar, Zeus y su hermanos, el equilibrio, la sensatez.

Si tuviéramos estadistas, ya habrían reunido a las capas tectónicas, es decir mineras y comunidades. Eso sería la gran reforma. ¿No nos damos cuenta de que las transnacionales en el Perú, tras extinción de los «doce apóstoles», ocupan los 30 primeros lugares en el ranking de empresas? (Francisco Durand, 2004). Y del otro lado, según el Directorio de Comunidades Campesinas, hay 7267. Por lo demás, Las Bambas ha pasado por diversas manos. De la suiza Xstrata Copper a una empresa china, MMG Limited. Estaba en marcha un túnel —un mineroducto— y los chinos lo cancelaron. Natural, Ollanta presidente.

El mayor conflicto no está entre Ejecutivo y Legislativo, izquierdas o derechas. Me parece que no se entiende lo que está ocurriendo. Perdón, pero vuelvo con otro sociólogo alemán, Tönnies. Suyos son los conceptos Gemeinschaft y Gesellschaft. Traducción: comunidad y sociedad. Hoy, los que bloquean son comunitarios. Y en el gobierno ni se les ocurre llamar a antropólogos. A falta de estos, están las ONG que reciben dinero de la oligarquía mundialista y apátrida que paga para que se derrumbe eso que se llama nación. Entre tanto, a los campesinos los manipulan. Y ni una miserable línea telefónica vincula el gobierno limeño con esas fuerzas rurales. Hay quienes esperan alguna violencia para incendiar la pradera, sobre todo en el sur. Resolver Las Bambas está bien, pero no es gran cosa. El problema reaparecerá en Challhuahuacho, en Mara. Hay que distribuir territorios. Y pensar que Hegel, en 1818 define el Estado como la esfera del «bien común». Han pasado dos siglos. Y seguimos con gobiernos efímeros y tembleques que a lo más se ocupan de los intereses dispersos. El Estado moderno no lo tenemos. Ni entendemos qué es.  

Publicado en El Comercio, 10 de abril de 2019

https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/peru-estamentos-clases-sociales-hugo-neira-noticia-625106

De Soto. El pata que siempre la ve claro

Written By: Hugo Neira - Abr• 09•19

Tengo ante mis ojos el último Caretas. Contiene una entrevista de ocho páginas en donde Hernando de Soto expone una propuesta que podría redefinir las relaciones entre mineras, comunidades y el terco y pasivo Estado que hasta ahora lo ha ninguneado. Ese vocablo es mexicano, lo puso en el tapete el propio Octavio Paz. Hoy, están muy orgullosos los mexicanos de su pluma y de su herencia de librepensador, pero en vida, quemaron sus libros. Claro está, desde tiempos bíblicos, nadie es profeta en su tierra. Pero acaso esta entrevista y el riesgo de perder Las Bambas y la minería, como perdimos en el siglo XIX el guano y el salitre, despierte a algunos. Se hacen los sordos, y no escuchan a De Soto. Solicitado por el resto del planeta¡!

En Perú para librarse de un librepensador, lo etiquetan. La flojera peruana es ilimitada. A De Soto le han colgado lo de «naranja». En Caretas, reconoce que trabajó con Fujimori hasta el 93, iniciando el shock financiero, pero Fujimori, político al fin, se llevó la corona. «Agarró las reformas, se robó a gente del ILD.» Ahora bien, ese pasaje, brevísimo, cambió su vida. «Tuve que salir al extranjero, no tengo rentas peruanas». Cosmopolita. Por mi parte, lo frecuento, aunque no siempre de acuerdo. Mi lectura de Marx es distinta de la suya. Pero esa entrevista es trascendente. Caretas vuelve a ser esa revista limeña e intempestiva de Doris Gibson, Enrique Zileri y Marco. Siempre dije que Caretas no era una ideología sino un «estado de ánimo». Una voluntad de nadar contra la corriente.

A de Soto lo conocí leyéndolo. Vivía yo en la exigente Francia, era ya profesor titular. Entonces escribí Hacia la tercera mitad. Entre las muchas temáticas, la informalidad. El resultado de la migración masiva de campesinos. Enorme bibliografía, elegí tres pensadores. Carlos Franco, que veía una «plebe urbana». Matos Mar, «como desborde popular». A ambos los conocía. Con Franco, habíamos estado en el Partido Comunista. A Matos, mi profesor en San Marcos. Pero la hipótesis de Hernando me pareció la mejor. Los informales eran los empresarios capitalistas y no los empresarios de entonces, mercantilistas. Y «sujetos a la esfera de los favores». Dije también que había tres De Soto. «El investigador empírico, el político liberal y el gestionario de nuevas ideas que relacionan lo macro con lo micro». Eso dije en 1996. Hace 23 años. Ese libro anda en su quinta edición. Y ahi está De Soto, para decirnos una vez más, en economía, algo que no está en los -ismos. Sino en su mirada clara y realista. «Los dueños de la superficie de la tierra, bloquean la extracción de minerales». Hay que darles acciones. «Títulos sobre derechos minerales». Sino, seguiremos siendo «el país de las oportunidades perdidas»  (Basadre).

Publicado en Café Viena, 9 de abril de 2019

Perú. La doble muerte de los mejores

Written By: Hugo Neira - Abr• 08•19

Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Sócrates es mortal. A eso se le llama el silogismo. Desde el 400 a.C. Desde Aristóteles. Dos premisas que llevan a una conclusión lógica. Pero no todos los mortales mueren para siempre. Aparte de deudos, la humanidad guarda memoria de sus sabios y artistas. De alguna manera Leonardo da Vinci está presente en sus obras. O Cervantes porque siguen trotando el Quijote y Sancho. Las culturas no mueren, suelen sobrevivir cuando desaparecen las civilizaciones que las han engendrado. La Ilíada no necesita que Homero la defienda, se defiende por sí sola. Pero, como dice el dicho, toda regla tiene una excepción. Y esa singularidad, distinta de todo otro pueblo o nación, es lo peruano. Nuestras celebridades tienen un destino inmerecido. Reciben la mezquina venganza de los infecundos. Cuando el ángel de la guadaña interviene, son los llantos. Pero en vida, hicieron lo imposible por ignorarlos. Al que ha destacado por ser escritor o pensador, tiene una doble muerte. El mecanismo peruano con el cual vuelve a morir estando ya muerto, es muy sencillo. No se le lee. Y no me digan que los 18 tomos de la Historia de la República del Perú de Basadre está en las bibliotecas —si las tienen— de las escuelas peruanas. Ni las obras completas de César Vallejo.  

Los antiguos griegos para darles consistencia a sus vidas, tenían un personaje mitológico, la diosa de la memoria, Mnémosina, hija de Titanes, madre de las nueve musas. Sin duda candideces del pasado, por no decir otra cosa. ¿Las musas? Nosotros tenemos los smartphones e Internet. Pero hay algo que no cuela. Algo que se vuelve una interrogación. ¿Por qué en países más avanzados que nosotros, donde cualquiera tiene una laptop y celulares, sin embargo, los libros se siguen imprimiendo y vendiendo por millares? ¿Mientras que en el Perú, según las estadísticas, un peruano lee cada año, la mitad de un libro? Incluyendo los universitarios.  

Se acaba de morir Julio Cotler. Y hace poco, Gonzalo Portocarrero. Y Enrique Bernales. Hay pena, sin duda. Se les honora a grandes titulares. Pero no puedo por ello dejar de pensar que este es un país con cultura de cementerio. Esperan que alguien ya no esté, para tomarlo en cuenta. Por mi parte no me voy a sumar a ese ritual que esconde, junto a la honesta pena y dolor, una cierta hipocresía y cinismo. Cuando estaban en vida, pudieron comentar sus ideas y obras. Pero en Perú han desaparecido las reseñas. O sea, la circulación racional de las ideas. Por mi parte he tenido la costumbre de citar en mis artículos y libros a mis contemporáneos. Sin esperar las pompas fúnebres. El reconocimiento, señores, en vida, no cuando están en los Campos Eliseos. He citado toda mi vida a otros autores, a Tanaka, a Alberto Adrianzén en Hacia la tercera mitad, escrita en Tahití, antes de conocerlos personalmente. Sí, pues, se me han pegado los saludables hábitos europeos. Sé que citar a otro en Lima es declararse o un sobón o coincidir ideológicamente con el citado. El mundo de las ideas no funciona así. Pero en Lima es el qué dirán. Y en consecuencia, el prudente y calculado silencio. El resultado es que intelectualmente nos empobrecemos.  

Dije en vida de Javier Tantaleán, en el diario La República, en un comentario a ese vasto trabajo suyo, Virú, «Virú. 12 mil kilómetros de Historia» (2004), que era un sabio, cargando una cruz. Un sabio aprista. A Cotler, no solo lo he citado, en clases y en mis libros, y en uno de ellos (¿Qué es Nación?) al llegar al capítulo sobre México que desarrolla sus aldeas rurales, tomé no unas líneas sino varias páginas de un trabajo etnográfico de Julio, sobre San Lorenzo de Quinti, y un estudio de Fuenzalida de Huayapampa, para compararlos con Apatzingán, próspera aldea mexicana.

Para mí, los que se han ido, no son espectros sino sabios que siguen vigentes. Claro está, la realidad se mueve pero no del todo. Gonzalo Portocarrero se ocupó «del rostro criollo del mal». De estar en vida se ocuparía del «rostro andino del mal». Me refiero a la vivezas y astucias de Gregorio Rojas. Que luego de exigir la libertad de sus asesores, ahora dice que «ellos les instaron a bloquear el paso de los vehículos de la minera en Las Bambas» (El Comercio, 5/4/19). Los abogados Jorge y Frank Chávez Sotelo, se llevan la amarga sorpresa que los comuneros no les son leales. Esos andinos, los de hoy, no son los campesinos de las tomas de tierras de los años sesenta. Y los informales urbanos también han cambiado. Una señora malcriada le pega una bofetada a un policía de tránsito, y jaladores tienen el cuajo de arrancar los carteles que clausuraban el local ubicado en la urbanización Fiori, permitiendo que subieran al bus de la muerte. El no respeto a las  normas y leyes, es corriente. El ventajismo y la pendejada se han democratizado.   

En algo tiene razón el ecléctico Gregorio Rojas, «ignorábamos que era un delito». Sí, pues, no hay clases de civismo en nuestras supuestas escuelas públicas. Supuestas: no hay educación del soberano, o sea el pueblo, desde hace treinta años. Educar se hace con cursos. En Perú no existen. No hay Lógica, ni Gramática, ni nada. Se enseña por áreas. Un invento peruano. Una suerte de tacu-tacu. Sobre el desplome de la educación, para otra crónica. Sin eufemismos.

Ante los que se han ido, ¿por qué no los leen? Deberían hojear sus obras, porque este país no cambia. ¿O creen que la matriz colonial, que establece Cotler hasta nuestros días, ha cesado? El caso Las Bambas se soluciona —por el momento— cuando interviene un cura, un político y un cacique local. La triología sagrada del poder efímero.

Publicado en El Montonero., 8 de abril de 2019

https://elmontonero.pe/columnas/peru-la-doble-muerte-de-los-mejores