México: un presidente perdido en la historia

Written By: Hugo Neira - Abr• 03•19

Acabo de comenzar mis clases para universitarios. Comienzo con la lista selecta de pensadores y como punto de partida, la Atenas de Sócrates y de Aristóteles. A la Grecia antigua le debemos, desde el siglo V a.C., la filosofía y la idea de la política, es decir, «la vez primera que se funda una versión científica con generalizaciones realizadas a partir de observaciones empíricas». Lo dice un hombre de nuestro tiempo, H. D. Kitto, The Greeks, Londres, 1961. Aristóteles estudia monarquías, aristocracias,  tiranías y los casos en que manda el demos o sea, el pueblo. La democracia. Pero les digo que eso dura a lo más dos siglos, luego Grecia es dominada por Roma, y luego el Imperio bizantino. Ese largo periodo no nos incube, se le llama «helenismo». Volvieron los reyes. Perdieron su libertad y no hubo pensadores en Grecia.

¿A qué viene todo esto? Viene a tiempo del desaguisado de López Obrador que les envía cartas al Papa y Felipe VI, para que «pidan perdón a los pueblos originarios».  Se emociona al pie de una pirámide y envía un tuit.  Qué tontería. Los conquistadores no eran soldados enviados por Carlos V. Después de Colón, era gente que vivía en las islas caribeñas, y entre ellos, uno, Hernán Cortés, que a su cuenta y riesgo, monta un grupo de combate privado —he dicho privado—, unos 600. Y se sumaron contingentes de indígenas que detestaban a los aztecas. Cierto, la población sufre una caída enorme: en 1519, había 25 millones de aztecas, y en 1607, 2 millones. ¿Qué había pasado? Historiadores norteamericanos, W. Borah y S. F. Cook, encontraron la causa. Plagas de sarampión, de la simple gripe, no estaban inmunizados como los del viejo mundo. Pero todo eso es algo que lo saben los escolares.  

Señor Presidente, no se usan conceptos de nuestro tiempo para juzgar el pasado. Me preocupa otro mandatario utópico en América Latina. Ya lo tuvimos con Hugo Chávez, que creía en un Bolívar socialista. Otro disparate. La idea socialista no es del tiempo de la independencia sino de sociedades con revolución industrial y proletarios. Pero con presidentes que ignoran su ignorancia, entraríamos a un ciclo de decadencia que dura siglos, de eso que los griegos tuvieron con el helenismo. ¿Y es este el político impregnado de historia? ¿Qué dicen en Letras Libres? ¿Qué dirá de los mexicanos que se volvieron cristianos y dejaron las pirámides para gozo de turistas? En el país de la virgen de Guadalupe no hubo la obligación de sacrificar hijos en el altar azteca. Así de simple. Qué lástima, López Obrador estuvo tras el sillón presidencial desde los 70 del siglo pasado. ¿Para esto? MORENA, AMLO, el parto de los montes, no salió un gigante sino un ratoncito. Sin embargo, inquietante, ¿qué está buscando? ¿Una simpatía popular para ser el nuevo Porfirio Díaz, dictador? Me parece.

Publicado en Café Viena, 2 de abril de 2019

Las Bambas. Tempestad en los Andes y ausencia de Estado

Written By: Hugo Neira - Abr• 01•19

Las Bambas era el nombre de una minera. Y hoy el nombre de un problema gigantesco. La prensa limeña no ha cesado de informarnos. «Más de 200 días de tensión en el corredor minero» (EC, 18.03.19). «El diálogo se frustra por ataque en Yavi Yavi» (EC, 28.03.19). En efecto, «entrampado el helicóptero» y «los tres ministros, apedreados» (28.03.19). En total había pasado unos 50 días en que un grupo de comuneros de Fuerabamba impiden el paso de vehículos en la minera. El tema parecía ser la protesta por la detención en Lima del dirigente Gregorio Rojas. Y asesores legales sobre los cuales han caído tintas negras en los diarios limeños. En efecto, la Fiscalía investiga a  los abogados Jorge y Frank Chávez Sotelo por extorsión a la minera Las Bambas, «pretendiendo conseguir 100 millones». Es cierto, pero el problema es mucho más grande y más novedoso de lo que a primera vista parece ser una manipulación de aprovechados tinterillos.

La estrategia de la resistencia de los comuneros pasa por una mutación. Entre tanto, los vehículos de las mineras que trasladaban cobre hacia el puerto de Matarani en Arequipa, han cesado. Todo gira ahora sobre montos que exigen unas 38 comunidades de Challhuahacho (Plinio Esquinarila, Expreso, 29.03.19). Las Bambas no solo son Las Bambas. Y no es solo un asunto del Ministro de Transporte y Comunicaciones.

Las Bambas ha pasado, en cortísimo plazo, de las manos de una entidad suiza Xstrata Copper absorbida luego por Glencore Xstrata, a una entidad china, MMG Limited. A primera vista, nada hay de anormal. Salvo que, antes que llegaran los chinos, no solo se iba a construir una pista asfaltada sino un túnel —lo llaman mineroducto— de Las Bambas a Antapaccay. Pero la MMG china cancela la obra. ¿Quién gobernaba en el Perú? Nada menos que Ollanta Humala. Y la pregunta que podemos hacernos en esta hora crítica, ¿por qué no intervino el gobierno peruano? Por otra parte, hace rato que hay bloqueos. Lo dice sintéticamente el periodista Paolo Benza (25.03.19), a saber: «hubo huelga en el 2015, 3 muertos. En el 2016, 4 comunidades de Challhuahuacho, pueblo vecino a Las Bambas, bloquearon la pista reclamando por el polvo: 1 muerto. El MTC les pagó S/ 15.9 millones por el derecho a usar la vía. En el 2017, 4 comunidades del vecino distrito de Mara bloquearon de nuevo la pista».

Y no se diga que las mineras, y en especial Las Bambas, no han hecho gasto sociales y ambientales. ¿Sabe usted, amable lector, qué es la ciudad de Fuerabamba? En una ladera a unos 25 kilómetros de la mina, 441 casas de dos o tres pisos para los comuneros, y «colegios, postas, canchas de fútbol, y pistas asfaltadas, y edificios con lunas polarizadas, pizzerías y hoteles» (Gestión 08.12.17). ¿Qué les parece? Y son los que bloquean la mina y no dejan salir ni entrar a sus obreros¡!

El Perú está pasando por una mutación social y crematística. Billete, pe. Y el roce, negociación y conflicto entre dos titanes. Perdón por la métafora, pero no hay más remedio. Por un lado, las mineras. Por el otro, las comunidades campesinas. Pasemos de lo micro a lo macro.

En el Perú actual operan mineras transnacionales. Empresas de Australia, Canadá, Japón, China, México, Sudáfrica, Suiza y de los Estados Unidos. Véase el Directorio Minero del Perú. El dato es del 2005, acaso hay más empresas. Dicho de otra manera, sobre las 20 principales mineras transnacionales del mundo, operan 11 de ellas. Es enorme. Desde el año 2000, cuando gobernaba el país el muy odiado Alberto Fujimori, ya el promedio de exportaciones nacionales era minería, al 48,6%.

Ahora bien, lo que se llama ‘comunidades campesinas’ (sin contar con las que existen en la Amazonía), son numerosas. Han crecido, incluso después de la reforma agraria, se establecieron como comunidades las que bajo Velasco eran cooperativas. Hoy hay 7267 comunidades campesinas. En Puno, 1303; Cusco, 927; Huancavelica, 640; Apurímac, 476. El Estado peruano, ¿qué contacto tiene con esas comunidades, desperdigadas en las cuencas andinas y costeñas? Ninguno. Ni un teléfono, una laptop. ¿Cómo se puede gobernar sin partido, o sin operadores? ¿Y cuál es la actitud cuando mineras y comunidades se enfrentan, o negocian? Más de un ministro dice: «son líos entre privados». Extracción y gobiernos andinos. Y Pilato se lava las manos.

La exploración minera extranjera ha remecido la mentalidad de las comunidades vecinas. Localidad, territorio y glocalización. Ni globales ni locales, glocales. Tomo el término de Anthony Bebbington. Seamos claros. Se esta modificando la geografia y las expectativas. Los territorios rurales donde operan las empresas extractivas, dejan de ser tradicionales. Y todo cambia. El valor mismo de la tierra. Hay que tomar en cuenta que, «desde 1992, los denuncios mineros han aumentado de 4 millones a 22 millones de hectáreas» (Jeffrey Bury, cifras de CONACAMI, 2000). Estamos viviendo algo parecido a la fiebre del oro en California. Ya no es un tema solamente ambiental. Se revalorizan los recursos. Otros los llaman extorsión. Los terrenos en la sierra van hasta «los 50 mil dólares por hectárea» (entrevista de Mariella Balbi del 18.12.16, Perú21, al presidente de la Sociedad Nacional de Minería y Petróleo).

Los movimientos sociales no son los únicos actores en ese laberinto. Intervienen «campesinos, estudiantes, gente de la ciudad, activistas, organizaciones locales, instituciones públicas» (Anthony Bebbington, IEP/CEPES, 2007)). Y parte del gasto social de las mineras, es un fiasco. Es el caso de Nueva Fuerabamba. Muy moderna, un lujo, pero no tienen donde sembrar ni cuidar ganado. «Sus nuevas casas de dos o tres pisos de paneles de yeso les parecen fríos». «Prefieren sus antiguas chozas de adobe con techo de paja, calentadas con estufas de leña». Está surgiendo una capa social de comuneros, que aspiran a ser clases medias rurales. Y si es posible, ¡rentistas!

Publicado en El Montonero., 1 de abril de 2019

https://elmontonero.pe/columnas/las-bambas-tempestad-en-los-andes

Toledo. ¿Contigo Perú?

Written By: Hugo Neira - Mar• 27•19

Lo de Toledo ha sido el lado negro de nuestra actualidad inmediata. Naturalmente, da pena y a la vez provoca indignación. Aun siendo un expresidente, tenía y tiene —no se ha muerto— una obligación, la de portarse correctamente. Como todo ciudadano que ha tenido tan alta magistratura. ¿Pero enterarse de que la policía de un modesto condado, el de San Mateo en California, tuvo que arrestarlo por ebriedad? Encima, en un lugar público, un restaurante. ¿No podía embriagarse en su casa? Esto ocurre el domingo pasado y a las 10:37 pm. Y lo sueltan el lunes a las 9 am. Encima dijo que no era cierto. Y la señora Karp, que «era un complot del fujiaprismo» (El Comercio, martes 19). Qué vergüenza.

Por mi parte esperé unos días. Quería ver qué decían otros columnistas. Y en efecto, hay diversos artículos. Me interesan, sin embargo, un par de los aparecidos. El de Santiago Roncagliolo, «La presidencia etílica». Y el de Díaz-Albertini, «Vergüenza no, indignación». No es corriente en nuestro país que se nombre a otros comunicadores, pero los menciono porque sus artículos me preceden, y sencillamente, no hay polémica puesto que comparto la «indignación» de Díaz-Albertini y lo de «la presidencia etílica», de Santiago Roncagliolo. Solo que yo extiendo el caso a lo social.

¿La presidencia etílica? Es cierto que no la hubo con Leguía, grandes convites, y punto. Ni con Belaunde. Tal vez Sánchez Cerro y con toda seguridad, el general Odría, que se mandaba unas juergas interminables. Duraban una semana, en el hotel Paracas, cerrado para esos días. En una de esas Odría, subiéndose a la mesa en un banquete, se puso a bailar con la Tongolele, y la morena, un monumento de mujer, le dio un caderazo, y el general cae de la mesa al suelo y se rompe el ilíaco. Tuvieron que enviarlo a los Estados Unidos. Lo operaron, Odría regresó cojeando, y desde los peldaños de la escalera del avión, convoca elecciones. Deberíamos tener un monumento a la Tongolele porque nos libra de una dictadura con el arma contundente y criolla de  un golpe de cadera.  

Borrachera, beodez, dipsomanía, el castellano es rico en sinónimos del alcoholismo. Julio Hevia, que se nos fue, en lingüística local, ‘chupar’ o la ‘chupeta’, «evento consistente en embriagarse». ¡Evento! Seamos sinceros, es costumbre muy peruana. Tanto en la cultura criolla como en la andina. No se hagan, las fiestas folclóricas no se hacen sin chupaderas atroces. Lo que estoy diciendo es que el alcoholismo sigue siendo una plaga social. En los inicios del siglo XX, hubo campañas antialcohólicas. ¿Y no han continuado? He vivido en varios países y sociedades, y siento decirlo, no he visto que se beba tanto como nos ocurre. Sociabilidad, pero malsana. No hemos adoptado del todo ese hábito que viene de la cultura mediterránea, el café para conversar. Lo tienen los países hechos con migraciones, Chile, Argentina y Uruguay. Algo en Lima, no mucho. ¿Solo el café salvará al Perú?

Dos varones peruanos no pueden conversar sin ponerse a chupar. El vicio colectivo no exonera a Alejandro Toledo. Pero no hablemos del alcoholismo como si fuéramos cuáqueros o musulmanes. No somos un pueblo de sobrios. Lo digo porque los camiones se siguen cayendo en nuestras carreteras. Por falta de mantenimiento, horarios excesivos pero también el machismo de beber timón en mano. La chupa es un mal nacional. Si no abandonamos ciertas costumbres, nunca dejaremos de ser el país que somos. Como dice el poeta Germán Belli, «descuajeringado». ¿A tal país, tal presidente?

Publicado en El Comercio, 27 de marzo de 2019

https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/toledo-peru-hugo-neira-noticia-620625

La deconstrucción nacional

Written By: Hugo Neira - Mar• 27•19

Alguien se le ha ocurrido preguntarse cuándo se inventan las fábricas. Sí, ese lugar, por lo general un tanto lejos, que echaba humo por sus enormes chimeneas, que recibía trabajadores a horas muy tempranas, y en donde se hacía todo tipo de cosas, desde tejidos —fue lo primero— a automóviles, tanques y aviones de comercio o de combate. La Fábrica, con mayúscula. Es decir la revolución industrial que cambió el mundo. La revolución industrial que nos pasó por las narices. La primera ola, que fue con productos manufactureros, aprovechando la energía del carbón, la era del acero y los textiles. No teníamos en Perú una burguesía para ese salto. Tuvimos lo que los historiadores llaman, una «burguesía compradora».

El lugar donde aparecen las primeras fábricas queda en el condado de Lancashire, un poco al sur de Birmingham. Alguna vez recorrí ese itinerario, en un tour un poco raro para turista, a los lugares donde empieza la era industrial. Y yo como soy, un poco raro, tomé ese tour. Un gran profesor inglés, Peter Watson, señala que el espacio de esa primera revolución industrial era muy estrecho, como quien dice, de Chorrillos hasta San Bartolo. Ahora bien, ¿qué ocurría? El tema era la producción de tejidos. Por supuesto que había tejidos, y muy solicitados por la clientela. Pero en los talleres, se tejía hasta un cierto punto un ingreso que les permitía vivir. La innovación no fue máquinas con rodillos y husos. Lo que se necesitaba para cubrir la demanda del mercado era más trabajo y una organización distinta. Y entonces, en la fábrica, los telares están juntos, como están sus trabajadores. La novedad fue la disciplina brutal que se establece (Watson) y que aumenta los tejidos y la acumulación del capital.

Quien organiza esta forma de trabajo colectivo es Arkwright, que de paso inventa eso de los rodillos. Nos explican mal la historia: no es solo la maquinaria lo que cambia la forma de producir sino el trabajo agrupado. 

Ese sistema produjo la clase obrera. Su solidaridad. Su conciencia de clase. Y el derecho a la huelga. O sea, la modernidad.  Hoy vivimos en un capitalismo que no une trabajadores, sino todo lo contrario. Miren cómo nos ve una viajera peruana. «En los últimos veinte años nuestra sociedad ha tenido cambios brutales, que han disuelto identidades corporativas, sindicatos, asociaciones, cooperativas, partidos políticos. Ahora las personas no se consideran como parte de algo.» En «Nostalgias provincianas», Sonaly Tuesta, en Maruja Martínez, ¿Nacidos para ser salvajes?

Fernando Fuenzalida (hace 8 años de su muerte) prevé esta desestructuración en su libro La Agonía del Estado-nación. Bajo los efectos positivos y negativos de la mundialización, predijo un tipo de economía que no le interesa para nada el ser humano. Y en consecuencia, el caos social mientras sube el PBI. ¿No es esto nuestro mundo? ¿Y el de otras naciones que se fragmenta? ¿Qué une a un peruano a otro peruano? Casi nada.

Publicado en Café Viena, 26 de marzo de 2019

La deconstrucción nacional

El smartphone y el fin de la introspección

Written By: Hugo Neira - Mar• 25•19

Cuando Nietzsche supone la muerte de Dios, casi acierta. Lo que se nos está muriendo en este tiempo oscuro al retroceder el humanismo, es el alma. El filósofo alemán había redescubierto a Schopenhauer y la música de Wagner, amaba subir a las montañas, pero llevaba consigo una enfermedad que lo precipitaba a la tragedia y a la muerte. Hoy admiramos su desprecio a la moral de la manada y su independencia ante su siglo. De alguna manera es nuestro coetáneo. Es sincrónico a nuestro tiempo, puesto que el humanismo cuyas debilidades señaló, está más cerca que nunca de su extinción cultural. Este siglo tiene dos grandes abismos. Una guerra nuclear, y si no es eso, la deseducación que finge ser un sistema de enseñanza. Convencidos de que la técnica nos va a dar la respuesta a los dilemas del hombre y la sociedad contemporánea. Entre tanto, la no educación embrutece a pueblos enteros. Entre ellos, el nuestro.

Lo que noto, mirando las costumbres peruanas, es que nos hemos olvidado de la importancia de la escritura. Leer o escribir nos parece un acto natural. Como bostezar. ¿Para qué enseñarlo? Quienes así piensan —entre ellos docentes y ministros de Educación— se equivocan garrafalmente. «La capacidad de lectura no es innata y ha requerido un reciclaje neuronal», sostienen  científicos. Ojo, no es innato, se aprende. En la escuela o nunca. Hoy se puede observar cómo funciona el cerebro. Ha nacido una problemática que ocupa a varias ciencias, la cognitividad. Hay partes del cerebro que solo se encienden cuando se lee y cuando se escribe. La imagen no nos hace humanos, los animales también ven, y mejor que nosotros. Pero no escriben.

Si escribir es lo humano, ¿por qué lo hemos abandonado? No hablo por gusto,  ha dejado de ser una disciplina curricular en las escuelas públicas del Perú y me temo que también en las privadas. Cursos de gramática ya no existen. ¿No vale la pena su enseñanza porque hablamos castellano?  ¿Cree el amable lector que alemanes, franceses e ingleses no estudian su gramática? Tampoco hay cursos de lógica, como si no nos faltara. Defenestrar a un comentarista que se llama Carlos Meléndez¡! Cómo se nota que vivimos en una democracia en la que se respeta el derecho a la libre expresión. Volviendo a la escritura, paso por la vergüenza —la vergüenza ajena— de tener que explicar por qué es decisiva. Siempre y cuando queramos seguir siendo seres humanos.

Desde los primeros pasos de nuestra especie, después de las hachas de mano por milenios, y tras el gran salto de pasar de la caza a la agricultura, se logra la escritura. Con ella se fijan los conocimientos. Es una victoria ante la muerte, lo escrito permanece. Sin embargo, fue un largo proceso, pictogramas en el arte rupestre, jeroglíficos de sumerios, letras de fenicios. Papiros, pergaminos, rollos, la opinión reflexionada tuvo diversa forma hasta llegar al libro actual. Y la cultura digital no hace sino extenderlo (Amazon).

Para Rudgley, arqueólogo, hay civilización cuando hay escritura, ciudades, religión y ocupaciones especializadas. Ahora bien, desde que aparece el individualismo en los antiguos griegos, y el pensamiento hasta nuestros días, existe la escritura. Isaiah Berlin, pensador contemporáneo, la define como «una actividad individual y solitaria, en que nos libramos de las tendencias masivas de los dominadores y entonces podemos ser dueños de nosotros mismos». Pero lo dice antes que aparezcan las redes. Entonces, si Berlin tiene razón, tenemos un problema en el Perú. La escritura «una actividad solitaria», precisa de introspección. El estar solo consigo mismo, al menos un rato en cada jornada, ¿eso hacemos? Yo los veo más bien abriendo desesperadamente su smartphone.

Introspección no es mirar para afuera sino para adentro. No lo que dicen los otros sino tu self, tu consciencia. Era corriente una persona que meditaba en silencio durante un viaje, o acaso luego de leer un libro o un diario, un signo de preocupación o un recuerdo. Una persona en la banca de un parque público. Lo practicaban en la plegaria. Algunos hoy que hacen yoga. Hablando del acto de escribir —algo entiendo de ese oficio—, para redactar nos ocurre consultar libros, hablar con amigos, pinchar Google en Internet, pero tarde o temprano, eres el que escribe. Precede la escritura  una idea previa o un plan en los eruditos. Pero hoy veo la muerte de la introspección. No la podemos tener porque nos interrumpe el WhatsApp y el smartphone todo el tiempo. Está bien culantro pero no tanto.

Con el smartphone estamos ante «un pensamiento compartido». En la historia intelectual de Occidente no es novedad. No es avance sino retroceso. Se está resucitando el Código de Justiniano, el Corpus Iuris Civilis, que se estableció en el siglo IX, llegando a un acuerdo: Kepler y los astrónomos que sostenían que el sol era el centro del sistema planetario, estaban en el error. Durante siglos, gracias al pensamiento compartido, «la tierra fue plana». Lo que desaparece con el fin de la introspección es lo que ha costado siglos, «el individuo que piensa por su cuenta» (Kant, Descartes, Locke). Además,  el smarstphone aprovecha un punto débil del ser humano, el temor a estar solo. ¿La búsqueda de la «ayuda mutua» de Spinoza? En fin, bueno para la información, no para el conocimiento. Les guste o no, están los libros.

Se ha muerto en estos días, Gonzalo Portocarrero. Me pareció bien la página entera que le dedica el diario El Comercio. Qué lástima, no lo hicieron cuando estaba vivo, en este país han desaparecido las reseñas de libros. Una generación de humanistas se ha ido, Carlos Franco, Fernando Fuenzalida, Arturo Corcuera, Toño Cisneros, Rodolfo Hinostroza. Leímos y nos gustaba encontrarnos para hablar hasta por los codos. Amar a los libros, no nos impedía el vivir vital, físico, erótico, imaginario. Si no hay introspección dejaremos de tener poetas y pensadores. Volveremos a la manada.    

Publicado en El Montonero., 25 de marzo de 2019

https://elmontonero.pe/columnas/el-smartphone-y-el-fin-de-la-introspeccion