¿Crimen organizado o delincuencia?

Written By: Hugo Neira - Nov• 06•17

Una calculada confusión semántica. A mí de chiquito, mis abuelas y en el colegio fiscal 429 en Lince, me enseñaron una cosa que se llama gramática. Era un tiempo en que la enseñanza se hacía para transmitir conocimiento, y por cursos no ‘por áreas’ como ahora. Y las profesoras venían de la Normal. Aprendí, pues, que crimen es asesinato. Algo que tiene que ver con homicidio, fratricidio, parricidio. Crimen es cuando la fechoría es de tal dimensión como en Cajamarca, en la provincia de Chota, «una bebe de un mes de nacida es ultrajada y asfixiada por su padre, un adolescente de 17 años». No es lo mismo que cuando ordenan prisión preventiva al vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, «por el pago de sobornos». Por mucho que tenga que ver con coimas con Odebrecht —salvo que se negocie bajo la amenaza de un revólver— ahí no puede usarse el adjetivo de criminal. Lo correcto es delincuencial.

Me pregunto, sin embargo, por qué no se usa. No soy jurista, pero sí creo que no se juega con el significado de las palabras. Noto, por ejemplo, que Alberto Bustamante, abogado y catedrático en la PUCP, quien describe los últimos trece meses del gobierno de Alberto Fujimori y que se ocupa de los trajines ilícitos en la ‘Fábrica’ de Montesinos —a quien llama el diablo—, describe a las personas sindicadas como autores «del delito de lavado de dinero», en un libro notable no solo por su franqueza sino por su humor, y dice «delito» y no «crimen» (Del diablo su país, Norma, p. 69). No podemos confundirnos, como ahora estamos. Una cosa es estafar a alguien y otra, pegarle un plomazo.

Delito es depredación, dolo, encumbrimiento, soborno, falsedad y fraude. Por ejemplo, «Ex gobernador de Pasco es condenado a 15 años de cárcel» (El Comercio, 23.09.17). Hay 17 gobernadores regionales entre sentenciados, procesados, e investigados. Todo eso es delincuencial. En prisión está el ex gobernador de Ancash, Waldo Ríos, y su sucesor Enrique Vargas. Procesados por delitos y no por crímenes. El Poder Judicial los consideró culpables de haberse servido del cargo para favorecer licitaciones. En la misma página del mismo diario, viene la noticia de que un policía muere en una emboscada en el kilómetro 116 de la Carrera Interoceánica, y según los testigos, los agentes fueron atacados con armas de fuego. ¿Y eso qué es? Eso es un crimen. Por lo demás, crimen es una metáfora muy general del mal. Decimos es «un crimen matar a las ballenas» con lo cual se manifiesta un respeto por la vida animal. También es un crimen dejar una piedra, adrede, en la carretera norte, provocando un accidente.

Hoy se usa ‘crimen organizado’ para señalar delitos. Me pregunto, modestamente, su origen. Hay dos posibilidades. Viene de la sumisión de las élites peruanas al idioma inglés. En efecto, en el mundo anglosajón, se usa lo de asociación criminal. Pero eso proviene de su propia historia. El mítico Chicago de los treinta. Que es mito cinematográfico y verdad histórica. Al Capone practicaba el viril deporte de agarrar a palazos a alguno de sus socios, delante de otros gánsteres, aterrados. O sea criminal y delincuencial. El Poder Judicial puede y debe investigar. Pero ¿desde el a priori del ‘crimen organizado’? La cosa es obvia. Lo que cuenta es el efecto mediático.

Un sociólogo, Danilo Martuccelli, dice que en la política limeña el «humor es el del aplaste». Martuccelli no vive en Perú y no está en las sectas de la opinión, dice las cosas libremente, modesto profesor de París-Descartes, autor de una veintena de libros, el citado es Lima y sus arenas (Cauces Editores). ¡Cómo nos conoce! Sanciones a Caretas, por unos. Sanciones a Aldo Mariátegui, por otros. La polarización asesina civilmente a esos que no dicen lo correcto de un lado al otro de las facciones.

Me sorprende que no se haya usado, para esa investigación exhaustiva de personas sospechadas, algo que de entrada no insulte, por ejemplo, «Comisión de estudio de posibles crímenes y delitos». Lo que se ha hecho es etiquetar a una serie de políticos con una calificación que los desacredita hasta el fin de los tiempos. En el Perú, nadie va a volver a tratar de la misma manera a una persona que ha sido tratada públicamente de cabecilla del ‘crimen organizado’. El camino a la presidencia para el 2021 está abierto, es lo que creen algunos. Yo veo en cambio outsiders temibles.

La historia del poder en el Perú es muy extraña. Se destrozan clases políticas enteras, eso hizo Leguía deportando civilistas, mientras entregaba concesiones apetitosas a la Peruvian Corporation, a la London Pacific Petroleum. Luego llega Sánchez Cerro,  «que emplea a su familia entera» (Alfonso Quiroz, Historia de la corrupción en el Perú, IEP, p. 255). Pero después del moralista José Luis Bustamente y Rivero vino el general Odría, «hubo transacciones privadas que nadie se animó a revelar». Odría no bromeaba.

¿Crimen organizado? Nuestra delincuencia es oportunista e inacabada. El «dame 20 millones» de un expresidente. Y los fondos del ‘doc’, en el extranjero. O sea cutre, chicha, aunque nuestros jueces abordan el tema como si se jugara en las grandes ligas mundiales del delito.

Publicado en El Montonero., 6 de noviembre de 2017

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La guerra que no fue

Written By: Hugo Neira - Nov• 02•17

De cómo Juan Velasco Alvarado quiso invadir Chile. Hugo Neira, otrora director de difusión del SINAMOS, recuerda la anécdota.

 

“Mira, hijo, tienes que entender que a estos chilenos nunca más los vamos a encontrar en la situación en que están”, le dijo Velasco a Neira desde su cama en el Hospital Militar. Era 1977, según el exdirector de Correo. “Por primera vez tenemos mejores aviones, tanques y habíamos estudiado un ataque como el de los israelitas en el Sinaí. Los íbamos a agarrar con los pantalones abajo”.

“El plan de Velasco era ocupar Arica, Iquique y Antofagasta”, dice Neira.

Parada Militar setentera. La dictadura compró 240 tanques soviéticos T-54 y 280 T-55. “El gobierno chileno habría llamado a la OEA, a Estados Unidos”, dice Neira citando a Velasco.

 

Velasco me tenía una gran confianza y eso me permitió, en esos años, ciertas libertades. Cuando se cierra Caretas y se exilia a Enrique Zileri, quien esto escribe publica una protesta en primera plana del diario Correo. Con riesgo a que me retiraran del cargo de director. Eso propusieron varios generales. Era una dictadura, y Velasco les dice ‘no’. ¿Y voy ahora a ponerle palabras en la boca que no tuvo?

Velasco preparaba una intervención en territorio chileno. Sobre ese tema me dijo muchas cosas cuando lo visité en el Hospital Militar. Era un diálogo entre amigos que no se iban a volver a ver nunca. Yo partía a Europa (no había otra opción) y  Velasco muere unos pocos meses después. Sobre la guerra que no se hizo, me puso ante dos posibilidades. En la primera ganábamos. Porque «era una guerra entre ejércitos». Por una vez, «teníamos más armas». Textual. En la segunda, de volverse una guerra prolongada, entraba a tallar la reserva. «Mira hijito, tú eres un muchacho bien formado, tienes tu pinta, sólido, y no quiero faltarte el respeto, pero en Chile, la reserva tiene un millón como tú». Y entonces, perdíamos.

Zapata: “No hay ningún indicio de eso”

Esa versión de Velasco, ¿no la entiende el historiador Zapata? Menos mal que no fue cronista en el XVI, habría despreciado a los quipucamayoc. Ocurre que algunos de nosotros no solo somos sociólogos o psicólogos o juristas, sino y de paso, testigos de vista. Max Hernández, Julio Cotler, Enrique Bernales, ¿qué no hemos visto? ¿Quién es a quien no conocimos? ¿Por qué eso fastidia tanto? Sí, pues, he conocido a Haya de la Torre, a Jorge Basadre y a Víctor Andrés Belaunde. En plan Montesinos, ¿tenía que haberlos grabado? Y en mis viajes, Fidel Castro, Borges, Octavio Paz, Sartre, Lévi-Strauss. ¿Y yo qué culpa tengo?

En cuanto al velasquismo, dos palabras. Razonando como lo quería Nietzsche, «a martillazos». Sociológicamente, es la ruptura del statu quo por una élite militar. La desaparición de la oligarquía. E históricamente, Velasco es el tajo de la historia. En 1969, se acaba la colonia.

Publicado en Caretas, n° 2512, jueves 2 de noviembre de 2017

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Cataluña. España. Europa. El mundo

Written By: Hugo Neira - Nov• 01•17

Lo que ocurra en Barcelona sobrepasa el territorio de Cataluña. Es un tema español, ciertamente. Pero es también un tema europeo, hay tendencias separatistas en varias naciones. En Italia, Escocia, Dinamarca (Groenlandia). Y por último, y no es lo menor, la mundialización del planeta. Y lo que está por venir, si el mercado se extendiera en un mundo sin Estados. No es precisamente el paraíso, como explicaré líneas adelante.

El tema es enorme, procedamos desde un principio simple. El criterio de cercanía, tres círculos geopolíticos.

El primero es Cataluña y España. Está a la vista el efecto que ha tenido en los mercados financieros la amenaza de pertenecer a un espacio incógnito, una tierra de nadie, fuera de España y de la Unión Europea. Se han retirado los principales bancos del país, CaixaBank y el Banco Sabadell. Han seguido centenares de empresas, grandes y pequeñas. Ha sido una fuga espectacular. En 48 horas, Cataluña la rica, dejó de serlo. En cifras, la estampida de capitales se eleva a 1800 millones de euros. El tema de Cataluña ha impactado en Europa. Diarios como La Vanguardia, el Financial Times, El Punt Avui, El Periódico de Catalunya, son muy críticos. «La crisis abierta por el referéndum sobre la autodeterminación en este 1° de octubre dejará cicatrices profundas».

El segundo es la Unión Europea —de 500 millones de habitantes—, como su nombre lo indica (esta frase se me ha quedado desde las aulas de la primaria) se compone de naciones diversas. Y no es la primera vez que un Estado-nación se rompe. Checoslovaquia es hoy dos repúblicas. No hay que olvidar que Yugoslavia ya no existe sino Serbia, Eslovenia, Macedonia, Croacia y Kosovo. En resumidas cuentas, ha vuelto a aparecer una mala palabra, balcanizarse. Y las noticias actuales sobre la Europa balcánica no son de las mejores. Los pequeños países que se salieron de la ex URSS y exyugoslavos, no han prosperado, Macedonia tiene un régimen semiautoritario (a lo Putin), Serbia, inundada por la corrupción. «Los balcanes —dice un especialista— no han salido de sus viejos demonios nacionalistas y autoritarios». ¿Y el Brexit inglés?, me preguntará el lector acucioso. Hoy es un lío interno entre conservadores. La salida de la UE es complicadísima. Y tienen para años.

El tercer círculo es el mundo. El problema podemos plantearlo de la siguiente manera. La mundialización es un hecho, es el mercado mundial. La riqueza global ha crecido enormemente, y a la vez, las desigualdades. La influencia del mercado mundial va más lejos. Modeliza de alguna manera las sociedades humanas hacia una homogeneización. Lo cual produce su contrario, corrientes de resistencia. Y ellas no provienen necesariamente de la economía. Cataluña es el caso más visible. Su resistencia es cultural, apela a la lengua y la tradición. Hay mucha trampa en esa postura. Porque hay catalanes que se sienten catalanes y a la vez españoles.

Voy a entrar ahora a un terreno minado. En los medios de la alta finanza, la idea de un mundo en que el mercado se expanda sin barreras que ahora son los Estados-nación, a muchos les parece algo así como la tierra prometida. Pero hay quienes, sin desdeñar el mercado, ven lo que se nos viene. El mundo actual, compuesto de tres superpotencias —Estados Unidos, China y la Unión Europea—, es un mundo policéntrico. Ninguna potencia es hegemónica. Los tres grandes se necesitan. China es la primera acreedora de los Estados Unidos. Y la Unión Europea no puede funcionar sin relaciones con las dos grandes entidades que menciono. Ahora bien, ese orden policéntrico no es capaz de instalar un orden mundial de Derecho. De este mundo a la deriva, las consecuencias ya son visibles. El crecimiento de lo ilegal ante lo legal, la aparición de depredadores internacionales (conocemos esto por Odebrecht). Un mundo precario, frágil. Lo que acabo de precisar lo he tomado en gran parte de Jacques Attali. Y se pregunta, ¿qué posibilidades tendrá la democracia para sobrevivir en ese caos? ¿Un mundo donde la seguridad va a contar más que la libertad? (Y eso ya nos está pasando.) ¿Y cuál es el límite del mercado mismo? Acaso ya no son parte de los negocios internacionales la prostitución y el lavado de activos? ¿Por qué no gestionar las drogas, la violencia? Un mundo con solo mercado, sin Estados, es el caos. Estamos, pues, ante una paradoja. La mundialización —mientras no haya un gobierno mundial, lo cual creo difícil o imposible— necesita Estados fuertes. La mundialización no sale ganando con estados liliputienses, por lo general, inestables.

Volviendo a Cataluña, las noticias son más que saludables. Acaba de cubrir las calles de Barcelona un gigantesco mitin de un millón de manifestantes, mayor que el del 7 u 8 de octubre, en el que habló Mario Vargas Llosa. El lema lo dice todo, «Votarem», o sea, votaremos. «Por el retorno a actos constitucionales». Y con algo muy especial. Con banderas seny. ¿Qué quiere decir seny? En Barcelona siempre hubo un orgullo por tener los catalanes el «seny», que traducido quiere decir sensatez, cordura, sentido común, es lo que regresa. Quieren una Cataluña no solo dentro de España, sino plural. Y como Puigdemont se ha escapado a Bruselas, las bromas recorren Barcelona: «En Bélgica, las empresas han comenzado a huir».

Publicado en El Montonero., 01 de noviembre de 2017

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Cataluña. Eugenio D’Ors. Mediterráneo y el Islam

Written By: Hugo Neira - Oct• 30•17

Estoy un tanto desvelado por un doble tema, las fallas del censo y Cataluña. Lo primero, como a Aníbal Sánchez ya lo han expectorado del INEI, mi atención ha girado a ese salto al vacío de los catalanes. ¿Tan lejos de la razón y en las orillas del Mediterráneo? ¿El mar en que se batieron, por siglos, cristianos y musulmanes? En esas estaba cuando siento un ruido en la sala de mi casa. A veces y por las noches se cuelan en mi casa, bajando una misteriosa escalera, grandes espíritus. Nunca sé si eso es real o imaginario.

En la sala y en efecto, Eugenio D’Ors. Catalán. Se fue de este mundo hace rato.

Zalamero como buen peruano, le extiendo la mano con un sonoro «don Eugenio, el autor de La Ben Plantada, en mi casa¡! ¿A qué debo ese honor?». El escritor catalán me saluda con cordialidad y me responde:

– ¡Cómo no voy a venir a verlo, si usted se pasea por el mundo con mis libros!

Cierto, he llevado libros suyos de París a Papeete y de ahí a Lima, de Ortega, de Unamuno, y varios de Eugenio D’Ors. Saco del estante uno que tengo desde siempre, La filosofía del hombre que trabaja y juega. Que me ha inspirado enormemente. Don Eugenio se acerca y lo hojea.

– No es la edición original, que es de 1914.

– Claro que no, pero sí una, mexicana, de 1921. La encontré en libreros de Lima.

Y tiene usted, también, «Tres horas en el Museo del Prado», dice, con cara de contento.

Eugenio D’Ors, nacido en Barcelona, una de las figuras más destacadas de la cultura catalana. Después de La Ben Plantada, se le ocurrió escribir en castellano. Doctor en filosofía y letras. Por irritar a los separatistas, escribe una «Historia de los Reyes Católicos», en francés. Esos reyes que unieron el reino de Castilla y de Aragón. De este último, Cataluña era apenas un condado. Firmaba sus artículos, Xenius. Como a Ortega, es imposible resumirlo.

– Vamos a ver Hugo, ¿nos podemos tutear, no? ¿Le preocupa Cataluña? Piense entonces en términos de geopolítica, propios a su tiempo. D’ors continúa.

– ¿Sabe qué es España? Un confín occidental de Europa. Y después de romanos y luego de visigodos. O sea, desde la parte norte, germanizada, siempre se ha abandonado esa orilla del Mediterráneo. Y al frente, siempre ha estado y está el Islam. Se calla, y no sé adónde va.

– Hubo una España árabe —ha vuelto a hablar—, Toledo, Zaragoza, Valencia, se han olvidado de Abderramán, yo no. Era un genio de la guerra. Los pueblos islámicos tenían ejércitos que invadían constantemente. Y el Mediterráneo es un lago islámico en los días que corren .¿Y dónde está Barcelona? En el Mediterráneo. ¿Y qué hay al frente? Egipto, Argelia, Marruecos, y los Emiratos árabes. Y luego me pregunta:

– ¿Conoce usted Hong Kong?

– La verdad, no he estado en ese puerto.

– ¿Pero sabe qué es? Y sin esperar respuesta: – Hong Kong, la ciudad más rica de China, 42 mil dólares per cápita, un 45% superior al de España. El tercer centro financiero del mundo. Esencialmente terciario. Nos conviene, ¿no? Bueno, habría que mejorar el actual puerto de Barcelona.

– Me asombra. ¿Pero está diciendo que Barcelona puede convertirse en una suerte de un metrópoli mediterránea gigantesca?

– Naturalmente, replica el visitante. En la Unión Europa no va a poder quedarse, puesto que sale de España. Mire el mapa, ¿quiénes están cerca? Los pueblos del Islam. Lo que intuimos, con otros espíritus, es que se van a instalar capitales musulmanes, lo cual salvaría de inmediato la economía catalana, ahora en los suelos por la fuga de centenas de empresas.

– ¿No va a haber solución con España, ni con Europa?

– Cataluña no la necesita. ¿Sabe cuál es el lema de Hong Kong? «Un país, dos sistemas». Las islas progresan si están en lugares estratégicos. Hong Kong tiene un producto bruto superior a Portugal, con solo 7 millones de personas. Por lo demás, Cataluña será un destino tanto comercial como turístico. Como Nueva York, como Los Ángeles. Pero me dice todo esto con un aire ligeramente melancólico. Le pregunto qué ve de siniestro en ese destino.

– Mire, Hugo, es sencillo. Primero llegan los capitales islámicos. Luego la población. En Hong Kong son los chinos, un millón se preparan a ser residentes. Igual en Barcelona, al comienzo se llevarán bien, pero luego, los catalanes tendrán que partir.

– ¿Adónde?

– Adonde va a ser, pues. D’Ors, con la muerte en el alma: – De nuevo a España.

Antes de irse, me escribe una nota. «No se olvide de lo que dijo Tito Livio. ‘Hispania nom quam Italia terra’. El suelo íbero no se ha hecho para un solo pueblo, su particularismo es que nunca ha sido ni puede ser única Hispania sino múltiple. La dominación sarracena volverá con alarifes banqueros. Irresistible.»

Y si acaso Cataluña fuera el primer paso para que aparezcan cantones independientes por todas partes, ¿a quién beneficiaría, geopolíticamente, un mosaico mundial de pueblos desconectados? (Seguiremos en la próxima columna)

 

Publicado en El Montonero., 30 de octubre de 2017

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1917. ¡Nunca hubo asalto al Palacio de Invierno!

Written By: Hugo Neira - Oct• 25•17

Hoy, 25 de octubre, es la fecha de la revolución rusa de 1917. Y en Moscú, el de nuestros días, una noticia extraordinaria ocupa a los ciudadanos rusos. «Asalto», lo que se llama asalto, una masa de gente armada tomando el Palacio de los zares, batiéndose con los que protegían ese lugar, nunca ocurrió. Quien alza el velo de la verdadera historia, son historiadores que encabeza Ioulia Kantor, rusa especialista en la historia del comunismo, de Lenin, de Rusia, del mundo. La noticia ha salido en un diario ruso, Lenta.ru. Ha trascendido. El reportaje a Ioulia Kantor está dando la vuelta al mundo.

El famoso Palacio en la noche del 25 de octubre, era un hospital militar. Rusia ya no era un Imperio, el zar Nicolás II había abdicado, a costa de las derrotas en el frente alemán. Rusia era una república, y en pleno conflicto bélico. Y cuando hay guerra —sobre todo en esas guerras europeas en que los ejércitos se cuentan con millones de combatientes— muchas cosas pasan a ser más necesarias que otras. Por ejemplo, la imperiosa urgencia de contar con espacios dedicados a los soldados heridos en esa primera guerra mundial. Segun Lenta.ru, «todas las salas de recepción y de ceremonias estaban transformadas en inmensos dormitorios capaces de acoger a centenares de pacientes». El Palacio de Invierno se vuelve, pues, un gigantesco hospital, con la excepción de un salón, que se llamaba «la sala del trono». Que servía, entonces, para despacho de médicos y pacientes.

El Palacio de Invierno ya no era, en la noche del 25 de octubre, la ciudadela de la monarquía rusa. La familia imperial se había trasladado a Tsarskoïe Selo, un distrito de Petrogrado. Tampoco lo ocupaba Aleksandr Kérenski que dirigía un «gobierno provisorio». Tras la abdicación del zar Nicolás II, se había instalado, con sus funcionarios y ministros, en otro Palacio llamado Gatchina. Ahí despachaba en esos días turbulentos. En realidad, había una dualidad de poderes. Por un lado, el Gobierno Provisional, el de Kérenski. Por el otro, una inmensa mayoría de regimientos, que en ese momento, por el desprestigio de la guerra y de la élite militar zarista, no obedecía a sus generales. ¿A quién entonces? A un Comité Militar Revolucionario que proclama el del Gobierno Provisional. Había sido elegido como presidente del CMR alguien llamado Trotski. Rival de Lenin y esta vez, con Lenin. Muchos regimientos se pronunciaron a favor del levantamiento. Algunos neutrales, y para defender la frágil república rusa solo quedaron unos cuantos junkers (oficiales) y un batallón de mujeres¡!

¿Una toma espectacular? Nada de eso. En la noche del 25 al 25 de octubre (en el calendario juliano), los tranvías continuaron rodando y abiertos teatros y tiendas. Sin embargo, el concepto de Palacio de Invierno ha trabajado la imaginación de millones de seres humanos. Un signo, «la insurrección espontánea de los oprimidos» ¡! La victoria del coraje popular¡!

Y hoy el aguafiestas de la historiadora rusa nos dice que esas imágenes se las debemos no a la historia sino al cine. Se las debemos al film Octubre, a Eisenstein. Realizado en 1927, cuando Stalin, que por cierto se da cuenta de la importancia del cinema. Lo de una avalancha humana que desde la plaza de invierno toma el poder es «una ficción» (Ioulia Kantor). La foto que acompaña esta nota periodística no son proletarios del asalto, sino extras del célebre film. No hay duda de que el camarada Sergueï Mikhaïlovitch Eisenstein era un genio. Hizo además otro film, sobre otra revolución. Que viva México, en 1932. Con Eisenstein se abre una nueva era. La contaminación de doctrinas políticas y lo imaginario. Es decir, el reino de la imagen hasta nuestros días.

Claro que hubo toma del Palacio de Invierno pero no fue nada heroica. Desde una fortaleza militar cercana, que había decidido apoyar a Lenin, según Ioulia Kantor, llovieron obúses, y mataron a una docena de personas en las salas del hospital. No hubo más violencia por la noche, pero en la madrugada, llega una multitud desordenada, y «entonces, comenzó la fiesta», dice la historiadora. Es decir el pillaje. Cortinas, decoraciones. Entre tanto, los soldados heridos se defendían a golpe de sus muletas o lanzando la bacinica por la cabeza a los invasores.

Para ser claros, el centro de poder se traslada, en lo real y en lo simbólico, a otro lugar. Al Instituto Smolnyi, a la asamblea de los sóviets. Desde el II Congreso panruso se toman decisiones. En los días siguientes, los mencheviques y social revolucionarios son perseguidos. Lenin declara la abolición de los grandes latifundios, la posibilidad de un acuerdo de paz con Alemania y la creación de un Consejo de Comisarios del Pueblo. ¿Qué es pues, la caída del Palacio de Invierno? Un acontecimiento menor. Casi nadie lo toma en cuenta. Lo que había triunfado era la táctica de Lenin. El doble poder. La similitud es sorprendente con el venezolano Maduro y con los separatistas catalanes, los poderes paralelos. Curioso ¿no? No hay duda de que se han estudiado cómo Lenin enseña a llegar al poder con malentendidos y un puñado de gente decidida. Y después dicen que los politólogos no cuentan.

Publicado en El Montonero., 25 de octubre de 2017

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