«Lima y sus arenas». El achorado

Written By: Hugo Neira - Jul• 30•18

Aunque en estos tiempos hay muchas maneras de informarse qué se edita, por mi parte, no pierdo la costumbre de ir a librerías, visitarlas, pasearme por ellas, hallar obras que ignoraba. Qué le voy a hacer, son hábitos adquiridos en mi ya larga vida. ¿El método? Los libros se hojean antes de comprarlos. Y ocurren hallazgos sorprendentes. Es el caso de Lima y sus arenas. No sabía que Danilo Martuccelli había sido traducido al castellano hasta que una editorial, Cauces Editores, pusiera ese libro al alcance de los peruanos.

Martuccelli es un sociólogo francés, uno de los mejores. Lo conocía desde un libro de 1999 sobre La sociología de la modernidad. El itinerario del siglo XX, publicado por Gallimard. Me llamó la atención por otro obra, ¿Existen individuos en el Sur? publicado en Santiago de Chile (2010). Ni viejo ni joven, nacido en 1964, profesor de sociología en la universidad París Descartes, en ningún momento se me ocurrió que se hubiera interesado por el Perú, y menos todavía, por Lima. Ahora bien, llamamos «peruanistas» a los extranjeros y académicos que trabajaron algún tema científico sobre nuestro país. Por ejemplo, el italiano Raimondi. El rumano John Murra que nos explicó qué era el archipiélago andino gracias al control vertical de los pisos ecológicos. Porras Barrenechea no se cansa de explicar el aporte de extranjeros como Baudin, Trimborn y Means, sobre la historia de los Incas. Y para el siglo XIX y XX, los viajeros.

¿Cuál es la ventaja de estos peruanistas? No provienen de las pasiones, las cegueras, los prejuicios de los locales. Tienen la serenidad del observador. Como nuestra vida intelectual es una guerra civil en manos de Caín, resulta que un extranjero, que trabaja para entender y no tergiversar, tiene resultados positivos, claros y desinteresados. Es el caso de Martuccelli. Sin embargo, en esta reseña (un hábito del quehacer intelectual que casi ha desaparecido de nuestros periódicos), tengo que explicar algunos giros semánticos. Por ejemplo, qué es lo que quiere decir por «arenas».

Si los peruanos tenemos una referencia histórica, los Incas, los europeos no olvidan la Roma imperial y la cristiandad. Las «arenas» connota con el circo romano. Quiere decir espacios de conflictos, políticos, culturales. Para nosotros, que no venimos del latín, arenas es playas. Ahora bien, Martuccelli, desde la introducción, parte de una premisa que por lo general se nos escapa. Agobiados por nuestros defectos, la corrupción, entre otros fenómenos que nos deprimen. En cambio, Martucelli arranca con «los limeños adolecen de una interpretación consensual de su reciente historia colectiva». Dice que hemos vivido «un gran cambio». Luego pasa a los avatares del pueblo, del APRA, el gobierno militar, y luego lo criollo, lo huachafo (y ahí me cita, con algo de Hacia la tercera mitad), lo cholo, «el racismo estamental y el impase de la nación». Lima, los informales, el mercado, la crisis y «la inconsistencia posicional». Ese sociólogo, no adulador, encuentra «fracturas y diferenciaciones populares». Luego en el capítulo 4, habla de un «proyecto reglamentador». Y esto: «el fracaso, una ciudad donde nadie respeta nada». Y describe la matriz informal. Y de ahí, la cultura chicha, el humor del aplaste y el achorado. El subtítulo del libro dice académicamente su propósito: «poderes sociales y jerarquías culturales».

¿Qué es un achorado? Entendamos este sujeto social sin pensar que Martuccelli es caviar o keikista, aprista o liberal, si está con Movadef o qué tipo de jueces y supremos frecuentó cuando estuvo en Lima. El amable lector tendrá que razonar por su cuenta y sin la ayudita que consiste en rechazar o aprobar a priori un texto, según la inclinación ideológica del autor. Por una vez, van a tener que pensar sin las muletas del hábito inquisitorial limeño.

El achorado es el que avasalla. «En su núcleo duro, testimonia de una actitud de desafío específico de los de abajo». El achorado es la expresión terminal, o en todo caso extrema, de la cultura chicha y «del humor del aplaste» (p. 228). El achorado avasalla sin miramientos, por ignorancia, por indiferencia, por buscavidas. ¿Qué nos está diciendo el sociólogo francés? Por si acaso, se ha leído cuanto opinólogo peruano, sociólogo o no, exista. Pero hay opiniones que son suyas. El achorado, según Martuccelli, es de origen popular, e incluso migrante, de abajo, pero tiene algo especial. No se resigna al casillero en el que lo coloca la sociedad limeña. «El achorado es el resultado de un incremento de expectativas». Pero no viene de un desborde político. (Adiós Matos Mar.) Sino de «un desborde normativo cotidiano». Lo compara con el desafío plebeyo de los peronistas de la época de Perón. «El achorado es la expresión ambivalente de la fuerza de la democratización». No tiene mucho que ver con la criollada. Eso que conoció Bourricaud y tema de Guillermo Nugent (en 1998), ya fue.

El achorado es la nueva figura. Para avanzar en sus análisis, se apoya en Manrique, Portocarrero, Bruce. En otros casos, en Tanaka. Lo de cholear regresa varias veces. «Lima es una promesa y un tormento». «El lugar de las sociabilidades en jaque». Ya estamos en algo más potente que el cholo avispado y el vacilón chicha. El pendejo estafador se ha quedado atrás. El humor del aplaste limeño es lo de hoy. El «te cagué, mierda». Todo lo que cuenta es no ser «lorna». Hasta la China Tudela y la paisana Jacinta entrán en este baile. La pendejada queda como una vieja variante. Amable lector, corra a comprarse ese libro. La va a pasar piola. Y sabe una cosa, ese francés, Martuccelli, nació en el Perú.

Publicado en El Montonero., 30 de julio de 2018

« Lima y sus arenas ». El achorado

Manuel González Prada

Written By: Hugo Neira - Jul• 23•18

El tiempo en que vivimos, es un tiempo ambiguo. Una crisis en el corazón mismo de la patria, en la institución de la Justicia invadida por el delito de jueces y supremos, cuya purga es necesaria. Pero no sabemos todavía si se tiene la intención de sanear ese poder del Estado o se va a reemplazar a unos jueces por otros, más bien proclives a una tendencia política que trabaja, como no tienen pueblo ni cómo llenar las urnas, en bambalinas. Aquellos que quieren cerrar Congresos, adelantar elecciones, ir a una constituyente, y así pasar de una putrefacción a otra todavía peor. Tenemos todo el derecho a la sospecha.

Prada fue nuestro Nietzsche, pensaba a martillazos. Fue el demoledor. Íbamos a discutir y recordarlo en la mejor sala de la Biblioteca Nacional. En el teatro Mario Vargas Llosa. Era una buena ocasión. Recordar al mejor de los panfletarios de la vida peruana. Justo ahora, cuando el Poder Judicial ha dejado de ser justo. Pero a última hora, se canceló ese evento. Parece que dudaron que hubiese público. Puesto que había una marcha callejera. A los organizadores mi respeto y a la vez mi discrepancia. Lima ha dejado de ser una aldea. Es decir, hay públicos para una marcha y para pensar el pensar de ese apóstol civil, Prada. Pues bien, aquí van las líneas de lo que preparé para ese acto libertario. No quiere decir liberal, sino más bien los libertarios, los seguidores de Prada, los anarcosindicalistas del XIX. Lo que han sido en el siglo XX, Jaime Llosa, Carlos Franco, y Héctor Béjar después de las guerrillas. La izquierda de la izquierda. Aunque a algunos les arda.

No es poco ocuparse de GP en estos álgidos momentos. Y no solo por sus contenidos, por el estilo. El tono corrosivo, sarcástico, incisivo. El tono que merecen los vicios de la sociedad peruana. En estos días, ¿qué periodista no lo ha mencionado? Sobre todo una frase. «Donde se aplica el dedo, brota la pus». Por lo general, no dicen en cuáles de sus textos. González Prada escribió crónicas, discursos, más bien políticos, con algo de filosofía, y también, obras poéticas, como Minúsculas, 1900. Y Prebisterianas, en 1909. Y de paso, cuentos y sainetes. Lo de la pus, lo dijo en un discurso programático, Propaganda y Ataque. Un «terrible diagnóstico», dice David Sobrevilla en el libro más completo de obras de GP. El anarquismo de GP, consistía en decir las cuatro verdades. Ni más ni menos.

Por mi parte, a esa mesa redonda hubiera llevado unos cuantos puntos. A saber, el desdén por España. El positivismo como filosofía. La redención de los indios. La juventud como sujeto social. Y la negación que fuésemos latinos. Suficientes para situarlo en nuestro tiempo. Por desgracia, sus catalinarias siguen siendo vigentes. (Catalinarias son de Cicerón, en contra de un complot, «¿hasta cuando Catalina, abusarás de nuestra paciencia?»)

1. Con GP se inicia el cosmopolitismo. Quien se da cuenta, el primero, es José Carlos Mariátegui. «En la obra de GP, nuestra literatura inicia un contacto con otras literaturas. Representa particularmente la influencia francesa. Pero le pertenece el mérito de haber abierto la brecha por la que deberían pasar luego diversas influencias extranjeras». Un NO contundente a España. Si nos fijamos bien, lo mejor del XIX peruano, hasta entonces —González Vigil, Ricardo Palma— mantenía lazos semánticos y de ideas con España. El cosmopolitismo es evidente en los años veinte. Mariátegui, «he hecho en Europa mi mejor aprendizaje». Haya de la Torre, exiliado por Leguía, vive en el México revolucionario, luego en Oxford, conoce la Rusia de Trotski y Lunatcharsky. César Vallejo deja Lima por París. José de la Riva-Agüero emigró a Europa en los años de Leguía. El viaje del joven Mario Vargas Llosa a Cataluña. Y otros muchos, que nos perdimos en Europa para encontrarnos. Julio Ramón Ribeyro. Rodolfo Hinostroza.

3. La redención del indio tiene en GP su primer apóstol (García Salvatecci). Por una parte, no los considera culpables de la derrota en la guerra del Pacífico. Rumores que corrían en esa época. Lo que hace es replantear el problema indio en términos económicos y sociales. Aunque también hay poemas. El mitayo. Se despide del hijo, «La injusta ley de los Blancos / me arrebata del hogar. / Voy al trabajo y al hambre, / voy a la mina fatal».

4. ¿Qué se puede hacer en un país con la ignorancia de las masas, la Iglesia, la corrupción en el Estado, el militarismo, la burocracia? Solo se puede confiar en la juventud. González Prada quiere una juventud que sea sana mental y físicamente. Una élite honesta y con carácter. De ahí, «los viejos a la tumba, los jóvenes a la lucha». No es necesario decir que eso produjo un eco enorme. La reforma universitaria. El aprismo, el socialismo de Mariátegui, etc.

5. Adiós al mito de que somos «latinos». Un poema suyo: Aquí yace Manongo / de pura raza latina, / su abuelo emigró de China, / su madre vino del Congo. Mestizaje, señores.

Posdata. Excelente el diálogo de McEvoy y Vergara en el último «Dominical». De McEvoy, «la ignorancia total de nuestros textos de historia». Y «recomiendo más lectura». Y de Vergara, los males del «pensamiento único. Los fundamentalismos». Bravo Alberto. Pero —siempre hay un pero— eso ya lo dije hace rato, lo llamé, la IPVU, la Inquisición de los Propietarios de la Verdad Única (3 de enero de 2018).

Publicado en El Montonero., 23 de julio de 2018

Manuel González Prada

«Oye, hermanito»

Written By: Hugo Neira - Jul• 19•18

Años atrás, Enrique Urbano nos propuso reflexionar sobre tradición y modernidad en los Andes. Luego, Francisco Durand, profesor en Estados Unidos, nos planteó para el Perú una economía fragmentada: formal, informal y delincuencial (2004). Pero la opinión de los peruanos en general se distrae en lo inmediato. Y además, la clase política no escucha lo que le dicen los estudiosos. Admito, por mi parte, que lo delincuencial me hacía pensar en el tráfico de cocaína. Y la corrupción como un asunto de ex presidentes, gobernadores regionales, alcaldes, funcionarios y empresarios en fuga.

Una vez más, nos quedamos cortos. A estos alambicados sistemas para delinquir los llamé alguna vez, “la anomia”. Matos Mar, tan optimista, los llama “desborde”. Pero no se me ocurrió que uno de los poderes del Estado exhalara la podredumbre desde el nivel más alto de la nación y de la patria. No sabíamos hasta qué punto resulta lo delincuencial, ya no abajo, el lumpen, sino arriba. Muy arriba. Siempre pensé que era un asunto de uno que otro juez. Jamás que fuera un delito corporativo. Sí, pues, nos pasamos de cándidos.

Lo que ocurre nos obliga a pensar el Perú de otra manera. Admiro y respeto a Jorge Basadre. Su visión del Perú fue holística, vale decir, holos, el conjunto. “El incario fue el terreno, la Conquista la siembra y las épocas posteriores la cosecha”. Lo suyo fue un “porvenirismo”. Sin duda, la historia es una unidad secular e incluso milenaria. Pero ante lo que ocurre, conviene que nos veamos tal como somos. Si Durand nos propone una trilogía económica, por mi parte, desde la sociología, veo tres sociedades bajo el mismo cielo. La idea de que las sociedades son múltiples proviene de Alain Touraine, que fue mi maestro.

Hay una sociedad peruana moderna. No lo digo yo, sino las estadísticas del INEI. Por vez primera en tres mil años, la costa está más poblada, 58%. La sierra, 28,1%. Además, en el censo del 2007, lo urbano ya era 75,9% y las zonas rurales un 24,1%. La costa son llanos y oasis que se comunican. Un segundo factor, el crecimiento del ingreso per cápita. A precios constantes del 2007, en 1980 era de 9.674 soles. En el 2014, de 14.977 soles. Otro factor positivo es la disminución del analfabetismo. De 18,1% en 1981 a 5,9% en el 2016. La debilidad de la sociedad moderna es que es pequeña. El mundo de empleos estables.

Otra sociedad habita en la economía informal. Las pymes son el 96,5% de las empresas. Ese es un mundo muy inestable. Son en realidad los no pobres. No culpemos, pues, a la atomización de un mundo de los pequeños negocios. Ora al acceso de millones de peruanos a la propiedad. Ora al descubrimiento del goce del consumo masivo. En fin, un país entero habría sucumbido al fetichismo del billete y el dinero fácil. A la convicción de que el dinero lo puede todo. Ideológicamente, el reinado de la maña criolla. Un país de yuxtapuestos estratos socioeconómicos. Con creencias e imaginarios, distintos. Y la aparición del ‘achorado’.

Nuestra sociedad moderna es minoritaria. La informal, enorme. El lumpen dio un salto prodigioso. Según el Barómetro de las Américas, el crimen y la inseguridad ciudadana preocupaban en el 2006 a un 10% de ciudadanos. En el 2014, alcanzaba el 46,7%. ¿Y hoy? ¿Qué pasa cuando un país duda de sus élites? ¿Cuándo el Poder Judicial no es confiable? ¿El dinero del poder y el poder del dinero? El lumpen subió hasta lo más alto. El “oye, hermanito” nos revela la prosperidad del vicio. La patria sufre un accidente cerebrovascular.

Publicado en El Comercio, 19 de julio de 2018

https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/oye-hermanito-hugo-neira-noticia-537516

Después del Mundial

Written By: Hugo Neira - Jul• 16•18

He seguido los partidos de fútbol del Mundial en Rusia, como cualquier vecino. Y esta mañana de domingo que precede a esta crónica, como tantísimos e incontables espectadores de ese partido final —gracias a la tecnología actual—, he visto cómo el equipo francés pudo vencer a ese no menos extraordinario equipo de Croacia. Como comentaba uno de los periodistas, rara vez un final olímpico ha tenido seis goles, como sabemos, cuatro para los franceses y dos de los croatas. Según ellos, los que profesionalmente conocen la historia de los Mundiales, dicen que nunca hubo tantos goles al finalizar un Mundial como el de Rusia. Por lo demás, me parece, digo yo y con la mayor humildad, que ha sido un campeonato de lo más intenso y exigente. Los grandes del fútbol —muchos de ellos voceados como candidatos a la victoria final— fueron desapareciendo, fue el caso de Alemania, Brasil, Rusia, España. Un Messi no pudo salvar a la Argentina. Ni un Ronaldo a Portugal. Sorprendió la calidad de México, de Uruguay sin duda alguna, y la del equipo peruano, sin duda el mejor que hemos tenidos en los últimos decenios. Una idea me viene a la cabeza. Hay una suerte de homogeneización de los deportistas, al menos en este deporte que es el más popular del planeta. Cada vez más futbolistas fornidos y a la vez veloces. En el ayer, recuerdo las formaciones clásicas, dos zagueros, tres mediocampistas, cinco delanteros. El fútbol ya no funciona de esa manera. Suben y bajan, los noventa minutos. Hay un progreso que no es solo de tácticas, sino algo fisiológico. De salud y energía.

No envidio a los que fueron a Rusia. Me refiero a los espectadores y las barras (que hicieron bien en ir). En realidad todos hemos estado en Rusia durante estas últimas cuatro semanas. No por algo los antiguos griegos no solo inventaron la filosofía, las matemáticas, la polis —que era no solo una ciudad sino una comunidad humana que elegía sus autoridades—, y entre guerra y guerra, inventaron los grandes juegos, las olimpiadas, es decir, treguas a sus interminables guerras entre ciudades griegas o dedicadas a contener al poderoso Imperio de los persas, más numerosos que ellos.

Es en Inglaterra donde se inventa el fútbol. Si tomamos en serio a los que han historiado su origen, parece que en la Edad Media. Se enfrentaban aldeas contra aldeas, no con luchas o torneos, como los nobles, sino reemplazando el cuerpo del rival con una bola de cuero. En sus inicios, en las islas británicas, fue violento. Hubo otro fútbol, en Florencia, el calcio, así lo llamaron. Pero el fútbol que conocemos existe desde 1848, cuando estudiantes de la universidad de Cambridge le impusieron un reglamento. Una de las reglas, el rol del arbitro. Como el amable lector podrá entender, la potestad del arbitro. O sea, las atribuciones que tiene el Rey en la vida política de ese reino con Corona y Parlamento.

Todo esto para decir que el balón de fútbol es una de esas invenciones del homo sapiens, de lo más atinada. Es un combate, pero no de gladiadores. El balón de fútbol es una sublimación del instinto de la guerra y la violencia. No es necesaria la aniquilación del rival. En el mismo sentido, el básquetbol, el tenis. Las competencias entre deportistas en general. Y toda la ética que se alimenta de esa praxis. El fair play. El saludo al rival antes y después. La aceptación de la derrota. Es por eso que en diversos países civilizados, la formación de niños y adolescentes en esa categoría que llamamos lo humano, consiste en competir sin matarse. Reducir la rivalidad innata en un juego, es un salto del ser humano tan grande como la primera vez que alguno de nuestros ancestros fabrica su primera herramienta.

Pero el Mundial ya fue. Y ahora, va a ser bastante difícil el aterrizaje en lo real. Nos despertamos en «la capital de los proyectos paralizados» (El Comercio, 14.07.18). De feminicidios como el que se acaba de hallar en San Miguel. De choferes que usan un carril exclusivo del Metropolitano, su atajo caprichoso. De colectiveros que «atacan en Ancón a policías, inspectores y a fiscal» (13.07.18). De como los agentes de la Policía Nacional desarticulan en Ucayali a una banda de minería ilegal. Y la multitud que acompañó a Juanita Mendoza al cementerio en Cajamarca. Y la información sobre el subdirector de colegio que acosaba a una alumna de 15 años en San Juan de Lurigancho. Y la droga del VRAEM llega a departamentos de un edificio residencial en San Isidro. La coca iba para Chile, vía El Callao.

«La violencia contra la mujer cobra una nueva víctima en Amazonas». La policía arresta a Benito Chávez de 40 años, en la provincia de Luya. Confiesa que mató a cuchilladas, a su expareja y madre de sus tres hijos. Y luego, la desmembró para enterrarla en dos fosas. «Cada caso es más atroz que el anterior» (EC, 08.07.18). Son 17 las mujeres atacadas con fuego desde el 2017. En total, unas 134 tentativas de feminicidios, en lo que va del año. Entre tanto, minería ilegal continúa arrasando los bosques. Muchachas venezolanas y colombianas son obligadas a la prostitución. ¿Debo sumar los audios entre jueces supremos y asesores? En «el entramado de la corrupción judicial», como lo titula Fernando Rospigliosi. La sociedad peruana se está deshaciendo desde arriba, al medio y abajo. Por eso, no coincido con lo que dice Carlos Contreras. «El país más costeño, más urbano y más maduro». La calificación de costeño es cierta, lo dice el INEI. Lo de urbano, también. A un 70%. Pero ¿maduro? Dios mÍo, el optimismo que nos pierde. Ante el ciudadano que nos lee, debemos de ser francos y honestos como son los médicos. Nos están pasando cosas tremendas.

Publicado en El Montonero., 16 de julio de 2018

Después del Mundial

 

México: ¿elecciones o meteorito?

Written By: Hugo Neira - Jul• 09•18

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha arrasado en las urnas. López Obrador, sobre 32 Estados, ha triunfado en 31 (!). Se calcula que también ha logrado escaños en el Congreso y en el Senado. Ana Gabriela Rojas, de la BBC de Londres, sostiene que el actual presidente ha conseguido algo que el PRI no consiguió ni en sus años de mayor fama. La fuerza política que respalda a López Obrador, solo existe desde el 2014. ¿Y en cuatro años, barren en las recientes elecciones? Esta no es, pues, una elección más.

Para comprender lo que pasa, nada mejor que una metáfora. «Hace 66 millones, un meteorito de más de diez kilómetros de diámetro cayó sobre lo que hoy es la mexicana Península de Yucatán, entonces sumergida, y desencadenó un cataclismo» (Wikipedia). Algo por el estilo es la victoria de López Obrador. No exagero, veamos qué dicen los mismos mexicanos. Entre los más lúcidos e independientes, Héctor Aguilar Camín. «La democracia mexicana ha sufrido un vertiginoso cambio de piel. En sólo unos meses, camino a las elecciones de 2018, quemó sus referentes tradicionales, diluyó a sus partidos clave, borró sus identidades políticas y encumbró a un nuevo partido mayoritario» (revista Nexos). Y agrega: «Cambió de forma y fondo luego de 18 años de no producir lo que se esperaba de ella: una era de bienestar y buen gobierno». Se entiende, entonces, lo de meteorito.

Me atreveré a anticipar las malas lecturas del caso mexicano que correrán en Lima. Por ejemplo, «ha ganado la izquierda con AMLO». No es tan simple. López Obrador ha intentado llegar al poder desde su partido, el PRD, que sí era de izquierda, y lo derrotan. En el 2011 fue candidato con una coalición de partidos de izquierda, y no gana. Pero, ese mismo año se separa de la izquierda tradicional y funda Morena. Sigla que quiere decir Movimiento de Regeneración Nacional. Morena es una escisión de la izquierda mexicana. Pero algo más.

¿Qué es Morena? El historiador mexicano Ariel Rodríguez dice que predomina la «noción de movimiento». Por lo pronto, se definen como «una organización política amplia, plural, incluyente y de izquierda». Otro analista mexicano sostiene que Morena ha tomado un camino pragmático, incorporando «cientos de políticos profesionales, desplazados de la política o desgajados de otros partidos».  Me permito decir, por mi parte, que México tiene una masa de intelectuales y profesionales competentes, fuera de la política, debido al monopolio del poder en los últimos decenios.

Políticamente, el giro se inicia desde el 2000, cuando el PRI es derrotado por el liberal Vicente Fox. La opinión de los observadores es que hay un hartazgo del sistema político tradicional. Sin embargo, México ha sido un país con una gran estabilidad desde un sistema de partidos, que lograban una hegemonía. Pero la situación es de tal gravedad —dice Alberto Aziz, antropólogo— «los problemas han llegado a tal gravedad que la sociedad cuestiona el modelo dominante actual y apuesta por el cambio». Escuchemos al mexicano Jesús Silva-Herzog. «Morena carece de contornos. Ya no es un partido de izquierda sino una cazuela que quiere recogerlo todo (…) Es una nueva versión del PRI, Morena le ha abierto la puerta a todos. Ahí están los líderes del sindicalismo más corrupto y los panistas más conservadores. Ahí conviven evangélicos y jacobinos. Ahí se juntan los admiradores del coreano Kim Jong-un y los aduladores de Enrique Peña Nieto.»

¿Alguna vez tuvo México un partido con gente diversas? Sí, por supuesto que lo tuvo. Cuando se funda el PRI. En mucho se parecen, dice Aguilar Camín. «En Morena participan mujeres y hombres, empresarios, productores y consumidores, estudiantes y maestros, campesinos e indígenas.» Al parecer, en el camino a las elecciones del 2018 muchos se subieron al ferrocarril de Morena, «no por lógica o moral, sino por lógica política». Muy diferentes unos de otros, pero un lazo de unión, López Obrador. La victoria es tan aplastante que se ha anticipado a decir que no «va a instalar una dictadura ni abierta ni encubierta». Morena, como el PRI ¿será también un arcoíris?

En estas elecciones, han contado las desilusiones. Con Fox, para atenuar la oposición, pasa a darle dinero y corrompe la democracia. Felipe Calderón (2006-2012) que«declara la guerra al narcotráfico y ensangrenta al país. Con Enrique Peña Nieto (2012-2018) expande la violencia y multiplica la corrupción.» «Tenían a los partidos políticos y el tablero electoral, pero perdieron en esos 18 años, la confianza de los electores» (Aguilar Camín, Nexos).

En México, desde un vistazo más amplio, mejoraron ciertos indicadores de progreso desde el siglo XX. Cuando Ruiz Cortines (1952-1956) la expectativa de vida de un mexicano era de 53 años. Hoy, de 76. Cuando López Mateos, morían 96 niños sobre mil, antes de cumplir un año. Hoy es 11. México exporta automóviles y su PBI es de 1260,9 billones de dólares (2014). Tres veces la Argentina. Pero sigue siendo un país entre los más desiguales del planeta. Brechas sociales y corrupción y llevan a la silla del poder, a un político antisistema. Que a la vez, es parte de ese sistema. Claro, no es clara la cosa pero México, como Perú, tiene un perfil barroco. Veremos qué sigue.

Publicado en El Montonero., 9 de julio de 2018

México: ¿elecciones o meteorito?