“Diferidos, diferentes e indiferentes” (comentario J. H.)

Written By: Hugo Neira - May• 20•18

Con gusto publicamos el interesante comentario de Julio Hevia, inspirado por nuestra columna del lunes pasado, “El Estado y la indiferencia de los ex pobres”. (HN)

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Diferidos, diferentes e indiferentes

                                                                                                              Por: Julio Hevia

“En tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos egoístas y mezquinos, en tiempos donde todos contra todos” canta Fito Páez, mientras Hugo Neira corrobora la indiferencia de nuestras nuevas glorias provenidas del reino de la informalidad; de la renuencia a aportar de su propio bolsillo a causas que, entenderían, no están obligados a defender. Imposibilidad, entonces, de solidarizarse con aquellos entre los que alguna vez estuvieron instalados y de los que tanto trabajo les costó, ojo a ello, separarse. Hablamos pues del costo de la separación o, si el lector quiere, del afán de agudizar la brecha con el pasado y la voluntad de colocarse a distancia de todo lo nos ha dejado de pasar. Suerte de Alzheimer interclasista o de amnesia convenientemente contraída en pleno ascenso económico.

Sin embargo, queremos insistir en otro detalle dado por la fuerza centrífuga que el habla pone a operar, por su inadvertida y tan divertida conectividad. Vamos a ello: no es infrecuente que hoy el joven estándar se acoja una y otra vez a la interjección “¡literal!”, variante insospechada de lo que antaño hubiéramos expresado vía un “tal cual” o con el puro y duro “exactamente”. Variantes generacionales y atentados semánticos al margen, quizá esos nuevos hábitos reivindiquen, aún en clave cambiada, el lugar de la literalidad propiamente dicha. Así pues: ¿Qué sería aquello de la “indiferencia” de unos a otros, de unos a despecho de otros? ¿No se trata acaso de una ceguera ante lo que es preciso diferenciar, ante lo que merece un trato distinto? Bajo esa suerte de mecánica que va borrando sus propias huellas en el camino o que muta en función de exigencias socioculturales irreductibles, parecería que luego de luchar denodadamente por diferenciarnos es preciso recubrirnos con la indiferencia que debe caracterizar a nuestra, recién adquirida, posición.

Bourdieu quizá no se extrañaría de lo que acá describimos, siendo que dio cuenta, mejor que nadie, de aquella dialéctica por la que todo “enclasamiento”, frecuentemente acompañado del estatus correspondiente, va a implicar severos “desclasamientos” y disloques varios; desconciertos propiciados por la confrontación entre lo que fuimos y lo que pretendemos ser o, peor aún, entre lo que somos y lo que es preciso olvidar que fuimos. Esta indiferencia, así de marcada, digámoslo con Derrida, ¿no es el efecto aplastante de un histórico diferir vivido en carne propia, de un eterno postergar y envidiar, de una oscura familiaridad con el último de los lugares? Así planteado y de acuerdo a la vieja e inveterada política castrense, el de abajo sirve al de arriba, siendo que el de arriba, cuando arriba, precisa del de abajo para deshacerse del lugar que ocupó en otros tiempos. Ya lo sabemos: la serpiente se muerde la cola y el dedo acusador no hace más que ratificar lo que hay de vicioso en ese círculo.

La posible alternativa, hay que decirlo, se presenta en un segundo momento, instante pos-analítico para plantearlo con un giro muy a la moda. Así pues, si la fase inicial consiste en apelar a la teoría para mejor describir las prácticas, resulta imprescindible encontrar luego teorías que acompañen a la superación de aquellas prácticas o, en su defecto, de alentar prácticas que obliguen a evolucionar a las propias teorías. (Julio Hevia Garrido-Lecca)

Lecturas de Marx

Written By: Hugo Neira - May• 18•18

De Marx no interesa “el sistema político instalado en 1917 y que se hunde en 1991”, dice secamente la Encyclopædia Universalis. Se hunde el Kremlin. Pero la lenta agonía de una élite del poder y su doctrina —el marxismo-leninismo— a lo largo del siglo XX fue algo que mi generación ha padecido, ora dentro del comunismo, ora fuera del mismo. Desde hace un buen rato, preferí ser un hereje. Y hoy, ¿celebrar 1917? ¿Ese desastre? Lo que cuenta son las ideas de Marx, pero sin mentirnos. La idea de clases no proviene de “El capital”. En la famosa carta a Weydemeyer (5 de marzo de 1852), el exiliado de Londres reconoce que el concepto le precede.

Con Marx se abre la crítica a las alienaciones contemporáneas acarreadas por la sociedad industrial, la sociedad de clases, la burguesía, el capitalismo. Cada uno de estos términos es discutible, pero eso es Karl Marx. Sus obras y algunas de sus acciones han modificado esas mismas sociedades industriales a un punto extremo que si los empresarios del siglo XIX volvieran del sueño de la muerte, no las reconocerían. No solo innovaciones tecnológicas sino cambios sociales: la desaparición paulatina de la extrema pobreza en el planeta. Pero nuestro mundo también sorprendería al propio Marx. ¿En qué país –versión 1840 o la Comuna 1871– el proletariado toma el poder y establece el paraíso socialista?

Ante Marx hubo pensadores libres que a desmedro de las varias “religiones políticas” que él inspira, no lo siguen pero tampoco lo ignoran. De Max Weber a H. Arendt, pasando por Raymond Aron, Habermas, Sartre, Derrida, hay una lectura de Marx que no es marxista. Nunca se han beneficiado más las ciencias humanas que en ese fin del siglo XX al hundirse la Roma del convencionalismo que fue Moscú. El fin del comunismo no fue el fin de Marx. Por la sencilla razón de que no sabemos en qué va a desembocar la economía-mundo en la que vivimos.

Marx actual. No es que haya tenido razón en su teoría de la historia del capitalismo y de sus crisis, sino que ese esfuerzo estuvo marcado por dos exigencias filosóficas: el espíritu de sistema y el espíritu crítico. Lo dice el italiano Labica, si hay un concepto que se repite en Marx no es ‘proletario’ o ‘burguesía’, sino la palabra ‘crítica’. Contra Hegel, la “crítica” a su derecho político; los Grundrisse son la “crítica de la economía política”. La ideología alemana es la crítica y demolición de Feuerbach. Ni Max Weber ni Schumpeter fueron marxistas. Pero rindieron homenaje crítico a Marx. Tengo la convicción de que el aprendizaje del marxismo, para luego negarlo, enriquece el siglo XX.

Los años 90: el marxismo deja de ser la teoría de referencia. Quien se felicita es un pensador de la izquierda europea, es decir, Castoriadis. “Se desvanecen esos bolcheviques que consideraban su sistema inabordable”. Obviamente, Castoriadis pensaba en Europa y el Primer Mundo, mucho se hubiese enfriado de conocer las ideologías de la América Latina. Hemos hecho el ridículo. “El socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez. La carnavalización de Marx desde un caudillismo petrolero que no duró mucho.

El paralelo con la religión es inevitable. Eric J. Hobsbawm en italiano, la Storia del marxismo (Einaudi, 1982, t. IV): “De los pensadores que hayan ocupado una posición comparable a los fundadores de las grandes religiones del pasado, y a excepción quizá de Mahoma, ninguno ha triunfado a una escala semejante”. Pero esa idea alguien en Lima la repite como si fuera suya.

Publicado en El Comercio, 17 de mayo de 2018

https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/lecturas-karl-marx-hugo-neira-noticia-520566

 

«Camote al estado silvestre versus camote domesticado» (S. D.)

Written By: Hugo Neira - May• 15•18

A veces en la vida se conoce un sabio de verdad. Comencé con Porras pero era mi maestro. Hablo de los sabios con los que he tenido camaradería universitaria. Puedo citar al español Ramón Tamames, y ahora quiero presentar al francés Serge Dunis.

Profesor en la Universidad del Pacífico, colega mío, nos hicimos grandes amigos y vino al Perú para conocerlo. El profesor Dunis es un especialista del mundo oceánico. Le faltaba el mundo andino. En un par de viajes a Cusco y a Bolivia, se sorprendió al encontrar el camote, que es muy común en la Polinesia. Ocurre entonces una coincidencia lingüística que es decisiva para entender el ancestro y la descendencia de esa planta. En Polinesia, se le dice umara, y en Perú, en aymara, kumara. Desde entonces, para Serge el camote fue un punto de partida para sostener que hubo contacto marítimo entre los polinesios y América. Uno de sus trabajos fue publicado en castellano en el número 100 de la revista Socialismo y Participación (enero, 2006), con el título «Mitos de alta mar: ensayo para reinterpretar el campo de procreación de Rapanui». Sus numerosas investigaciones posteriores sobre los orígenes consolidaron sus descubrimientos anteriores: la mitología amerindia y la mitología austronesia convergían. Y no cesó su navegación hasta encontrar la homogeneidad de la mitología del círculo pacífico, un trabajo gigantesco que culminó con la edición por el CNRS francés de L’île aux femmes, 8000 ans d’un seul et même mythe d’origine en Asie-Pacifique-Amérique, 778 páginas que nos cuentan su odisea, precedido por su versión en inglés, publicada en Tahití en el 2009: Pacific Mythology, thy name is woman. From Asia to the Americas in the quest for the Island of Women: how the Neolithic canoes left behind an epic wake.

El profesor Dunis nos pide hoy dar a conocer su opinión sobre una investigación recién publicada en Oxford por un equipo de biólogos que pretende resolver el enigma de los orígenes del camote. Esta investigación fue dada a conocer en Perú por Rocío Valverde, en un artículo publicado en el portal digital El Montonero donde también escribo («El origen del camote», 16 de abril de 2018). Hemos traducido con Claire el artículo de Dunis. Estamos ante una polémica científica. De lo más interesante. (HN)

 

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Camote al estado silvestre versus camote domesticado 

Por: Serge Dunis

 

En el transcurso de esta primavera de 2018, 14 investigadores de Oxford anuncian que lograron descifrar las enigmas que planteaba el camote (Ipomoea batatas): Reconciling Conflicting Phylogenies in the Origin of Sweet Potato and Dispersal to Polynesia, Current Biology, Volume 28, Issue 8, p. 1246-1256. Hagamos un resumen del sorprendente anuncio en la primera parte y comentemos, en la segunda, dicho hallazgo.

I. Camote al estado silvestre

a) El tiempo

La valiosa planta tiene un solo y mismo origen: Ipomoea trifida, una especie del contorno caribeño. El camote es también la única especie hexaploide (con seis cromosomas por célula) del grupo Batatas, lo cual sugiere un origen autopoliploide (cromosomas adicionales de la misma especie) y elimina cualquier híbrido allopoliploide (que resulte de la hibridación) con otra especie, incluso la Ipomoea triloba. Sus dos reservas distintas de genes cloroplásticos (lugares de la fotosíntesis) son el resultado de un aporte procedente de la Ipomoea trifida luego de la divergencia de ambas especies. El aporte cloroplástico es la captación de genoma de una planta por otra, siendo el genoma el conjunto de material genético (cromosomas y genes) de una especie, que está codificado en su ADN.

Fuera lo que fuere la naturaleza de dicha captación, la Ipomoea batatas proviene de la Ipomoea trifida por resultar de una evolución autopoliploide. Luego se expandió más allá del área natural de la Ipomoea trifida. Ambas especies desarrollaron entonces una reciprocidad monofilética (la especie madre y su descendencia) y se hibridaron, obteniéndose así camotes distintos desde el punto de vista cloroplástico. En el mismo tiempo y desde el punto de vista siempre cloroplástico, otras Ipomoea batatas se mantenían idénticas a sí mismas. La Ipomoea batatas evolucionó en autopoliploide a partir de la Ipomoea trifida, pues la captación cloroplástica probó que había habido hibridación entre ambas especies. El camote entonces conlleva un elemento autopoliploide y un elemento considerado técnicamente auto allopoliploide.

El clado (el grupo del ancestro y su descendencia) común a Ipomoea batatas e Ipomoea trifida se separó del clado hermano hace por lo menos un millón y medio de años. El camote Ipomoea batatas se separó de Ipomoea trifida hace por lo menos 800 mil años. La hibridación entre la Ipomoea trifida e Ipomoea batatas que desencadenó la captación cloroplástica, ocurrió en el transcurso de los 56 mil años que siguieron la separación de ambas especies. Separación y captación se pueden datar entre –800.000 y –380.000 años. Luego, un cuello de botella del clado común a la Ipomoea batatas y a la Ipomoea trifida se produjo hace de eso más de 640.000 años. Otro cuello de botella del clado común a la Ipomoea trifida y al nuevo camote ocurrió y terminó hace más de 370.000 años. Aquellas transformaciones implicaban poblaciones pequeñas (la quinta parte de lo que se encontraba), lo cual explica la rápida proliferación del cloroplasto captado.

b) El espacio

Salvo una que otra excepción, todas las especies de este clado son americanas. Ausente en el continente americano, Ipomoea littoralis se encuentra desde la Polinesia hasta Madagascar. La planta se separó de su especie hermana, Ipomoea lactifera, hace más de 1,1 millón de años. Esto sugiere que la Ipomoea littoralis se esparció naturalmente por el Pacífico, mediante el viento, las aves, las corrientes. Morfológicamente hablando, sus granos están muy cercanos a los del camote. Su capacidad para flotar no ha sido comprobada, pero los granos de otras Ipomoea que poblan contornos similares pueden flotar y sobrevivir recorriendo distancias muy grandes. ¿Cómo dar cuenta entonces de la distribución de la Ipomoea littoralis y de otras numerosas especies litorales (Ipomoea pes-caprae, Ipomoea violacea, Ipomoea sagittata) sino a través de las corrientes marítimas? Otra distribución errática es la de la Ipomoea tuboides endémica en Hawái. Pertenece a un clado en el cual dominan unas especies mexicanas. La datación filogénica calibrada de ese grupo sitúa la divergencia de la Ipomoea tuboides a más de 1,1 millón de años atrás. Su presencia en Hawái, a más de 5 mil kilómetros de las costas mexicanas, se explica por la dispersión natural.

Esos dos ejemplos muestran que unas especies muy cercanas a la Ipomoea batatas, con una gran similitud en los granos, los frutos y la capacidad para migrar, pueden recorrer distancias muy grandes. ¿Cómo explicar de otra forma la presencia precolombina del camote en la Polinesia? Los especímenes polinesios que fueron recogidos durante los primeros viajes europeos resultan entonces de suma importancia. El más emblemático es la muestra que Banks y Solander trajeron de las Islas de la Sociedad en 1769, durante la expedición de la Endeavour al mando de Cook, sin duda el más antiguo que se encuentre a nuestra disposición. Procedimos exitosamente a su secuenciación, consiguiendo su genoma. Este camote es del linaje que no tuvo transmisión de la Ipomoea trifida y se separó de su pariente más cercano hace por lo menos 111.500 años. El camote entonces llegó a la Polinesia unos millares de años antes que los humanos.

II. Camote domesticado

¡Qué genealogía más digna de las cosmogonías tahitianas, marquesanas, hawaianas, pascuenses, maoríes, las mismas que remontan al Cielo-padre y a la Tierra-madre! Vamos a ver, los catorce investigadores, ¿nos ensalzan el estudio del camote silvestre, o el del camote domesticado? Dos de sus lapsus son reveladores. Utilizan el término inglés ‘trip’ (excursión, viaje de recreo, tour) para designar aquellos grandes viajes que fueran las tres expediciones de Cook que permitieron dibujar el mapa del tercio líquido del globo —el Pacífico— y echar las bases de la antropología de terreno. Ahora bien, para tales proezas marítimas, no hay sino un término único: ‘voyage’. Lo cual revela de entrada la voluntad de los catorce de escamotear la cultura general. Para empezar, la arqueología y la mitología. Para volver a la lengua —no a la lengua inglesa que conjuga el sajón popular (trip) con el normando aristocrático (voyage) sino a la lengua aymara— ‘kumara’ resulta ser la única concesión, la última miga que dejan a los especialistas en estudios sobre Oceanía… Esta palabra, en efecto, designa al camote tanto en las riberas del lago Titicaca como en muchas islas y archipiélagos de la Polinesia. Tal condescendencia se lee también en su veredicto: «La dispersión natural en el largo plazo entonces puede ser considerada como la más plausible de las explicaciones para la presencia del camote en la Polinesia precolombina».* Polinesia precolombina (¡!)

a) Matisoo-Smith

Matisoo-Smith estima, en una comunicación personal de fecha 26 de abril de 2018, que los investigadores de Oxford sí contestan a la pregunta sobre el origen del camote, pero se equivocan en cuanto a su presencia en la Polinesia. El espécimen de Banks y Solander tiene solamente 250 años pero debe ser tratado con todas las precauciones exigidas para el ADN antiguo. Porque el ADN se desagrega en cuanto muere un organismo. Los protocolos de extracción y secuenciación del ADN antiguo son conocidos: trabajo en aislamiento, controles negativos, replicación de los resultados, etc. Sin embargo, el equipo de Oxford no se refiere a ello. No es sorprendente entonces que observara mutaciones en el ADN, y dedujera que hubo una divergencia que data de 100.000 años. Se ocupó de un ADN dañado o contaminado.

¿Puede dicho resultado ser replicado en un laboratorio debidamente equipado para el estudio del ADN antiguo? Las muestras de Banks y Solander no faltan en el herbario del British Museum, incluidas las de Nueva Zelanda. ¿Presentan el mismo modelo de divergencia genética? ¿Dónde están el polen, los fitolitos (los microfósiles de las células vegetales que se conservan en las concreciones minerales), los restos de almidón, que fueron encontrados en unos sitios preeuropeos? Se espera entonces unos datos más confiables y de fuentes múltiples. Matisoo-Smith también se sorprende de que los trabajos de sus colegas que integraron el equipo de Caroline Roullier fueran ignorados. Probablemente porque lograron resultados diametralmente opuestos, que validan el vector humano polinesio en la obtención de los camotes amerindios.

b) Kirch

Como Matisoo-Smith, Kirch había saludado los trabajos de Roullier que fueron publicados al principio del 2013 por PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences, USA). Citado en el trabajo de Kerry Sheridan, «Which came first: the people or the sweet potatoes?» (13 de abril de 2018), Kirch rebate la investigación de Oxford pues, según él, fracasó en poner en cuestión los modelos de contactos entre la Polinesia y América. El hecho que el camote polinesio recogido en 1769 haya divergido hace más de 100.000 años no impide para nada que haya sido inicialmente traído de América por los polinesios. Los investigadores de Oxford tampoco pudieron establecer que el camote se hubiera expandido naturalmente. Para ello, tendrían que haber dispuesto de pruebas directas en contexto paleobotánico prehumano, como por ejemplo el polen. ¿Por qué estos investigadores no toman en cuenta los tubérculos fosilizados datados con carbono en los sitios arqueológicos? Las piraguas dobles eran perfectamente capaces de llegar a América.

Kirch confirma su punto de vista en una comunicación personal del 8 de mayo de 2018: «He leído ese artículo apenas salió y lo considero científicamente hablando muy malo (un verdadero caso ejemplar, para disecarlo en un seminario). No tengo nada en contra de la primera parte que se dedica al origen de la especie, pero la segunda abunda en hipótesis no justificadas y conclusiones indefendibles… Es más, los autores de ese artículo no toman en cuenta para nada el proceso de domesticación, al callar las pruebas arqueológicas (selección de tubérculos más grandes comestibles) de millares de años atrás que se tiene en los Andes… Por añadidura, no hay ninguna prueba de la presencia paleobotánica de la planta en contexto prehumano en el Pacífico (como lo comprobamos en el pantano de Temae, en la isla de Moorea, donde efectuamos perforaciones para estudiar el polen extraído). En cambio, sí tenemos camotes domesticados que aparecen entre los años 1200 y 1400 en numerosos sitios arqueológicos en Hawái, Nueva Zelanda, Mangaia (islas Cook) y Rapanui… Por lo demás, no dudo que te va a interesar el nuevo y reciente análisis crítico que hiciera un biólogo molecular, Michael Matschiner, de la Universidad de Basilea, el cual evidencia algunas graves faltas en la investigación».

c) Mi punto de vista

Al desconcierto de la genetista Matisoo-Smith y del arqueólogo Kirch se suma modestamente el mío. ¿Cómo ignorar los trabajos etnobotánicos de Douglas Yen? En su libro The Sweet Potato and Oceania (1974, Bishop Museum Press), el especialista del camote recuerda que Cristobal Colón descubre su cultivo en las Antillas Mayores desde el primer viaje transatlántico (op. cit., p. 5). Yen describe su reproducción mediante esquejes de 22,5 a 45 centímetros de largo en medio tropical, y especifica que tan solo un nudo vegetal hace de reproductor potencial (ibidem, p. 60). El pequeño segmento de lianas trepadoras se coloca horizontalmente en el hoyo y su parte vertical sobresale unos 7,5 a 15 centímetros del suelo nomás. En zonas temperadas como es el caso de Nueva Zelanda, el camote se siembra con tubérculos, como la papa (ibidem, p. 62). Fue en honor a Douglas Yen que tuvo lugar en Auckland, en el 2002, un taller internacional y único de la ASAO (Association for Social Anthropology in Oceania), cuyas actas fueron publicadas conjuntamente en el 2005 por Ethnology Monographs 19 (Pittsburgh, USA) y Oceania Monograph 56 (Sidney, Australia), con el título «The Sweet Potato in Oceania: a reappraisal».

La Ipomoea batatas ha permitido que se dominara la altitud en Hawái y la latitud en la Nueva Zelanda temperada. Los cultivos en las pendientes secas de los grandes volcanes de Hawái favorecieron la emergencia del Estado. Las veinte variantes del mito del camote trastrocaron el panteón de los Maoríes, al instaurar la paridad sexual por el intermedio de Pani, la patrona de la planta. El camote resultó ser vital en la isla de Pascua luego de la deforestación. El canto de Procreación de los pascuenses y sus variantes neozelandesas ensalzan al albatros que les permitió redescubrir las antiguas rutas marítimas que conducían a América. Frente a las costas de la isla de Pascua es donde se encuentran los vientos del oeste que describiera Finney, con la gran curva de latitudes que fue redescubierta por Juan Fernández entre Acapulco y Callao. Yen validó públicamente el acoplamiento de ambas rutas marítimas que yo hiciera, así como mi análisis estructural de las variantes del mito del camote. Desde la primera de sus cuatro estancias en Tahití, Cook supo del mismo navegador Tupaia cómo los polinesios esperaban el cese anual de los vientos alisios para lanzarse al Este con los vientos del oeste, un fenómeno que es fuertemente potenciado cuando se da El Niño.

Los mitos no traen el camote de entrada. No forma parte del decorado inicial. Hay que ir a conquistarlo entre las estrellas o adquirirlo en territorios de ultramar lo cual, por definición, implica una navegación en alta mar. Cada cual sabe que los isleños del Pacífico navegaban sin instrumentos. Se guiaban con las estrellas, los oleajes, las aves, las nubes, las corrientes. Nuestros biólogos dirían que se expandieron por dispersión natural … Descalificar así el camote sugiriendo, a la manera de Thor Heyerdhal, que los polinesios eran incapaces de llegar a América antes que Colón, del otro lado del continente, qué poco elegante… Por lo demás, Colón consideró y hasta su muerte, que había abordado en Asia. Para los descubridores europeos que le siguieron los pasos, América es una barrera, un obstáculo que cierra el acceso a las especias, de ahí su nombre, West Indies. Habrá que esperar a Magallanes para encontrar un estrecho que llevará su nombre y descubrir la inmensidad del Pacífico.

He aquí una dramática ironía: el origen americano del camote ni siquiera es necesario para establecer las evidencias del contacto entre polinesios y amerindios (¡!) El mito de la Isla de las Mujeres demuestra sobremanera la homogeneidad del Pacífico, desde Taiwán hasta las Marquesas. ¿Cómo superar la mortalidad perinatal que golpeaba a las parturientas y a los niños por nacer? ¿Cómo sobrevivir en pareja para poder echar las bases de la sociedad? Este mito también infunde la homogeneidad mitológica americana que develera Lévi-Strauss en sus primeros  cuatro volúmenes: Lo crudo y lo cocido, De la miel a las cenizas, El origen de las maneras en la mesa, El hombre desnudo. Desde la región del Orinoco, la tierra natal del camote, donde las Amazonas lo vuelven mito del origen insular del tabaco. El empalme athapaskano tiene lugar entre los Navajos. El mito de la Isla de las Mujeres cierra luego el vasto círculo pacífico por la costa noroeste y Alaska, al encontrar el trayecto de las migraciones humanas por el norte siberiano-amerindio, replicando las migraciones por el sur austronesio. Estamos ante una auténtica circunnavegación cultural. (Serge Dunis, mayo de 2018)

* «Long-distance dispersal can thus be considered the most plausible explanation of how the sweet potato came to be distributed in pre-Columbian Polynesia.»

Obras de referencia:

Dunis, Serge:

– Le Grand Océan, le temps et l’espace du Pacifique, Ginebra: Goerg, Coll. Ethnos, 2003, «Le mariage des deux archipels, l’archipel andin et l’archipel polinésien», pp. 115-167.

– Pacific Mythology, thy name is woman. From Asia to the Americas in the quest for the Island of Women: how the Neolithic canoes left behind an epic wake. Prefacio de Ben Finney. Papeete: Haere Po, 2009.

– L’île aux Femmes, 8000 ans d’un seul et même mythe d’origine en Asie-Pacifique-Amérique, Paris: Éditions du CNRS, Coll. Maurice Godelier, Bibliothèque de l’Anthropologie, 2016. Prefacio de Maurice Godelier.

El Estado y la indiferencia de los ex pobres

Written By: Hugo Neira - May• 14•18

Necesidad urgente de mayor tributación, apuros de un gobierno que quiere emprender, legislación tributaria, la SUNAT y fallos recientes sobre quién está sujeto al impuesto a la renta en el Perú; subida de las tasas indirectas en los alcoholes, gaseosas, cigarros, pero también se les está ocurriendo ponerles impuestos a empresas que usan los satélites no domiciliados. Se mezcla lo posible y lo ridículo. No podemos imponer tributos a lo que no nos pertenece.

¿Qué es el Perú? Me atreveré a contrariar el mito de muchos de mis compatriotas que consideran nuestro país tan original que escapa a toda clasificación. Lo cierto es que no es así. Si se toma en cuenta la división del trabajo —que desde Durkheim es la base de la clasificación y jerarquía de sociedades humanas— y apelamos a otros indicadores, que son evidentes, ya no somos lo que se puede llamar un país del tercer mundo. Si se apela a los estupendos compendios estadísticos del INEI, tenemos que admitir que el Perú es un país aplastantemente urbano, casi sin analfabetos (apenas 5% según unos cálculos, otros el 13%). En fin, se ha progresado, pero eso no nos hace del todo modernos.

La politiquería que nos envuelve y en el fondo de las cosas, nos divierte y nos irrita, no nos permite ver lo que tenemos delante de las narices. «En la segunda mitad del siglo XX, la sociedad peruana no solo pasó de ser rural a urbana, sino de ser andina a ser costera. En 1940, el 65% de la población vivía en la sierra, el 28% en la costa (…) Desde el 2007, la costa alberga al 55% de la población total; la sierra, al 32%; y la selva al 13%» (C. E. Aramburú, 2009). En resumidas cuentas, el Perú actual es más bien costeño. (Y por si acaso, yo nací en Abancay.) Eso es lo real, más allá de mitos étnicos y «buscando un inca», o esperando que el Inkarri…, etc. Mayoritariamente, costeños y urbanos.

Sin embargo, para no perdernos en el accidentado camino de la prosperidad, y por mucho que sean diversos los oficios y formas del ingreso, siempre son precisos dos requisitos. El primero, «un centralismo coordinador». Es una de las premisas de Durkheim. No quiere decir algún tipo de estatismo o planificación. Se trata de que es la ley la «coordinación». Impedir lo ilícito. El segundo requisito es que unas y otras capas productivas —y con el tiempo prósperas— no pierdan de vista la importancia de la solidaridad social. Es un principio no legal sino moral. Pero nuestras nuevas capas de ricos emergentes peruanos son indiferentes a los demás miembros de la sociedad contemporánea peruana. Solo piensan en su empresa, por lo general, unipersonal, y ahí queda la cosa.

No se formalizan, ni lo van a hacer a lo largo de este siglo XXI, que se parece al XIX. En una cierta época, entre 1822 y 1855, los reglamentos para ser ciudadano exigían ciertos requisitos. Ser ciudadano inscrito en registros, tener 21 años, saber leer y escribir (que en esa época, era un filtro para que no votasen los indígenas, temidos por su número), y además, ser vecino, ejercer un oficio, y PAGAR AL TESORO PÚBLICO. Ya lo sé, era un país de élites, de notables, y la «masa ignorante», no les importaba porque el voto directo solo se establece en 1931. Entonces se inicia la república de todos, no de unos cuantos. Al menos se inicia, obra no acabada.

A lo que voy. ¿Por qué no se inventa una suerte de impuesto para los informales? Sin esperar siglos a que se formalicen. El Estado no tiene recursos para la población peruana que se ha triplicado.

Hablemos con franqueza. Eso de que los pobres paguen impuestos nos encoge el corazón, pero eso estaba bueno como sentimiento para los años sesenta. Hoy, después de los conos limeños, la prosperidad del sector informal es un hecho. Esto lo supimos por Hernando de Soto y los trabajos de Matos Mar. Y hoy es la evidencia misma. Una sola objeción: se desinteresan del bien común.

Somos también el país de tasas de pobreza, mortalidad infantil, pésima educación, e incapacidad real, concreta, de impedir esas plagas. Pero tenemos la peor. La plaga de la indiferencia del que tiene chamba y plata, consumismo a cien por hora. Y adiós solidaridad alguna. Nada de impuestos pero sí piden policías, obras, seguridad ciudadana, papa Noel.

¿No hay alguna manera de que tributen las capas emergentes de la pobreza? ¿Cuánto cuesta una chela? Una botella de cerveza a 3 soles. El precio de una chela (dejar de tomar una, ¡en nombre de la patria!) multiplicado por 12 meses, nos da 36 soles al año. Nada. Pero para el fisco, si se montara un patrón de impuestos «laterales» al establecido, y multiplicado por el número de informales (8 millones), nos daría 288 millones de soles por año.

Pero si conseguir un tributo de los informales, para combatir los males de la propia informalidad, es una propuesta descabellada, no menos lo es cobrar por lo que NO hemos hecho y servido, los satélites. Uno de estos días, al 27% de formales (que dicen que producimos 11 veces más que el informal), nos van a poner un impuesto, por mirar a la luna.

Publicado en El Montonero., 14 de mayo de 2018

<http://elmontonero.pe/columnas/el-estado-y-la-indiferencia-de-los-ex-pobres>

Ayahuasca, shipibos: protección y distancia

Written By: Hugo Neira - May• 07•18

Si alguien conoce a fondo la cultura amazónica es Róger Rumrrill. Lo conozco de toda la vida. Y tiene razón en decir que «el asesinato de la maestra curandera Shipibo-Conibo-Shetebo, Olivia Arévalo, ha puesto en el centro de la atención nacional temas como el shamanismo y mercantilización del alucinógeno ritual». De eso quiero ocuparme en esta crónica. No conozco tanto a la selva peruana como mi amigo Rumrrill, pero la conozco. Hubo un periodo de mi vida en que trabajando para el Estado, fui repetidas veces a ese mundo tan distinto del andino y del costeño. Y distinto del mundo.

Tengo la impresión que el tema amazónico peruano (Ecuador, Colombia y Brasil, son también países con Amazonía) se ha vuelto más complicado. Vivimos una era en que se tiene las ventajas de la mundialización pero también sus desventajas. Hay más gente que viaja por el mundo. De modo que el asunto de Olivia Arévalo, su asesinato a sus 81 años, se mezcla con la ayahuasca, los conocimientos tradicionales del pueblo shipibo y Sebastián Paul Woodroffe, un canadiense. Que, al decir de los diarios, se había instalado en el Perú selvático. No falta, además, un colombiano, y el Ministerio de Cultura del Perú por eso de los cantos sagrados del pueblo de la víctima. Y por lo visto, un alegre mercado de armas porque el canadiense, su pistola Taurus de calibre 9 milímetros, la pudo comprar a un policía de Pucallpa. O sea, ya tenemos en la espalda de los Andes y de la costa, un alegre Far West medio charapa.

No voy a opinar ni a favor ni en contra del linchamiento. Lo que me inquieta son dos cosas. Por un lado, en este país en que viajar es todavía complicado —puede que el chofer del omnibus esté borracho— el que menos habla con una naturalidad de la Amazonía como si el crimen se hubiese hecho en Barranco. Por el otro lado, cuando se toma conciencia que ese no es un mundo que conocemos, se nos va la mano en darle un aire de misterio. «Asesinatos y silencio indígena», en un diario de Lima, a cinco columnas. O sea, las mujeres, madres o esposas de los lugareños, ¿se iban a poner a hablar como cotorras, delatando a sus próximos? Si el crimen hubiese ocurrido en un barrio de Nueva York, hubiera pasado lo mismo.

A lo que voy. Los shipibos y los jíbaros, madijas, matsigenkas, shawis —me canso de ponerlos en este lista—, son 51 etnias, sin contar las andinas, y algunas están aisladas. Lo que voy a decir es algo que conocen a fondo los etnólogos, y no todo el mundo. Los «originarios», el nombre que hoy se les da, en la antropología del siglo XX se les llamaba «sociedades primitivas», y son profundamente diferentes a las sociedades modernas. Voy a enumerar algunas de las diferencias. Seguiré la exposición de Pierre Clastres. Las llamó «sociedades sin Estado». 1

  1. Son grupos humanos que dominan el medio ecológico, sin agotarlo. Los que llaman ‘salvajes’ producen para vivir, no viven para producir. No hay economía.
  2. Son sociedades contrarias al trabajo. Los tupi-guaraníes labran la tierra dos meses cada cuatro años. Y así, los yanomamis y otros pueblos arcaicos.
  3. Son sociedades contrarias a las innovaciones. Por absurdo que nos parezca. Por eso, Lévi-Strauss establece una diferencia. «Sociedades frías, sociedades calientes». Las nuestras son «calientes». Pasan cosas, gobiernos, modas, revoluciones. En las sociedades frías, no necesitan nuevas herramientas.
  4. Tienen jefes, pero sin poder. No aceptan jefes. Sin embargo, nombran uno cada año. Cuando un etnólogo fue a felicitar en una tribu de la Amazonía brasileña al elegido, este le dijo que él no quería el cargo, pero no podía rechazarlo. Resulta que él tenía que decir en qué fecha deberían ir a cazar, cuándo deberían emigrar, y equivocarse le podía costar la vida. Además, tenía que dar fiestas e invitar a la aldea entera. El etnólogo le contestó que había visto que tenía no una sino dos mujeres. Y el indígena le contestó que una era su mujer de siempre, y la otra, una más vieja y que venía para ayudarlos a cocinar para toda la aldea. (Clastres, La sociedad contra el Estado, 1974)
  5. Las tribus y las etnias están, en general, en guerra perpetua. Es el punto de vista de Lévi-Strauss. Clastres tiene otra visión. Lo que cuenta es el intercambio, no la guerra.
  6. ¿Para qué viven entonces? Para tener tiempo. El tiempo del ocio. Un poco, «el derecho a la pereza», la teoría de Paul Lafargue. El yerno de Karl Marx.
  7. No solo son sociedades sin Estado, sino contra el Estado. Están en contra de la jerarquía, de la producción excesiva, de la desigualdad que aparece solo cuando una sociedad deja de ser etnias y se vuelve Estado.

¿Inconvenientes? Muchos, posibilidad de hambruna, dependencia del clima. Reducción de la población. Mezclarse con la sociedad dominante. Perder su cultura.

Se entiende que la actitud de la sociedad y del Estado debe ser proteger esas sociedades arcaicas. Comenzado por admitir que sus valores son distintos. Se entiende que mucha gente ha idealizado estas sociedades (drogadictos, aventureros), los que buscan la salvación en el exotismo religioso, ejemplo, el rito de la ayahuasca. Es al revés: quien tenga problemas psíquicos, la pasa muy mal. Los que están sanos no la necesitan. Cuidado con el turismo perverso.

1 Mi doctorado en Ciencias Sociales en París me impuso, también, cursos sobre filosofía y antropología. Tuve dos ciclos con Lévi-Strauss, muy reservados. Algo así como estudiar matemáticas con Einstein. Clastres está traducido al castellano. Lo mismo, Lévi-Strauss. Recomiendo su Tristes trópicos. Su estadía en medio de los bororos, tribu amazónica en Brasil.

Publicado en El Montonero., 7 de mayo de 2018

http://elmontonero.pe/columnas/ayahuasca-shipibos-proteccion-y-distancia