Las Memorias de Pruvonena (III) 

Written By: Hugo Neira - Feb• 05•24

Con los Libertadores llegó el sistema republicano. Abrió y enterró la discusión sobre la forma de gobierno. O bien la de una República sin reyes o bien la de una monarquía constitucional a la manera inglesa, que fue la legitimidad que no se adoptó. El tema de la ubicación del paradigma de Bolívar y el cortejo de Libertadores seguirá trotando desde los inicios de la Independencia hasta nuestros días. Es cierto que la manera cómo se produce la Independencia –en los campos de batalla y no tanto como un cambio institucional– trajo consigo el poder excesivo y de corte personal, el que aparece en los inicios del XIX, y que de alguna manera no nos ha abandonado nunca. Es decir, en la vida pública, la tentación por las fuertes personalidades, por el hombre del destino, por el carisma intransferible, personal.

Al primer presidente Riva-Agüero no lo fusilaron porque se opuso la marina peruana y acaso el mismo Bolívar, al que convencieron. Pero estuvo preso en Guayaquil con sus colaboradores y luego lo deportan a Europa. Murió “achacoso y calumniado” el 21 de mayo de 1858. Y acaso porque los únicos amigos que tuvo en su senectud fueron dos canónigos, Arce y Garay, uno y otro “reaccionarios furibundos”  —dice el joven Riva-Agüero, su bisnieto—, se explica las Memorias de Pruvonena. Este es el último fragmento que reproducimos. Los dos canónigos cargaron de tintas muy negras las descripciones de los peruanos y del Perú. Aunque, por otra parte, no dejaron de decir verdades.

                                                                 ***

«Como sin presentar aquí el origen de los desórdenes, que ha experimentado el Perú hasta el presente, no podria nadie comprender la verdadera causa que atrajo á ese país todo el cúmulo de desastres, de guerras, de tumultos, de depredaciones del erario nacional, de crímenes, de escándalos y trastornos políticos, de que trataremos en la continuación de esta obra; volvemos á decir aquí algunas cosas relativas á los diputados de ese supuesto Congreso; pero como en él habian algunos diputados que no se le prostituyeron á Bolivar, fueron estos excluidos de que se les pagase sus dietas y cruelmente perseguidos, encarcelados, y expatriados, reemplazándolos con otros. Todo esto fué pues convenido entre los diputados del Congreso, de Sucre y Bolivar, á fin de que se le facultase para que levantase en Inglaterra otro empréstito de trece millones de pesos, y en fin, para que dispusiese de las rentas y bienes nacionales como si fuese su patrimonio. Bolivar les dijo: denme ustedes esto, y yo les daré á ustedes dietas, empleos y fortunas; y se verificó así. Ese ejemplo funesto de esos facciosos, han seguido los demas Congresos que se han sucedido despues en el Perú. Debemos advertir que cuando Bolivar pidió esa autorizacion al Congreso para levantar nuevos empréstitos, ya tenia á su disposicion el de siete millones y medio de pesos hecho en Londres por el general San Martin,  y otro en Chile de un millon de pesos, por el Presidente Riva-Agüero, cuyos empréstitos se hallaban en su totalidad á disposicion del gobierno del Perú. No satisfecho con esto exigió de su Congreso la autorizacion para los nuevos empréstitos, y aquel Congreso, su ciego y pasivo instrumento, le dió la siguiente autorización.

            — « Lima, Marzo 9 de 1825. — Al Sr. Ministro de Estado en el departamento de hacienda. — Puesta      en consideracion del Soberano Congreso la nota de U. S. en que manifiesta el deseo que S. E. el            Libertador tiene de que la Representacion Nacional designe la cantidad que haya de negociarse de           empréstito de los extranjeros para las urgencias del Estado, ha resuelto: — 1° Que S. E. el Supremo         jefe de la república, queda autorizado para levantar el empréstito de diez millones de pesos.

            — 2º Que si aún fuésen necesarias, á juicio de S. E., mayores sumas para satisfaccion de las urgencias     de la república á mas de las expresadas, pueda igualmente levantar otro empréstito de tres millones.    — De órden del mismo, lo comunicamos á U. S. para que lo ponga en conocimiento de S. E. el   Libertador. — Dios guarde á U. S. — Juan Bautista Navarrete, diputado secretario. — Manuel Muelle,   diputado secretario.»

Adviertase que esta autorizacion se le dió, en 9 de Marzo de 1825, cuando ya se habia acabado la guerra, y cuando ya le habia ese Congreso supletorio regalado á Bolivar, un millon de pesos, otro á su ejército, y doscientos mil pesos en dinero y una Hacienda del valor de cuatrocientos mil pesos á Sucre. Si á esto no se llama un saqueo, ¿qué nombre se le dará? En el mundo jamas se habia visto una impudencia y descaro igual al de Bolivar. Estos hechos y muchos otros constan en la Coleccion de Leyes y de Decretos: el que lo dude ocurra á esa obra impresa en Lima durante la Dictadura, y á vista de ese mónstruo. Y para colmo del abuso, ese Congreso compuesto, como ya tantas veces hemos repetido, la mayor parte, de diputados suplentes, ejercía sus funciones en esa fecha, de 9 de Marzo de 1825, cuando ya todo el Perú se hallaba independiente de España, y que entonces podian los pueblos elegir sus legítimos representantes. Pero á Bolívar le convenía conservar á esa postiza Representacion nacional, porque con ella tenia todo lo que él no podía esperar de otra verdadera, ó que por lo menos sería muy contingente el que lo hubiese entonces conseguido.

Dos años antes de venir Bolivar al Perú, se ocupaba en espiar la ocasion de apoderarse de ese rico país, para lo que empleaba los medios mas insidiosos. Como que él era Presidente de la república de Colombia, tenia un ejército consigo; y así no le fué difícil de poner en práctica todas las arterias y astusias que en otro tiempo empleó Philipo contra la Grecia. Hallándose en Lima, ya con la omnímoda del poder en esa parte del Perú, compró al coronel La-Fuente que mandaba un regimiento en el ejército que en Trugillo tenia el Presidente Riva-Agüero, y así mismo á unos cuantos jefes de las tropas auxiliares del Rio de la Plata; y escudado con cinco mil hombres que habia introducido de Colombia, que era en lo que consistia todo su ejército en el Perú; se quitó la máscara, y puso de manifiesto su criminal aspiracion de dominarlo. Desde entonces, comenzó de hecho la Dictadura, y volvió la nación peruana á perder su independencia, sometiéndose á su dominacion, á mas no poder. ¡Cuánto no le ha costado despues, para sacudirse de esa nuevo y despótico yugo! ¡Cuántos millones de pesos dilapidados! ¡Cuántos millares de peruanos sacrificados por aquel tirano! ¡Cuánto no ha sido alterada la moral pública, con el pernicioso ejemplo, de los execrables vicios de Bolivar, y de sus jefes y oficiales! ¡Y cuál no ha sido la leccion para el Perú, de lo que debe esperarse de auxiliares de las otras repúblicas!!!

Bolivar corrompiendo así á La-Fuente y á algunos otros jefes auxiliares, relajó la disciplina militar, y desmoralizó las tropas. Desde entonces se familiarizaron éstas en deponer al Jefe de la república, y á no contar por nada la subordinacion ni el honor. El mismo Bolivar fué despues la víctima, por las sediciones de sus tropas en el Perú y en Colombia. Cumpliendose así el refran de que: «Con la vara que uno mide será medido.»

Viciado así el país, era una consecuencia necesaria que la desmoralizacion del ejército y el trastorno social atraerían al Perú la anarquía hasta el grado de establecerla en sistema, como desgraciadamente ha acaecido. Una nacion no puede ser bien gobernada si no castiga á los criminales, y si no prémia á los que la sirven bien. No se ha hecho esto en el Perú; y tan lejos de castigar á los que le entregaron la nacion peruana en ese Congreso supletorio, han continuado en los cargos y empleos en que Bolivar los colocó. ¿Y por qué esta apatía, esta desentendencia, sino porque hay todavia en la Representacion Nacional y en los principales cargos de la nacion muchos de los comprendidos en el crimen de la venta del Perú que hicieron á Bolivar! Porque el espíritu de lógia, hace propagar y fomentar esa misma anarquía; y porque si cesasen los desórdenes, temen pagar sus delitos.            […]

Todos los males que ha experimentado el país desde entonces, no habrian tenido lugar si la fraccion del Congreso en el Callao no se hubiera prostituído y vendido á Bolivar; porque sin esa revolucion obrada alli, se habría ejecutado en todas sus partes el plan de campaña que formó el Presidente Riva-Agüero, y por consiguiente, por medio de él, la guerra con los españoles se hubiese concluido en el año de 1823; y sin la pérdida del ejército peruano, como se perdió en el Alto-Perú por esta razon; y lo que todavía es mas, sin la pérdida de la independencia nacional; pues, como se verá mas adelante, se sacudió el Perú del yugo hispano, y recibió el humillante baldon de someterse al férreo yugo de Colombia, ó mas propiamente al oprobioso de Bolivar.

Es digno de notarse que, en el espacio de poco mas de cinco años, el Perú mudó tres dominaciones; la española, la de San Martin, y la de Bolivar; pues es evidente que hasta principios de 1827 apenas tuvo el Perú poco mas de un año de verdadera independencia; esto es, solamente el tiempo que gobernaron el Congreso y Riva-Agüero. Luego, ¿qué hay pues de admirarse que esta independencia, que hasta entonces solamente fué de nombre, haya ocasionado la ruina del Perú?

Para hacerse cargo de la iniquidad conque fueron tratados los peruanos fieles á su nación, no hay sino leer la Exposicion de D. José de la Riva-Agüero, publicada en Londres en 1824: la Memoria del mismo, y su Suplemento á ella, impresa en Santiago de Chile, los periódicos de Buenos-Aires, y los de Chile en esa época: las historias de la revolucion de la América Española, por D. Mariano Torrente, y por el general Camba: la obra de D. Pedro La-Rea y Arispe, escrita durante el sitio de la plaza del Callao, que defendia el general Rodil: el Manifiesto de la declaracion de guerra por el gobierno del Perú contra Bolivar en 1828: el Manifiesto del Dr. Vidaurre, publicado en Filadelfia en ese tiempo: la sentencia que dió la Suprema Corte de Justicia del Perú, en el juicio que siguió al Presidente Riva-Agüero, á peticion suya, acerca de los sucesos de año de 1823: las actas de todos los pueblos del Perú dirigidas á dicho Presidente, en el tiempo que Bolivar le hacia la guerra en ese mismo año de 1823; y en fin, otros tantos documentos impresos de que no hacemos aquí relacion por no aglomerar tantas citas. Cada uno de estos documentos, así como los actos de usurpacion cometidos por Bolivar, hacen cada uno de por sí una prueba, la mas relevante, de la felonía é iniquidad conque este sacrificó el Perú á su frenética ambicion; así como tambien manifiestan la atroz perfidia y crueldad que usó con el Presidente Riva-Agüero, á quien antes habia rendido homenajes de respeto y de consideracion. (Cap. VI, «origen del Congreso Supletorio formado por bolívar para su usurpación»,  pp. 140-148.)                                                                                                                                 

                                                                       […]  

Hemos indicado los excesos en que incurrió este Congreso, origen de todos los desastres que desde entonces experimenta el Perú. Si ese Congreso hubiera estado animado de un verdadero patriotismo, hubiera marchado por una senda diametralmente opuesta á la que tomó; esto es, no habría abusado como abusó del encargo de apoderado ó procurador de la nacion, y convertídose en intrigar con los enemigos de ella, para colocarse sus diputados en los empleos públicos, y en adquirir, por recompensa de su crimen esas sumas que con títulos de dietas les obsequió el usurpador Bolivar. Esto acredita pues, que en la mayoría, de esa Representación Nacional supletoria, no habia patriotismo, ni poseía los conocimientos y probidad que requería ese elevado cargo de procuradores del procomunal. Olvidados estos de lo que eran, se llamaron á dueños de lo que no era suyo, sino de aquellos de quienes se decian apoderados; y bajo de este nombre esclavizaron á sus poderdantes. ¡Cuántas desgracias han atraido al Perú estos excesos! Si despues de ese crimen, la nacion se sacudió del yugo de Bolivar, no por esto se libertó de la continuacion de los males que ese Congreso le legó; porque tras de esa inicua Representación Nacional, vinieron otras varias, y todas ellas contaminadas de los excesos é ignorancia que la primera. A iguales errores, iguales vicios; y por consecuencia, iguales resultados. A un déspota han seguido otros déspotas, á un desórden otros desórdenes; y lo que es peor, la anarquía se llegó á consolidar con el nombre de Gobierno. Si á este simulácro de república, se le llama tal, será preciso confesar, que en realidad es el gobierno de los desgobiernos; ó lo que es lo mismo, la ausencia de todo órden, de toda justicia, y de todo bienestar; y en fin, la falta de toda garantía social. Si los que se tomaron la facultad de constituir al Perú, hubiesen tenido los conocimientos y el patriotismo que les era necesario para desempeñar ese cargo, habrian conocido que un Estado no puede ser jamas feliz, sino cuando se le constituye de un modo análogo á sus circunstancias. Que arreglándose á estas, siempre es preciso no entregarlo á la tiranía de uno ó de muchos, como lo hizo ese Congreso, y los que le sucedieron, ni tampoco entregándolo á un exceso de libertad; porque la extrema licencia y la extrema servidumbre son igualmente peligrosas, y producen los mismos efectos.  (Cap. VII, «Conclusión del anterior», pp.158-159.)»  […]

Publicado en El Montonero., 5 de febrero de 2024

https://elmontonero.pe/columnas/las-memorias-de-pruvonena-iii

Las Memorias de Pruvonena (II)

Written By: Hugo Neira - Ene• 22•24

Seguimos con las Memorias de José Mariano de la Riva-Agüero, San Martín y su Protectorado, y continuamos con «Los Congresos», un extracto que corresponde al Capítulo V,  páginas 114-118, del primer volumen sobre las «causas del mal éxito que ha tenido la independencia del Perú». Ahí cuenta cómo llegó a ser Presidente del Perú. Sería destituido prontamente, el 23 de junio de 1823. La razón salta a la vista. De quedarse habría llevado al Congreso a unas conversaciones con el virrey La Serna. La misma idea fija, el reconocimiento del Perú sobre la base de la coronación de un infante español, “y la celebración de un tratado permanente y constitucional de alianza y comercio con la Metrópoli”. La prisa por sacarlo de su cargo es que, en el norte, de Guayaquil a Caracas, había nacido un poderoso factor de poder y de energía militar, las tropas grancolombianas que dirigirían Bolívar y Sucre. Hay, pues, en el Congreso de ese año, una facción —no podemos hablar, para esa época, de partidos— pro Bolívar. Algunos que lo habían repudiado anteriormente, como el cura Luna-Pizarro, ahora lo admiten y luego, veneran. Y luego de Ayacucho, formarán parte de los que quieren deshacerse de los libertadores. La política republicana peruana nace inestable desde la cuna (El águila y el cóndor, 2019, p.338).

                                                           ***

«La persecución incesante que hizo San Martín á los españoles avecindados en el Perú, atrajo al país la total pobreza, porque siendo éstos en quienes estaba el numerario, extrayendolo del Perú para la Europa, había precisamente de suceder esto. Una buena política habria procurado al contrario, infundir confianza á los capitalistas españoles, para que no sacasen sus considerables capitales, pues éstos eran el alma de la nación, que por esta falta quedó, y quedará por algunos años mas, en un esqueleto; sucediendole al Perú lo que á la España cuando expulsó de ella á los judios. Como estos españoles, probablemente hubieran muerto dentro de pocos años, por ser los mas ya viejos, sus hijos los habrian sustituido; y he aquí que esas fortunas habrian quedado en la nación siempre, y en giro progresivo; con las que los peruanos habrian comenzado á hacerse capitalistas, trabajadores, industriosos, navegantesy hombres de mundo; pero era lo que menos se queria. […]

Queriendo San Martin dominar el país, creyó poder afirmar su usurpacion destruyendo el patriotismo, y apoyándose solamente en las tropas de los Andes y de Chile. Se deshizo pues, por los medios mas reprobados, de los mejores patriotas, y licenció á las partidas de guerrillas, que habian casi diezmado á esa fecha al ejército español. Anulado así totalmente el patriotismo, es fácil concebir que quedó San Martin de dictador y árbitro de los destinos del Perú. No emanando su dominacion del voto de los pueblos, sino de la fuerza extranjera en que estaba apoyado, no fué capaz de resistir esa dominacion violenta al choque terrible de la opinion pública; que si se declaró contra el gobierno español, fué solamente con la mira de mejorar sus instituciones, y no de cambiar de amo. Por esto es que, la causa del rey, volvió á afirmarse en el Perú á los pocos meses que San Martin se situó en Lima (cap. III, pp. 66-68).»

                                                                       […]

«Separado del Perú el general San Martin, quedó el primer Congreso Constituyente, ejerciendo en toda su extension los poderes legislativo y ejecutivo. Para administrar el ejecutivo eligió á tres personas de su seno, bajo la inmediata inspeccion del Congreso. Estos tres individuos eran diputados suplentes: uno era peruano, otro colombiano y el tercero de la república argentina. Ninguno de ellos habia prestado el menor servicio á la causa de la independencia; y antes por el contrario, el uno, el general Lamar, que presidía esa Junta, apenas hacia un año que había capitulado en la plaza del Callao, de la que era gobernador por el gobierno español. ¿Cómo pues con semejantes personas, podia esperarse que prosperase la causa de la independencia? Esta Junta Gubernativa se contrajo exclusivamente á destruir todas las providencias que se habian dictado para asegurar la tranquilidad interior, tanto con respecto á los realistas, como para con los ladrones que infestaban las poblaciones y los caminos. Desde entonces estalló el desórden mas completo: se hacian levas en las calles de la ciudad y se encarcelaban á los ciudadanos mas respetables, con el pretexto de alistarlos de soldados: se denigraba y perseguia á los mas ilustres patriotas que habían prestado servicios muy distinguidos: parecia que se procuraba en fin, por todos los medios posibles, que el Perú volviese á la dominacion española, de la que se consideraban adictos á dos de los vocales de la Junta. Con semejantes medidas no podia existir el patriotismo, y así se vió que en pocos meses quedó casi extinguido; y el desórden y el disgusto se propagaron de un modo asombroso.  […]

Fué en el 20 de Setiembre de 1822 que se instaló este primer Congreso Constituyente del Perú, y en cuyo dia el general San Martin depuso en él su autoridad, persuadido de que esa asamblea lo confirmaría en el mando supremo, que él se habia tomado por sí mismo: pero el Congreso le admitió inmediatamente la dimision que él hizo del mando, y dirigió en seguida, por conducto de sus secretarios, una nota oficial al Presidente del departamento, coronel D. José de la Riva-Agüero, autorizándolo para que continuase haciendo observar el órden, como único jefe del Estado, entre tanto procedia á eligir el Poder Ejecutivo. Nombró al general San Martin de Generalísimo de las armas, y dispuso que se le diese el dictado de Fundador de la Libertad del Perú. El 23 á las once de la noche se decretó por el Congreso que le pertenecía á él, ejercer también el Poder Ejecutivo, y al efecto nombró de su seno una Junta Gubernativa compuesta de tres diputados suplentes, de la que ya hemos hecho mención. El 24 se la dió á reconocer á la nación. Ya el dia anterior se habia hecho á la vela el general San Martin con dirección para Chile, luego que vió el chasco que se habia llevado; renunció antes el empleo de Generalísimo, y se reservó solamente los honores de este empleo.

Antes de pasar adelante, debemos decir aquí que apenas se instaló el Congreso cuando cometió la anomalía, de elegir por su Presidente al Dr. D. Francisco Javier Luna-Pizarro, uno de aquellos intrigantes desprovistos de carácter y de patriotismo, que no atienden á otra cosa que á su provecho particular. Éste se declaró inmediatamente en un demagogo frenético, y olvidando, ó queriendo hacer olvidar, que él habia sido hasta entonces un enemigo de la independencia, trató de hacerse el árbitro de los destinos del Perú; como desgraciadamente lo fué por mucho tiempo. La historia lo presentará como al ser mas perjudicial que ha tenido el Perú; y como al agente mas activo de sus desgracias y anarquía. El nombramiento de Presidente del Congreso en este intrigante demagogo, es uno de los fenómenos ó anomalías que hacen ver, lo que, con razón los mas sabios de la antigüedad han atribuido al pueblo, su veleidad é inconsecuencia, figurándolo un animal extraño con muchas cabezas, de baja, servil y mecánica condicion, que aprueba y desaprueba en un instante una misma cosa: que la confusion le hace desear el órden, y que cuando lo consigue le desagrada; porque no quiere la paz ni el reposo, sino que siempre haya mutacion, trastorno y novedad; y que él corre siempre de un extremo contrario al otro: que es muy ingrato con sus benefactores, siendo siempre la recompensa de todos aquellos que han merecido sus aplausos y reconocimiento público, un destierro una calumnia, una conspiración ó la muerte. Sócrates, Arístides, Phocion, Licurgo, Demósthenes, Themistocles, y tanta multitud de otros esclarecidos ciudadanos, que han sido víctimas de la ingratitud é inconsecuencia del pueblo, comprueban esta verdad. Tácito, Ciceron, Salústio, Séneca, Tito-Livio y tantos otros autores opinan así; y la historia de todos los tiempos confirma esta asercion. Para manifestar la absurdidad de ese nombramiento de Presidente del Congreso, en la persona de Luna-Pizarro, presentamos en las piezas justificativas un documento dado por él en 30 de Mayo de 1820, publicado entonces en la «Gaceta del Gobierno Español».

            Como Luna-Pizarro fué el que dirigió exclusivamente el Congreso, y á su sombra se hizo el árbitro del Perú por medió de un club de demagogos exaltados, hemos hecho mencion de este documento.

            Volviendo al asunto; esto es, de la ereccion de la Junta Gubernativa, ó comité de la asamblea nacional, diremos que, entre todas las injusticias é inconsecuencias, ninguna se hace mas sensible en el corazon del hombre que aquella que le atrae el menosprecio y le abate con vilipendio. La eleccion de las personas que la componían no podia merecer la aceptación pública, porque la opinion estaba muy pronunciada en toda la nacion á favor de aquellos campeones que se habian hecho célebres durante la lucha encarnizada de la independencia. La resolución del Congreso se sobrepuso á toda justicia, y al deber de respetar la opinion pública y obró en abierta oposición con el deber de apoderados de los pueblos. Vulneró el mérito no solamente de las personas á quienes la nacion entera tributaba el homenaje que le imponía la justicia; sino que se ofendió á todo patriota, de los muchos que tenian prestados servicios á la independencia. Las cicatrices que conservaban en sus cuerpos, la memoria de haber pasado años enteros en calabozos horribles, y que no faltaban algunos que hubiesen salvado sus vidas, puede decirse, al pié del suplicio: todos estos por consiguiente con mayores luces y prestigio que los elegidos para la Junta. Con esto se hizo, pues, una contra-revolucion á la de la independencia, y se atrajo sobre el Perú ese conjunto de males que han llovido sobre él; y que han convertido este país, antes tan rico, en el mas pobre y anarquizado de la América. ¿Podrian, los servidores de la independencia, ver con sangre fria ocupar el mando de la república, á los que no la habian prestado el menor servicio; y sí muchas ofensas? El Congreso puso pues en evidencia con esta resolución, que en el Perú se entiende todo á la inversa que en el resto del mundo: que lo que en todas partes se considera bueno en aquel se clasífica malo: que no hay premio para el mérito, ni diferencia entre la ofensa y el beneficio: ni entre el patriotismo y el indiferentismo, ó enemigos del país.

Esta leccion dada por el primer Congreso Constituyente, ha sido seguida despues sin interrupcion por las demas cámaras legislativas que se han sucedido. La virtud ha sido castigada, y premiado el crimen. El mérito y honradez se han proscripto, la incapacidad, mala conducta y crímenes se han hecho la escala para llegar á la cumbre de los honores, de la riqueza y del poder. De este primer error del Congreso han provenido todos los desastres que experimenta el Perú; porque si hubiese procedido en el acto de su instalación á dividir los poderes y no á reasumirlos en sí, entonces seguramente habría recaído el Poder Ejecutivo en una persona que por sus aptitudes lo hubiese desempeñado bien; y entonces la guerra de la independencia se habría concluido en muy poco tiempo y con honor; y no se hubiera experimentado la vergüenza de terminarla despues con auxiliares; y la de que estos se hiciesen los amos, y saqueasen, corrompiesen la moral y envileciesen el pais. Era ciertamente imposible que una situacion tan lamentable como en la que se hallaba el Perú, dejase de experimentarse la pérdida total de lo principal del ejército, que se hallaba entonces sobre las costas del departamento de Arequipa, á las órdenes del general Alvarado. Efectivamente  sucedió así: en Torata y Moquegua fué deshecho completamente por el ejército real.»  […]

Publicado en El Montonero., 22 de enero de 2024

https://elmontonero.pe/columnas/las-memorias-de-pruvonena-ii

Las Memorias de Pruvonena  (I) 

Written By: Hugo Neira - Ene• 08•24

Acabamos de entrar al año del Bicentenario de la Batalla de Ayacucho, la victoria del general Sucre sobre los ejércitos reales. Con ella se consolida la emancipación del Perú de la Corona española (9 de diciembre de 1824). Los libertadores, que eran una elite por su función (venían del aparato de dominación, oficiales provincianos del ejército del Rey), no fueron solo un problema para el orden que derrumbaron (un mundo extremadamente reglamentado) y sus contemporáneos, que los admiraron tanto como los temieron, sino que lo siguen siendo para nosotros. ¿Cómo no reconocerlos? ¿Cómo alabarlos cuando, con ese título tan pastoral de Protector o Supremo, sin duda necesario dadas las circunstancias, abrieron de par en par la puerta del poder a otros que luego, sin sus recatos, precipitaron la entrada desordenada de las jóvenes repúblicas a anarquías sucesivas, a lo largo de ese caótico siglo XIX? Bolívar en vida ya había condenado a sus sucesores a los que llama con brillantez «causantes del infierno doméstico,» en su Carta al General Santander de enero de 1825.

Entre los archivos que contamos sobre los inicios de nuestra república, se hallan las Memorias, póstumas, del primer presidente del Perú, José Mariano de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete, que nació el 3 de mayo de 1783, en Lima. Fueron publicadas bajo el seudónimo de P. Pruvonena en 1858, en París. Puede que el amable lector no las conozca. Son dos volúmenes de 700 y 814 páginas. Riva-Agüero había interrumpido su carrera militar para pasar un largo tiempo en Francia, en la época de las invasiones napoleónicas. Era un rupturista, le molestaba la presencia de las tropas francesas en España y también las españolas del Antiguo Régimen en el Alto y el Bajo Perú. Le eran por igual formas de dominación e insoportables en ambos casos. Regresa al Perú en 1809 y va a desvelar por completo sus intenciones y su carácter antes que desembarque San Martín y lo conozcamos desde sus pasos (malos o buenos) en la historia de la independización del Perú. Seamos claros, Riva-Agüero, ya en el Perú, era un revolucionario. Pero defendía una “independencia monárquica”.

Sus Memorias son un testimonio feroz de aquel tiempo de desorden. Hemos elegido unos extractos. El primero, sobre «las causas del mal éxito que ha tenido la independencia del Perú», viene del capítulo II, pp. 47-52.

                                                              ****

“Pero, cual fué la sorpresa de los peruanos al ver, que contra estas estipulaciones, el referido San Martín se arrogó la soberanía, y se declaró por sí mismo Protector del Perú, y bajo este nombre se constituyó en un dominador absoluto del país. Como tal, se dió él mismo la investidura de Gobierno Supremo, se señaló el sueldo anual de treinta y seis mil pesos como Protector, creó una Orden como lo hacen los Soberanos para condecorar á sus súbditos, se hizo dar una condecoración de brillantes de dicha Orden, cuyo valor ascendia á quince mil pesos, nombró ministros, y constituyó al Perú en un feudo suyo; y dispuso de las rentas del Estado, y de los bienes de los particulares al modo que lo podría haber hecho si todo el Perú y sus habitantes hubiesen sido un patrimonio suyo. Pero comprometidos los pueblos peruanos con la  insurrección contra el gobierno español, empeñados no solamente en la senda de la independencia, sino lo que era todavía mas, desesperados de no poderse reconciliar con los antiguos tiranos, porque los ódios y las hostilidades habian llegado al extremo á que son conducidas por el furor de las pasiones en toda guerra civil; los peruanos decimos, fluctuaban entre el honor de la lucha y la desesperación de verse expuestos á nuevos y mayores desastres, si el intruso y pérfido San Martín llegaba á sostenerse en su dictadura. ¡Qué cuadro tan lamentable, préludio de escenas las mas atroces, conque despues debia ser manchado el suelo de los Incas!

¡Sí! En este país, aunque dominado por españoles, eran conocidas las bases de su administración: su gobierno ofrecía garantías; y si no eran los españoles justos, á lo menos eran sinceros. Su lenguaje era análogo con sus obras, y jamas cupo en ellos el doblez de revestirse con supuestas virtudes para hacer caer en el garlito á los incautos, y degollar á tanto número de inocentes víctimas. Solo estaba reservado á nuestros dias, el que hombres los mas malvados y abyectos de la sociedad por su depravación y vicios, se escudasen con el broquel de la libertad y de la filantropía, para causar á los pueblos mayores males, que de los que se quejaban de los españoles.

Ciertamente que de todos los males que pueden sobrevenir á las naciones, el peor es la tiranía; y la mas cruel tiranía es la que se ejerce á la sombra de la libertad: de esta clase es, de la que han hecho alarde en nuestra época San Martin y Bolivar.

Volviendo al objeto principal diremos: que posesionado San Martin del puerto indefenso de Pisco, sin haber encontrado en él la menor resistencia; el primer paso que dió fué echarse sobre todo lo que allí habia; principalmente sobre los almacenes y grandes bodegas en que se guardan las valiosas cosechas de aguardientes, cuya producción es una de las mayores riquezas que tiene el Perú; no obstante que casi todas pertenecían á naturales del país. Despues de este primer saqueo continuó apropiándose de los grandes depósitos de azúcar que habia en el valle de Chincha; así como de los esclavos, ganados y demas producciones. Las especies en aguardientes y azúcar las hacen llegar los interesados á muchos centenares de miles de pesos. El destrozo de las sementeras, así como la multitud de negros que fuéron remitidos á Chile de regalo, asciende igualmente á otra suma considerable, en perjuicio de los propietarios del Perú; y no deja lugar á duda, de que las instrucciones de los gobiernos que autorizaron á San Martin, eran tan insignificantes para él, como lo fueron en otro tiempo ciertas reales órdenes de España con respecto á los vireyes cuando éstos no querían cumplirlas.

La conducta de San Martín en Pisco y Chincha, no era sino un ensayo en pequeño de la que despues tuvo con el resto del Perú, en todo el tiempo que ejerció en él la mas bárbara y arbitraria dominacion, adquirida á la sombra de las armas que se le habian confiado para auxiliar al Perú, en los términos que aparecen de los tratados referidos ántes; de manera que una expedicion la mas filantrópica, se convirtió no solamente en un instrumento el mas infernal, de opresion y saqueo, sino lo que es todavia mas, que arrastró á los pueblos del Perú á todos los desastres de la anarquía. De Pisco pasó á establecer su cuartel general en la villa de Huaura, á treinta leguas al norte de Lima, y alli, parece que este hombre se empeñó en desacreditar con todas sus fuerzas, la causa de la independencia de la que él se decia sostenedor. Reprodujo todos los latrocinios de Pisco, y destruyó completamente á los hacendados.

Parecia que solamente pensaba en reembarcarse por temor del ejército real y por esto se desvivía exclusivamente en atesorar el dinero que sus agentes le remitían de Pasco, Huarás y Trugillo. No obstante tan ingentes caudales que entraron en su poder, la tropa estaba desnuda, apestada y muriendo de hambre en los hospitales. Los oficiales se hallaban igualmente desnudos y el ejército y la escuadra sin pagarse. ¿Qué hacia pues San Martin de ese acopio de caudales? ¿Y qué, de los recursos y auxilios de todas clases que á porfía le mandaban de todas las provincias, y de los secuestros que ordenó? ¿Qué destino dió á la caja militar del ejército que sacó de Chile?

No olvidando San Martin su táctica de asesinar; á los pocos dias de llegado á Huaura mandó una partida de bandoleros á Santa, para que asesinasen al virtuoso español D. N. Antiga, hacendado propietario de San José de Motocache, lo que en efecto se verificó, dándole un balazo y en seguida le secuestró sus ingentes bienes. Hasta el presente todos los vecinos de la costa del Norte de Lima lloran á esta desgraciada víctima, que en todos tiempos derramaba sus beneficios á manos llenas sobre los pobres. Es necesario confesar y hacer la justicia debida á los jefes y oficiales de la division auxiliar, que no se mezclaron en los crímenes de San Martin, excepto Luzurriaga, Dupuy, el abogado Monteagudo, el cirujano Paroissiens y uno que otro mas. Aquellos estaban sometidos á la subordinacion militar, é ignorando los mas, ó casi todos, las instrucciones dadas á San Martin por sus gobiernos respectivos, no tuvieron ellos por consiguiente una cooperación directa en la usurpación de su jefe, sino que antes bien murmuraban en secreto, como los pueblos del Perú, estando mas de una vez de acuerdo para deponerlo, lo que no llegaron á verificar por temor de que las tropas del rey no se aprovechasen de la crisis.

El gobierno del rey de España, evacuó la capital en 9 de Julio de 1821, y en seguida entró en ella San Martin. El vecindario de Lima, reunido una gran parte de él en la Municipalidad, declaró la independencia del Perú de la España y de toda otra nación extranjera; pero queriendo elegir un gobierno provisional para el Perú, como debia ser, le fué impedido por San Martin. Pasado el mes de Julio, y jurada solemnemente la independencia en 28 de él, San Martin publicó en principios de Agosto un decreto idéntico al que dá un conquistador en un país conquistado, nombrándose él mismo como hemos dicho ya, Jefe Supremo y Protector del Perú, y reasumiendo sin restricción alguna, ni tiempo determinado, la autoridad soberana. Antes de este decreto habia tratado de hacerse elegir por el vecindario, pero lo disuadió de este paso su director Monteagudo, por el riesgo que ofrecía la reunión de vecinos, y de que pudiesen elegir á otra persona, ó imponerle condiciones. […]

Poco tiempo despues promulgó San Martin, é hizo jurar un fárrago de lugares comúnes, llamado Estatuto provisorio. […] Entre las violencias conque puede un tirano humillar á una nación libre, nos parece una de las mayores, la de obligar á jurar un Estatuto ó Constitución, dada por él mismo, sin exámen, ni acuerdo de los pueblos. El Estatuto ó Constitución provisoria, dada por San Martin, parecía ser el ultimatum de su usurpacion. Las autoridades se hallaron convocadas en medio de sus bayonetas para jurar un Estatuto, que ninguno de sus individuos habia leido, ni que persona alguna, á excepcion de los ministros de San Martin, sabía á que era reducido el juramento, y cuáles los límites de él. No se conocia otra cosa, sino que San Martin teniendolas reunidas dentro de un cuadro de seis mil hombres, de que se componía entonces la fuerza de sus tropas, les exigia un juramento ciego de obediencia y reconocimiento á su autoridad. ” […]

Publicado en El Montonero., 8 de enero de 2024

https://elmontonero.pe/columnas/las-memorias-de-pruvonena-i

Vargas Llosa. Siempre el fervor

Written By: Hugo Neira - Dic• 18•23

Han pasado 15 años del discurso de inauguración del «Teatro Mario Vargas Llosa» de la Biblioteca Nacional del Perú, dos años antes de que recibiera el premio Nobel de Literatura. En ese tiempo yo era el director de la BNP y Vargas Llosa saludó la iniciativa como una «cuasi justicia» pues su primera creación había sido, en efecto, una obra de teatro, escrita en su último año de colegio, La huida del inca, y que se estrenó en Piura. Amable lector, le dejó mi discurso de entonces.

                                                                        ***

Buenas noches. Bienvenidos todos a esta que es su casa, la casa de los libros y la cultura, la Biblioteca Nacional del Perú. Les agradezco a cada uno de ustedes por su presencia, por acompañarnos esta noche. Y me permitiré, como anfitrión, felicitar a la Fundación del Banco BBVA Continental y el personal de la Biblioteca Nacional por la organización de esta velada, organización ejemplar.

La razón por la que estamos aquí reunidos es evidente. Cuando el talento que lo congrega es notorio, no hay mucho que agregar. Estamos aquí para rendir públicamente homenaje, sincero, claro, nítido, cordial —lo cordial viene de corazón, el cordis de los latinos— al escritor Mario Vargas Llosa aquí presente.

¿Por qué esta vez en la Biblioteca Nacional y por qué el Banco Continental, la Fundación del Banco Continental? La razón es sencilla. Este auditorio alberga, cada fin de semana, un ciclo de teatro, de jueves a domingo, que es el resultado de una alianza estratégica (así se llama ahora) entre la Biblioteca, el Banco y el grupo de teatro Plan 9, con mucho éxito, dicho sea de paso. Este teatro que lleva el nombre de Mario Vargas Llosa, es el resultado de una iniciativa a la cual Mario nos respondió favorablemente. Acaso pueda contar, sin ser infidente, que recibí una carta personal donde decía que sí y que explicaba por qué estaba de acuerdo. Mario, como se sabe, tiene en Lima un excelente grupo de colaboradoras — llamarlas secretarias es poco—, pero esta vez hizo una excepción. Sabemos que escribe pocas cartas personales y nos llegó una de puño y letra, si así podemos llamar a las que llegan por mail, por internet, en la que me contaba que esos precisos días se hallaba en Nueva York trabajando en la Public, la gran biblioteca pública de Nueva York. Y la carta afirmaba lo que se dijo hace un momento también, que el teatro es una de sus primeras pasiones tanto como sus textos de narración.

Quiero ser breve, debo ser breve. Estamos aquí para rendir a Mario Vargas Llosa un homenaje. Al escritor, por su obra narrativa sobre la cual no me voy a extender. Ya lo hice, tuve el honor de hacerlo en una ocasión académica en la Universidad Francesa del Pacífico, en Tahití, cuando recibimos a los Vargas Llosa, incluyendo su familia, en un Honoris Causa, uno de los tantos que recibe en todas partes. Me tocó a mí explicarlo. Pero ahora, más bien por ser el autor de obras de teatro y, últimamente, actor. Le deseamos lo mejor en esa nueva actividad que es la encarnación de sus personajes en las mismas tablas.

Pero si solo fuera eso… Mario es también autor de ensayos y de obras críticas. Ha escrito sobre Gabriel García Márquez, sobre Flaubert, y acaso una de sus últimas novelas que a mí me gustó muchísimo, Travesuras de la niña mala, me atrevo a conjeturar que es una suerte de arreglo de cuentas con Flaubert. Me quiero explicar. Si el paradigma de la mujer dramática en Flaubert es Madame Bovary, Mario nos propone otro, el paradigma de la aventurera, una peruanita astuta de nuestros días que hace fortuna, y que no le va tan mal. Como la provinciana señora Bovary que se llena de deudas y llena de deudas al pobre marido, y al final se suicida, la peruanita, la niña mala, es una triunfadora a su manera. Ha corregido el paradigma universal de un cierto tipo de mujer de América.

Un homenaje que tiene además otra razón. Mario es un viajero. Recorre el mundo. Le seguimos en sus crónicas, eso que se llama o lo que llamaban los escritores, los grandes que le preceden y que él conoce como Hemingway, Malraux, Sartre, un testigo de su tiempo. Quiero establecer nítidamente este aspecto del homenaje, que es un capítulo particular. Mario donde va lo hace para clamar por valores claros, entre ellos, por encima de otros, el valor de la libertad y de las libertades. Y lo hace con un estilo sincero, directo, personal, a menudo apasionado, y en especial sin eufemismos. Alonso Cueto señala en uno de sus textos de ensayo muy recientes que «en Lima nos hemos vuelto muy alambicados», observación que por mi parte comparto. Y que decimos, por ejemplo, cuando una cosa no se puede hacer o está mal, «esto es un poco complicado». Cuando lo mejor sería decir de frente, negocios y otras cosas, lo siento, esto no se puede hacer, con lo cual ganaríamos tiempo.

Estoy señalando la versatilidad de Mario Vargas Llosa. Y para la versatilidad no hay más que dos respuestas. Una de ellas es la pista Luis Alberto Sánchez. Cuando a Luis Alberto Sánchez le preguntaron lo mismo, cómo podía hacer tantas cosas y todas tan bien hechas — era en ese momento vicepresidente de la Nación, figura histórica del aprismo, senador, abogado, en su oficina de Moquegua, ciego ya a los 80 años avanzados, dictaba un artículo por día y tenía un programa de televisión—, Sánchez, viejo limeño, dijo esto de una manera clara e irónica: «el que puede puede».

Yo quiero proponer otra pista. Un escritor y novelista, Abelardo Sánchez León — el querido y popular «Balo»—, en una de sus columnas por cierto muy bien escritas, dice que no conoce en el panorama literario latinoamericano alguien que escriba novelas, ensayos, teatro y crónicas de viaje, todo a la vez. ¿Cómo lo hace? dice «Balo». Yo diría que, además, en el panorama mundial, es bastante raro que esto ocurra. Dice «Balo»: «porque cuando Mario hace ensayo hace ensayo; cuando hace novela hace novela; y en cada caso se concentra.» Y entonces, fundado en esta atinada observación, me permití reflexionar. Para intentar hallar el secreto de esa versatilidad y claro, recurrir a los clásicos. El primero fue Nietzsche. Y Nietzsche se pregunta, para estos tiempos de incertidumbre, cuáles pueden ser los nuevos valores que puedan aparecer para los atribulados seres humanos que somos todos en este instante. Y él encontró, Nietzsche, el valor de la intensidad que Mario Vargas practica. Y entonces recordé un gran texto, Mario, uno de esos textos de mi juventud, de las lecturas de la casa de Colina, 398, con el maestro Porras, de un gran escritor francés, con lo cual quiero concluir. Aquel escritor se refiere a un pasaje de la Biblia. Y le dedica su libro. Natanael, el admirable discípulo de Jesús que, sin embargo, Jesús no prefiere. Prefiere a Pedro.

¿Quién era Natanael? Era el joven que se casa en la boda de Caná y a la cual acude Jesús. Es un puro como los otros. Es un leal a Jesús. Sin embargo, le falta algo. ¿Qué es eso que le falta? Y entonces el gran escritor francés les habla en la figura de Natanael, a los jóvenes y a los creadores de todo el mundo. Le dice: «Natanael, yo te enseñaré el fervor, no la amistad ni el entusiasmo, el fervor». Hago votos, hacemos todos votos para que el fuego que incendia tu estilo no te abandone nunca.  Que esté contigo siempre el fervor. Siempre el fervor.  Gracias.  (HN, San Borja, Lima, 05 de agosto del 2008)

Publicado en El Montonero., 18 de diciembre de 2023

https://elmontonero.pe/columnas/vargas-llosa-siempre-el-fervor

Ponencia «Cruzando el umbral del milenio»

Written By: Hugo Neira - Dic• 11•23

Hace 25 años, en el mes de abril de 1998, tuve el honor de ser invitado a la Conferencia Internacional «En el umbral del milenio» organizada por SIDEA y PromPerú, en el hotel Los Delfines de Lima. Vivía en la Polinesia Francesa donde era profesor, y como tantas veces en esa década, cruzaba el Pacífico para reunirme con amigos y comprar libros que no circulan fuera. Mi mayor participación se dio al final, para cerrar ese gran evento. Un simposio que tenía, con acierto, poco de prospectiva y mucho de exploración, pues la incertidumbre post derrumbe de la URSS ya estaba bien presente. Desde entonces se ha acrecentado, en todas partes y en muchos campos. Les dejo con el texto completo de mi ponencia y la necesidad del pensamiento complejo.

                                                                       ***

Cuando Moisés Lemlij y Max Hernández me comentaron acerca de la organización de esta conferencia, no imaginé su magnitud. Esta ha sido una conferencia formidable y varias conferencias en una. Tampoco pude prever la enormidad de la tarea que me confiaron, la de hacer la síntesis final. Esa tarea es imposible e incluso, diría, inoportuna. Para realizarla, tendría que estar vigente en nuestros días, una teoría global del hombre, una filosofía total. Vivimos en un tiempo que el filósofo Lyotard ha llamado «del fin de los metarrelatos», de pérdida de las certezas. Es mejor que sea así. Que no haya una teoría ni ideología dominante y que la incertidumbre nos abra la libertad de pensar. Pero como quiera que me he acostumbrado a cumplir la tarea que me piden o al menos a intentarlo, he tomado algunas notas a lo largo de estos días y recopilado el conjunto de ponencias presentadas durante los cinco días previos de conferencia. ¡Son un magnífico conjunto de trabajos! Ahora bien, confieso que he leído apenas la mitad de ellos y que el otro 50% lo he recorrido — como decía el maestro Luis Alberto Sánchez—, «en diagonal». Ante la dificultad de la tarea encomendada, en el pasillo —porque para eso sirven los pasillos en los eventos—, alguien me dio un consejo: «chuponea». Y eso es lo que he hecho. El resultado son las presentes notas. Espero que la palabra «chuponeo» sea correctamente traducida.

            El psicoanálisis ha federado esta conferencia, pero no ha sido una conferencia de psicoanalistas o, mejor dicho, lo es, y a la vez, es un encuentro con otras disciplinas y con quienes las cultivan. El resultado son conocimientos fronterizos, interdisciplinariedad. Y algo más que prefiero explicar más adelante.  Mis notas de lectura las he organizado en tres partes: temáticas, configuraciones o afinidades, y en torno al estilo.

Las temáticas

Comenzaré por las que se refieren al psicoanálisis. De una manera general, creo haber notado la presencia de temas usuales como sadomasoquismo o género masculino y femenino (en hombres y mujeres, como escuché y aprendí a decir). Aparte de estas temáticas clásicas, he notado la predominancia del tema de la violencia. En efecto, violencia, sociedad y salud mental en algunas de las ponencias; en las otras, violencia en lo público y lo privado; los efectos de la misma en la familia y en la sociedad. Violencia de género y discriminación de minorías. Sobre la conducta violenta. Y hemos asistido a una sesión tremenda sobre el cautiverio, de víctimas de terrorismo, y del terrorismo del Estado. Se ha examinado las relaciones entre violencia y civilización, por un lado, y por el otro, hasta las expresiones locales. Por último, se ha examinado la dimensión simbólica del orden social violento, la violencia como un dolor que no desaparece, como tentación del olvido o en los juegos de los niños en tiempos de guerra. Todavía en el terreno del psicoanálisis, he notado que se repite la temática de la ética, eslabonada a otras preocupaciones. Por ejemplo, el vínculo entre ciencia, psicoanálisis y ética, y el de la violencia, ética y medios de comunicación. La ética regresa en los nexos entre psicoanálisis y responsabilidad social de la educación.

En el terreno de la cultura propiamente dicho —que es un tanto mi propia temática— creo percibir un repertorio doble. Uno, clásico, sobre el proceso de convertirse en escritor, o varias propuestas sobre educación. O el tema de la ciudad como destino. Pero se aborden las culturas y, para la etnicidad sumergida, los asháninkas de Puerto Ocopa. Y también lo que se viene llamando «cultura de empresa», sobre la cual hubo varias ponencias en torno a la responsabilidad social de las mismas. Otro concepto de cultura, la cultura democrática. Esta última ligada al futuro de la democracia. Lo que lleva a estudios sobre los puentes frágiles que existen entre ciudadanía y representación; y al tema de las amenazas al estado de derecho, secuencia en la que tuve el honor de participar. ¿Debemos colocar aquí, en la temática de ‘cultura democrática’, los muchos trabajos sobre globalización? Acaso porque corresponden al anhelo generalizado de una cultura de la paz, tanto nacional, continental como internacional. Lo que está claro —me permito decirlo— es que la cultura de la paz aparece como una condición del desarrollo mismo.

            Ahora bien, en la temática general de la cultura, sobresale el tema de las comunicaciones, así como en psicología y en el campo de análisis lo hace el de violencia y género. En efecto, se ha discutido sobre comunicación visual y verbal en la aldea global, sobre cultura, comunicación y subjetividad. En torno a los espacios mentales del hombre nuevo. Sobre los mercados mentales, sobre películas, novelas y cultura mundial. Y una secuencia giró alrededor de un signo: el funeral de la princesa Diana (la historia instantánea). También se abordaron los cómics como emergentes culturales: de la Mafalda de 1969 a los Simpson de 1997.

            Estamos en el Perú. La historia nos ha ocupado. La memoria. La herencia española y su destino en América ha merecido una lección magistral de Sir John Eliott. Ha habido un simposio en homenaje a María Rostworowski. Y la presentación del último libro de Luis Millones, El rostro de la fe. Doce ensayos de religiosidad andina. Luego, nos han ocupado los mitos, la cultura y la sociedad de los pueblos americanos, de su origen a los años 2000. Y el interculturalismo. Ha habido una mesa redonda sobre milenarismo.

            A propósito de esa incertidumbre ante el milenio, cabe señalar que hubo pocos temas futuristas. Una agenda feminista hasta el 2000, preocupación por el futuro de los países y de los niños; proyecciones sobre el acting out en el siglo XXI. No ha faltado una proyección de la sociedad peruana hasta el 2492. Se ha hablado acerca de los nuevos malestares, de los escenarios del siglo XXI en cuanto a la literatura y futuridad (mi amigo, el profesor Julio Ortega continúa inventando vocablos). En fin, sobre masculinidad en el siglo XXI. Pero casi todos los trabajos de la conferencia son trabajos del «aquí y ahora» más que del «allá y entonces». Quiero decir que hay pocas predicciones y, en cambio, muchas exploraciones. Habrá que poner en ese campo las contribuciones sobre conflictos internacionales y la posibilidad de prevenirlos.

            Soy consciente de que este es, en gran parte, un evento de analistas. Dejaré pues hablar a mi propia subjetividad. Y no solo a la razón, como hasta ahora, sino a la emoción. Me parece que ha habido mucho dolor, que se ha expresado el sufrimiento al tiempo que desfilaban los conceptos que denuncian la alienación. Se ha pasado revista, en efecto, a las tendencias homicidas latentes, a las vivencias de esterilidad. A la resiliencia en niños expuestos, y temas como el sida, los VIH positivos, la violencia doméstica, la desvitalización de la cotidianeidad, la irracionalidad. Ha habido algo así como un psicoanálisis de la opresión.

Las constelaciones

Abordo ahora el segundo punto, las constelaciones de temáticas. Me serviré, para explicarme, de una metáfora. Cuando vemos el cielo por la noche, creemos ver estrellas solitarias. Pero si seguimos observando nos parece percibir aproximaciones, como figuras: son las constelaciones. (Dicho sea de paso, es curioso que cada civilización tenga las suyas.) Una constelación aquí es el encuentro de una o varias temáticas. He creído encontrar, en mi lectura de la masa de ponencias, más de catorce. Para no fatigarnos, expondré solamente dos de ellas.

            La primera es la que establece vinculaciones entre ética y psicoanálisis, y entre ética y ciencia. Como si hubiese un deseo de ocuparse del substrato que liga saber científico y saber filosófico. La segunda idea-fuerza que une y no disgrega, es la de creatividad. Su reclamo ha sido evidente a lo largo de la conferencia, en las diferentes secuencias y ponencias: en materia de arte, literatura, cine, mass media. Pero igual se la ha reclamado en el juego, en la cultura de empresas, en lo que ya comienzan a llamarse «los mercados mentales».

            El sociólogo que soy cree haber percibido en diversos trabajos —muchos de los cuales provienen del análisis clínico y psicoanalítico— los límites de la racionalidad individualista. Me refiero a los estudios sobre los tatuajes en adolescentes, las formas de ver las comunicaciones (televisión, cine), de sublimarlas, integrarlas y finalmente, devorarlas. He reparado en una serie de estudios sobre patología social (en emigrantes, en población desplazada que experimenta inmigraciones traumáticas) que no solo son vicisitudes psíquicas sino verdaderos materiales para una sociología de la experiencia, como la llevada a cabo por Erving Goffman o François Dubet. Algunas otras cosas que he escuchado me hacen pensar en el yo múltiple de Jon Elster. Muchas ponencias se han salido de la temática de individuo y sociedad para ocuparse de las interdependencias, de lo que recomendó uno de los padres fundadores de la sociología, Norbert Elías, a fin de superar el dilema binario entre individuo y sociedad, entre macro y micro.

            ¿Qué hay poco? Sí, en efecto, ¿qué faltó? Permítaseme hacer ese fastidioso ejercicio que solemos hacer los docentes durante la defensa de tesis, y es la de señalar qué falta en una tesis, por magnífica que esta sea, por eso de que no hay obra humana en el dominio del conocimiento completamente acabada. Me parece que faltaron dos temáticas. Una, la del poder, aunque algo hay sobre autoridad legítima e ilegítima; sobre liderazgo, poder y autoridad. La otra temática que a mi modo de ver no se exploró fue la de la crisis de la razón ­­—crisis presente, cabe recordar— y tema de la filosofía de la ciencia. A mi gusto, faltó algo más sobre el debate en las ciencias contemporáneas, sobre los pensadores que relativizan el saber de la ciencia, como Paul K. Feyerabend, Lakatos, etc.

El tema del estilo

El escritor que soy no puede dejar de reparar en algunos títulos felices: «Tolerancia, la ribera del logos», «Incertidumbre al atardecer» y, para hablar de etnicidad, «La representación sumergida». Para tratar las demandas sociales, «Por la puerta y la ventana», «Mujeres peligrosas». «La idea del terror innombrable», para hablar de castración. Otros aciertos: «El jardín desencantado», para tratar de religión y conciencia (por favor, por separado). El de «La reconquista del paraíso», más allá de la utopía. Para abordar consumismo, sexo y violencia, «Por red y por hora». Y uno en género, «Fin de siglo, las mujeres piensan, los hombres lloran».

            El material que he examinado suele ser ensayos, en el sentido más noble del término. No solo como un ejercicio anterior a toda orquestación o representación definitiva, sino como un diagnóstico fulgurante de la cultura y de una época, en el sentido en que lo entiende Ortega: como la forma predilecta de la modernidad. El ensayo es literatura de ideas. Permite un riesgo personal. El ensayo es la ciencia, menos la prueba explícita, dice el mismo Ortega y Gasset. La prueba explícita, supongo, es la que guardan los archivos de analistas, en el secreto profesional. Y está bien que así sea.

Para concluir, si tuviera que elegir una idea dominante, esta sería la de la integración de la incertidumbre en la racionalidad. Cuando la inteligencia parcelaria de los tecnócratas no cesa de fragmentar el mundo mientras las ciencias del dogma determinista universal se han hundido, aquí, me atrevería a decir, ha emergido un pensamiento complejo. Con él podremos enfrentar el desafío de la incertidumbre. El accidente. La sorpresa en la historia. Pensar el caos. Ordenar el desorden. Debo confesar, por último, que durante los días de la Conferencia Internacional «En el umbral del milenio», he deambulado de ponencia en ponencia, de secuencia en secuencia, de sala en sala, tomando notas y, como supongo que muchos de vosotros, he aprendido. Y entre desvelo y desvelo, a veces me habitó la impresión de hallarme en la perdida biblioteca de Alejandría. Octavio Paz ha dicho que la inteligencia es un festín de la vida. Otro mexicano —y lo digo como una suerte de homenaje— Alfonso Reyes, dijo lo siguiente: «en algún momento una aldea es Atenas». Pues bien, durante seis días, Lima ha sido Atenas.

Publicado en El Montonero., 11 de diciembre de 2023

https://www.elmontonero.pe/columnas/ponencia-cruzando-el-umbral-del-milenio