“Seamos realistas, pidamos lo imposible”

Written By: Hugo Neira - May• 03•18

Mayo del 68 y en París comienza con una discusión en la Sorbona. Comienza por un error. Jean Roche, entonces rector, visto que los estudiantes se reunían en la plaza interior de la Sorbona, les dice que desalojen puesto que un grupo de extrema derecha iba a llegar. Los estudiantes se niegan a partir y entonces el rector llama a los CRS, las fuerzas policiales de choque. La intervención se produce con eso que los franceses llaman una intervention musclée, o sea, a viva fuerza. Los estudiantes expulsados se desparraman por el cercano parque de Luxemburgo y con adoquines levantan barricadas. Las fuerzas policiales contraatacan con gases lacrimógenos. Al llegar la noche, unas 574 personas han sido arrestadas. Fue una batalla campal. No hay ningún muerto, ni la policía ni los manifestantes han usado armas de fuego, pero hay unos 481 heridos en París: 279 estudiantes, 202 policías.

Los días siguientes, del lunes 6 al 10 de mayo, las cosas empeoran. Lo que sigue es a la vez la huelga general y el debate abierto en el teatro Odeón. Sorprende desde el inicio la amplitud que toma. Comienza por la admiración de los jóvenes de Mayo del 68 por el ‘Che’ Guevara, por la China de Mao, y acaba en Gilles Lipovetsky, el autor de La era del vacío. La desconfianza de la política, que es el mundo que hoy tenemos.

Sus afiches, un clásico de la rebelión. “Está prohibido prohibir”. “La imaginación al poder”. Grafiti y movilización estudiantil. Esa revolución resulta original, e incomprensible para los cánones tradicionales de protestas o revueltas. La encarnan los estudiantes, en ese momento los hijos de la burguesía (hoy la universidad es mucho más popular). Y por otro lado, Francia era ya un país del capitalismo avanzado. Dicho de otra manera, no es algo que venga de una crisis económica. Ni de una clase oprimida. Los afiches revelan el espíritu de Mayo del 68. Plantean –en contra de Charles de Gaulle– también una vasta revuelta espontánea, antiautoritaria.

Mayo del 68 se acaba en junio. La respuesta de De Gaulle fue eficiente. Disolución del Parlamento, elecciones legislativas y una enorme manifestación en los Campos Elíseos. Seré más claro. Mayo del 68 acaba cuando los puestos de gasolina vuelven a funcionar. Los obreros, propietarios de sus autos como todo el mundo, querían salir de vacaciones. No fueron los terribles CRS, la policía de choque, que acaba con el movimiento, sino la llegada del verano. Los sindicatos, en su mayoría comunistas, se negaron a tomar el poder. Fin de un mito que provenía de Marx.

Seamos sinceros. Los grandes acontecimientos de la historia –como 1917 en Rusia, la emergencia de Mussolini en Italia y el nazismo en Alemania– son fenómenos imprevistos. A lo ocurrido en Mayo del 68 no lo entendemos. Se ha querido explicar las sociedades desde el ángulo de la economía. Pero hoy sabemos que eso es importante pero no es suficiente. Fue algo más complejo. ¿Ha terminado el mayo parisino? Pero sí lo vemos todo el tiempo en las generaciones actuales. ¿De qué época viene el culto al individuo? ¿La libertad suprema de autoeducarse? Esa dimensión de la palabra libre, de la vida de uno que cada uno se inventa, viene de esa ruta. El mayo parisino ha sido un deseo de cambiar no solo el poder político sino la vida. La lección es que aun las sociedades avanzadas pueden tener una revolución. Y con protestas de orden cultural y social. Alguien muy inteligente dijo ante Mayo del 68: “No sé si es la última revolución del siglo XIX o la primera del siglo XXI”.

Publicado en El Comercio, 3 de mayo de 2018

https://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/seamos-realistas-pidamos-imposible-mayo-68-hugo-neira-noticia-517250

Wiñaypacha. Más que un film. Una metáfora

Written By: Hugo Neira - Abr• 30•18

¿Qué es una metáfora? Un medio de expresión, «un procedimiento intelectual cuando la realidad es escurridiza».

¿Puede ser un film, una metáfora? Sin duda alguna.

¿Y un film-metáfora puede envolver la realidad de parte de una sociedad? Es el caso presente.

Me producía curiosidad ese largometraje cuya historia había sido comentada en varios diarios de Lima. Sabía que la película fue premiada en el Festival de Cine de Guadalajara, México. Ahora bien, la información sobre una película a veces, si es demasiado prolija, o para decirlo de otra manera, si te cuentan la película misma, paradójicamente quita al lector el deseo de verla. No será mi caso.

Se hace buen cine en el Perú. Una pareja de ancianos, Willka, el varón, y Phaxsi, la esposa, viven por encima de los 4 mil metros, en una cabaña de adobe y techo de paja, rodeados de los potreros donde tienen sus animales, ovejas y una llama y el perro que les acompaña. Viven solos. Alejados de toda aldea. Y justamente, Willka, el varón, se prepara a un largo viaje a pie por esos nevados, para llegar al pueblo más cercano. Y comprar algo que les falta. Y no les voy a decir qué les falta. Vean la película.

Cierto, el director de esa película, Óscar Catacora, recibió una subvención del Ministerio de Cultura en el 2013. Pues, qué bien, felicitaciones a ambos. Se ha dicho que ha sido filmada en Acora, en las alturas, en una zona sur-central de Puno. Y lo más llamativo, el papel del hombre y de la mujer, ambos ancianos, en el rodaje del film: sendos roles han sido «interpretrados por personas que nunca habían actuado ni habían visto una película» (Sebastián Pimentel, El Comercio). Y por eso el mismo crítico de cine dice que «Wiñaypacha es un milagro cinematográfico». Y tiene razón.

Pero algunos lo han tomado como un tema etnológico, los protagonistas son aymaras de verdad, y otros, como una presentación de infortunios. No es un film sobre la vejez abandonada. Error, va mucho más lejos.

Cierto, el film nos hace ver la pareja de ancianos en su rutina. Y a la vez la habilidad que tienen, tanto para preparar sus alimentos como en materia de tejidos, acaso para venderlos en las ferias de las aldeas. No tienen servicio alguno de agua o de luz, y sin embargo se les ve sanos y con una envidiable destreza en todo lo que hacen. A estas alturas del film comencé a pensar que se trataba de una apología de la vida aymara, o la alabanza del vivir sencillo al lado de la naturaleza. Es al revés, el tema es la imposibilidad de una completa autosuficiencia. A mitad del film, se presenta una dificultad. No diré cuál, para no echarle a perder al lector ver personalmente Wiñaypacha. Ese algo existe, para nosotros, citadinos, algo que tenemos y usamos. No es el café o el azúcar. Algo necesario, incluso para esa laboriosa pareja. Y al no conseguir ese algo, pierden todo lo que tienen. Se desmorona la autorganización de su vida de felices pastores aislados.

No estamos ante un film sobre la magia andina o los efectos de la ayahuasca. Lo que ocurre en la historia de esa pareja es perfectamente verosímil. Muchos de los que ya han visto Wiñaypacha han pensado que era el tema del hijo, siempre lejano. No lo creo. El film no peca de sentimentalismo. Wiñaypacha no ha sido un film de Óscar Catacora con fines tan cortos. Parte del público, acostumbrado a nuestras series televisivas, esperaba, probablemente, un final feliz, un happy end. No lo hay. Cuando prendieron las luces, le eché un vistazo al público: ni se movían, estaban como anonadados. Desolados, desanimados. Para mí, ese film revela la precariedad de la forma cómo viven muchísimos peruanos.

Sostengo, en consecuencia, que ese film es una metáfora de las formas de trabajo inestables, frágiles, informales. No solo un trabajo sino una forma de vida. Hay millones de peruanos en microeconomías familiares que van viento en popa hasta que algo ocurre. El destino interviene, el azar, la mala suerte, se muere uno de los socios, o el padre, o la madre, y todo se va al diablo. Nos ufanamos del sector informal, pero por algo la pobreza reaparece. Basta un incendio, un robo, una súbita enfermedad, y están perdidos. ¿Film de una historia de aymaras? Willka y Phaxsi, somos todos. O casi todos. Hay en el país cerca de 6 millones de peruanos en el sector «independiente». O sea, informal (Compendio Estadístico del Perú, 2016). La película no es una historia familiar. Esa película es un disparo al corazón de un mito muy peruano, la familia microempresarial, que tiene su chamba y no le debe nada a nadie. Esa es una soberbia mentira que muchos nos contamos.

Acaso una objeción etnológica: la soledad de la pareja aymara. Por lo general, arriba de 4 mil metros, los pastores tiene chozas más o menos aisladas, pero a tiro de piedra de otros vecinos, pastores de altura. Pero sería como criticar la tragedia de Antígona porque no abundan las hermanas que desobedecen la ley para enterrar al hermano muerto.

Wiñaypacha. Moraleja: los individuos necesitamos la sociedad y viceversa. Nadie puede progresar o sobrevivir en la absoluta soledad. No siquiera el admirable Willka y la señora Phaxsi. Formidable película. Sobria, clara, convincente.

Publicado en El Montonero., 30 de abril de 2018

http://elmontonero.pe/columnas/winaypacha-mas-que-un-film-una-metafora

 

Lombardi. ¿Solo fue una bofetada?

Written By: Hugo Neira - Abr• 23•18

Lo que voy a comentar es algo que ocurrió al final de los días temibles en que los peruanos no sabíamos qué hacer con PPK. Fueron días en que, entre otras cosas, por mi parte trataba de entender lo que pasaba, y no solo hablaba con amigos sino veía televisión, en particular, las noticias o las entrevistas. Así, una buena tarde, veo en la pantalla que un periodista se aproxima al congresista Guido Lombardi, que salía de una reunión de congresistas con el nuevo presidente Martín Vizcarra. Pero esta historia sobre la que estoy escribiendo no tiene nada que ver con la sucesión presidencial. Trata de un incidente. Uno de esos sucesos callejeros, en gran parte incomprensible. Y tal vez, la sórdida presencia de lo que piensan y sienten los más pobres y los desesperados.

¿Qué incidente? De pronto, cuando la cámara del periodista apuntaba a Guido Lombardi, aparece de golpe una señora, una señora mayor, y se le acerca al congresista y le pregunta:

-¿Cuánta plata tienes?

Y Guido, tan sorprendido como el periodista, le responde con aire burlón, como quien juega: “mucha, mucha”.

Y la señora le da una cachetada. O sea, una bofetada, un sopapo, algo que no llegaba a ser una trompada. Y que además, Guido Lombardi esquivó con sorprendente gesto de boxeador, a lo que se suma el hecho de que la señora era bien bajita, de modo que el acto iracundo quedó un poco truncado. Pero no del todo. Da que pensar.

Lombardi, muy en gentleman, no acudió a un policía. Por mi parte, ¡cómo hubiese querido conversar con la señora de marras! A Lombardi lo conozco desde mis lejanos días en que yo dirigía un diario en Lima. Cuando me lo confiaron —perdona Aldo, pero lo hice muy popular y tiraba más ejemplares que El Comercio o La Prensa de entonces— había buscado gente que tuviera fervor y talento. Llevé a la sección de editoriales a Manuel Rodríguez Cuadros, que hizo luego una carrera de diplomático, a Julio Ortega —luego gran catedrático en Estados Unidos— que condujo un suplemento cultural. Y necesitábamos de un periodista que conociera el mundo laboral. Y Guido Lombardi fue quien se ocupó de ese tema, entonces muy caliente. Era un Perú con obreros y sindicatos. La señora del cachetadón fallado, no sabe quiénes estuvieron siempre al lado de los pobres y desvalidos.

Vuelvo sobre la señora del cachetadón frustrado. El incidente parece vano, irreal, pero no lo es. Ella, sabe dios qué le ha pasado, la vejez en la pobreza, algún hijo ingrato, o la han estafado, que sé yo. Pero tiene sus ideas. En Lombardi puede haber visto un blancazo. Y entonces, bajita y mestiza, el enemigo. Caray, eso tiene callar nuestra historia contemporánea. La señora ni sabe que hubo un Luis de la Puente Uceda, blanco, con grandes apellidos y en Mesa Pelada muere por los pobres como guerrillero. Y en el viejo partido comunista, Fernando Fuenzalida, Arias Schreiber, blancos y de buenos colegios. Oiga, señora, hemos tenido tiranos que no eran precisamente blancos, Sánchez Cerro, Odría, qué se ha creído. El deseo de dominar lo tenemos bien distribuido.

Digamos las cosas cómo son. Hay una inmensa herida en nuestra sociedad, un dolor histórico, callado, casi secreto. Viene de tiempo atrás. Y no desaparece. Los peruanos de hoy, no saben cómo se explotaron a los indios. No, no lo saben. Fue tan intenso que las mismas autoridades españolas se indignaban. Miren lo que dicen: “Tienen por enemigo esos pobres indios la codicia de los corregidores”. ¿Quién dice eso? Seguro que Mariátegui. No, el Marqués de Mancera, en 1648. “El Corregidor toma el pedazo de tierra, ocupa la hacienda del indio, y vienen esos pobres a ser esclavos y maltratados”. Seguro que es un senderista. No, Alonso de Mejía, sacerdote jesuita. 1604. Un virrey que además era Arzobispo, Liñán y Cisneros, en 1681: “son tan miserables los indios, que apenas tienen lengua para quejarse”. Me detengo. Sí pues, también los curas. Unos, los defendían. Otros, los aprovechaban.

Hay una herida ancestral. Acaso no inspiró el cachetadón de la anónima señora. Vivimos en tiempos de consumismo. Entonces, la cacica en plan Clorinda Matto de Turner versión chicha, da por sentado que Lombardi es multimillonario. Me pregunto, ¿cuántos ciudadanos piensan lo mismo? ¿Cuántos los que creen que todo cargo público es el paraíso terrenal? ¿Que ser político en Perú es ser feliz? Por mi parte, cada vez que veía a PPK con una felicidad incontenible, bailoteando o haciendo chistes, me corría un escalofrío en la espalda. Este es un país de quejas y abandono social. El Mandatario debe ser sobrio. Y evitar esa ideología de las capas medias del país, que viven en la luna. Se inventan mundos, en los cuales se encapsulan. Además, como la mayoría de la clase intelectual ha hecho su PhD en USA, se creen, como Zavala, que cuatro algoritmos económicos resuelven los problemas. ¿Y las pasiones, los malentendidos? Con esa pobre cultura de los pobres, las elecciones se las lleva cualquiera. Las urnas, adonde van a parar el tóxico de rumores y prejuicios, es una vasta cloaca. Es así como mueren las democracias.

La señora del injustificado bofetón es parte de esa parte del pueblo al que hemos abandonado. Tenemos un ministerio de Deseducación. Hace decenios que se deseduca. Y, abajo, en las capas sociales más pobres, tienen sus ideas. Son pobres porque otros son ricos. (Me lo han dicho.) Toda persona medianamente acomodada es un enemigo. Alguien tiene la culpa. Situaciones como esta, no produce reformas ni revoluciones sino regresiones.

Publicado en El Montonero., 23 de abril de 2018

http://elmontonero.pe/columnas/lombardi-solo-fue-una-bofetada

 

Simposios de Moisés Lemlij. Mirar el mundo tal como es

Written By: Hugo Neira - Abr• 16•18

Hace veinte años, en abril de 1998, en el hotel Los Delfines, se produjo un evento que podríamos llamar magno, gigantesco. Se le llamó entonces, En el Umbral del Milenio. Quien lo organizó fue Moisés Lemlij, psiquiatra-psicoanalista. El núcleo fundamental de ese evento estuvo compuesto por psicoanalistas, y además, investigadores y científicos de otras disciplinas de las Ciencias del Hombre. Pues bien, hace unos días, del viernes 6 de abril al domingo 8, se ha vuelto a repetir una conferencia internacional, una vez más, organizada por Lemlij y un equipo al que no cabe sino felicitarlos. La idea central fue esta vez, La escena contemporánea. El lema, no solo era un reconocimiento a la lucidez de José Carlos Mariátegui sino un acierto. Realmente, ¿qué es lo que pasa en el mundo?

Varios temas fueron abordados, entre ellos, las mujeres en la escena pública, la crisis de la democracia, la sociedad moderna y su influencia en asuntos de género. La normalización de la corrupción. La crisis de liderazgo, el impacto de la tecnología. Como el amable lector podrá deducir, cualquier esfuerzo de una síntesis es casi imposible. Debemos esperar que las intervenciones sean editadas. Me limitaré, y de modo sumario, a redactar aquello que me tocó como intervención oral.

Fui invitado a un conversatorio sobre la escena contemporánea. En la cual participaron Miguel Giusti, Leopoldo Nosek, Francisco Sagasti y Estela Welldon. Visto el auditorio y la necesidad de ser sintético, mi plan de exposición se sirvió de un antiguo truco de oratoria, que viene de los latinos: primero la miel, luego la hiel. En efecto, comencé con las ventajas de nuestra vivencia en este siglo. En primer lugar, el hecho que vivimos unos 35 años más que la media de los seres humanos del siglo XIX. En segundo lugar, diversos observadores sostienen que en el 2030, por primera vez en la historia de la humanidad, habrán mas clases medias que ricos o pobres. Esas clases nuevas y activas ya han aparecido en China, en India, emergen en el África actual. Sin embargo, me apresuré a decir que eso no significaba que los conflictos sociales vayan a disminuir, puede ser que se agudicen. Vivimos en una cultura de la competencia. En lo positivo señalé que el siglo XX es el de la alfabetización general. Y otro aspecto, también positivo, el reconocimiento de los movimientos femeninos y de la mujer.

Luego pasé a lo que de negativo tiene nuestro contexto mundial. Los Estados Unidos siguen siendo una potencia, pero no como superpotencia que fue su rol después de la caída del Muro de Berlín. Esa hegemonía se ha acabado. Este es un mundo con diversas hegemonías. USA, China, Rusia de Putin. La Unión Europea. Y cuando no hay una superpotencia dominante, las relaciones internacionales son sinuosas, inestables. Segundo punto, el Islam se sostiene como un desafío a la modernidad. En política es incompatible la idea de la comunidad islámica y el respeto al individuo. Musulmán quiere decir «siervo». Se supone de Alá, pero son víctimas de diversos totalitarismos bastante mundanos.

En política, retornan los hombres providenciales. China tiene un nuevo amo de por vida, Xi Jinping. Ahí está la Rusia de Putin. La Alemania de la señora Merkel. La Francia de Macron. La Turquía de Erdogan. Y la Siria de Bashar al Assad que las grandes potencias no quieren que siga, pero que resiste desde hace años a una guerra terrible. Lula es uno de esos casos. Se irá a la cárcel pero es el líder político que logró extraer de la pobreza a 20 millones de brasileños y situarlos con empleos en el sector privado, como una enorme clase media. Es una lástima que se haya manchado con regalos cortesanos. Lo que estoy diciendo es que en política, no está pesando una doctrina sino la capacidad de algunos para asumir la autoridad del Estado. Se viene una era de condotieros, de aventureros, de gente con carácter que llegue a la emoción popular.

Estamos en un tiempo de transición de un capitalismo a otro. A formas de trabajo que incorporan novedades tecnológicas y que modifican de arriba a abajo, el mundo laboral. ¿Cuántos oficios van a desaparecer debido a los robots y las aplicaciones? Un especialista, Sennett, señala que en Europa y en los Estados Unidos, el contrato por tiempo indeterminado cede el lugar a contratos de corto plazo. Lo que permitirá la pérdida del empleo. El puesto de trabajo se vuelve una lucha por la supervivencia.

El último punto. Por encima de los Estados, incluso de los más poderosos, flota una internacional de empresas financieras que dominan el mundo. Ya no se pueden llamar neoliberales. Son otra cosa. Una aristocracia del dinero desligada de nación y patria alguna. Un «economismo» sobrevuela sociedades y naciones. E imponen un modo de vida que solo conviene a los anglosajones.

Recordé el simposio del año 1998. El filósofo Vattimo, italiano, después del derrumbe de la URSS, pensó que entrábamos a una forma de sociedad transparente. En estos años, lo que ha ocurrido es todo lo contrario. Los medios pudren los diarios con las fake news. Internet es un agente doble, trae información pero permite la manipulación de masas de ciudadanos como ha ocurrido con Facebook. Estamos en una sociedad internacional y caótica. El libro de Cohen se titula La prosperidad del vicio. Hay especies enteras en extinción. Las abejas, por ejemplo. La educación ha caído en todo el mundo. Los jóvenes prefieren estar conectados a tener conocimientos. El libro ha pasado a segundo plano. Tenemos con la mundialización eso que los sociólogos llamamos «efectos perversos».

Publicado en El Montonero., 16 de abril de 2018

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La nave del Estado

Written By: Hugo Neira - Abr• 09•18

«Ningún médico que estudiara minuciosamente el cerebro de Mozart estaría en condiciones de predecir La Sinfonía en sol menor de una manera detallada» (El universo abierto, 1982). Frase de Popper el gran epistemólogo que recomendaba alejarse de las seudociencias, o sea, mitos, magia, ideologías y metafísicas. Y cuando no se sabe algo concreto, ¿qué hacer entonces? Se plantean conjeturas. Unas de las posibilidades que Popper recomienda. En todas las ciencias existen y son parte del plan de trabajo. Y en política y en economía, las conjeturas son parte del método de saber pensar lo que por el momento resulta confuso.

Hablando de opiniones, discrepo del editorial del diario El Comercio del 06.04.18 —que a veces me invita a sus páginas—. Por ejemplo, el reparto de carteras. Señalan que es significativo el «nombramiento de Liliana La Rosa, del Frente Amplio. El de Salvador Heresi, secretario general de Peruanos por el Kambio. Y el del propio Villanueva, legislador por Alianza por el Progreso». Y a partir de ahí, atribuyen todo eso a un «un intento del gobierno por tender una mano al Congreso». Me parece una explicación tirada de los pelos. Si fuera así, ¿por qué no se nombró a Elmer Cuba, en Economía? La cosa es sencilla, si lo incorporaba al gabinete, se hubiera confirmado vinculaciones con el fujimorismo. Y provocaría un carnaval de posverdades.

Creo que hay otro ángulo para apreciar o no el actual gabinete. El presidente Vizcarra, si no me equivoco, había dicho que los cambios en el gabinete iban a ser totales. Y eso es lo que ha hecho. Y el Primer ministro quiere una renovación de cuadros. Por una vez sendos hombres de Estado hacen lo que habían prometido¡! No está mal. Debe haber sido difícil perder a ministros como Basombrío, Jorge Nieto, la señora Aljovín. Acaso después en otra coyuntura. Una cosa me sorprende aún más. Casi nadie ha celebrado un gabinete con gente de derecha y de izquierda. Por mi parte, digo, a contracorriente, que nunca ha ocurrido un gabinete presidencial con gente de derechas y de izquierda.

Acaso es tiempo de reemplazar esos dos vocablos por otras definiciones. Así, a las izquierdas las llamaría con una sigla: PEES, o sea, Partidarios de Políticas de Estado en Economía para apoyar a capas sociales sin recursos. Y a la derecha la llamaría PEMA, es decir, los que prefieren una Política de Estado con Mercado Abierto. Entonces, nos encontramos con dos tipos de mentalidad, como decía Mariátegui, cuando en su célebre viaje por Italia de la década del veinte, los comunistas y fascistas se enfrentaban por sus convicciones, y sin embargo, venían de las mismas capas sociales. Los separaba una cultura, y así el sagaz José Carlos: «dos concepciones de vida». Quiero decir que hay una inevitable diferencia de qué es lo prioritario, o el mercado o el Estado.

En fin, casi siempre comparto el punto de vista de Jaime de Althaus. Esta vez no. Me refiero al artículo del día 6 de abril en El Comercio. Titulado, «Un poco de ambición, presidente Vizcarra». No pues. Otra vuelta las grandes promesas, blablablá. ¿No te parece, querido Jaime, que ya es ambicioso su esquema de trabajo, sin antis y llamando a un personal que son poco conocidos. La promesa de utopías irrealizables, eso es muy fácil, Jaime. «El Estado soy yo». Eso ha sido Hugo Chávez, Maduro, Correa y lo es Evo Morales. ¿Te acuerdas cuando don Fernando Belaunde soñaba con la epopeya de la carretera marginal? No había otra cosa en su cabeza. O como decía mi abuelita, que era arequipeña (pero con un padre, mi bisabuelo, que estudiara en Milán), Chi va piano va sano y lontano, algo me queda de esa lengua. Quien va despacio, va lejos.

En fin, ¿por qué en El Comercio llaman «populista» lo que hizo José Arista comprándoles a los productores agrícolas su excedente de papas? Es algo que ocurre, incluso en las economías liberales, proteccionismo en algunas zonas. ¿Qué pasa, paisanos? Ningún gobierno de la tierra es hoy únicamente liberal. Ningún gobierno socialista deja de lado el mercado. Todos son combinaciones entre una cosa y la otra. Lo que puede pasar en los meses próximos, es un experimento social y político. Ni las izquierdas ni las derechas, a nivel planetario, son absolutamente de una sola política. El problema va a estar que en el Perú, de culturas políticas antagónicas, se pongan de acuerdo un puñado de ministros en unos cuantos puntos precisos. Por el bien de la nación y de la patria.

Ni en política ni en ciencias existe la verdad absoluta. Para eso, las iglesias y las universidades dogmáticas del pensamiento único. En el tiempo que vivimos, pasan cosas extrañas e inéditas. Hay revoluciones que algunos de mis colegas europeos llaman «revoluciones pasivas». Vienen de la migración, Rolando Arellano, que ha estudiado los estilos de vida en Perú, dice: «al medio hay sitio». Y lo dice Gianfranco Brero, «todo se puede combinar». Habla de gastronomía. Por qué no, en la gobernabilidad? A ver si llegamos a ser el país de todas las sangres, y no como ahora, el país de todas las bilis. Mucho hígado y poco seso.

Entre tanto, buena navegación y cuídense de las sirenas y monstros del mar. Hay que protegerse como el célebre Ulises, tapándose los oídos. Y por favor, despachen en Palacio. Eso de hacerlo en casa, es confesar que lo público se maneja desde lo privado. Lo cual es fatal. Ni Trump hace eso.

Publicado en El Montonero, 9 de abril de 2018

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