Brevísima historia de las democracias

Written By: Hugo Neira - Oct• 26•20

El jueves pasado 22 de octubre, fui invitado al Congreso para una conferencia —a distancia— sobre el proceso democrático en nuestro país, y tuve como comentaristas al  ingeniero Edmundo del Águila y a Lourdes Flores, y Wilmer Bajonero, presidente de la Comisión Bicentenario. Agradecí, por cierto, tal honor y mis primeras palabras fueron no es fácil exponer qué es la democracia. La hubo en la Antigüedad y luego en los tiempos modernos y contemporáneos. A veces desaparece. Me voy a ocupar de sus metamorfosis y tratarla en plural. Desde los griegos hasta nuestros días. Intenté resumir las democracias en 30 minutos. Es tan difícil como hacer entrar un elefante en una caja de fósforos.

Propuse, entonces una exposición que gira sobre unos cuantos conceptos. El filósofo alemán, Ernest Bloch, nos enseña que «el concepto es el estado mayor del conocimiento». Y nuestra Independencia nos ha arrojado hace dos siglos a un mundo que se maneja con conceptos universales. Por ejemplo ¿qué es Democracia? (En adelante con D.) Todo esto se puede escuchar en el Facebook del Congreso.

1. Una D tiene un «demos», concepto griego. No es multitud sino pueblo autorganizado. Los griegos inventaron las matemáticas, la filosofía y otras ciencias y la teoría y la «polis», ciudad-Estado. Y de ahí, la política. Habían dejado de tener reyes o basileos, reemplazados por ciudadanos elegidos para gobernar —solo por un año— a mano alzada o por sorteo. Hace dos mil cuatrocientos años que Aristóteles inicia la clasificación de las formas políticas del poder, en tres sistemas. Gobierno uno solo, el monarca, o varios, los «aristoï», los mejores, o sea la aristocracia. Y el pueblo, la democracia. Pero dije que cada régimen tenía su contrario. Un sistema perverso. El monarca podía abusar y entonces era un tirano. Los aristócratas eran pocos, pero podían reducirse más y entonces, una oligarquía. O como se dice en criollo, una argolla. (Abundan en nuestras costumbres, los amigotes, etc). Y si el pueblo era manejado por demagogos, ya no era D sino oclocracia. Es decir, cuando la turba manda. En fin Aristóteles trata los diversos regímenes políticos, las politeïas, como plurales y variadas. Y nunca nos dijo cuál era la mejor de las politeïas. En la academia, se sostiene que prefería las combinaciones.

2. En los tiempos modernos, la D fue la alternativa ante las Monarquías absolutistas. Después de la Ilustración, Rousseau y la revolución francesa. Pero antes de 1789 hubo dos grandes pasos a la democracia. La Independencia de los colonos norteamericanos, en 1773. E incluso anteriormente, cuando Inglaterra acepta ser gobernada con Corona y Parlamento. En la modernidad la D va de la mano con el reconocimiento de los derechos civiles. Una línea por la libertad, Locke, Spinoza, Kant, Tocqueville. Pero en el fatídico siglo XX, aparecieron los Estados ideológicos totalitarios (Hitler, Stalin). Después de la II guerra mundial, Russell, Popper, la línea de la sociedad abierta. Y la importancia para la salud de la D, el respeto por «las reglas del juego». Y si se usan trampas electorales, la D deja de ser.

3. Y de ahí, ingresé a las dificultades de nuestro tiempo. Y propuse que se conociera a Tocqueville. En 1835 viaja para conocer la democracia en América. No había república sin reyes en la Europa de los inicios del XIX. Y Tocqueville descubre que la D en América no solo tenía una superestructura institucional sino un pueblo venido de los migraciones y la voluntad de ser iguales. Eso que no hubo en la América hispánica. Y si hemos perdido un siglo con la lucha de clases, bueno sería que se sepa que la D norteamericana no solo se construye con instituciones sino con un modus vivendi. Tocqueville debería estar en nuestras escuelas. Pero Dios del cielo, esas cosas no les gustan a los del CONARE-SUTEP. 

4. Hoy existen democracias diversas. Hay D parlamentaristas (Europa). Y D presidencialistas, en América Latina y Norteamérica. Hoy hablar de la D nos lleva a varias interrogaciones. Ir al pueblo, ¿pero qué es el pueblo? ¿Lo es esa clase media que en las economías de mercado prospera? Y si la D se funda con el concepto de libertad, nos encontramos con una paradoja, la necesidad de libertad para evitar los abusos del Estado, y también la necesidad de libertad para evitar el abuso de la libertad. O sea, los que queman iglesias en Chile, los que desobedecen en el Perú de la pandemia. Y en Francia, los chalecos amarillos que marchan por las calles pero en silencio, no tienen propuestas. Hablé entonces de las seudodemocracias. Los golpes de Estado hoy se dan desde las urnas. El ejemplo ha sido Hugo Chávez. ¿Las elecciones son el dolor de cabeza de las democracias? Hay que decirlo, la D no es para un grupo o un solo partido. Si no hay pluralidad, no es D. Pero las instituciones se adaptan o se reforman porque las sociedades se modifican. Y la D es inestable y variable. Pero eso es su virtud. Lo que no se mueve son las tiranías.

5. Cabe hacerse algunas preguntas. Las D tienen, desde la Antigüedad, algunos principos éticos y políticos. Un concepto griego, la isonomía. Es decir, la igualdad. Pero si bien nos independizamos en 1821-1824, la sociedad peruana que conocen San Martín y Bolívar era una serie de estamentos: funcionarios peninsulares, criollos, indios, negros esclavos. Y de castas. Tenían en común el vivir en el mismo territorio. Pero hoy, dos siglos más tarde, ¿aceptamos ser iguales? Me temo que no. Nos encantan las distancias sociales, choleamos e insultamos con criterios etnoinsultantes. El segundo concepto para ser parte de la D viene a ser la pluralidad. No la soportamos. Y entonces —lo dice Martuccelli en Lima y sus arenas— aparece el «achorado». La estrategia del aplastar al «otro» (sea de izquierda, fujimorista, aprista). ¡Ni igualdad ni pluralidad! Además nos falta la tolerancia. Venimos de un poder español y de la Contrarreforma. Pesada herencia.

6. Tras la independencia tuvimos liberales y pensadores republicanos, pero no en la prática. Para lo que pasó en nuestro siglo XIX, acudo al estudio de Cristóbal Aljovín y Sinesio López, el capítulo de César Gamboa. ¿Democracia? En el primer siglo independiente, hubo como sistema filtros decimonónicos, o sea, elecciones en mesas de parroquias, donde solo intervenían los «notables» (Historia de las elecciones, pp. 179-263). ¿Cuántos electores para ser Presidente como Manuel Pardo? En 1871, 3 mil votos ante 4 mil votantes¡! ¿El siglo XIX? Criollos ricos y dominantes. Luego un periodo de modernidad, 1896-1930. En realidad, solo desde 1931 tenemos elecciones universales. O sea, ni siquiera un siglo. Luego el electorado crece e incorpora  mujeres, e incluso en los 60, a analfabetos. (En el comentario, Edmundo del Águila, interviene y recuerda las 12 constituciones, lo hizo con claridad y le agradezco.) Terminé diciendo en la conversación final que Basadre llama a los que mandan, «plutocracia». Además no eran empresarios sino rentistas. Perdimos el siglo en que aparecía, en otros horizontes, la revolución industrial. (Y seguimos fuera, a diferencia de los países asiáticos como Corea del Sur.)

7. El crecimiento hacia la Modernidad en el siglo XX fue incompleto. Los debates fueron en torno a problemas socioeconómicos, producción, distribución, propiedad, clase. Un siglo marxista. Y también de liberales con su propio error, confiaban ciegamente en la libertad del mercado, sin ocuparse de los derechos civiles y electorales. Tiempos de Milton Friedman y F. Hayek. Se olvida que en la España de Franco crece la economía sin libertad. O sea, ¿el despotismo para progresar?

8. Hoy día debemos y podemos preguntarnos si la democracia es compatible con la sociedad de masas. No siempre las masas son de izquierda. En la Europa de los años treinta, Hitler llega al poder con el volk alemán, es decir, plebe y lumpen. Su maestro fue Mussolini. ¿Y hoy para la civilización del consumo es necesaria la D? Otro tema. Los peruanos miran con admiración a los Estados Unidos. Pero el sistema de EEUU tiene filtros, cuenta mucho el Colegio Electoral. No se elige presidente con voto directo. Trump, con dos millones menos que la señora Clinton, fue el vencedor. ¿Y qué D es esa que tiene 50 millones de estadounidenses que no tienen ningún seguro social de salud? Todo es, para ellos, lo privado. Nos hemos distanciado con exceso de los capitalismos que se ocupan de lo público (todos son capitalistas, incluyendo China, un capitalismo de Estado). Las D difieren según la sociedad, si es «propietarista», «socialdemócrata», «social-nativista», o si son «sociedades ternarias o coloniales». Clasificación de Piketty (Capital e ideología). Si no lo tiene, corra a comprar el libro. Modestamente, 1246 páginas. Lo digo porque buena parte de los jóvenes creen que todo está en Internet.

9. El debate sobre las diversas D no ha concluido. Hay una corriente elitista. Pareto, Mosca y Michels. También los comunistas lo fueron, las Vanguardias. Por lo general, terminaban en una nueva clase dominante, los aparatchiks rusos, el fin de la URSS. Entonces, lo que dice Dahl, americano, las poliarquías, elites que el pueblo americano elige, ora republicanos, ora demócratas. Pero entonces, ¿la D no es sino un disfraz para que circulen las elites gobernantes? Y explico que hay dos tipos de demócratas: los liberales y los igualitaristas.

10. En el momento de los comentarios, Lourdes Flores me pregunta sobre los igualitaristas. Y le agradezco su pregunta —estuvo estupenda, dijo muchas cosas sensatas y claras—, los liberales creen en el todo mercado, lo cual es un error. Se necesita el Estado fiscal, el que se ocupe de los servicios públicos. Los igualitaristas dicen que todo es posible con tal de que el poder no solo lo tenga el dinero y la acumulada riqueza. El problema de la desigualdad. Entre tanto, la D no es un ideal sino un esfuerzo permanente.

11. Riesgos posibles, la situación actual: por arriba, las empresas multinacionales. Por abajo, las etnopolíticas estilo Cataluña, o esos partidos que quieren el retorno al Tahuantinsuyo. No hay que asombrarse, la mundialización produce su respuesta, arcaica, fuera del tiempo, pero como pasión política. Sobre el futuro, nada está dicho. En cuanto a las empresas apátridas, capital financiero sin jurisdicciones, de baja o nula supervisión, usan los paraísos fiscales. De ahí que sociedades y Estados avanzados tienen hoy problemas para afrontar la demanda de la población en salud, educación, saneamiento. Lo que lleva a la desigualdad social. El neoliberalismo anglosajón considera a todo Estado, un estorbo. También las culturas, las patrias, las diversas formas de vivir. ¿Qué se busca? «La disolución definitiva de los lazos de solidaridad y de conciencia histórica, que constituye el gran baluarte de los pobres.»  Hoy el cuerpo político mundial es el inicio de un régimen oligárquico-elitista profundamente antidemocrático. Y el futuro, ¿la civilización del mercado con el mínimo de ciudadanos con conciencia y conocimiento? ¿El despotismo desde las tecnologías recientes? ¿Ya no la verdad sino los fake news?

12. La visión de Carlos Franco. En su libro, Acerca del modo de pensar la democracia en la América Latina, editado por Friedrich Ebert Stiftung (1998). Cinco características, que son nuestras y planetarias: La pérdida de creencia de los grupos sociales en los valores y el sistema. La negativa social a las normas (la desobediencia ante la pandemia). La disyunción entre dirigencias y lealtades (pregunten a los partidos y bancadas). Los comportamientos desviantes de ciertos actores sociales (indiferencia, la no política). El repliegue en el mundo familiar, en el sí mismo de los individuos. ¡Qué lúcido! Se anticipa a nuestro problema, la Democracia, por cierto pero como construcción y amplitud de sujetos sociales. Importancia de la educación: sin pueblo educado no hay democracia. Al despedirme, dejé tres problemáticas, cada una, con su pensador:

            ¿Democracia fuerte? (Benjamin Barber)

            ¿Democracia y cultura cívica? (Gabriel A. Almond)

            Y ¿Democracia y neoliberalismo? Giovanni Sartori, quien dijo que eran incompatibles. En suma, mercado libre, sí, pero Estado social y fiscal, también. Así de simple.

En el conversatorio intervino al final Omar Chehade, que se animó a hablar de sus orígenes árabes y ayacuchanos. Sí, pues amigo, el Perú es un pedazo de la humanidad, tenemos indios, blancos, negros, asiáticos. ¿Lo mejor que nos pasa? La variedad de etnias y culturas. Para mí, los dos grandes cambios que ha tenido el Perú contemporáneo no vienen de gobierno ni partido alguno. Las tomas de tierras de los campesinos sureños fueron el primer paso hacia la desaparición del ‘feudalismo’. El otro es la migración del campo a la ciudad, de la sierra a la costa. Los llamo las capas tectónicas. Se movieron por su cuenta. La inteligencia colectiva y las clases pobres inventan, desde abajo, un Perú múltiple que no tiene las instituciones que merece.

13. Un número que trae mala suerte. Pienso que a diferencia de otras sociedades que tenían ya nación para los grandes cambios —Japón, Inglaterra, Francia, México—nosotros comenzamos al revés: 1821, ¡el Estado antes que la nación!  Las consecuencias para otra ocasión.

Publicado en El Montonero., 26 de octubre de 2020

https://elmontonero.pe/columnas/brevisima-historia-de-las-democracias

¿Bolivia retrasada? Mirando con el ojo izquierdo

Written By: Hugo Neira - Oct• 19•20

Hace unas semanas escuché una frase muy grave. Cuando se nombró al ex primer ministro Vicente Zevallos, alguien dijo que no era para la OEA sino acaso para un país como Bolivia. Eso es un exabrupto. Innecesario. Luego vinieron las excusas del caso. Me parece un triple error. Lo primero, el presidente de la República tiene la facultad de nombrar Embajadores y Ministros (art. 118 de la Constitución). En segundo y tercer lugar, era una valoración injusta tanto para el ciudadano Zevallos y el diplomático José Boza. E incluso, para la vecina Bolivia, hoy Estado Plurinacional. Con instituciones que no tenemos. En cuanto a José Boza, lo conozco, he sido testigo de su capacidad como Embajador, pues lo conocí cuando pasé unos meses largos en Chile. Es un funcionario de primera clase y muy culto. Lo que pasa es que muchos, en nuestro país, se sienten superiores y miran por encima del hombro a las otras sociedades andinas. Sin embargo, en varios campos, sobre todo culturales y de cohesión nacional, están por delante nuestro.

Ser embajador en Bolivia es de lejos mejor que la OEA. Establecida en Washington, de varios edificios como sede, y muy cerca, el Museo de Arte de las Américas. Y eso es todo. ¿Difícil chamba? Por favor, todo está montado y organizado. Una burocracia, eso no es un trabajo abrumador, eso es una beca, una canonjía, como la que tenían los nombrados al Parlamento Andino. En cambio Bolivia es todo lo contrario. Su historia es más intensa que la nuestra. La guerra del Chaco, la guerra por el gas boliviano, el petróleo, suministros de agua y electricidad; aymaras cultivadores de coca y sindicatos que gobiernan con los gobiernos; iglesias que compiten en ganarse el alma de los indígenas, no solo evangelistas sino una nueva religión.  ¿Simple y retrasada Bolivia? Donde nosotros decimos indígenas, ellos ven Chipayas, Quechas, Muratas y Aymaras, y leyes bolivianas para cada quien. País que espera mucho de su litio (que es escaso en el mundo) y a la vez, plantaciones en su Amazonía. Un periodista argentino, después de admirar la heterogeneidad boliviana, dijo que es el «pais del realismo mágico» de la novela latinoamericana.En suma, Bolivia ha sido un laboratorio andino de regímenes distintos. Mi amigo el embajador Boza la va pasar muy bien. Va a estudiar Bolivia, con los respetos del caso.

Volviendo a la historia boliviana, ocurre que después del MNR en el tiempo del general Barrientos, vino el «populismo militar». Fue quien se prepara a vencer al Che Guevara, y lo consigue. ¿Cómo supo que andaba por Bolivia? Al parecer lo vendieron a la CIA los de la KGB, cosas de los soviéticos rusos. Lo que sigue parece una continuidad del famoso  Malaparte, «el arte del  golpe de Estado». El general Ovando y «la apertura democrática» que no lo era. Hugo Banzer Súarez, «orden, paz, y trabajo». Acaso la influencia del Brasil de las dictaduras desarrollistas. Me olvidaba, hubo unas Asambleas del Pueblo. En fin, cuando se cae el Muro de Berlín era el cuarto gobierno de Paz Estenssoro, y lo que ocurre es que se desmorona el marxismo —cosa que no ocurre aquí— junto al mito de la revolución. Y como dice Baptista Gumucio, «militares y obreros salen de la escena».

La Bolivia de hoy me asombra, y me motiva el vecino andino en el Sur. Y ahora diré algo sobre su cultura actual. Lo del indigenismo los ha llevado a una suerte de simbiosis cultural. Me refiero a sus pensadores y pensadoras bolivianas, Mendoza Loza en la historiografía, María Galindo y Julieta Paredes sobre la «mujer espejo de otra mujer». Mónica Navia y Cecilia Salazar, «pueblos humanos», como metáforas corporales. Los intelectuales bolivianos han inventado un nuevo concepto y una manera de vivir que reúne su tradición y la modernidad occidental, y se llama la socionatura (2013). Sobre el pensamiento indígena, el mejor es Esteban Ticona, educador aymara. Y Waskar Ari Chachaki, «construyendo la ley de Indios, un proceso de descolonización en Bolivia» (2005). Nosotros tenemos muchos antropólogos, pero no esa entidad indígena. 

Entonces, ¿no son modernos? Otro error: los creemos provincianos, sin embargo gozan o sufren de una diáspora exterior. Quizá los sedentarios somos nosotros. Lo que pasa es que los flujos migratorios de bolivianos se dirigen a Estados Unidos, España, Brasil, Italia, etc. Han entrado a una dinámica de familia, comunidad y mundialización. Algo más, se llaman transnacionales. O sea, ya no es República sino Estado Pluriétnico. Además conocí a un presidente boliviano, Carlos Mesa. Historiador, premio Rey de España. O sea un Basadre. Pero esas cosas no pasan en Lima. Y a un intelectual, René Zavaleta, una suerte de Cotler y Arguedas por su indigenismo. Eso ocurrió en Oxford, donde nos conocimos. Además era muy divertido. Para cenar había que ponerse una capa. Yo me la puse y el boliviano no. Era un signo de que éramos scholars. Vino un colega inglés y le dijo ponte la capa, René. Y respondió, hablándome a mí:  –Oye Hugo, ¿este inglés cree todavía que son los dueños del mundo? Y el inglés, con una paciencia de santo: – Puede ser, pero ponte la capa. Y eso, 15 veces. Hasta que René se la puso. Fue la victoria de la tenacidad británica sobre un rebelde boliviano. Dos maneras de ver el mundo.

Al amable lector le voy a contar un par de cosas sobre Bolivia. Cuando iba a ganar las elecciones el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), el presidente Urriolagoitía convoca un cónclave de jefes militares y procede a un golpe de Estado, en mayo de 1951,  llamado el «mamertazo». Y se produce una insurrección popular. El MNR era un partido con cuadros militarizados y a la protesta se suma Lechín, la izquierda, y obreros y gente del pueblo que pedía armas. En cambio en el Perú, cuando Ricardo Pérez Godoy depuso al presidente Prado en 1962 para impedir que Haya de la Torre fuese presidente, nuestros paisanos ni chistaron. En Bolivia no hubo esa apatía, el «mamertazo» acabó de esta manera: el 13 de abril de 1952, Víctor Paz Estenssoro, candidato victorioso, es reconocido presidente. Entonces, ¿quién es el país subdesarrollado? ¿El que se aguanta un golpe de Estado o una colectividad que sabe defender sus derechos?

Con Paz Estenssoro se había hecho lo que tradicionalmente se reservaba a los partidos de izquierda, o sea la nacionalización de las minas, la reforma agraria, y en este caso, tenían una situación de coloniaje parecida al Perú, es decir, un 4.50% que detenía la propiedad agraria privada de un 70%. Y luego, con Evo Morales, después de decenios de experimento tras experimento, se logra conectar la gobernabilidad institucional con las culturas autóctonas. Estoy diciendo que en Bolivia hay un CONAMAQ, o sea un Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu vinculado al poder central. Con Evo Morales se consigue esa alianza entre un partido de izquierda, el MAS, y las culturas autóctonas. Eso ni soñando en el Perú.

La gobernabilidad de Evo Morales es reconocida a nivel mundial, a pesar de sus errores. En fin, Bolivia, nación y sociedad andina, no está mal. He intentado decir que todo a lo que puede aspirar lo poco de izquierda que nos queda en el Perú, ya lo hizo Bolivia hace rato. Por eso no hay que mirarlos por encima de los hombros. La Paz está cerca, dense una vueltita.  

PD: Escrito antes de las elecciones. Conozco a Carlos Mesa, ojalá gane. Es un intelectual, periodista culto e historiador. Y si es uno de los hombres de Evo, tampoco es un desastre. Tienen hoy lo que no tenemos: derechas, centro e izquierdas. Lo nuestro, gane quien gane, sigue siendo un proceso sin meta ni propósito.

Publicado en El Montonero., 19 de octubre de 2020

https://elmontonero.pe/columnas/bolivia-retrasada-mirando-con-el-ojo-izquierdo

Ricardo Palma: tradicionalista, pero no reaccionario

Written By: Hugo Neira - Oct• 12•20

Me anima el deseo de escribir sobre Palma puesto que por fin se termina la reparación de su casa-museo de Miraflores. En la esquina de la calle Colina con la calle General Suárez, 189, a una cuadra de la casa que fue de Raúl Porras Barrenechea, otro lugar histórico. Un diario dice: «el lugar está lleno de historia y cultura viva». Los visitantes, como en todo caso de casa-museo, encontrarán «cartas, libros y escritos de puño y letra, y objetos personales». En una revista la definen como «un ranchito típico del siglo XX». Será más bien, del XIX. Pero es cierto que en vida del escritor, Miraflores era un lugar campestre y periférico a la Lima del centenario. En cuanto al general Suárez, he buscado qué general es ese, los diccionarios biográficos hablan de un Belisario Suárez, nacido en Arica, oficial en las filas de Ramón Castilla. También se unió a Piérola, cuando este se va a la sierra. Hay otro Suárez, Manuel. Estuvo en la  batalla de Tarapacá. Pierde la vida, «al frente de sus soldados llegó a tomar los Krupp de los chilenos a la bayoneta, y peleó hasta caer con el pecho atravesado por las balas del enemigo». Esta mínima investigación es curiosidad. Y si acaso hay otra vida después de la muerte, el alma de Palma —si eso existe— estaría satisfecha de ese azar, porque don Ricardo no fue solo un gran escritor —uno de los más importantes del castellano— sino esencialmente un patriota.

Algún diario dice a propósito de la casa-museo, «una joya histórica y arquitectónica». Un poco excesivo, «histórica» sí, pero era y es una casa modesta, nada que ver con una de esas casonas con zaguanes, arcos y patios de las casonas limeñas. Un hogar para Palma y sus hijos, dos mujeres, una de ellas Angélica, escritora, y Ricardo Palma hijo, cirujano. Un tanto que los hemos olvidado. A Angélica la conoció Riva-Agüero: «había migrado a España, luego vive en Argentina», y prosigue, «era amena, dulce, con algo de melancolía, amiga intelectual» pero precisa «aunque en ideas sociales y políticas no coincidiéramos siempre». Para mi gusto, un dato muy importante. Palma nunca dejó de ser un rebelde.

Esa discrepancia de la hija de Palma con Riva-Agüero, nos pone en la línea de intentar otro retrato y otra interpretación del escritor que inventa Las Tradiciones, ‘era un conservador’. Con Ricardo Palma, ha ocurrido que se sabe a duras penas que es el autor de Las Tradiciones, publicadas en 1872, 1874, 1875, 1883. No me refiero a otras publicaciones, a su bibliografía enorme, interminable, poemas, obras teatrales como Rodil, sus Anales de la inquisición de Lima, y ensayos sobre Monteagudo y Sánchez Carrión, o estudios sobre Verbos y gerundios, neologismos y americanismos. Que fuera Director de la Biblioteca Nacional, luego de la guerra del Pacífico en que fue saqueada, o que fuese en vida miembro de la Academia Española, todo esto, nos inclina a pensar en un hombre de orden y conservador. Pero era Palma un liberal. En ese siglo peruano, en el XIX, el lado de los liberales era el de los descontentos. El Palma político se descubre, por ejemplo, por su simpatía por Andrés de Santa Cruz, el hombre de la Confederación Perú-Boliviana, justamente ese boliviano, mestizo, detestado por Orbegoso y los limeños que veían en Santa Cruz, «un rostro de cholo sin la marcialidad de la barba de moda entonces» (Jorge Basadre, La iniciación de la República, tomo I, página n°355). No sé si me dejo entender, lo de la destrucción de la Confederación era una meta de Chile concebida por Diego Portales. En el laberinto de los caudillos, Ricardo Palma, por liberal, estaba del lado de Ramón Castilla. He dicho laberinto, porque en algún momento, el joven liberal Ricardo Palma anduvo en un complot, y Castilla lo exila a Chile, por tres años. Pero ese siglo XIX y sus personajes son especiales,  había una cierta ética. Cuando muere Castilla, sobre su lápida aparecen estos versos: Libertador del indio y del esclavo Soldado de la ley, nunca vencido. Al rigor del destino has sucumbido, con noble audacia y contingente bravo, vivida luz que en nuestra cielo funge, tu nombre para honrar es suficiente, dos palabras, no más, Ramón Castilla. Esos versos para esa ocasión, son de Ricardo Palma. Pese al destierro. ¡Qué tiempos esos!

En fin, algo más debemos añadir sobre sus inclinaciones morales y políticas. En un trabajo sobre su correspondencia, se le conoce sus Cartas con Guillermo E. Billinghurst. El insoportable minero, combatiente en la guerra y con fuerte apoyo popular, presidente un par de años, 1912-1914, ‘hombre de temperamento violento e intransigente’, derrocado por el general Oscar Benavides, resulta que era muy amigo de Palma. Esas Cartas reunidas es el trabajo estupendo de Osmar Gonzales y Delfina González del Riego, que confirma la actitud de Palma. Es también conocida la simpatía  por Piérola. Infatigable montonero (nombre peruano a los guerrilleros a caballo). Entonces, ¿Palma un conservador?

Ante Palma hay un punto de vista que lo cree artesano de un mito colonial que favorecía a las clases dominantes. Eso a mí me parece un malentendido. Conviene discutirlo. Incluso partiendo de los que lo integraron, como Riva-Agüero, «Palma es el tipo de criollo culto, literario». Y lo trata de «burlón, irreverente». «El criollo, aunque ha sido muy religioso, no reverencia al clero y a la Iglesia.» Porras va un poco más lejos: el estilo, la prosa, «alas de originalidad, estilo desenvuelto, jugosa mezcolanza, latinazgos de colegial, dicharrachos de abuelas picarescas».  En suma, maneras de una lengua en la que entre lo culto y el bochinche popular. Pero un intelectual de mi generación, José Miguel Oviedo, en su gigantesca Historia de la Literatura hispanoamericana, tiene este acierto: «Palma descubre que era posible contar la historia nacional o americana, y hacerlo de otra manera» (tomo II, p. 119). Las Tradiciones, pues, no son una nostalgia de la colonialidad como muchos lo han creído. El tiempo de Palma es el de la sátira costumbrista y criolla, visible en la poesía, el teatro, el periodismo y Palma que desestructura la seriedad de arzobispos y virreyes, sorprendiendo a uno de ellos trepando a un balcón con miras amorosas. O frailes como Martín de Porres, con magias con los ratones. O «El Alacrán de Fray Gómez», sin duda la mejor tradición de Palma (según Porras).

En suma la tradición no se inventa con Las Tradiciones. La hubo en diversas sociedades, Walter Scott, que crea la novela histórica. Pero Palma cabe en una palabra, la «broma» (Luis Alberto Sánchez). Ricardo Palma parte de la literatura satírica que abundaba en el Perú, desde Caviedes. ¿O es que su tradicionalismo corresponde a que era limeño? Así lo hemos creído, pero investigadores —Iván Rodríguez, Porras— discuten su fecha de nacimiento. Y otros la cuna. Según Luis Humberto Delgado, su lugar de nacimiento sería Arequipa. En todo caso, de aspecto «mestizo, hijo de cholo y cuarterona» (Sánchez). O sea, con algo de negro.

En fin, ¿por qué todo este ajetreo cuando se abre la casa-museo? Me parece que no vendrá mucha gente joven y peruanos, lo han creído parte del establishment. Error, Las tradiciones son un arte. No una ideología. Ricardo Palma «se jactaba de no tener en sus venas sangre azul, ni ser coronel ni doctor» (Manuel Zanutelli). ¡Se hizo solo! Sus  personajes eran reales y los encuentra en archivos y bibliotecas. Ese autodidacta llega a ser miembro de la Academia Española. Solo comparable con otro autodidacta, José Carlos Mariátegui. Sí, pues, el amor a los libros, que hemos dejado de lado. Y lo bien que nos va con una clase política de primera, ¿no?

Publicado en El Montonero., 12 de octubre de 2020

https://elmontonero.pe/columnas/ricardo-palma-tradicionalista-pero-no-reaccionario

Educación peruana en la encrucijada. Entrevista a Hugo Neira

Written By: Hugo Neira - Oct• 12•20

Por: Juan Carlos Tafur

¿En qué momento se jodió la educación en el Perú?

En dos momentos. El primero fue cuando, después de Odría, dejaron de construirse Grandes Unidades Escolares mientras la población iba en aumento. El segundo momento es lo que en tauromaquia se llama la puntilla, el último golpe, el que provoca la muerte del toro. Ocurrió  a inicios de los años 90. Después del primer gobierno de Alan García, las cajas fiscales estaban vacías. Su primer gobierno fue el de una inflación inmensa, como todos recordamos. Entonces, sin grandes recursos, un grupo especial de pedagogos llamados «constructivistas», propusieron al entonces presidente Alberto Fujimori, un sistema ahorrativo que consistió en dos medidas básicas: eliminar el turno tarde para pasar de de 1600 a 500 horas de clase por año escolar. Y lo más grave, eliminar asignaturas enteras para no tener que pagar a más maestros.

¿Cuáles fueron las consecuencias de esas dos modificaciones tan drásticas?

El problema fue que, al hacer eso, se estableció un aprendizaje que suponía la construcción del mismo a través de un proceso mental que no necesitaba profesores y, por ende, se oponía al modelo educativo vigente en el resto del planeta. Es decir, se eliminó la transferencia de conocimientos a los alumnos para promover el desarrollo de «habilidades». ¿Sin estudiar las ciencias ni los conocimientos que se deben trasladar a las nuevas generaciones? Esta tendencia educativa está inspirada en las ideas del francés Jean Piaget (1896-1980) y el ruso Lev Vigotsky (1896-1934). En algunos países han tomado en cuenta sus teorías, de manera parcial, pues han servido para dar espacios de trabajo personal a los escolares, pero nunca les han dado por completo la educación, como en el Perú, y menos aún, la oportunidad de hacer desaparecer la enseñanza. En nuestro ingenuo país, dueños del Ministerio de Educación lograron hacer  desaparecer las asignaturas: nada de clases de física y química, lógica, gramática, álgebra, historia del Perú, historia universal, nada de literatura ni de filosofía (como introducción, se enseña en otros países). Según los constructivistas los jóvenes peruanos deben descubrir por su cuenta la clasificación de los elementos químicos de la famosa tabla de Dimitri Mendeleiev (1834-1907). ¿Descubrir lo que ya está descubierto? Ellos trabajaron a partir de una vanidad muy peruana, querer ser creativo y dejar de lado la maldita cultura occidental. Como sabemos, el éxito de esa nueva escuela es visible. Para muestra, los resultados de las pruebas de PISA que dejan al Perú, siempre, entre los peores del planeta. Y pensar que la cultura peruana no era lo peor que teníamos. Al contrario.

¿Cómo afectó todo esto, de manera concreta, a nuestro sistema educativo?

He insistido muchas veces en que las razones por las cuales llamamos «media» al nivel de Educación Secundaria. En efecto, es el momento en que, en plena adolescencia, los seres humanos reciben los elementos básicos del saber, tanto humanistas como de ciencias naturales. Y el mínimo de matemáticas. Para profundizar existen los estudios superiores. La «media» debe transferir, a las generaciones, la acumulación del saber humano. Pero es precisamente eso lo que no se ha hecho en el Perú, desde hace 40 años. Y aunque ya me cansé de decirlo, lo repito una vez más. Es un crimen contra la cultura, el sentido común y la nación. Si yo fuera político, les abriría un juicio de traición a la patria a todos los responsables.

Además, ellos han probado lo fácil que es convencer y estafar a muchos peruanos. Por ejemplo, hablaron de formación moral para darles el gusto a quienes consideraron que era necesario incluirla en el modelo educativo constructivista. Pues bien, ¿dónde quedaron las clases sobre los valores? Nunca ha habido más delincuentes juveniles que en estos años. Lógicamente, salen de la Secundaria sin saber gran cosa de nada. Y lo ilícito les genera ingresos que jamás conseguirían si buscaran un empleo formal. Por lo demás, antes del desastre del constructivismo, eso de los valores se abordaba dentro de una asignatura llamada educación cívica. Pero lo que se llama behaviorismo, del vocablo inglés ‘behaviour’ que significa conducta, — es decir, lecciones para tener buenas conductas— ocupa ahora el lugar de las discíplinas científicas o humanistas. Nadie en el mundo ha hecho algo parecido. Lo que tenemos en el Perú no puede ser llamado educación. Apenas un Ersatz, término alemán aplicado en economía para referirse a un «bien que sustituye a otro». Algo sí como los edulcorantes que usan los diabéticos para no consumir azúcar. El resultado es una vergüenza. Salen de la Secundaria sin tener un oficio ni tampoco posibilidades de enfrentar la vida universitaria. Por eso estamos siempre en los últimos puestos de las pruebas PISA. Los últimos de la clase: aliados, adversarios y enemigos de la reforma educativa en el Perú (UNMSM, 2006) es un texto de Nicolás Lynch cuando era ministro de Educación, en el que aborda ese tema.

¿Por qué hemos llegado a este punto, según su óptica?

Porque nadie hace algo para regresar a la normalidad. Hay cosas que, por sentido común, son evidentes y no deberían dar lugar a confusiones. En la producción de autos pueden competir diversas naciones y marcas, pero todos los autos tienen 4 ruedas y no 3 o 5. Del mismo modo, las clases se hacen con maestros y asignaturas, no hay otra forma. Los lectores  pueden ir a Google y preguntar cómo es el sistema educativo en Ecuador y Bolivia. No es que en el Perú la Educación Secundaria sea mala. Simplemente no existe. Si les parece excesivo lo que digo, les sugiero que busquen, en Internet, un texto de abril 2004, escrito por Ramiro Patiño, de la PUCP, sobre «el peso excesivo asignado a los alumnos». Por mi parte, creo que es lo peor que le ha ocurrido al Perú, tan grave como la Guerra del Pacífico, Odebrecht, o Sendero Luminoso.  Millones de jóvenes, egresados de esa Secundaria, nunca abrirán un libro por curiosidad, porque les enseñaron la no educación. Están convencidos de que los libros «ya fueron». Dios santo, si supieran cómo es la enseñanza en otros países, ¡se caerían de espaldas!

He enseñado 30 años en Europa. Todos mis alumnos tenían computadoras, pero pasaban horas en las salas de lectura. El error de los peruanos es creer que la tecnología virtual elimina a la escritura. Algo por el estilo pasó cuando aparece el cinematógrafo, se pensaba que había llegado la muerte del teatro. Actualmente hay cine y hay teatro. Una nueva actividad no elimina a las otras. Y el volumen de la producción de libros, en los Estados Unidos y en Europa, es cada vez mayor. Además se compran también por internet.

¿En qué gobierno considera que se dio un mejor tratamiento a la educación?

Durante el gobierno del general Odría, entre 1948 y 1956. Lo siento mucho, pero así fue. Yo estuve en el colegio en esos años, en la Gran Unidad Escolar Melitón Carvajal de Lince. Estupenda formación.

¿Es posible una sana convivencia entre la educación pública y la privada?

En los países civilizados, todos van a la escuela pública. Durante la Secundaria yo tuve una experiencia comparable a la que el historiados francés Alexis de Tocqueville (1805-1859) tuvo en su viaje a la democracia de Norteamérica en 1835. Encontró que los estadounidenses, venidos de diversos países, se trataban de igual a igual. Pues bien, en mi colegio de Primaria, el 419, ubicado en la avenida Militar de Lince, había negros, cholos, nipones, de todo. Y no tuve nunca prejuicios raciales. Es más, tuve una estupenda formación debido a que las maestras salían de una escuela pedagógica que les había enseñado a producir en sus alumnos, cada clase, oleadas de curiosidad. Y crecí entre ellos, aprendiendo una lección permanente y existencial de que todos éramos iguales. Menos mal que fui un niño pobre. Si hubiese ido a un colegio privado, de niñitos blancos, mi mentalidad hubiese sido otra, completamente diferente. Yo no fui hacia el pueblo, yo vengo del pueblo. Y así salí a la carrera de la vida misma porque, al ingresar a San Marcos, preferí estar con aquellos jóvenes que eran comunistas. Y más tarde, dejé la carrera universitaria que estaba haciendo en Francia, para venir al Perú, en tiempos de Velasco y la reforma agraria. Luego de ese paréntesis de 7 años, tuve que volver a Francia —mi madre adoptiva—, y continuar mi vida de hombre libre. Gané el concurso público para ser profesor titular. Lo conseguí. Y tengo doble nacionalidad. Me dieron la ciudadanía francesa, naturalmente, después de haber estudiado en París, obtenido un doctorado y ganado un puesto público por concurso. Me convertí en ciudadano francés sin perder mi identidad original. Eso soy. Un peruano europeo. No hay muchos.

Es un problema de presupuesto de currícula, de infraestructura. ¿Por dónde empezar?

Acabo de decirlo, por las asignaturas. A veces debemos aceptar y decir que nos equivocamos. Pero claro, ¿quién en el Perú dice eso? Yo lo digo. Con Velasco se acierta con la reforma agraria en los Andes. Pero fue un error tener centenas de empresas en manos del Estado. No teníamos el recurso humano adecuado.

La carrera pública magisterial fue el inicio de la reforma educativa de estos lustros ¿Está bien encaminada?

Estaba, amigo.

Se dice que una ciudad es moderna cuando sus sectores pudientes viajan en transporte público. ¿Podemos decir lo mismo de la educación?

En estos meses de confinamiento he visto en la televisión varios documentales. Uno de ellos se llama Cómo los ferrocarriles cambiaron el mundo. En efecto, Inglaterra, Estados Unidos, toda Europa, Rusia con el Transiberiano, México, China, pero no los peruanos. Los peruanos queremos el automóvil. Es privado. Puedes lucirte. Y no viajas con la «chusma». Yo vivía lejos de París, donde estaba l’École des Hautes Études en Sciences Sociales – EHESS (la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales), y a donde iba a escuchar a mis profesores, mientras era profesor contratado en Saint-Étienne. En Francia, las universidades están para recibir a los alumnos. Pero las altas escuelas están por encima de las universidades donde se forman los futuros profesionales. Solo ingresan los mejores. Yo me formé en dos de ellas, Sciences Politiques de París y, después de Velasco, de retorno a Europa, en la EHESS de París. Pude ir y volver en un solo día, usando el tren.

¿Cómo sería el Perú si hubiera un ferrocarril costeño y otro que recorriera los Andes, a lo largo y ancho?

Sería un país en que la gente se podría conocer. La nación que todavía no somos. En cuanto a la educación, es curioso que la Secundaria estatal bajara de calidad justo en los decenios justo en que llegaron los migrantes andinos con sus hijos.  

¿Seremos un país mejor cuando las elites lleven a sus hijos a la educación pública?

No creo que eso ocurra. Si eso se les impone, se van a ir a vivir a Miami.

Lenguaje, matemáticas y educación cívica, muchos dicen que con ello es suficiente.

¿En serio? Dejen de mirarse el ombligo. Vayan a Google y vean cómo son las asignaturas en otros países. Y me parece enorme la diferencia, usted mismo verá. ¿Por qué se olvidan de la Historia del Perú? ¿Y por qué de la gramática?

Primera misión de un sistema educativo es «civilizar» a los millones de «bárbaros» que cada generación aporta. ¿Al menos esa labor está cumpliendo la educación peruana?

Los millones de jóvenes que salen de la Secundaria actual sin poder escribir una carta ni poder leer, no están listos para la vida ni para el trabajo ni para los estudios superiores. Son las víctimas de esta terrible situación. Los «bárbaros» son los maestros de Secundaria que entraron sin vocación a la carrera magisterial. Díganme una cosa, ¿en alguna de las innumerables escuelas que actualmente existe, hay libros de Jorge Basadre? Obviamente no. Detestan a los que saben. Tienen metido en la cabeza un criterio etnocacerista, las ideas son un producto occidental y por lo tanto, no las aceptan. ¡Y se creen marxistas! Pobre Mariátegui, pensar que dice esto en la entrada de sus Siete ensayos: «He hecho en Europa mi mejor aprendizaje. Y creo que no hay salvación para Indo-América sin la ciencia y el pensamiento europeos u occidentales».

¿Es posible una buena educación universitaria sin una buena educación Primaria y Secundaria?

Claro que no. ¿Puede un tren caminar sin locomotora? A ver, en los Estados Unidos hay un intermedio entre la Secundaria y el ingreso a las universidades, se llaman los colleges. Los alumnos no van a ellos para adquirir conocimientos sino para el aprendizaje de las herramientas del saber intelectual, saber tomar notas, comprender un texto, escribir una monografía, lo que llaman un paper. Y eso teníamos hace años en las universidades, se llamaba Estudios Generales. Era una preparación técnica, para seguir a los profesores. Pero también eso ha desaparecido. Entonces, los aprendizajes básicos, en Perú, no tienen lugar ni en la Secundaria ni en las universidades. O sea, mandamos soldados a una guerra con fusiles vacíos, sin balas. Un auto se maneja cuando se tiene una capacitación específica. La Secundaria puede servir para practicar cómo se piensa, se escribe y se habla con un orden lógico, siempre y cuando se tenga las asignaturas de historia, literatura, o lo que fuese, para que el alumno intente comentar un texto ajeno, o escribir un texto propio. Eso no se ha enseñado nunca en el Perú, por eso los estudiantes pegan textos que no son suyos, robados de internet. Salen de la Secundaria como si hubieran querido aprender a nadar mirando una piscina que no tiene agua. Como vemos, las metáforas son convincentes. Y eso no lo aprendí ni en San Marcos ni en La Sorbona. Me lo enseñaron en el 5°A de la G.U.E. Melitón Carvajal, en 1957, ¿me hago entender?

Publicada en la revista AD Maestro de la Derrama Magisterial, Año 3, n°16, agosto 2020, pp. 6-11.

Porras: más que el político, el escritor y el Maestro

Written By: Hugo Neira - Oct• 05•20

Hace sesenta años fallece, en Miraflores, Raúl Porras Barrenechea. En su casa de la calle Colina, 398. Acababa de viajar a Europa como Canciller, y visitado Alemania, Francia que ya conocía, y luego, en Costa Rica, la reunión de cancilleres de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Ahí se opuso a la expulsión de Cuba. Eso fue el 28 de agosto y su muerte el 27 de setiembre, un mes más tarde. Y por la mañana, Miguel Pons-Couto al teléfono: «Hugo, el maestro ha muerto». Hace sesenta años, me parece ayer.

¿Qué había pasado? Porras era un liberal. No de esos que se llaman hoy neoliberales siendo empresas transnacionales que acumulan dinero y apuntan a desaparecer Estados y naciones. Porras había llegado a ser senador gracias a los votos del aprismo de entonces, que era un partido claramente anticomunista. En su juventud, había conocido a Mariátegui, hubo, pues, relaciones de una generación, ni simpatía ni antipatía para lo que se llamaba socialismo a veces, y otras, comunismo. En Costa Rica y en la VII Reunión de consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, no había objetado la aceptación de «una amenaza de intervención extracontinental». Estaba claro, eso se refería a la Unión Soviética. Pero justamente, como Canciller se opone a la expulsión de Cuba, no por simpatía ideológica sino porque se rompía el principio de no injerencia, doctrina y praxis del interamericanismo reinante desde los años treinta. Y para decirlo en pocas palabras, Porras tuvo la intuición que eso era arrojar la Cuba revolucionaria en los brazos de los soviéticos. Y eso fue lo que ocurrió.

Si se quiere ahondar, recomiendo la obra de Carlos Alzamora, diplomático, sub-secretario general en la ONU, y lo que dice, «la capitulación de la América Latina ante los Estados Unidos». Además que le hicieron un favor a Fidel Castro para su interminable dictadura. Alzamora titula La agonía del visionario. ¿La agonía de quién? La de Porras, pues. Es un título que es protesta por el trato que le dieron a Porras. A su regreso encuentra el maestro una Lima más fría que Alaska. Porras era un sabio y a la vez sociable. Club Nacional, café en el Haití con los que trabajamos en la casa Colina. Se murió de pena. De soledad. Lima mata a su manera.

Hoy, un instante de homenaje. Está muy bien ¿pero se le conoce? ¿Se sabe acaso que fue profesor de diversos colegios de secundaria, el Raimondi, Anglo Peruano, Recoleta y Corazón de Jesús para señoritas? ¿Catedrático que tuvo esa experiencia? Y lo dice el mismo Porras en un raro momento confesional. «He dicho en otra oportunidad a mis alumnos que no hay laboratorio ni templo que supere a la clase de historia para la forja de la conciencia de la nacionalidad. En la clase de historia patria, el silencio se hace siempre sin disciplinas ni castigos, por la sola presencia de las sombras heroicas que surgen del pasado. La emoción del triunfo o el dolor de la patria. Del error que pudo evitarse, del sacrificio o la osadía que engrandecen la hora de la abnegación o de la solitaria figura moral que se yergue contra la barbarie o la fuerza, en defensa de la libertad o del débil.» Magnífica oratoria del profesor de secundaria Raúl Porras. ¿Qué diría ahora, cuando hace tres generaciones que no hay curso alguno de historia peruana? Y lo que concluye: «… Los más bulliciosos e inquietos, fijan la mirada y el pensamiento por la voz del profesor como una fuerza misteriosa y sagrada, está el soplo creador de la nacionalidad». Esta frase final, la dedico a los entusiastas de las clases por virtual. Solo lo presencial —es decir, lo humano y no lo electrónico— lleva a ese nivel de emoción y comprensión, que se hace con argumentos pero también con emociones. «Para vivir la hora futura y póstuma de esa lección lucharon los apóstoles y murieron los héroes». Clases presenciales de Porras, no se olvidaban.

Lo de hacer visible en la vida de Porras sus veinte años de docente en colegios, me parece necesario que se sepa. Lo pueden tomar como un hijito de papá, dados esos apellidos, Porras y Barrenechea, linajes de la clase alta limeña y el brillo de sus ancestros, por ejemplo Melitón Porras. Cierto, pero ocurre algo en su vida, eso que llamamos el destino. Cuando tenía dos años de edad pierde al padre en un duelo a pistola. Esto sucedía en Pisco. Por eso, uno de sus más grandes amigos (tuvo muchos) Guillermo Hoyos Osores, escribe: «Fue la de Porras una noble vida infortunada desde su iniciación, bajo el signo de la tragedia. Hasta su fin, en una noche de soledad.» (Diccionario de Milla Batres, tomo VII) ¿Se conoce a Porras? ¿Se sabe que cuando sigue estudios en la facultad de Letras, en San Marcos, trabajaba como amanuense en la Corte Suprema? Porras, más tarde, fue funcionario en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Y lo nombraron auxiliar del Archivo de Límites. Entonces, se entiende por qué sus primeros trabajos fueron un Alegato del Perú en la cuestión de límites de Tacna y Arica (1925), y luego, Historia de los límites del Perú» (1926). No llegaba a los treinta años pero sus investigaciones en archivos sirvieron magníficamente a las réplicas ante Chile y Ecuador.

Cuando se trata de la vida y obra de Porras Barrenechea, se suele decir historiador, docente, senador, hombre de Estado, escritor. Era todo eso. Ahora bien, la multiplicidad de temáticas que aborda hace difícil clasificarlo. Historiador, sin duda alguna, discípulo de Riva-Agüero y coetáneo de Jorge Basadre. Un trío que no se ha vuelto a repetir. Pero como el que escribe se ha impuesto la tarea de entender los intereses intelectuales del Maestro, me veo en la responsabilidad de señalar que su primera pasión intelectual fue la literatura. Estudió los satíricos, como Larriva, Felipe Pardo y Aliaga, Manuel Atanasio Fuentes y Ricardo Palma. Esa cátedra dura hasta 1929. Cuando «me confiaron la cátedra de historia de la conquista.» Acaso por eso fue no solo un gran historiador. En efecto, descubre en los Archivos, en Sevilla, dónde se había instalado Garcilaso de la Vega en la ciudad de Montilla, cuando encuentra la firma de Gómez Suárez de Figueroa, en un archivo de padrinos, prueba que ya era un notable, antes de Los comentarios reales. Literatura e historia, ¿es por eso la calidad de su prosa? La pluma de Porras, de lo más alto de nuestra escritura. No soy el único que lo toma así: nada menos que Luis Loayza, en su libro La marca del Escritor  y editado no por cualquier editorial, por Tierra Firme. Lo dice Loayza, uno de nuestros ensayistas, acaso el mejor. Ojo, no dice el historiador, dice el escritor. «Un dominio cabal de la lengua y una profunda elegancia espiritual». La erudición y sin embargo, la naturalidad. Algo que se ha perdido.

Trabajador intelectual de doble o triple espacios del conocimiento. Al inicio, Torre Tagle y la historia. Y también, la escena política. Pero mientras le tomaba el pelo al criollo Joaquín de la Riva, era delegado estudiantil en Bolivia, y luego, participa en la Reforma Universitaria de San Marcos, con ese célebre Conversatorio Universitario  de 1919, una serie de conferencias impulsadas por un puñado de jóvenes. Con Porras, Luis Alberto Sánchez, Jorge Guillermo Leguía, Manuel Abastos eran apenas estudiantes y razonaban como decanos. Discutieron la independencia del Perú, la lectura oficial de nuestra historia, dejaron un surco de investigaciones y nuevas ideas que marcaron el siglo XX peruano. No pasa esto cuando entramos al tercer siglo de vida republicana.

Para entender a Porras, como hombre de Estado y como escritor-pensador, acabemos con los prejuicios y versiones sesgadas. Por ejemplo, Porras hispanista. En algún momento confiesa que como profesor de literatura estudió a fondo los cantares de gesta del Romancero y estudia a Menéndez y Pelayo. Pero el que escribe el Pizarro fundador (1941) es el mismo que se ocupa del Cronista indio Felipe Huamán Poma de Ayala (1945). Era un intelectual enamorado de Lima. Pero, por una parte, había nacido en Pisco. Por la otra, el que trabaja esa Pequeña Antología de Lima (1935 y 1965) es el mismo de Antología del Cusco (1961). Porras, ni hispanista ni indigenista. Peruanista. ¿Quién se ocupó de los precursores de la Emancipación? Lo que escribe sobre Sánchez Carrión sigue siendo lo mejor. ¿Y quién de los viajeros italianos en Perú? Porras. ¿Y quién de Manuel Valdez, viajero y precursor romántico cusqueño? Porras. ¿Y quién el periodismo en el Perú? Porras, con una frase, la primera, que lo dice todo: «la colonia no tuvo periódicos». Y lo que sigue, «chismógrafos profesionales, las noticias corrían de boca en boca, la ciudad no necesitaba de ellos». Por lo visto, hemos vuelto a la colonialidad, «murmuradores de nacimiento».

Ahora bien, el Porras que nos puede interesar es el presentista. Sostengo, pues, que hubo en Porras una idea del Estado. Para ello, basta rastrear en sus intervenciones parlamentarias, el Maestro testigo del tiempo presente. Una serie de defectos, a saber, apatía del ideal colectivo. El ambiente de hipocresía y desconfianza. La selección al revés, o sea, se elije no a los mejores (lo había sentido, cuando intenta ser Rector y le dieron el cargo a alguien de lejos menos capacitado). La falta de adaptación a las leyes. En cambio, estaba en contra de un Estado corrupto o desertor de sus funciones. Pide un Estado de Derecho y no un Estado de poder excesivo. Piensa en un Perú sin perseguidos políticos (lo del aprismo en esos años). No quiere un Estado que monopolice el poder de un grupo o de un partido. Espera la plenitud de la autoridad legítima, sin ser por eso tiránico. «Mi convicción liberal es de pura cepa espiritual y ética, no atada a prejuicios económicos o de casta, ya que mis raíces familiares se hunden democráticamente  en diversas provincias. Y es bien notoria, mi falta de éxito en el mundo de los negocios».

Porras reclama una calidad de «ciudadanos responsables». En el estudio de las fuentes históricas —dice Porras— he hecho un estudio orgánico de los graves defectos. Como «la inconexión entre las elites directivas y las masas». Y el monopolio del Estado tiránico al servicio de fines particulares. Y lo que dice de los partidos, es una asombrosa profecía. «Los partidos necesarios para el movimiento de báscula del juego democrático, se convirtieron en trampas para apresar a los ciudadanos pacíficos.» Y está en contra del provincianismo y la improvisación. En suma, lo suyo es una crítica al orden social. Y entre otros defectos, el menosprecio o el temor ante la inteligencia. Señala cómo «generaciones enteras de trabajadores e intelectuales sufrieron la postergación y el destierro». En efecto, de Garcilaso a Vallejo, el desdén. Él mismo lo sentía y se anticipaba.

No tuvo los ojos solo pegados a los documentos. Observó la esfera social como si fuese un antropólogo. Como había estudiado a los cronistas, a Grau y a Palma, lo hace con sus contemporáneos. Porras sigue siendo aquel que no se entiende. Sabemos, por ejemplo, que estando en París se encuentra con César Vallejo en un periodo muy difícil, los estragos de la crisis de 1929 habían dejado sin trabajo al poeta, y no podía editar sus últimos poemas. Luego de Los Heraldos Negros y Trilce, viene Poemas Humanos. España, aparta de mí este cáliz. Porras, con un cargo menor en la embajada, mete la mano al bolsillo y salva esos poemas, los mejores de Vallejo. En fin, la elegancia de la prosa de Porras ¿de dónde viene? Pese a las dificultades por la muerte del padre, lograron que estudiara en La Recoleta, o sea, una formación francesa. Su castellano es de frases cortas, ideas claras. Lo mismo en lo oral, de frente al tema. Luego las problemáticas, trucos franceses para razonar con serenidad. Vienen de la filosofia.

¿Quién fue Porras? Según él mismo un liberal rebelde. Para nosotros, nuestro Sócrates, en ambos casos, se sacrifica injustamente a un justo. Para otros un pensador que amaba al Perú, incluso el nombre mismo de «Piru» es quien lo encuentra en sus investigaciones. El de un modesto árbol. En fin, para nosotros, un protector. Pienso que en sus asistentes se veía a sí mismo: «jóvenes con talento pero sin recursos», o sea, Araníbar, Mario, etc. Para la nación fue generoso: su biblioteca de 25 mil libros que se halla en la Biblioteca Nacional, son libros valiosos que Porras adquiría y guardaba, pues de lo contrario, los investigadores norteamericanos los compraban y se los llevaban. En fin, los que lo conocimos en la casa de Colina, fuimos llamados por Porras y su editor, Mejía Baca, para hacer fichas que el maestro necesitaba, ocupado en el Senado. A saber, Pablo Macera, Carlos Araníbar, Mario Vargas Llosa antes de partir a Europa, Zavaleta y yo. No tuvimos la vanidad de tomarnos como sus discípulos. Aunque para mi asombroso, aparezco en el testamento.

Porras, profesor a la vez en la Católica y en San Marcos, tuvo muchos discípulos. Formó diplomáticos, historiadores, escritores.  Nosotros fuimos los últimos que tuvimos la fortuna no solo de conocerlo sino de trabajar en la casa de Colina, una suerte de taller, en la que aprendimos las artes del quehacer intelectual que hizo de nosotros lo que somos y hemos sido. Cuando terminó mi vida de profesor en Francia, ya jubilado, he vuelto al Perú. Pude quedarme en otro lugar. Pero tengo una deuda con usted y los maestros que tuve. Y haré y hago, desinteresadamente, todo lo posible para que se conozca la historia y la cultura peruana, en sus obras, y se propague en las nuevas generaciones su amor por el pensamiento libre y el espíritu de trabajo que fue su mejor lección. Y gloso para terminar una de sus frases: escribir bien significa pensar bien. Gracias Maestro.   

Publicado en El Montonero., 5 de octubre de 2020

https://elmontonero.pe/columnas/porras-mas-que-el-politico-el-escritor-y-el-maestro